Revista Cátedra, 7(2), pp. 169-188, julio-diciembre 2024. e-ISSN: 2631-2875
https://doi.org/10.29166/catedra.v7i2.6252
La educación superior no puede llevarse a cabo si ni siquiera se ha garantizado la educación
primaria, la más fundamental. Ahora bien, volviendo a la cuestión de la elección de las ramas
de estudio en los centros educativos ecuatoguineanos, es fundamental entender la noción
de bachillerato, es decir, su funcionamiento en este sistema educativo. Se trata de una
modalidad de estudios integrada por dos cursos: primero y segundo de bachillerato. En
otras palabras, dentro del contexto ecuatoguineano:
El bachillerato tiene por objetivo la capacitación humanística y técnica
que le permita al alumno incorporarse al trabajo productivo, integrarse
socialmente y ser orientado para continuar los estudios superiores. Esta
modalidad tiene cuatro opciones que son las cuatro ramas de estudios: la
de Ciencias, la de Humanidades, la de Tecnología y la de Artes. Todas las
ramas tienen asignaturas troncales, optativas y específicas; veámoslo:
*Troncales: Lengua español, lengua francesa, formación cívica social,
educación física y deportiva, etc. *Optativas: Lengua inglesa, religión,
música, lenguas vernáculas, etc. *Específicas: Matemáticas, física,
química y dibujo de la rama de Ciencias y Tecnología y Latín, griego,
filosofía, historia del arte de la rama de Humanidades (Dyombe, 2009, p .
8).
Generalmente, en Guinea Ecuatorial se habla de ciencias y letras, que es la manera más
común de referirse a las ramas de estudio del bachillerato. En función de las necesidades o
las influencias de toda índole, el estudiantado elige una de las opciones. Tradicionalmente,
la rama de ciencias es por antonomasia el espacio ocupado por los chicos, mientras que las
letras son ocupadas por las chicas. Se trata de una distribución donde el género se convierte
en uno de los componentes de la elección de las ramas, porque la propia estructura
veteropatriarcal impuesta o arraigada en la sociedad lo permite, pues existe una errónea
concepción que hace pensar que las letras son el ámbito donde más se desenvolverían mejor
las chicas porque son fáciles, mientras que los futuros ingenieros, matemáticos o físicos son
para los hombres debido a su rigurosidad que exige unas aptitudes mentales de las que
carecen las chicas. Este pensamiento es el resultado de cómo está estructurada la sociedad
y en función de esto se diseña también un currículo que expulsa a las chicas de las ciencias.
Legalmente no hay obstáculos en el acceso a las carreras, pero aún hoy
perduran procesos de socialización diferencial que conducen a una
«mística masculina» o a un «sesgo androcéntrico» de la ciencia, inducen
unos itinerarios curriculares óptimos para alumnos y otros para alumnas
y por último influyen en el desarrollo de la carrera y en las transiciones
profesionales (Santana Vega, Feliciano García, y Jiménez Llanos, 2012, p.
360)
Se observa que el género influye en esta elección de las ramas de estudio. Por lo general, las
chicas son las que más estudian la rama de letras y los chicos la rama de ciencias. Las
razones de este hecho son diversas, pero no puede ignorarse que los estereotipos de género
contribuyen mucho a perpetuar a las chicas en la rama de letras, porque socioculturalmente
se entiende que la mujer no puede con cuestiones difíciles como la Matemática, Física y
Química. Éste es un pensamiento muy arraigado en el contexto ecuatoguineano y eso es lo
que hace que exista al menos en este contexto, pocas mujeres dedicándose a las ciencias
más empíricas. Pero eso no solo sucede en el bachillerato, sino que también se desplaza al
ámbito universitario. Esta argumentación no debe entenderse como un postulado de que
existe poca presencia femenina en los centros educativos ecuatoguineanos. De hecho, si lo