TEXTOS Y CONTEXTOS
Junio 2019 • Nº 18 11
Poder, memoria y trabajo intelectual: de la ciudad letrada a los …
FACSO-UCE
La historia de la humanidad es la
historia de nuestros desplazamientos
The history of humanity is the history
of our movements
Corredores migratorios
Nuestro proyecto se llama Corredores migratorios. Reúne materiales editoriales y documentales, crónica, fotografía, ilustración, trabajo
periodístico y académico acerca de las migraciones con el objetivo de construir respuestas colectivas y políticamente claras a favor de
la movilidad humana y la descriminalización de las personas migrantes. Lo integramos Cristina Burneo Salazar, escritora y docente
universitaria ecuatoriana; Isabel González Ramírez, periodista colombiana; y Josep Vecino, fotoperiodista catalán. Nuestro trabajo
consiste en registrar de forma gráfica y textual, siempre amplia, el mundo de las migraciones, el refugio, el retorno y los desplaza-
mientos humanos en general en procesos sociales que además acompañamos en diversos grados, y como editorxs convocamos a co-
lectivos, personas y organizaciones a enviarnos materiales a favor de la movilidad.
Correo:info@corredoresmigratorios.com; redaccion@corredoresmigratorios.com
Resumen
Esta selección de materiales es un aporte de Corredores migratorios para Textos y contextos a partir de varias ideas compartidas respecto
del valor de las narrativas en la comprensión de la realidad social. Así como las fronteras no deben quebrantar la libertad de las per-
sonas, así los géneros no pueden constreñir la libertad de los relatos. En este trabajo se combinan de manera armónica una intención
política y una intención literaria; un impulso pedagógico y un impulso narrativo; una escritura periodística y una escritura testimonial
para dar cuenta de un estado de cosas complejo que requiere mucho más que un solo modo de ver.
Palabras clave: migración forzada, Peguche, Venezuela, xenofobia, ACNUR, Casa Machánkara, personas refugiadas.
Abstract
These materials’ selection is a contribution of Corredores migratorios to Textos y contextos from several ideas which were shared in
respect of narrative value in the social reality understanding. As well as borders must not break people's freedom, text genres should
not constrain the telling stories freedom. This work combines a well-balanced grouping a clear politica and a literary intention; a pe-
dagogical and also a narrative impulse; journalistic and testimonial writing in order to take into account of certain complex things
which requires much more than a single way of seeing the worldwide migration.
Keywords:forced migration, Peguche, Venezuela, xenophobia, UNHCR, Casa Machánkara, refugee people.
Recibido: 15-09-2019 • Aprobado: 15-10-2019
DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i19.2066
1
Manifiesto de Corredores migratorios
Nuestra consigna es abrir simbóli-
camente corredores migratorios en nues-
tros países y dar cuenta de nuestros
desplazamientos poniendo en marcha na-
rrativas, datos, imágenes y miradas a fin
de interpelar las políticas de cierre de
fronteras que atraviesan las Américas y
que se van consolidando desde Estados
Unidos y las prisiones para niños en
Texas hasta las fronteras menos visibles
impuestas a pueblos enteros en situación
de desplazamiento forzado a lo largo del
continente.
Políticas elaboradas de formas simi-
lares en nuestros países, actos coordina-
dos de deportación, expulsión ilegal y la
criminalización de la migración, así como
nuevas formas de esclavitud y explotación
se ven cada vez más apoyados por socie-
dades en donde la xenofobia y el racismo
se expresan de formas alarmantes.
El odio a quien huye de la pobreza
y la violencia se convierte en expresión de
una ignorancia elegida o una impuesta
por décadas de educación limitada o ine-
xistente: una manera en que el poder se
perpetúa a sí mismo es provocando con-
flictos entre oprimidos, y una manera en
que se legitima dentro del aparato estatal
es fabricando enemigos.
Hoy, la migración alimenta el dis-
curso securitista de los Estados naciona-
les y justifica la ilegalización masiva, que
pone en riesgo de muerte a cientos de
miles de personas que atraviesan nuestras
fronteras todos los días.
Queremos construir respuestas y
argumentos contra ese securitismo y con-
tra la comprensión del otro como inva-
sión, plaga o amenaza, cuestionando
también las formas inmunológicas de
nombrarlo.
El colectivo que vamos formando
intenta dar cuenta también de nuestros
propios movimientos migratorios. Traba-
jamos desde Quito, y nosotros y quienes
colaboran en este proyecto compartimos
varios orígenes nacionales, status migra-
torios, pasados y presentes migrantes, y
ponemos en valor cada cruce de fronteras
que haga posibles nuestro trabajo y nues-
tra existencia. La historia de la humani-
dad es la historia de nuestros
desplazamientos.
Esperamos mantener los corredo-
res abiertos y lograr, quizás, abrir con
ello nuestra comprensión del otro, siem-
pre bienvenido en su diferencia, por su
diferencia.
2
Después del páramo de Berlín
Por: Cristina Burneo Salazar
Trabajo fotográfico: Josep Vecino
Marcos es de Venezuela y lleva mu-
chos años en Ecuador. Es el sacerdote de
la parroquia de Peguche. Allí, abrió el año
pasado un albergue para migrantes vene-
zolanos que caminan por nuestros países
huyendo del colapso del suyo. Decir esto
parece simple, pero es un trabajo que
surge de la nada: Marcos inició conversa-
ciones con el barrio Santa Lucía, en donde
la directiva solidariamente acogió su idea,
luego consiguió para el arriendo y buscó
colchones y ropa. Las donaciones fueron
llegando: una lavadora, unas literas, co-
mida. Siempre se resolvió sobre la marcha
la comida de cada día, las mantas, los za-
patos que todos necesitan al llegar con los
Textos y contextos Nº 19
12 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
talones partidos y llagas en los pies, me-
dicamentos para bajar la fiebre y para
deshinchar rodillas. Hacer de la nada a
favor de los otros siendo capaces de ima-
ginar lo ausente.
El proyecto de Marcos es parte de
una red “no coordinada” pero existente de
puntos solidarios de nuestros países que
reciben a los caminantes venezolanos por
una noche para que se duchen, se recupe-
ren y puedan pensar que hay mañana.
Marcos aún no conoce a Carmen, por
ejemplo, la mujer de El Juncal que ha re-
cibido en su casa a más de ocho mil cami-
nantes. Ellos, a su vez, no conocen a los
hombres y mujeres del sector del Páramo
de Berlín, en Colombia, que llevan y traen
a gente en sus carros y les dan comida
para seguir. El Páramo de Berlín es un
cruce que se hace hasta a diez grados bajo
cero. Hay frailejones y lagunas, pero los
caminantes no pueden contemplarlos:
tienen que sobrevivir a la hipotermia, el
vómito y el frío.
Quienes llegan a Ecuador han cru-
zado ese páramo. Marcos sabe, por ejem-
plo, de una familia que ha muerto de
hipotermia allí. Son el padre, la madre, y
sus bebés. Muertos en un abrazo. ¿Quién
va a acusar recibo de esta denuncia?
¿Ante quién se denuncia, para empezar?
¿Vamos a seguir diciendo que vienen a
quitarnos los trabajos cuando ni siquiera
sabemos si van a llegar vivos?
Del Páramo de Berlín llega también
una muchacha que camina de Venezuela
a Colombia con un embarazo de cuatro
meses. Al avanzar a Ecuador y a punto de
cruzar el control fronterizo en Rumi-
chaca, las autoridades ecuatorianas no
aceptan las pruebas de embarazo que trae
y la envían a hacerse un eco. Ese eco, que
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 13
La historia de la humanidad …
puede hacerse por pura suerte porque ese
día la puede ayudar la Cruz Roja, indica
que su bebé ha muerto una semana antes
en su vientre por los efectos de la cami-
nata y por el trauma que le ha significado
ver morir a un hombre de hipotermia. Sí,
porque decenas de personas mueren en el
frío cuando van camino de Bucaramanga.
Durante el tiempo del albergue,
Marcos fue escucha de una narración co-
lectiva que traían los caminantes a Pegu-
che y que debería ser hoy testimonio
suficiente para abrir los corredores para
ellos. Cada cierre, cada abandono, cada
requisito de los Estados venezolano, co-
lombiano, ecuatoriano, peruano a los mi-
grantes en los caminos, produce miles de
muertes, pero nadie acepta la responsa-
bilidad sobre esas vidas. Irse sin los
hijos, sin la madre, sin la pareja, dejando
al padre en agonía, no es irse por la pro-
pia voluntad. Llegar con los pies reven-
tados, con la familia asesinada por la
negación de una catástrofe humanitaria,
no es irse sin más. Al mismo tiempo, la
valentía para la huida y el coraje de pen-
sar que se puede sobrevivir son, igual-
mente, innegables.
Hasta julio de este año, en Peguche
no se habìa escuchado “nos vienen a qui-
tar los trabajos” ni había cacerías xenófo-
bas de migrantes como la que hubo en
Ibarra en enero. “Nosotros tenemos poco,
pero de lo que tenemos, de la cosecha, sa-
camos maicito para darles, lo que tenga-
mos, porque da pena verles llegar así sin
nada, con frío. Mañana podemos ser no-
sotros, ahora son estos señores, que por
ser ajenos no son malos”, dice Fabiola, ve-
cina de Santa Lucía, mientras arregla sus
textiles en su casa-taller, en donde su fa-
milia trabaja con tres telares. Su esposo
Luis relata que su primo ha vivido en Ve-
nezuela por décadas. “Yo no sé si está
vivo, ojalá, pero siquiera unos seiscientos
somos de Peguche allá, migramos bas-
tante. Igual que nosotros fuimos allá,
ahora ellos vienen acá, entonces sí les
ayudamos. Los que volvieron de Vene-
zuela volvieron con ahorros para com-
prarse una casita, tierra, entonces sí vale
ayudarles”, dice Luis, con la claridad que
no tienen gobiernos enteros.
De cada diez personas que llegaban
al albergue en Peguche, de siete a ocho
eran hombres. Viajaban en grupos, se
iban juntando o salían entre primos, her-
manos, vecinos y ya sabían de la casa que
Marcos había abierto. En el trayecto, los
caminantes pueden sufrir hasta cuatro
asaltos que los dejan sin papeles, sin fotos
de su familia, sin las cartas que les dan de
despedida, sin el bucle de pelo, sin la es-
tampita de bendición, sin las mantitas
que llevan el olor de sus hijos. Necesitan
toda la solidaridad del mundo para poder
cruzar a pie cuatro países y no morir de
soledad, frío, abandono, miedo, hambre o
derrota. Las mujeres que caminan suelen
cruzar son sus parejas o padres, pero esto
no significa que se salven de probables
violaciones, de explotación sexual, de
abortos no deseados, de trata. En los ca-
minos acecha también el narco, que les
puede obligar a transportar lo que sea con
la promesa de ayudarles a llegar, esto se
sabe ya hace mucho en nuestros países.
Rafael trabajaba con Marcos en el
albergue. En abril, los acompañamos en
el vía crucis en las comunidades de Pegu-
che: Arias Uko, Agato, Quinchuquí. “Aquí
saben lo que es migrar, son sensibles a
esta realidad, por eso nos entienden”, nos
contaban. Llama la atención ver en una
comunidad indígena kichwa hablante a
un joven caribeño llegado de lejos con lo
inenarrable del viaje todavía en el rostro.
Ha vivido en el albergue, acaba de encon-
Textos y contextos Nº 19
14 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
trar trabajo y está por comprarse un celu-
lar. Va a trabajar en casa de una familia
de Peguche. En ese inenarrable se abre
una posibilidad: Venezuela en Peguche,
los niños pequeños repitiendo “cónchale”
para aprender del otro, los encuentros a
pesar de todo, la solidaridad. Hay vida
después del Páramo de Berlín. Es inespe-
rada y precaria. Existe.
El cierre del albergue
En julio de este año, tres hombres
fueron acusados del robo de un vehículo
en Peguche. Son de origen nacional vene-
zolano. Hasta ahí llegó la diferencia entre
Ibarra y Peguche. Es cierto que no hubo
un linchamiento irracional contra la po-
blación de Venezuela, pero sí se tomaron,
inicialmente, medidas xenófobas: todos
los “extranjeros” debían abandonar Pegu-
che dentro de tres días. ¿Eso incluía a
Marcos, su propio párroco? ¿Incluía a
gente con una vida en la comunidad que
no había cometido ningún crimen?
¿Cómo se puede decir de golpe y porrazo
“se van todos”? Por supuesto, al irse todos
los “extranjeros”, el crimen no va a desa-
parecer, porque no depende de la nacio-
nalidad de nadie. Y cada vez, ante cada
hecho, la compulsión securitista: expulse-
mos, actuemos con virulencia. El Consejo
de Cabildos reconsideró la decisión apre-
surada de la medida xenófoba y ahora re-
alizarán algo menos violento pero
también de corte securitista: un desalojo
selectivo a través de operativos.
Cuando visitamos Peguche en abril,
lo vimos como una posibilidad ejemplar
de integración, colaboración y hospitali-
dad. Es una zona de enorme movimiento:
mucha gente de allí ha migrado a Vene-
zuela, Estados Unidos, Europa, viajan
todo el tiempo por el comercio, comercia-
lizan sus textiles en todo Ecuador, han
visto el mundo, y su comunidad se ali-
menta de esta cultura migrante. Al
mismo tiempo, allá saben lo que es ser de
otro lugar y ser discriminado. Al leer
sobre las medidas que se tomaron en
julio y los operativos que hoy preparan,
vemos con pesar que Peguche deja de ser
un ejemplo de integración, a menos que
reviertan las medidas xenófobas que han
tomado, a menos que las iniciativas como
las que tuvo Marco vuelvan a despertar
para mostrarnos que no todo el Ecuador
vive dentro de la ignorancia xenófoba,
que aún podemos ser sociedades solida-
rias, como la que Peguche nos mostraba
el año pasado.
3
Informe a partir del proceso de acompañamiento de
Corredores Migratorios a un grupo de familias colom-
bianas refugiadas en Ecuador desde junio de 2019
hasta la fecha de cierre de esta edición
La crisis de refugio en Quito
no ha terminado: medidas de protección
para las familias refugiadas colombianas
Redacción Corredores-Isabel González Ramírez
Desde junio de 2019, Corredores
Migratorios ha hecho seguimiento de la
situación del colectivo de familias colom-
bianas refugiadas que han sostenido una
demanda de protección internacional
ante ACNUR Ecuador. Publicamos nues-
tro primer artículo el día 20 de ese mes y
desde entonces hemos acompañado a las
familias en su demanda de protección in-
ternacional. Se trata de personas amena-
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 15
La historia de la humanidad …
zadas de muerte, perseguidas o que han
debido huir de Colombia.
Gracias a la atención y la presión so-
cial a la que se han sumado la sociedad
civil, el periodismo, las universidades y co-
lectivos independientes como Atopia y
Casa Machánkara, la demanda del colec-
tivo de familias llegó a oídos del Consejo de
Protección de Derechos y de la Junta de
Protección de Derechos de Niños, Niñas y
Adolescentes de Quito, que reaccionó acti-
vando cinco albergues en la ciudad. Estos
albergues son una medida temporal que
vemos como apoyo para que el colectivo
pudiera encontrar una salida a su situa-
ción, que está en manos de ACNUR, HIAS
y la Cancillería, aunque esta última aún no
ha ofrecido una solución duradera.
Respecto de las medidas de protec-
ción que tiene el colectivo, las recogemos
en este comunicado esperando que se
cumplan: la Junta de Protección de Dere-
chos de Niños, Niñas y Adolescentes se ha
activado y ha dictado medidas de protec-
ción de cumplimiento obligatorio. Ante la
situación de las familias en los albergues,
aclaran lo siguiente:
1.- Las medidas dictadas por la Junta
de Protección tienen como objetivo
proteger los derechos de las niñas,
niños y adolescentes del colectivo.
Este organismo dispone medidas de
carácter social y educativo como: a)
cupos para el cuidado diario y ali-
mentación de niñas y niños meno-
res de tres años en los Centros de
Desarrollo Infantil del MIES, b)
cupos para la inclusión en el sis-
tema educativo de todas las niñas,
niños y adolescentes mayores de
tres años de edad, c) atención emer-
gente en salud y d) remisión de los
casos a Fiscalía para que se investi-
guen las amenazas contra los pro-
genitores y familias de los niños.
Las amenazas a las familias son de
muerte, daño, violación, o persecu-
ción. Además de esto, al ser muchas
afrodescendientes, han sufrido ade-
más y de la manera más concreta
los efectos del racismo social y de
Estado. Esto afecta, como es obvio,
a todos sus miembros. Desde Corre-
dores migratorios, Atopia, la socie-
dad civil, vigilamos el cumplimiento
de estas medidas de protección y es-
tamos en contacto con las instan-
cias correspondientes.
2. De manera posterior, ante la situa-
ción de calle a la que se ve expuesta
el colectivo después del desalojo de
ACNUR, la Junta dispuso a la Se-
cretaría de Seguridad del DMQ
(Distrito Metropolitano de Quito)
que se habiliten albergues tempora-
les para la protección de las niñas,
niños, adolescentes, sus familias, y
mujeres embarazadas. Si bien esta
medida es temporal, no tiene aún
una fecha de finalización pues la si-
tuación de riesgo de los niños del
grupo persiste.
3. Las medidas dispuestas por la
Junta se enmarcan en el Artículo
205 del Código de la Niñez y Ado-
lescencia, que le asigna a este orga-
nismo autonomía funcional y
operativa para el cumplimiento de
la función pública de proteger los
derechos individuales y colectivos
de los niños, niñas y adolescentes
en el Cantón. La Junta es un orga-
nismo competente para la emisión
de estas medidas.
Entendemos que el incumpli-
miento de las medidas dispuestas por la
Textos y contextos Nº 19
16 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
Junta correspondería al delito determi-
nado en el Art. 282 del COIP (incumpli-
miento de decisiones legítimas de
autoridad competente), pero también
constituye una grave violación a las obli-
gaciones del Estado ecuatoriano, esta-
blecidas en la Constitución y en
instrumentos internacionales vinculan-
tes como la Convención de Derechos del
Niño. Nos preocupa el estado de inde-
fensión en que se hallan las familias, que
se puede ver a través de la situación de
sus niños y niñas.
Si bien las medidas de protección
emitidas por la Junta son de carácter tem-
poral y emergente, estas deben ser cum-
plidas y complementadas con el accionar
de otros organismos del Sistema Nacional
de Protección y deben incluir a las otras
personas en situación de riesgo, ya que
forman parte de varios de los grupos prio-
ritarios reconocidos en la Constitución del
2008. Por eso, nos mantenemos vigilan-
tes del cumplimiento y hacemos un lla-
mado a las instituciones competentes
para que acaten las medidas de protec-
ción y se genere una estrategia de diálogo
real y salidas viables y dignas para estas
familias.
4
Palabra por palabra
Por: Rafael Sánchez-Mateos y Mafe Moscoso
Colaboración desde España
Proponemos llevar a cabo una mi-
gración, un viaje por la memoria de un
grupo de niñxs que pasaron por ella y
que les pasó por su vida, ella también.
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 17
La historia de la humanidad …
Una migración por la memoria de la his-
toria de los que no hacen historia. ¿La
hacen? Este multiverso narrativo se
construyó casi en su totalidad en 2014 a
partir de un conjunto de verbatims que
forman parte del libro de María Fer-
nanda Moscoso R., Biografía para uso de
los pájaros. Memoria, infancia y migra-
ción, para la revista Josefina la Cantante,
que jamás lo publicó.
En esos días de junio en 2018
hemos oído a los niños gritar en las jaulas
aeroportuarias yankees y desde la torre
de la capital del capital, de la ciudad de las
ciudades volvemos a gritar. Habría que
inventar un lenguaje que vuelva a nom-
brar el mundo para escuchar los llantos.
Quizás la incomodidad de la escucha, es
decir, la dificultad para hacer algo, es mo-
vilizadora. Podemos vivir sin escuchar,
también podemos vivir escuchando. El
caso es cómo vamos a vivir después de
esto. A continuación, los testimonios de
lxs niñxs.
El allí del cual venimos.
El aquí del que nos fuimos
Era un pueblo chiquito. Todos nos
llevábamos bien. Me gustaba bastante
porque había muchos animales, muchas
cosas. Era lindo. Al despertar cantan ga-
llos, no llueve tanto, te puedes ir con tus
primos a jugar por unos espacios de te-
rreno sin que te digan nada... Yo era bien
chiquito. Nos llevábamos todos con otras
personas y no nos sentíamos diferentes
a nadie. Es que allí hay los que tienen
una casa grandota y tienen una mejor
vida. En cambio, en el pueblo éramos
todos iguales. Nadie se sentía diferente
allí.
Alberto, 12 años, España
Como mi abuelita y mi abuelito cui-
daban una finca, ahí sabíamos ir a jugar
yo y mi hermana. Me sabía llevar mi
mami para allí abajo o donde la abuelita
de mi mami. Les ayudábamos en la cose-
cha, sabíamos jugar. Luego donde la
abuelita de mi papi como había mucho
espacio, le acompañábamos a ver las
vacas, sabíamos jugar fútbol y como había
muchos huertos, ahí sabíamos ir a coger
limones y a chupar. Igual había árboles de
guabas, de moras. Ahí sabíamos ir a
coger.
Manuel 12 años, España
Pero mi papá no era tan bueno por-
que tomaba mucho alcohol y estaba bo-
rracho, y le atacó a mi mamá y llamaron
a la policía y se fue a la cárcel.
Miguel, 8 años, Alemania
Vivía justo a la entrada del pueblo,
tranquilo. Aunque en las fiestas había
peleas y muertos. Está cerca de Porto-
viejo y Manta, y esas dos ciudades son de
matones. Siempre te traes el periódico y
ves muertos. No me gustan los periódi-
cos de Ecuador porque ahí te enseñan la
muerte.
Marco, 12 años, España
Se fue. Se vino
Mi mamá me dijo: “ya no hay di-
nero, me tengo que ir para encontrar un
mejor trabajo. Aquí no hay.”
Paola, 13 años, España
Mi mami trabajaba y venía de
noche. A veces nos fuimos a pasear. Una
vez con mi tío y casi toda la familia nos
fuimos a la playa, excepto mi mami por-
que se tuvo que quedar trabajando. Me
acuerdo que siempre iba a trabajar, pero
no tenía tanto dinero. Necesitaba tanto
Textos y contextos Nº 19
18 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
dinero que algunas veces trabajaba los
domingos.
María, 12 años, España
Peleaban. Me acuerdo que peleaban
mucho con mi mamá. De esas cosas que
peleaban y eso; entonces se decidió ve-
nirse acá a Berlín. Como su amiga tam-
bién quería venirse acá, entonces, ella yo
creo que el problema con mi papá, se eno-
jaban, se peleaban y mi mamá quería salir
de allí. Entonces, claro, yo creo que era lo
mejor para ganar dinero y comprar una
casa. Por eso fue que vino acá, no sabía
dónde, pero la Hauptsache (lo principal)
era salirse de Ecuador.
Paula, 13 años, Alemania
Y dije: "nos deja para siempre, no
quiere saber nada de nosotros, mi mamá
no nos quiere volver a ver, nos quiere
dejar solos".
Tania, 13 años, Alemania
Papá dijo: “no, se va un tiempo, no
nos deja solos...” Yo le decía: “no, ¿por
qué tienes que irte?”. Y ella me dijo que
allí donde iba encontraría un mejor tra-
bajo y viviríamos mejor. Yo le dije: “pero
a mí me gusta aquí”, y ella me dijo: “sí,
pero ya no encuentro ningún trabajo”.
Tania, 13 años, Alemania
Cuando nos levantamos al día si-
guiente, mi mami nos dejó una muñeca.
Nos levantamos, vimos las muñecas y
ponía nuestro nombre. Dijo que, para no
hacernos llorar, dijo que se fue con unos
amigos, que ya iba a venir. Entonces no-
sotros seguíamos esperando a mi mami
hasta que unas tías nos contaron que se
fue a España a trabajar para poder tener
dinero y ropa y eso.
Marta, 12 años, España
En medio
Los primeros seis años los pasé con
mis abuelos, súper hermoso. Fue una de
las mejores partes de mi vida porque era
un método sencillo de vida. Yo tenía lo
que yo quería, no era demasiado, pero
tenía lo que yo quería. Eran mis abuelos,
pero había mucho cariño entre los tres.
Édison, 14 años, Alemania
Entonces, fue otro cambio. Enton-
ces, en general, yo hoy en día me pregunto
y antes tenía más preguntas y no sabía:
¿por qué estoy aquí y no en mi casa?
Édison, 14 años, Alemania
Sin mi mamá yo sentía que algo pa-
saba. Mi mamá faltaba, pero con mi papá
era muy chistoso, hacíamos con él lo que
hacíamos con mi mamá: él cocinaba, nos
hacía el desayuno, escuchábamos música
juntos. Cuando era aburrido, bailábamos
y hacíamos lo mismo... Las cosas cambia-
ron porque no había mamá y ya no la veía,
sólo veía a mi papá en la cama escondido.
Siempre que nos pasaba algo, corríamos
donde ella y le decíamos “esto y esto no es
así”, y luego sólo íbamos donde mi papá,
confiamos en él. Sí cambio todo.
Tania, 13 años, Alemania
Las cosas cambiaron mucho. A mí
me tocó coger la responsabilidad de la
casa, o sea, lo que es hacer en la casa. En-
tonces, tenía que dejar cocinado, ir al co-
legio, lavarle a mi papá, plancharle,
limpiar la casa. Yo tenía doce años. Más
me cogió a mí que a ellos. Primero es muy
difícil, demasiado fuerte, porque de re-
pente ir al colegio, dejar cocinado, regre-
sar del colegio y cocinar, los fines de
semana lavar y planchar, entonces era un
trabajo muy difícil. Entonces, después ya
me tocaba plancharme los uniformes, a
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 19
La historia de la humanidad …
Textos y contextos Nº 19
20 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
mi hermano ¡ay no! Bueno, por eso
aprendí y ahora sé cocinar, lavar y plan-
char y él (su hermano) se volvió bien ape-
gado a mí.
Lucía, 13 años, Alemania
No sentí nada y eso es algo de lo
cual siempre me sorprendo, porque
cuando me pasa algo malo, algo pasa para
que no me llegue a la cabeza. Porque no
sé, fue algo así. Ella se vino, y me dijo que
se iba de vacaciones y en parte creo que
era así, y en esa época yo dije: “es tiempo
de estar acá y ya está, hay que ver que
viene”. Y claro, la extrañé, no lo demostré
quizás de una forma que me puse a llorar
o que pensaba sólo en eso, pero mi cuerpo
reaccionó distinto porque esas primeras
tres noches yo no pude comer, porque
todo lo que comía, lo vomitaba en el baño.
Mi cuerpo reaccionó distinto, los nervios,
yo que sé.
Édison, 14 años, Alemania
Prestación. Obliga. Prestación
No me acuerdo de haber vivido con
mi mamá. Sólo escuchaba que mi mami
vivía en Alemania y que me mandaba
cosas de Alemania, ropa.
Pablo, 9 años, Alemania
Mi mamá siempre nos mandaba
plata para ropa, para la escuela. Entonces,
nos compramos una bicicleta, nos com-
prábamos lo que antes no podíamos
tener.
Camila, 13 años, Alemania
En la primera comunión hablába-
mos para hacer un vídeo. Les mandába-
mos saludos, así hablando y les sabía
coger el sentimiento a mi mami y sabía
ponerse a llorar.
Alberto, 12 años, España
Mi mamá me va a mandar “dolo-
res”.
Mamá de Jenny, España
Cuando tenía internet, me conec-
taba con ella. Ella hacía giros, dinero,
cada mes para mis cosas.
José, 11 años, España
Era triste cuando no llamaba. Al-
guna vez no podía porque yo estaba en el
colegio, allá son seis horas de retraso. Me
dijo mi madre que vivía y trabajaba con
unos niños de interna. Una niña le trató
muy mal y cuando mi madre limpiaba y
ordenaba para su madre, al instante de-
sordenaba y decía "recoge esto y ordena".
Trabajó con otros niños, la trataron bien:
tenía que ir a dejarles al colegio, limpiar
la casa, ayudarles a los niños a hacer de-
beres, ayudar, pero le trataron bien.
Marco, 12 años, España
Mi mamá mandaba de vez en
cuando juguetes, fotos, cartas. Me mandó
fotos de la nieve y yo vine en pleno verano
y decía: “¿y dónde está la nieve?” y ella
“aquí es verano” y yo “quiero ver la nieve”,
"aún es verano, no puedes, falta mucho
para el invierno”.
Marco, 12 años, Alemania
Viaje
Estábamos con mi tía. Ella estaba
encargada de todos nuestros papeles. Fui-
mos a poner nuestras huellas en la emba-
jada de España allá en Ecuador. Con ella
estábamos haciendo los papeles, luego
pusimos las huellas y dijeron que espere
15 días a ver si le han dado el visado o no.
Luego estábamos esperando, luego fui-
mos a ver si nos había salido el visado.
Luego, como tocaba hacer unos papeles
sobre la niñez y la adolescencia para ver
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 21
La historia de la humanidad …
si nos dejaban salir, entonces estábamos
haciendo todos esos papeles. Luego ese
papel de la niñez ya salió y de una man-
daron a pedir los boletos de viaje para
venir acá.
Manuel, 12 años
Después mi mamá ya regresó otra
vez acá y comenzó a llamarme y a insis-
tirme que viniera acá, a convencerme.
Pero yo le decía que no porque no le que-
ría dejar a mi papá solo, porque me daba
mucha pena que él se quedara solo y me
dolía mucho verle así. Me imaginaba yo
acá y mi papá solito.
Paula, 13 años, Alemania
Yo me vine por la ilusión de..., una
cuando está en Ecuador, lo que quiere es
salir, conocer otro lugar... Yo me vine por
la ilusión más que nada.
Juana, 14 años, España
Decía: “Alemania, aprenderme el
himno nacional, las calles, el idioma, la
cultura”. Yo decía: "ha de ser difícil o ha
de ser chévere". Alemania no queda aquí
en la esquina o viajar. A mí me encantaba
la geografía, viajar a otro continente.
Édison, 14 años, Alemania
Los últimos días antes de venir aquí
estaba en casa y mi abuelita salía y decía
que ya no voy a ir al colegio. Luego el bu-
sero ya no volvió a venir. Luego hicimos
las maletas. Todo para venir aquí. Nos
cortamos el pelo para venir aquí.
Elena, 11 años, España
Mi mami se fue cuando yo tenía tres
años. No me acordaba de mi mami y con
cinco años me vine a Berlín y vi a mi
mami.
Ana, 12 años, Alemania
No me despedí de mi papá, él había
dado firma, pero no sabía cuándo iba a
venir. Después de dejar Ecuador, lo llamé
por teléfono: le expliqué que no me des-
pedí de él porque no quería que llorara.
Paula, 13 años, Alemania
Cuando le vi a mi papi me dio ale-
gría porque... ¡como no me acordaba!
Mercedes, 9 años, España
Con la ilusión, ella estaba saltando
de alegría porque nos vio. Creo que nos es-
taban grabando o tomando fotos. De allí vi-
nieron todas a abrazarnos a mi abuelita y a
mí, llorando, con los ojos rojos y, bueno, mi
hermana no lloró ni yo tampoco. La que
lloró fue mi abuelita. Mi hermana dijo que
no quería llorar, pero no quería, no sé por
qué. Entonces, le dio ganas de reír, como
estaba chimuela, le daba ganas de reír.
Marta, 12 años, España
El aquí al cual vinimos. El allí al que
fuimos
Muy extraño. Pensé que estaba en
otro mundo, o sea, sentía que no era igual.
Era una vida muy diferente, otro mundo,
otra casa, la gente, todo era diferente.
Lucía, 13 años, Alemania
Yo me vine porque quería conocer,
pero a las dos semanas me quería ir. No
me enseñaba.
Alberto, 12 años, España
Pensé que era bonito, más mo-
derno... Y en el taxi yo pensaba que no iba
a ser tan caro, y me quedé asombrado: no
había vacas pastando en las calles jajajaja.
Marco, 12 años, España
Es bonito aquí, pero las personas no
son como nosotros. Allí son más alegres,
aquí también, pero no sé, algo falta.
Alfonso, 11 años, Alemania
Llamo a una amiga cada semana.
Me cuentan lo que han hecho los compa-
ñeros, una compañera y un compañero se
odian a muerte.
Felipe, 12 años, España
Los dos primeros años fueron muy
difíciles para nosotros, porque no nos
acostumbrábamos. Aquí todo era muy si-
lencioso y tranquilo y no podíamos jugar.
En el otro lugar que vivíamos, cuando ju-
gábamos, los vecinos protestaban porque
hacíamos mucho ruido. Recibimos mu-
chas quejas porque hablábamos muy alto.
Camilia, 13 años, Alemania
Siempre cuando voy en Alemania,
me acuerdo cómo es allá. A pesar de que
pensaba que aquí era bien bonito, pero si
estás aquí largo, ya te das cuenta que allí
es más bonito que aquí, pero yo sé que
para mí es mejor estar aquí que allí, por-
que las personas que están allá no tienen
este chance de estar en la escuela como
yo.
Pablo, 9 años, Alemania
Me gustó vivir en esa casa porque
nos levantábamos de la cama, como allí,
se escucha las voces de los pájaros: a mi
hermana le encantaba, a mí también.
María, 12 años, España
Aquí mal, peor porque no me cen-
tro en lo que tengo que hacer.
Paola, 13 años, España
Acá algunos son muy racistas, por-
que yo tengo una amiga que es colom-
biana y siempre nos dicen que somos
morenas, que somos negras. Nos dicen
que nos vayamos a nuestro país.
Paola, 13 años, España
Porque ellos hablaban entre ellos en
alemán y no les entendía, y yo me quedaba
chuta. Y le preguntaba a un niño: “oye,
¿qué dicen?” y él decía “ey, estoy hablando,
no me molestes”. Bueno, ahí aprendí el ale-
mán. No entendía las matemáticas, no
podía entenderme con los profesores y era
un poco vergonzoso ¿sabes?
Alfonso, 11 años, Alemania
Yo no sabía la regla que no podías
jugar en el patio al fútbol y me soltó un
Tadel (amonestación), como una adver-
tencia y como me quedé y ese día me puse
a llorar. En la clase lloraba y me decían:
“ya cálmate”. Te pone: “esto hizo el niño
a tal hora” y tienes que darle a tus papás
que firmen, y si tienes tres o cuatro, tienes
un Verweiss (reprimida). Yo tenía miedo,
ya tenía advertencia, bueno, yo había ju-
gado con una niña y le tiré algo y un pro-
fesor me soltó un Tadel. Yo: “¡por favor,
quíteme el Tadel!”
Alfonso, 11 años, Alemania
Después cuando me pasé a otra es-
cuela, me comencé a ser sumisa. Comencé
a hacerme schüchtern, ¿cómo es? tímida,
entonces no sé, ya no era como en Ecua-
dor: no me daba vergüenza de nada. En la
clase yo me paraba y les decía todo a los
profesores. En cambio, acá todo me daba
vergüenza. Si hablaban alemán, me daba
vergüenza hablar mal y que los otros se
burlen. Si hablaba, hablaba un poquito,
tenía miedo de que me remeden. Me
siento súper mal.
Paula, 13 años, Alemania
No, es que es raro. No sé: “zapato”...
no me adapto. Hay niños que son latinos
Textos y contextos Nº 19
22 Noviembre 2019 - Abril 2020
CORREDORES MIGRATORIOS
y hablan con la z, pero yo no. No conocía
a nadie primero y al principio todo era
muy diferente. Decía “voy a botar” y me
decían “¿a botar?”, “a tirar” o “se me ol-
vidó la funda, ¡uy! ¡la bolsa!”. Casi nadie
me entendía, entonces casi nadie se lle-
vaba conmigo o con mi hermana. Bueno,
los latinos sí pero los españoles casi no.
Marta, 12 años, España
País sin paisaje
No me siento migrante, me siento
como una más de todos.
Lucía, 13 años, España
Yo estoy orgullosa porque ser de un
país no tiene nada de malo, no tiene por
qué ser diferente. A veces son un poco ra-
cistas, a veces los trabajadores dicen que
los ecuatorianos que vienen les van a qui-
tar el trabajo. Que vienen un montón y
que son una plaga, una epidemia.
Lucía, 13 años, España
Yo tengo en el instituto un amigo
que se llama Bernardo y Paul, son mis
mejores amigos. Los dos de España. Han
venido acá a jugar, yo he ido a su casa, me
han invitado a ir de caza. Yo pensaba que
no iba a tener amigos, que me iban a dis-
criminar por ser de otro país y no fue así.
Todos querían que vaya a jugar, me invi-
taron a comer a su casa y a jugar, íbamos
a jugar todos los días.
José, 12 años, España
A los raperos nos discriminan por-
que dicen que los latinoamericanos se
emborrachan y van a beber, y hay peleas
y hay matanzas. Entonces yo creo que nos
discriminan a los raperos.
Alfredo, 13 años, España
La gente encuentra bonito que
hable español, que dicen que quieren
aprender español. También les gusta mi
pelo. Mis amigos dicen que les gusta mi
pelo y mis ojos, y yo les digo que yo odio
mis ojos, que yo quiero tener ojos azules.
Dicen que tengo lindo color de piel, que
soy muy morena y ellos son tan blancos.
Tania, 13 años, Alemania
“¡Oh Ecuador!, Gute Bananen”
dicen.
Lucía, 13 años, Alemania
Por el color de la piel, si no nada
más, en el acento, pero yo siempre los veo
iguales.
Lucía, 13 años, España
Yo no quiero hacer el trabajo de mi
mami. Todo el día la jefa gritando y ella
trabajando y trabajando sin parar. Yo no
quiero eso para mí.
Marta, 12 años, España
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 23
La historia de la humanidad …