Tabú y eufemismo: las formas del habla en la sociedad quiteña actual
Taboo and euphemism:
the forms of speech in modern Quito society
Azucena Escobar-Miño
Universidad Central del Ecuador, Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-4696-7933
(Recibido:
13/08/2018; Aceptado: 28/08/2018; Versión final recibida: 25/09/2018)
Cita del artículo: Escobar-Miño A. (2018). Tabú y eufemismo: las formas del habla en la sociedad quiteña actual. Revista Cátedra, 1(1), 134-144.
Las palabras además de cambiar en su forma externa también lo hacen en su significado, el tabú y el eufemismo son dos conceptos que forman parte de ese cambio semántico que se presenta en el acto comunicativo. Ese cambio obedece a factores procedentes de una sensibilidad social en determinada época y circunstancia. Su uso es común en todos los medios sociales, así se evita llamar a las cosas por su nombre.
El presente artículo tiene por objetivo describir algunos eufemismos usados en la ciudad de Quito. Se demuestra a través de una investigación descriptiva si tales formas están vigentes o han cambiado en los últimos años. Además, se determinará los factores que definen su uso.
Mediante un estudio gramático y pragmático se realizará la descripción sociológica de la población, los enunciados que estos profieren para contrastar con variables sociales seleccionadas. Se detallarán también las diversas circunstancias y espacios en los que los eufemismos concurren en la comunicación y cómo éstos se presentan como una herencia de la colonización. Su análisis permitirá comprender y valorar la cultura heredada.
Eufemismo, Quito, significado, tabú.
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Words, in addition to changing their external form, also change their meaning, taboo and euphemism are two concepts that are part of that change of meaning that occurs in the communication act. That change obeys to factors coming from a social sensibility in certain times and circumstance. Its use is common on all social media, in order to avoid naming things.
The objective of this article is to describe some euphemisms used in Quito. The aim is to demonstrate through a descriptive research if such forms have been in use for a long time or if they have changed in the last years. Besides, the different factors that define their use are determined.
Grammar and pragmatics help to analyze the sociolinguistic study of the population, as well as the discourse used to contrast the selected social variables. Additionally, the different circumstances and spaces in which euphemisms are used are detailed as well as the way these present as a colonization heritage. This analysis will allow understanding and valuing the inherited culture.
Euphemism, meaning, Quito, taboo.
Se inicia aquí una propuesta de trabajo sobre el uso y el valor de los eufemismos en el habla de los quiteños. Se realizará un análisis descriptivo con un etiquetado de las palabras consideradas tabú y su reemplazo por otras formas que, dentro de la Semántica, constituye un estudio sobre los diferentes cambios de significado que sufren ciertas construcciones léxicas en determinados contextos. En primer lugar, se realiza un análisis del fenómeno pragmático para poder entender la intencionalidad y la actitud del hablante quiteño en diversos contextos, así como la explicación y el valor que se da al uso de las palabras para lograr recopilarlas y otorgarles el sentido adquirido y posteriormente elaborar un trabajo lexicográfico.
En segundo lugar, se incluye una breve descripción del proceso de evolución histórico en el uso de la lengua española en Quito, con la finalidad de poder entender el tratamiento del tabú en nuestro medio. Además, se intenta explicar el mecanismo de uso de las formas eufemísticas, se trata de ubicar formas verbales, nominales; sintagmas y más elementos de la norma y compararlos con las nuevas construcciones que han tomado forma y se han convertido en parte del léxico diario. Se detallan ejemplos de tabú y eufemismo, usados en el habla diaria en Quito.
En tercer lugar, se explican cuáles son los distintos ámbitos en que se han creado los eufemismos desde un punto de vista sociológico, para rescatar nuestra identidad, para recopilar estos usos en una lista de eufemismos quiteños, y además sentar pautas para continuar con investigaciones mucho más profundas que conlleven a entender, el porqué de los diversos usos de construcciones léxicas en la sociedad quiteña. ¨A pesar de las reiteradas llamadas de atención de algunos investigadores sobre la importancia del estudio del tabú desde el punto de vista sociolingüístico, la bibliografía que es posible reunir sobre el tema sigue siendo sustancialmente raquítica¨ (Calvo, 2011, pág. 11). En efecto, resulta difícil, lograr un empoderamiento y posteriormente un análisis social en un entorno que no sea el propio.
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La relación entre lengua, sociedad y cultura es estrecha y necesaria a la hora de elaborar un estudio; el análisis con base en el enfoque sociolingüístico determinará el contexto en el que se produce la interacción comunicativa. El objetivo es entender cómo se forma la sociedad sobre la base de las experiencias lingüísticas.
En las relaciones e interrelaciones sociales la comunicación juega un papel fundamental. Este proceso se concreta de distintas maneras entre las cuales la comunicación oral, a través de los códigos verbales da lugar a la transmisión de mensajes según las necesidades individuales y colectivas.
Al ser la comunicación un elemento cultural por esencia adopta múltiples formas; para referirse a los elementos contextuales directa e indirectamente en algunos casos se revela la práctica de tratos donde se denotan alusiones e insinuaciones, aquellos términos suenan desagradables, pero son necesarios porque son precisamente lo que nos da identidad cultural. Al respecto, Brown 2015 menciona:
Superficialmente tal vez esto nos parece un adelanto para la humanidad, pero si examinamos la función del tabú en la estructura de una sociedad nos damos cuenta que es un estabilizador cultural necesario, un elemento Íntegro de todas las culturas, no solamente de las que llamamos "primitivas" (pág. 10).
El autor hace referencia a un estabilizador cultural, es decir, es un fenómeno lingüístico necesario para identificar y ubicar la cultura de un pueblo o nación. Mientras se pensaría en que el uso de ciertos eufemismos constituye un retraso, también se rescataría la identidad y el folklor de determinado grupo social. Nuestras formas y maneras de hablar, develan nuestra idiosincrasia y nuestra cosmovisión del mundo.
En la sociedad ecuatoriana el uso de eufemismos reemplaza términos considerados tabú, algunos son inaceptables y connotan una conducta inmoral, esta categorización depende de la jerarquía social. Así Domínguez (2014) señala:
Para la antropología, el tabú se relaciona con objetos y acciones que poseen un significado esencial en una determinada jerarquía social. De ahí la importancia que tienen los jefes y los objetos religiosos o las prohibiciones impuestas sobre animales totémicos que son parte integrante de la estructura simbólica de la sociedad. (pág. 45).
En efecto, la simbología de una sociedad a la hora de etiquetar un hecho, se basa en el grado de jerarquía social de determinado grupo. Así, mientras más diverso es el nivel socio económico y cultural más diversa será la gama de giros y expresiones que usará cada grupo. No se puede deslindar el hecho social de la lengua.
Nuestra idiosincrasia, producto de una heredad cultural trágica, derivada de una colonización, hace que se mantenga un lenguaje subordinado, dubitativo, temeroso de reacciones negativas del interlocutor. Esto conduce al uso de términos llamados moderados o menos fuertes con la finalidad de tener una actitud un tanto diplomática en el discurso, para no herir susceptibilidades de las personas, para no realizar peticiones que suenen a imposición. Las palabras tabúes, son reemplazadas por los eufemismos en los medios de difusión, en ambientes laborales, en el tratamiento de enfermedades, entornos familiares, también en el ámbito político para persuadir, convencer y también encubrir actos.
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En el tabú y en el eufemismo se establece claramente el grado de secuencia y reciprocidad que surge en el proceso de sustitución de la una por la otra, entonces se analiza que los sustitutos léxicos provienen de aspectos determinantes tales como: el contexto cultural, interlocutores, discurso, tipo de registro e intención comunicativa en los actos del habla. Debido a ello en la lengua ocurre entonces una especie de dualidad.
Sin duda, este fenómeno de dualidad contiene en su estructura aspectos sociales, lingüísticos, pragmáticos y lógicos. El mecanismo del eufemismo no puede ser estudiado únicamente como un hecho lingüístico sino como un fenómeno cultural complejo y sensible a los cambios extralingüísticos que requiere un enfoque interdisciplinario simultáneo.
En concordancia con lo anterior, se puede confirmar la importancia de realizar un análisis desde el proceso de uso de los niveles y registros de la lengua en el que se encuentren los interlocutores. Su contexto cultural, espacial y físico, variará de acuerdo a criterios, percepciones, ideologías y otros agentes que se derivan de fenómenos sociales.
Según la disciplina semántica el uso de eufemismos reemplaza a las palabras tabú, estas son aquellas palabras que socialmente no son aceptadas y suenan desagradables dentro del proceso comunicativo. Los eufemismos que sustituyen a las palabras tabú no causarán desagrado entre los interlocutores, puesto que el propósito del lenguaje es la convivencia social.
Con respecto a los eufemismos se afirma que se trata de una estrategia cotidiana del lenguaje de palabras que socialmente puedan ser comprometedoras. Es decir, el hecho de transmitir mensajes implícitos, puede conllevar a malos entendidos y generar dificultades de distinta naturaleza. En tal sentido, se precisa que los eufemismos afectan a una buena comunicación, en algunos casos ofendiendo a los receptores de mensajes y en otros tergiversando consciente e inconscientemente lo que se quiere comunicar, lo cual está mediado por intereses y motivaciones del hablante.
Nuestra heredad cultural es producto de una brutal colonización en donde un grupo de invasores someten por años a etnias ancestrales, sin permitir que la expresión sea libre en su propia lengua. El esclavo para dirigirse a su patrón no podía llamarlo por su nombre, debía decirle “amo” por tanto “amito” y no porque sintiera algún grado de afecto sino por temor a ser castigado.
Los colonizadores obligaron a nuestros nativos a aprender el idioma español, sin embargo, los españoles no aprendieron el idioma de nuestros indígenas por lo que tranquilamente, estos, podían insultar en kichwa a los españoles, aquellos eufemismos se quedaron y fueron transmitidos de generación en generación.
De esta heredad cultural de sometimiento aparece el lenguaje subordinado, el mismo que se transforma en eufemismos como herramienta de convivencia social y se evidencia en enunciados como: no sea malito, mande, regáleme un poquito, esto no más, y se mantienen con marcada reiteración en los quiteños. Así, con estas formas se quiere expresar cordialidad, consideración, respeto, ya que era la manera como se debía tratar al “amo”.
Otra forma es el uso del morfema derivativo sufijo ito- ita al momento de pedir un favor, “espéreme un minutito”. “Ya le sirvo la comidita”, “Cuántos platitos le sirvo”, “deme una manito”, “quiero el amarillito”, “en la tardecita”, “aquisito no más”, “un favorcito”. En estos
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ejemplos existe cierta intencionalidad y afán de disfrazar sentimientos, estado emocional y sobre todo persiguen el fin de persuadir. Existe la necesidad de sustituir un término fuerte por uno suave, desde un principio se asume un sentido de sumisión y servidumbre aún latente.
Los eufemismos son herramientas lingüísticas de uso social generalizado. En el discurso político, por ejemplo, se utiliza el término “desaparecidos”, para encubrir asesinatos de personas, que en su momento se opusieron a un régimen de dictaduras o gobiernos opresores, por el que han pasado muchas naciones de todo el mundo. Pues hablar de asesinato es hablar de la verdad y no es conveniente.
“El recorte presupuestario”, “la caída del precio del petróleo”, “el peor sismo de los últimos años”, disfraza y oculta la verdadera crisis en la que se encuentra el país. “La acreditación de la universidad”, una etiqueta perfecta, motivo de preocupación para los docentes que en su intento por lograrla, restan tiempo en las aulas para generar formatos, informes, evidencias. Se ven abarrotados de actividades impuestas, sabiendo que el objetivo es desviar y evadir quizá una difícil realidad.
A aquel estudiante que, en aras de sus derechos, olvida sus deberes e irrespeta las normas de convivencia académica se lo llama “hiperactivo”, “caso especial” y por ningún motivo se lo debe discriminar llamándolo, indisciplinado o mal educado, para no herir su susceptibilidad, bajar su autoestima o evitar un posible suicidio.
“Las trabajadoras sexuales”, obtienen mayor consideración actualmente, debido a que ya no se les llama prostitutas. Y el negro y la negra han reivindicado sus derechos porque son personas de color. Como si no estuviera implícito la idea de discriminación ya en el mismo hecho de no llamarlo como lo que es, el negro y la negra; así como el blanco y la blanca, el mestizo y la mestiza.
Para que el trabajador no se sienta explotado, ni vulnerado en sus derechos, no se le dirá que está despedido, sino que habrá un reajuste laboral, un recorte de presupuesto o se hará una reingeniería laboral. Los trabajadores de la construcción, dirán tengo una “chauchita” que significa un trabajo extra. Y expresarán de manera subordinada y suplicante: “dará trabajito”, “dé trabajito”, para solicitar trabajo.
En el ámbito de la medicina se utilizan para hacer menos dolorosa y llevadera determinada enfermedad. No se menciona el nombre de la discapacidad o de la enfermedad, se dice: enfermedad alargada, invidente, discapacitado, capacidades especiales, porque se cree que al pronunciarlo en su forma original se está excluyendo o discriminando, lo cual en el caso de la medicina genera confusión y una ausencia de conocimiento total y real para poder actuar en caso de emergencia. Al respecto Hernández (2001) manifiesta:
Si tratamos de llevar a cabo un análisis del discurso militar y, concretamente del discurso militar ecuatoriano, pronto nos damos cuenta de que una de las características estructuradoras de este discurso es el recurso al eufemismo y, en cierto modo, a la utilización de palabras, en mayor o menor medida, asépticas, debido en gran parte a la posición que ocupa el ejército para algunos sectores de la sociedad como institución cercana a la guerra, la lucha, el derramamiento de sangre o la muerte. (pág. 8).
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En el ámbito militar, encontramos muchos eufemismos debido a lo complejo de esta actividad y al sentimiento de dolor que puede causar en sus familiares recibir una mala noticia.
En Rambo: Primera Sangre (1982), la esposa de Delmar Barry (ex combatiente de Vietnam) utiliza un eufemismo característico, ¨-Delmar se fue. – ¿Y a qué hora regresará? –Murió, murió en el verano¨. En este tipo de películas, conocidas y apreciadas a nivel mundial, encontramos eufemismos que requieren ser utilizados por tratarse de la muerte. Con el fin atenuar el dolor causado.
En el núcleo familiar se emplean términos eufemísticos debido a que los padres generan temas tabúes relacionados con la sexualidad. Se dice gay por no decir homosexual; al hecho de dar a luz, se dice “la cigüeña” trajo al bebé; se da otras denominaciones a los órganos reproductores como el pene y la vagina, pollito y pollita respectivamente; relaciones sexuales por relaciones íntimas, la regla por la menstruación.
En el habla quiteña se utilizan términos y expresiones amables y hasta cariñosas, reflejo de la herencia aborigen. La cultura andina guarda siempre una relación amistosa, para ello emplean diminutivos, gerundios, quichuismos, modismos. Siempre con intencionalidad de una convivencia armónica y agradable. Sin embargo, en el habla de los quiteños también hay otra intencionalidad como la persuasión, el convencimiento; en el aspecto sicológico y afectivo, el no herir susceptibilidades; y en otros casos ocultar la verdad. Iván Sandoval Carrión (2014) del Diario El Universo, afirma lo siguiente:
Un ejemplo universal es el uso extendido del término “afro descendiente” en lugar de “negro”. Su empleo es inadecuado, porque “afro descendientes” somos todos los seres humanos, si damos crédito a las investigaciones de los Leakey, quienes encontraron las huellas más antiguas de homínidos y homo sapiens en las llanuras de lo que hoy se llama Kenia y Tanzania. Además, la palabra no especifica si se trata de descendientes de los pueblos que se hallan al norte o al sur del Sahara, y que difieren notablemente entre sí en sus lenguas y demás rasgos culturales, además del color de su piel. En nuestro caso,
¿no sería más “correcto” preguntar a los ecuatorianos que habitan en la provincia de Esmeraldas y al norte de Imbabura cómo prefieren ser llamados? Porque quizás ellos están orgullosos de ser considerados negros. (Pág. 11).
Cuando en el discurso político se hace referencia a “el negro de mi patria”, la palabra negro no es tabú, no es desagradable, y puede ser que la intención sea causar afabilidad y ganar aceptación en el grupo. Cuando se hace referencia al “negro” de Esmeraldas, cuyas cualidades de hombre fuerte, luchador y alegre lo han caracterizado siempre, resulta motivo de orgullo, en la diversidad étnica, llamar “negro” al negro, sin embargo, en el discurso político con intencionalidad de persuadir, de convencer para obtener un voto, no se menciona a los afroecuatorianos, entonces en aquel discurso sí existe el orgullo de ser negro. Y es aquí donde prevalece el aspecto cultural, contextual e intencional.
Sin embargo, no es solo en el ámbito económico y político en donde se reemplaza a los términos considerados tabú por los eufemismos, es también en el ámbito cultural y social, donde para ser aceptados en el grupo se ven obligados a utilizar múltiples formas de expresión. Tal es el caso del entorno militar que se detalló en párrafos anteriores.
Los siguientes ejemplos se escuchan diariamente en el habla de Quito, en diversos contextos
laborales y comunes. Necesito un tiempo por “deseo terminar con esta relación”; Tú te
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mereces a alguien mejor que yo por “no quiero estar contigo”; centro de rehabilitación social por “cárcel”, “prisión”; privado de la libertad por “preso”, “encarcelado”; conflicto laboral severo por “despido”; pasado de copas por “borracho”, “ebrio”; consumar el matrimonio por “acto sexual”; desaceleración económica por “crisis”; desviar fondos por “desfalco”; Interrupción voluntaria del embarazo por “aborto”; poco agraciado por “feo”; Relaciones impropias por “adulterio”; pronunciamiento militar por “golpe de estado”; tercera edad por “vejez”, dormir el sueño eterno por “morir”; subidita de peso por “gorda”; no es amigable con la tecnología por “no sabe utilizar la tecnología”.
En Quito es muy común escuchar los siguientes términos con la intención de no imponer u ordenar al momento de solicitar o pedir algo, no se utiliza con frecuencia el verbo en imperativo, no se dice “trae la cartera” sino “dame trayendo la cartera” nunca se dirá un “dame” solo, sino que existe la necesidad de acompañarlo de un gerundio para suavizarlo o que no suene desagradable.
Para no denotar imposición no se dice “haz esto o aquello”, en su lugar se utiliza la estructura compuesta del verbo dar + GER: “dame haciendo”.
Encontramos los siguientes términos del libro ‘’Quiteñísmos’’ (Allan García, 2016, pág. 21):
Dame viendo a María (= busca a María) Darás viendo a María
Deme viendo a María
Dame cuidando a la guagua. (= cuídala por mí)
Dame dando (= entrega algo por mí)
Dame dando el libro que está sobre la mesa. Dame hablando (= intercede por mí)
Dame hablando con la profesora para que me reciba la tarea. Dame dando una mano (= ayúdame)
Otro tipo de eufemismo consiste en sustituir un verbo por otro, con el fin de tratar con sutileza o suavizar.
Mi mamá le habló porque llegó tarde del colegio (“hablar” por “regañar”)
Y cuando no aceptamos que nos fuimos por nuestra voluntad y decimos “me van llevando”
Me van llevando a la fiesta. Me van llevando a la reunión.
Si comparamos nuestros eufemismos con los usados en el habla colombiana, se observa que no ocurre este prototipo de eufemismos, puesto que los incas no llegaron hasta allá, es decir, no vivieron un proceso grande de sometimiento de los españoles. No hubo resistencia de los incas durante la conquista española, por ello que en el habla colombiana las peticiones son directas, el colombiano dirá “trae los documentos”, el ecuatoriano dirá “dame trayendo los documentos”. Por lo tanto, la actitud de sumisión muy marcada en la población quiteña se evidencia en el uso de eufemismos.
En Ecuador, la palabra culo es tabú, es sustituida por glúteos, nachas, trasero, en España es una palabra totalmente normal. De ahí que se utilice incluso como derivado verbal en
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recular. El eufemismo rabito suele resultar incomprensible para un español la primera vez que lo oye.
El uso de determinados eufemismos en el habla de nuestra sociedad ¿Realmente, es para evitar un momento desagradable? ¿Existe el propósito de causar deleite estético al oído? o
¿tapamos la verdad, manipulamos y hacemos uso de las características de la función apelativa del lenguaje, para influenciar en el receptor? Disfrazamos la verdad, desviamos las verdaderas intenciones de quien hace uso de este fenómeno semántico. Tenemos arraigado el sentimiento de sumisión, de opresión y no queremos repetir la historia, entonces buscamos léxico sustituto.
La falta de instrucción académica es una traba para interpretar un mensaje de manera objetiva. Es fácil ser presa de engaño y manipulación, pues se expresa un lindo discurso en el que de ninguna manera se muestra la verdad, ya que aquel mensaje, cargado de eufemismos, ofrece una visión diferente a la real.
El eufemismo lo crea el hablante. Son varios factores característicos para crear un eufemismo, como cosmovisión del mundo, cultura, posición social. La comprensión del eufemismo depende del contexto del acto comunicativo y sobre todo de que tanto el hablante como el oyente compartan usos sociales y convicciones determinadas. Así aquello que para mi grupo social, religioso y político tiene un significado peyorativo o desagradable, puede no serlo para otro grupo, Así Morales (2005), señala:
Los eufemismos no son criaturas exóticas y extrañas de tierras lejanas, ni son propiedad privada de la literatura o la política nacional, son parte de nuestro diario vivir. Como una figura retórica, el eufemismo no es inconsecuente. Es una figura con intencionalidad y una distracción de esa intencionalidad. Como el mago que oculta el “secreto” de su acto. (Morales, 2005, pág. 16).
En el campo pragmático, cuando lo que se busca es destacar el uso del lenguaje en relación con los usuarios y con las circunstancias de la comunicación, la actitud del hablante es otro factor determinante en el uso de los eufemismos. Si lo que se desea es convencer, persuadir u ofrecer afabilidad o discreción; o eliminar ese sentido de opresión yresignación.
Depende fundamentalmente de la cultura, las circunstancias y el grupo social en el que se encuentre el hablante para determinar si una palabra es tabú, eufemismo o disfemismo. El Tabú es un fenómeno social que está en el accionar cotidiano, todo el tiempo está inmerso en un grupo social en el cual se debe intervenir y expresar criterios sobre determinado tema. Y siempre se cuida que el discurso sea aceptado en el grupo y se busca el término que mejor se asocie a lo que se quiere expresar.
Sin embargo, subsiste la duda respecto a, si dicho término es un tabú, ya que lo que para uno es tabú, para otros puede no serlo, lo que para mí es eufemismo para otro puede no serlo, el hecho de emitir un pronunciamiento de carácter ideológico, religioso, sexual, dentro de un grupo, siempre conduce al uso de eufemismos. Ahora lo interesante es que estos eufemismos podrían ser tabú para otro grupo y así genera una cadena heterogénea de cambios y sustituciones léxicas.
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El eufemismo lleva “a cabo varias funciones sociales relevantes que difieren de las funciones de las metáforas” (Domínguez, 2004, pág. 38). Su principal función consiste, obviamente, en poder nombrar un objeto desagradable o los efectos desagradables de un objeto. Pero, además de esta función principal, el eufemismo lleva a cabo otras funciones menores, pues se usa también para: ser cortés o respetuoso, mi señora esposa o mi señor esposo para “mi mujer” o “mi marido”, respectivamente.
Elevar la dignidad de una profesión u oficio: barman para “camarero”; chef para “jefe de cocina”; tripulante de cabina, auxiliar de vuelo para “azafata”; ingeniero técnico para “perito”, etcétera. Algunos de los eufemismos citados son préstamos, especialmente cuando las palabras que se toman proceden de lenguas que se consideran de prestigio, más cultas, refinadas o elegantes.
Para dignificar a una persona que sufre alguna enfermedad, minusvalía o situación penosa se dice: padecer/sufrir el síndrome de Down para “mongólico”; tercera edad o mayores para “viejos”; invidente para “ciego”, etcétera. En el caso de atenuar una evocación penosa, se emplea dormirse en el Señor o exhalar el espíritu para ‘morir’. Como ejemplo de ser políticamente correcto, se dice países surgentes o tercer mundo para “países pobres”.
De acuerdo con lo mencionado anteriormente, se infiere que se utiliza los eufemismos en el habla quiteña, para una comunicación más comprensible, a través de un léxico que evidencia la idiosincrasia, identidad y cultura. Por otro lado, la vida profesional también se ve comprometida con estos términos, las profesiones adquieren mayor prestigio si adoptan ciertas denominaciones que demuestren un lenguaje de estatus, como son los ejemplos en el idioma inglés.
Muchas de las veces el uso de eufemismos genera un desplazamiento de significado y pérdida de la percepción de la realidad. Esto por el afán de quedar bien ante los demás, no herir susceptibilidades o de dignificar a la persona, en fin, cumplir socialmente. Pero incurrimos también en alejarnos del verdadero mensaje que quiere transmitir el emisor.
En la sociedad ecuatoriana, específicamente en el área laboral, se utilizan muchos eufemismos para tener una actitud amable y diplomática en el discurso. Frases como “El horario no es tan amigable”, “reajuste laboral”,” reingeniería laboral”, entre otros, son los eufemismos que reemplazan a los términos: “no me agrada ese horario”, “estás despedido”. Surge la pregunta ¿Son términos utilizados para reemplazarlos, porque son despectivos y peyorativos o para ocultar la verdad? ¿Qué razón nos conduce a utilizar eufemismos? ¿Cuál es la intencionalidad del hablante?
¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? En la idiosincrasia quiteña, en el ámbito laboral, aquel que se atreva a decir de manera directa:” llegaste tarde, sin embargo, firmaste como si lo hubieras hecho a la hora de ingreso”, “no colaboraste con las actividades de hoy”; “el trabajo no está bien hecho”, es considerado, una persona grosera, desconsiderada, de malos sentimientos e inflexible.
Mientras que de las personas a la que estarían destinadas este tipo de frases se pensaría que no se tiene la madurez y conciencia suficiente para aceptar una llamada de atención directa e inclusive se sentirían víctimas de la persona que emite estas aseveraciones, ya sea jefe o jefa y se filtra información que va en desmedro de quien se expresó de manera directa el mensaje sin utilizar eufemismos.
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El lenguaje busca la convivencia social y en este sentido se debe emplear eficazmente cada una de sus funciones, desinhibiéndose de prejuicios y desechando esa cultura de sumisión, transformándola más bien en una cultura de trabajo constante y actitudes frontales y optimistas. En el quehacer laboral, el éxito se alcanzará en la medida en que el mensaje llegue de manera adecuada. Por esta razón se deberá emitir el mensaje estrictamente sin ningún tipo de reemplazos. En diferentes circunstancias el hablante se ve obligado a utilizar sustitutos léxicos por diversos motivos. Las relaciones interpersonales se ven afectadas en la medida en que se utilicen.
En el momento en que se cambian determinados términos del mensaje por considerarlos desagradables, se está desviando la verdadera intencionalidad de dicho mensaje. De ahí la complejidad del uso de los términos eufemísticos, a lo que se sumaría la falta de habilidad de descifrar dichos códigos verbales, pero no en el sentido literal de los términos, no desde su morfología o sintaxis sino más bien desde su semántica.
Definitivamente, la lengua es un acto social, está en constante cambio, evoluciona conforme crece y avanza la sociedad, y con ella todo cuanto se refiere a las relaciones e interrelaciones, los cambios de época, la globalización, el avance de la tecnología, la moda, la lengua de poder, el marketing, la tecnología, factores que a través de los años hacen que se adopten nuevos términos y nuevas concepciones del mundo. Además, somos parte de un proceso de diversidad cultural, de inclusión social, en donde la variedad lingüística progresa y atesora nuestra identidad.
Resulta imprescindible la convivencia social, en donde exista el anhelo de no ser rechazado, ni mal visto en el grupo. El individuo ante todo es social, necesita posicionarse en el espacio al que pertenece sea este el ambiente de trabajo, entorno familiar, sitio de diversión, entre otros entornos propios de un individuo que interacciona en sociedad.
El cambio de significado en la lengua tiene causas sociales, culturales, sicológicas, entre otras, y los eufemismos se originan por la necesidad de ser aceptado en el grupo, por la necesidad de ser amable, de no herir, transmitir un mensaje oportuno y conciliador, persuadir y convencer. La sociedad ecuatoriana y en especial la quiteña, adoptada muchos términos eufemísticos para reemplazar a las palabras tabú, las mismas que van quedando atrás convirtiéndose en nuevos eufemismos.
Finalmente es preciso reflexionar sobre la imaginación del hablante, la cual es indefinida e infinita desde una óptica socio cultural, por lo tanto, no se puede determinar que el uso específico de palabras tabú y sus respectivos eufemismos pertenezcan a un grupo. Los factores sociológicos, sicológicos, y de heredad cultural son quienes provocan una forma de reacción y por lo tanto un determinado uso de la lengua.
El eufemismo es un fenómeno lingüístico social que se concreta en una época y en un contexto del hablante y del oyente, este evoluciona y cambia conforme cambia y evoluciona la sociedad; y se convierte en tabú y corresponde encontrarle un nuevo eufemismo. No depende del signo lingüístico en sí, sino del sentido de aprehensión que cada individuo adopte.
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AZUCENA ESCOBAR-MIÑO obtuvo su título de Magíster en Ciencias de la Educación, mención Gestión Educativa y Desarrollo Social (Ecuador) en 2004 por la Facultad de Ciencias Humanas, en la Universidad Técnica de Ambato. Obtuvo el título de Licenciada en Ciencias de la Educación, Profesora de Enseñanza Media en la Especialización de Castellano y Literatura por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central del Ecuador en 1992.
Actualmente es estudiante del doctorado en Filología y Estudios Lingüísticos en la UNED Madrid- España, es profesora titular de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central Ecuador.