Textos y
contextos (segunda época), 18
Las relaciones entre Rafael Correa y la
prensa ecuatoriana en el período 2006-2017: un análisis desde el discurso
verbal y no verbal
Recibido:
21-02-2019 Aprobado: 20-094-2019
Mst.
Ugo Stornaiolo Pimentel | upstornaiolo@uce.edu.ec
Facultad de Comunicación Social de la
Universidad Central del Ecuador
Resumen:
Este artículo tiene como base los capítulos 8, 9
y 10 del libro El Discurso de un caudillo neopopulista,
que está en circulación en formato digital. En este trabajo se muestran las
diferentes estrategias que, a lo largo de diez años, fueron construidas por el
gobierno de la llamada “revolución ciudadana” para controlar y silenciar a la
prensa ecuatoriana en un juego de poderes entre lo mediático y lo político.
Palabras clave:
Discurso, prensa
oficial, prensa privada, enlaces ciudadanos, funciones del lenguaje.
Introducción
Desde el inicio de su gobierno (2007-2017) el entonces
presidente del Ecuador, Rafael Correa, atacó a los medios de comunicación y a
los periodistas, hacia quienes no solo dirigió sus principales acometidas
verbales, sino que también presentó acciones judiciales en su contra. Las
denominadas “sabatinas” (cadenas de radios y televisión de los sábados) eran el
espacio donde Correa exponía sus actividades, sin dejar de hablar de sus logros
personales y otros temas, algunos banales (qué comió, dónde se hospedó, qué
conversó), con los que llamaba la atención del público.
La Contraloría General del Estado (CGE) señaló que estos
enlaces significaron fuertes egresos de dinero del presupuesto estatal. Solo
entre el 1 de junio de 2013 y el 24 de mayo de 2017, se destinaron 6,7 millones
de dólares para el montaje de esos espacios. El entonces mandatario buscó estar
presente en casi todo asunto de interés público –ya sea político, social,
económico, religioso o deportivo– en persona o mediante las redes sociales.
Pero la herramienta más utilizada fueron los enlaces ciudadanos.
Correa hizo 523 enlaces durante su mandato. Muchos
tuvieron lugar fuera de Quito y en el exterior (Estados Unidos, Italia, España)
donde se realizaban los “gabinetes itinerantes”. En ellos, según Correa, había
un “diálogo directo” con las comunidades. Estas cadenas, difundidas por los
canales TC Televisión y Gama TV (que fueron incautados, durante el gobierno
correísta, a los hermanos Roberto y William Isaías, dueños también del
Filanbanco, en una operación que se suponía que estaba destinada a devolver los
ahorros a los clientes de ese banco cerrado) y otros medios locales y
regionales, así como radiodifusoras del holding
de estaciones del gobierno, daban la sensación de que Correa “todo lo veía y lo
sabía” como el Gran Hermano, al que se refería George Orwell en su novela 1984.
Correa era maestro de ceremonias, cantante, presentador,
bailarín y todo lo que la situación ameritase. Lo acompañaba su traductor al
quichua, el “mashi” (compañero) José Maldonado. Sus alocuciones incluían
segmentos como la “caretucada o la cantinflada de la semana” donde hacía
escarnio de políticos, activistas, sindicalistas, mujeres y periodistas. Daba
órdenes para que, en la semana posterior, algunos jueces impulsaran procesos
judiciales en beneficio de Correa y de su gobierno. Según los defensores de
estos enlaces, Correa llevó la política a actores nunca tomados en cuenta. Para
sus detractores, era el escenario para vapulear a sus opositores en vivo y en
directo. Llegó a exhortar a sus seguidores a tomar la justicia por su mano y
presentó fotos de periodistas, activistas y políticos opositores para que
fueran identificados.
La consultora independiente Gobierno Responsable hizo un monitoreo y
demostró que, en 2009, Correa profirió 171 insultos contra políticos,
periodistas, organizaciones sociales, campesinas, empresarios y otros. En diez años de gestión hubo 523 enlaces ciudadanos, que sumaban 1.544
horas de cadenas financiadas con recursos del Estado.
La
Fiscalía General del Estado (FGE) conoció un examen de la CGE referido a los
gastos de la Secretaría de Comunicación (Secom) en Enlaces Ciudadanos ente 2013
y 2017 y señaló indicios de responsabilidad penal. Los principales involucrados
fueron los hermanos Fernando y Vinicio Alvarado, ex secretarios de
Comunicación. Otros personajes implicados fueron el ex subsecretario de
Comunicación, Pablo Romero; el periodista Marco Antonio Bravo y su hermano
Carlos, cuyos contratos con el Estado están aún sin aclararse.
El discurso verbal y no verbal
El entonces mandatario hacía representaciones mediáticas,
con libreto preestablecido por los asesores de imagen, que podía ser modificado
de acuerdo con la audiencia, aunque en muchos casos la esencia era la misma. El
discurso presidencial tenía el acto de habla y de lenguaje (los dichos y los
gestos) que hacían de su presentación mediática una representación simbólica.
El lingüista estadounidense John Austin denomina
performativos a los enunciados en los que la acción verbal se realiza al mismo
tiempo. Es decir, el verbo define una acción del locutor quien, al enunciarlo,
cumple también la acción en ese momento. Los verbos performativos se
diferencian de los declarativos, que tienen valor descriptivo.
Al criticar el trabajo de la prensa y los periodistas, a
quienes denominaba “mercantilistas”, Correa tomaba un ejemplar del periódico y
lo rompía, ante el aplauso (real o fingido, de acuerdo con los movimientos del
director de cámaras) del público que asistía a la sabatina. Hubo casos en que
los asistentes se “salían del libreto”. En el enlace ciudadano del 26 de enero
del 2010, Correa preguntó a un grupo de seguidores si fueron pagados para
asistir a la sabatina. Todos contestaron que sí y alzaron la mano, lo que
disgustó mucho el entonces presidente.
Los enlaces ciudadanos eran una puesta en escena que
generaba expectativas durante la semana siguiente. Lo que hacía o decía el
entonces presidente era asunto de interés. Cuando interactuaba con el público,
cantaba o hacía cantar, preguntaba “¿no es cierto?” o “¿no es verdad?” y las
personas le respondían afirmativamente.
Había en ello también una función metalingüística, que se
refiere a los códigos que van más allá del lenguaje hablado y escrito. Muchas
cosas lo evidencian: el uso de un diseño especial de camisa, las pantallas, las
diapositivas, las tabletas o laptops,
las tomas de televisión que pretendían constatar que había mucha gente, siempre
desde la perspectiva del director de cámaras.
Se puede analizar también al personaje desde la retórica
aristotélica expuesta en El arte de la
retórica, un libro que sigue siendo fuente de consulta para políticos y
publicistas. Aristóteles (2005) define la retórica como "la facultad de
conocer en cada caso aquello que puede persuadir". El orador debe
descubrir en cada caso el modo de persuasión apropiado. El objeto de la
retórica "no es el objeto de ningún otro arte, pues cada uno de los demás
enseña y persuade respecto de sus propias materias. Pero la retórica puede
conocer respecto de cualquier asunto propuesto aquello que es apto para
persuadir”.
En su discurso, Correa conminaba a que “no compren ni
lean El Universo, compren El Telégrafo”. De manera maniqueísta
decía que “unos mienten y otros dicen la verdad”, que en el caso de la prensa
ecuatoriana tenía que ver con quienes estaban a favor del gobierno (medios
públicos e incautados) y en contra (medios privados). Dedicaba en cada sabatina
una parte a las “mentiras de la prensa”, en la sección “la libertad de prensa
ya es de todos” y utilizaba el estribillo de una canción del cantautor
argentino Piero: “…y todos los días y todos los días los diarios publicaban porquerías...”
Una de las premisas de Joseph Göebbels, el asesor de
propaganda de Hitler (admirado por Vinicio Alvarado, experto en comunicación
del gobierno de Correa), manifiesta que “una mentira repetida mil veces se
convierte en verdad”. El objetivo de la retórica correísta era persuadir y que
la persuasión proviniera de lo verosímil. Es decir, no de la verdad absoluta,
sino más bien de la aparente, lo cual hacía que el orador fuera creído.
Aplicando este concepto al caso Correa, se puede decir
que el paso fundamental para que el orador fuera creído era el “ethos” o
actitud del orador al iniciar su discurso para ser creído y aceptado. Luego
estaba el logos (el discurso propiamente dicho que, en el caso citado, era lo
menos importante) y el pathos (actitud del auditorio, que aceptaba el discurso
y al orador). Para esta última parte se apelaba al simbolismo, al orgullo y la
recuperación de la patria. Con esta técnica se alababa a los propios y se
atacaba a los contrarios con frases como: “odiadores”, “sufridores”, “prensa
corrupta”, “sicarios de tinta”, “restauración conservadora” o “caretucos”.
Correa, la prensa y la libertad de
expresión
¿Qué es lo que define las relaciones entre la prensa y el
poder político? Como planteaba el escritor y filósofo francés Albert Camus:
“una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad la prensa nunca
será otra cosa que mala”.
En una entrevista concedida, a inicios de su mandato, al
periodista argentino Jorge Lanata, Correa mostraba su discurso ante la prensa.
Así lo recoge la obra de Nicolás Márquez, El
Cuentero de Carondelet (2013, p. 75 y 76):
Periodista: Ya pasaron 10 minutos y todavía no me echó. Estoy acá, yo soy
periodista. ¿Qué pasó?
Rafael Correa: No… si hay
periodistas buena gente y algunos incluso bastante capaces.
P: algunos hasta parecen
personas.
RC: no, todos son personas, pero
algunos tienen buena fe y otros mala fe.
P: ¿sabe que se dice de todo de
usted con respecto a la pelea con la prensa, no?
RC: ¿sabe cuántos segundos de
sueño me quita eso?
P: no le importa nada, ¿no?
RC: No, no. Mire,
si algo aprendí en estos seis meses de gobierno, es a responderle a la gente, no
a los periodistas. ¡Hay una enorme diferencia!
P: ¿usted realmente cree que la
prensa es responsable de los males de Ecuador?
RC: no. Pero sí ha contribuido.
Me gustaría decir lo contrario, pero la prensa es bastante mediocre, parte de
esa prensa, por supuesto que hay excepciones, y con fuertes intereses privados,
cuando deberían cumplir una función social.
María Isabel Punín, en su artículo “Rafael Correa y la
Prensa Ecuatoriana. Una relación de intrigas y odios” (2011, p. 2 y 4) señala:
Los medios en el
Ecuador viven un enfrentamiento constante con el gobierno, lo que ha llevado,
de manera particular, a grandes empresarios de la comunicación a formar grupo
de oposición compleja, que ha sido el caldo de cultivo para largas y acaloradas
discusiones de todo tipo y nivel. Por
un lado, el presidente Correa no se muestra tolerante con la crítica, ni muchos
menos cuando esta proviene del sector periodístico, al que sin mayor reparo ha
etiquetado como “bestias salvajes” abriendo una guerra hasta hoy sin cuartel.
Para muchos periodistas en el Ecuador, la libertad de expresión pasa por un
momento difícil, incluso la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) reconoció
que existe un hostigamiento a la prensa por parte del gobierno. A mediados del 2009, Correa Delgado firmó el
Decreto No. 1793, con lo cual modificó la Ley de Contratación Pública, con lo
cual prohibió que el Estado celebre contratos con empresas creadas fuera del
país, pero de propiedad de ecuatorianos “empresas de papel”. Golpeando
duramente a algunos medios de comunicación ecuatorianos que tenían sus acciones
en paraísos fiscales.
En una conferencia en la Universidad de Columbia (Estados
Unidos) el 23 de septiembre de 2011, Correa decía:
Aunque este es un
problema planetario, en Latinoamérica, dado los monopolios de medios, su
propiedad familiar, sus serias deficiencias éticas y profesionales, y su
descarado involucramiento en política, el problema es mucho más serio.
En Ecuador, los medios
de comunicación escritos, televisivos y radiales a nivel nacional son propiedad
de media docena de familias. El mayor diario nacional, El Universo, pertenece a empresas fantasmas en Islas Caimán, un
paraíso fiscal, donde no se va precisamente para pagar impuestos o
transparentar finanzas.
Cuando llegamos al
gobierno en el 2007, cinco de los siete canales de televisión nacionales eran
propiedad de banqueros. Ustedes pueden imaginar lo que sucedía cuando se quería
tomar alguna medida de regulación bancaria. En general, la práctica común fue
siempre crear un grupo económico y usar los medios, no para informar, sino para
defender los intereses de ese grupo económico.
La falta de
objetividad, descontextualización, sesgo en la información son, por decir lo
menos, patéticos. Como soy un Presidente que enfrenta a cierta prensa, si a mí
me muerde un perro… ¡al día siguiente esa prensa entrevista al perro! Aquello de decir la verdad, solo la verdad y
nada más que la verdad, para excluir cualquier posibilidad de engaño, ni
siquiera lo entienden.
Hay cosas que
pueden parecer triviales para los norteamericanos, dada su cultura
periodística, a su vez reflejo de importantes rasgos de la cultura anglosajona.
En la cultura anglosajona mentir es antinatural, y a nivel periodístico, si un
periodista miente, probablemente no volverá a ejercer el periodismo jamás. No
somos intolerantes con la prensa, somos intolerantes con la mentira; y en
América Latina la prensa miente amparándose en la libertad de expresión.
Jorge Lanata, en el diario Clarín de Buenos Aires (2012), explicaba la situación de Correa con
los medios de comunicación ecuatorianos:
El secretario de
Comunicación Nacional de Correa, Fernando Alvarado, aseguró en una entrevista a
la revista Gatopardo que los medios
“eran una maleza que había que limpiar” y le aconsejó a Correa: “Tiene que
cortar la maleza y podarla todos los días porque no se va a morir”. La
entrevista a Alvarado en Gatopardo, de
agosto de 2012, es reveladora: allí el funcionario explica su interés por
polarizar la sociedad, como único remedio para sostener su lucha política. La
política es un ring en el que hay que vencer al
contrario.
El canal Teleamazonas fue uno de los medios más
cuestionados. Su situación se complicó a partir de la normativa constitucional
que prohíbe a los banqueros tener medios de comunicación y bancos al mismo
tiempo. El propietario de Teleamazonas era Fidel Egas, principal accionista de
Banco Pichincha. El canal se vendió a un holding de comunicación
ecuatoriano-peruano.
La periodista Janeth Hinostroza tenía un programa de
investigación periodística llamado “30 minutos plus” en Teleamazonas. Tras un
altercado con Correa en Carondelet, donde las versiones diferían: según las
cadenas del gobierno, ella agredió a Correa y, según ella, fue agredida por la
seguridad presidencial. Hinostroza dejó su programa de investigación tras
recibir amenazas.
Cuando se aprobó la Ley de Comunicación, en 2013, el
gobierno creó organismos como la Superintendencia de Comunicación (Supercom) y
el Consejo de Regulación de la Comunicación (Cordicom). Se quiso crear la
Defensoría de Audiencias, para que cada medio tuviera un veedor externo, pagado
con fondos propios, para controlar los contenidos de programas, noticiarios e
informaciones. No se concretó. Desde la aparición de estos organismos se llamó
a varias empresas de comunicación y periodistas a declarar ante tribunales de
la Supercom y hubo multas a medios radiales y televisivos.
Los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita
fueron enjuiciados por Correa luego de la publicación del libro El Gran Hermano, en el que dan cuenta de los millonarios contratos entre Fabricio
Correa, hermano mayor del mandatario, con el Estado. También fue motivo de
escarnio el caricaturista Xavier Bonilla (Bonil) del diario El Universo, quien
tuvo que declarar ante tribunales, pedir disculpas y hacer aclaraciones por sus
dibujos.
Uno de los enfrentamientos más fuertes fue contra el
periodista Emilio Palacio y el diario El
Universo. Palacio había escrito un
artículo referido a los sucesos del 30 de septiembre de 2010: una sublevación
policial que, según el discurso oficial, fue un intento de golpe de Estado.
Palacio advería: “en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo,
podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y
sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente. Los
crímenes de lesa humanidad, que no lo olvide, no prescriben”.
Cuando los abogados de Correa tomaron acciones contra
Emilio Palacio, también enjuiciaron a El
Universo, bajo la figura de “autoría coadyuvante”, por permitir que el
artículo fuera publicado. El entonces mandatario interpuso una demanda contra
tres directivos del diario y el periodista, quien tuvo que renunciar. Luego, un
juez de primera instancia condenó a tres años de prisión y un pago de 30
millones de dólares a Palacio y los hermanos Pérez, dueños del medio, y 10
millones contra El Universo.
Muchas organizaciones de defensa de la libertad de
expresión condenaron la sentencia. En septiembre de 2011, un tribunal reafirmó
la sentencia por dos votos a favor y una abstención. Días después El Universo apeló ante la Corte Nacional
de Justicia. En enero de 2012, el director de El Universo, Carlos Pérez, ofreció dar las disculpas requeridas por
el mandatario para retirar la demanda, si dejaba de acosar a la prensa. Palacio
solicitó asilo en Estados Unidos.
La magistrada Mónica Encalada declaró a la Fiscalía que el
juez Juan Paredes, quien firmó el fallo de primera instancia, le reveló que el
autor real era uno de los abogados de Correa, con evidencias en una memoria
USB, con archivos a nombre de “chucky seven”, elaborados en el estudio jurídico
de Gutenberg y Alembert Vera. Según Encalada, ese letrado ofrecía dinero al
magistrado que se encargara del caso. El video, con cámara oculta, aparece en
el documental de Santiago Villa “Retrato de un Padre de la Patria”.
El 16 de febrero de 2012, tras una audiencia de más de 13
horas, la Corte Nacional de Justicia confirmó la condena a un pago de $ 30
millones y tres años de cárcel para cada sancionado: Emilio Palacio y los
hermanos Pérez. El Universo fue
condenado a pagar $ 10 millones. El 27 de febrero de 2012 el entonces presidente
desistió de su acusación y declaró que: “perdona, pero no olvida”.
Respecto de ese estado de confrontación entre los medios
y el gobierno en el Ecuador, el periodista e investigador Gustavo Abad en el
texto Por qué nos odian. Estado y medios
de comunicación en América Latina (2010, p. 187 y 189) lo resumía así:
El gobierno ha
escogido a los periodistas y a los medios como la oposición política. Y los
periodistas se creyeron políticos. La lucha es sin reglas y por ahora va
ganando el presidente. Hay un estilo de gobierno basado en la confrontación y
desde esa lógica se informa. El proyecto de ley del sistema de comunicación
social tiene al país enfrentados en dos bandos: los que quieren controlar el
poder “corrupto” de los medios y los que quieren controlar la “dictadura” del
presidente. El gobierno ha diseñado un sistema integral de control de la esfera
pública basado en la alta propaganda, la creación de medios públicos y la
contundencia comunicativa del presidente.
La guerra entre Correa y
los medios de comunicación privados prosiguió hasta el final de su
mandato, en mayo de 2017.
Conclusiones
Los medios de comunicación juegan
un rol importante en la sociedad ecuatoriana como actores políticos. El
gobierno de Rafael Correa estableció un sistema polarizado de comunicación
donde colocó a los medios como opositores políticos, generando una
confrontación en los espacios de opinión pública.
Los medios de comunicación fueron
un factor determinante para la llegada al poder de Correa. Muchos periodistas y
medios de comunicación, a los que luego el entonces mandatario atacó, fueron
sus impulsores, mediante entrevistas donde daban a conocer las propuestas de
Correa, cuando era un desconocido profesor de la Universidad San Francisco, en
Quito.
La capacidad mediática de Correa,
materializada en los enlaces semanales, fue un factor para la construcción de
un personaje idolatrado por parte de la población. Se quiso construir una
figura mitológica (lo que no ocurrió) y una imagen política, más relacionada
con el marketing, por el manejo de sus asesores, los publicistas Vinicio y
Fernando Alvarado.
En esta confrontación, algunos
medios y periodistas pasaron del rol de construir la información a partir de la
verdad, a convertirse en agentes políticos interesados, a favor y en contra del
régimen, produciendo un enfrentamiento entre los intereses corporativos de
algunas empresas periodísticas privadas con los holdings públicos de medios. Los medios se convirtieron en actores
privilegiados del juego político.
Con la irrupción de las redes
sociales y la información a través de las plataformas digitales el debate es
más complicado. Han proliferado las “fake
news” o noticias falsas y un entorno en el que prevalece lo que algunos
teóricos llaman la posverdad.
Referencias
Abad, Gustavo. (2010). El Club de la Pelea... Poder
político vs. Poder mediático. En Omar Rincón, (Ed.) ¿Por qué nos odian
tanto? [Estado y medios de comunicación en América Latina]. Bogotá: Friedruch Ebert Stigftund.
Aristóteles. (2005). El Arte de la Retórica.
Buenos Aires: Editorial UBA.
Correa, Rafael. (23 de septiembre de 2011).
Conferencia sobre los medios de comunicación del Ecuador. Universidad de
Columbia (EE.UU.).
Correa, Rafael. (3 de diciembre de 2011).
Conferencia sobre la Libertad de Expresión. Caracas (Venezuela).
Márquez, Nicolás. (2013). El Cuentero de
Carondelet. Buenos Aires: Contracultura.
Punín Larrea, María Isabel. (2011). Rafael Correa y
la Prensa Ecuatoriana. Una relación de intrigas y odios. Razón y palabra,
16(75). Recuperado de: