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La migración como metáfora de la existencia
La migración como metáfora
de la existencia
Migration as a metaphor for existence
Sophía Yánez
Escribe poesía desde los 13 años. Es autora de siete poemarios y está antologada en varias recopilaciones colectivas de poesía nacional
e internacional. También sus ensayos han sido recogidos en las Memorias Jalla y la Fundación Antonio Cornejo Polar de Perú. Es can-
didata a doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar-Sede Ecuador. Tiene a su cargo la cátedra de
Escritura Creativa en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. En 2018 fe seleccionada y antologada
por el Austin International Poetry Festival. Ha participado dos veces en TAPFNY en Nueva York y ha sido antologada por dicho festival.
En 2019, publica El Sonido de la Pureza con editorial Eskeletra
Correo: sophiasnewplace@hotmail.com
Resumen
El texto propone comprender el concepto de la migración como el viaje que presupone la existencia. Sostiene que la migración de
un estado del ser a otro es un fundamento del aspecto evolutivo y se da por medio del lenguaje. La metáfora, como un vehículo im-
prescindible para arribar a estados superiores de la conciencia. Con ayuda del pensamiento de María Zambrano y de James Hillman,
autores que disertan sobre la metáfora del corazón, y en diálogo con la teoría literaria trazada por Paul Ricoeur en su obra La metáfora
viva, la autora ahonda en el concepto de migración. Para finalizar, toma como ejemplo la voz de la poeta norteamericana Joy Harjo,
en su obra Conflict resolution for holy beings y hace un viaje al corazón de la palabra de Harjo. En ese viaje, explica cómo la poesía
acompaña el ejercicio de migrar de un estado de conciencia a otro en la construcción de una episteme que tiene como centro el for-
talecimiento de la propia subjetividad.
Palabras clave: migración, adaptación, cambio climático, metáfora, estrategia, subjetividad.
Abstract
This text proposes the migration understanding as a trip which presupposes the existence. It sustains the idea that migrating from
one state to another is an evolutional aspect and it occurs mainly through the language. Metaphor, as the essential vehicle to arrive
to a state of higher states of consciousness. The author pursues the concept of migration with the support of Maria Zambrano’s and
James Hillman’s authors who discourse the “heart metaphor”, and also establishes a dialogue with Paul Ricoeurs´ literary theory as
in his book La metáfora viva. Finally, the author converses with the work of the American poet Joy Harjo, mainly by referring to Conflict
resolution for holy beings, and journey to the core of Harjos speech. In this trip, she explains how poetry necessarily accompanies the
habit of migrating from one state of consciousness to another, enabling us to build episteme (or knowledge) by means of strengthe-
ning our own subjectivity.
Keywords: migrations, adaptation, climate change, metaphor, poetry, strategy, subjectivity.
Recibido: 15-09-2019 • Aprobado: 30-10-2019
DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i19.2067
El corazón es el símbolo y representa-
ción máxima de todas
las entrañas de la vida, la entraña
donde todas encuentran
su unidad definitiva, y su nobleza
María Zambrano
en Hacia un saber sobre el alma
El universo está compuesto
de experiencias que están diseñadas
para vencer
el aferramiento y el apego
hacia el placer, el dolor, el miedo, a todo
aquello. Y en tanto
exista un lugar donde seas vulnerable,
el universo hallará una forma
de confrontarte con aquello
Ram Dass (Richard Alpert)
en Be Here Now
Casa adentro, la migración es una
metáfora de la existencia. Casa adentro,
se gestan los más grandes viajes. George
Harrison, el ex beatle, decía en su canción
The inner light (La luz interior) que, sin
moverse de un lugar a otro, en la quietud,
es posible conocerlo todo
1
. ¿Por qué
existe, entonces, la migración como un fe-
nómeno sociológico y políticamente rele-
vante a ser analizado? ¿Por qué, en el
discurso común pertinente a lo comuni-
cacional, se tiende a pensar que el fenó-
meno “puro y duro” de la migración, sus
datos estadísticos, orígenes y repercusio-
nes se refieren solamente a la migración
de masas físicas de gente en una realidad
palpable y medible? ¿Dónde empieza y
dónde termina la migración? ¿No es
acaso la migración, también un fenómeno
interior, ligado a la construcción de nues-
tras subjetividades, de un imaginario y
una representación del sí mismo? Y más
aún ¿es posible pensar en una existencia
vital, sin vernos reflejados a nosotros mis-
mos como seres que migran hacia estados
de evolución superior? Parecería ser que
la migración es, sobre todo, una metáfora
de la existencia humana.
Podemos decir que, en realidad, la
existencia humana no puede ser conce-
bida sin entender que, inevitablemente,
mientras existimos, migramos de nues-
tras propias representaciones. Desperta-
mos un día y los antiguos patrones de
pensamiento, las formas habituales de
ser, los santuarios interiores que erigía-
mos, de pronto, ya no nos sirven. Lo lla-
mamos “estar en crisis” cuando estamos
atrapados en el ciclo de viejas construc-
ciones obsoletas. Despertamos y nos
damos cuenta de cómo, para seguir vivos,
esos lugares interiores que nos proveían
el espejismo de estar vivos o de guarecer-
nos bajo condiciones de vida “seguras”, de
súbito, ya sólo sirven si nos empujan a
desplazarnos hacia otros ribetes del cre-
cimiento y de la vida.
Migramos pues, de conceptos, ca-
tegorías, paradigmas, prejuicios, relacio-
nes, ideologías, representaciones, signos
que una vez fueron parte trascendental de
nuestra existencia, como un “plato fuerte”
que nos alimentaba, pero que, con la ad-
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1 “Without going out of your door,/You can know all things on earth/without looking out of your window,you can know the ways of hea-
ven./The farther one travels/the less one knows/the less one really knows”
“Sin atravesar tu puerta, puedes conocer todas las cosas de este planeta. Sin mirar a través de la ventana, puedes conocer los caminos
del cielo. Mientras más lejos viaja uno, menos uno conoce, menos uno realmente conoce” ( traducción mía)
quisición de nuevas experiencias, con el
procesamiento de la vida, con el apremio
de adaptarse a las circunstancias y por el
cumplimiento de la evolución natural de
las especies, ya no nos sirven. Entonces,
sin darnos cuenta, debemos migrar hacia
nuevas esferas del conocimiento.
Esta idea de la migración, puede
compararse con la idea deleuziana del
“devenir”
2
. Los seres humanos estamos
constantemente deviniendo otros. El
estar vivos en la plena acepción de lo que
es estarlo, nos exige mudar la piel de los
conceptos. La idea de lo que es bello o útil
o bueno o socialmente aceptable, un día,
nos llama a cuestionar y a visitar otras po-
sibilidades para componer la episteme, en
otro momento. Todo parecería girar en
torno al apremio que tiene la humanidad
de dejar de evadir los grandes problemas
que ella tiene y cómo sostiene su especie
sobre el globo terráqueo. Migramos em-
pujados por el mismo desastre que, como
especie, hemos creado: esta suerte de re-
alidad “kraken” que empieza a emerger
sin que logremos ocultarla, una realidad
que nos exige encarar la más dura y desa-
fiante verdad: la verdad de ser, sin ta-
búes
3
, quienes en realidad somos: una
especie devastadora.
El columnista del New Yorker,
Jonathan Franzen, en el artículo What if
we stop pretending?
4
fechado 8 de se-
tiembre del 2019, habla de la necesidad
de dejar de simular que el desorden cli-
mático global va a ser controlado. Las im-
plicaciones de este artículo, a nivel de la
construcción de la episteme y de repre-
sentación del mundo, son de mucho im-
pacto. Significaría, tomado literalmente,
que ha llegado, con más fuerza que nunca,
la hora de migrar a otros niveles de con-
ciencia que nos permitan la adaptabilidad
necesaria para ser lo suficientemente sen-
sibles, -a pesar de la desesperanza- para
crear estrategias que nos permitan vivir
en bienestar individual y colectivo. Dicho
en otras palabras, la adaptabilidad para
que el espíritu humano pueda, si no desa-
fiar, al menos sostenerse en medio del de-
sastre planetario.
Por lo tanto, en realidad, el fenó-
meno de las migraciones masivas, debería
ser pensado también desde lo que implica
primero para la construcción de las sub-
jetividades. Franzen llama a que acepte-
mos que hemos perdido la partida en
relación a la lucha contra el cambio climá-
tico. Para él no existe salvación. El fenó-
meno, irremisiblemente está ocurriendo
y la humanidad migra, en condiciones re-
ales, hacia los resultados de dicha catás-
trofe: sequías, inundaciones, terremotos,
mares contaminados, entre otros. Así, el
articulista del New Yorker dice, casi en
tono de epitafio:
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2 Ver Deleuze y Guattari. (2000) Mil Mesetas/ Capitalismo y Esquizofrenia. Pretextos. España.
3 Ver Watts, Allan. (2011) On the taboo of knowing who you are. Souvenir Press. USA.
4 ¿Y qué pasaría si dejamos de simular? ( traducción mía)
If you’re younger than sixty, you
have a good chance of witnessing the radical
destabilization of life on earth—massive
crop failures, apocalyptic fires, imploding
economies, epic flooding, hundreds of mi-
llions of refugees fleeing regions made
uninhabitable by extreme heat or perma-
nent drought. If you’re under thirty, you’re
all but guaranteed to witness it
.
---
Si usted es más joven sesenta, tiene
toda la posibilidad de ser testigo de la radi-
cal desestabilización de la vida sobre la tie-
rra- daños masivos a las cosechas, fuegos
apocalípticos, economías colapsadas, inun-
daciones épicas, cientos de millones de re-
fugiados fugándose de regiones vueltas
inhabitables por el extremo calor o sequía.
Si usted está bajo los treinta, está más que
garantizado que será un testigo de aquello.
(traducción mía)
Las repercusiones del pensamiento
devastadoramente desesperanzado de
Franzen son, sin embargo, profunda-
mente humanitarias. Él nos muestra dos
alternativas: aceptar el desastre o empe-
zar a pensar qué significa aún el mantener
la esperanza en medio del caos. Franzen
nos hace recordar la saludable tendencia
a no aceptar con demasiada premura y a
no volvernos adictos a verdades que, aun-
que globalmente ciertas, nos dejan de
brazos caídos, en una realidad que aún no
ha llegado a vestir del todo su proceso
dentro de la postmodernidad. Franzen
dice “you can accept that disaster is co-
ming, and begin to rethink what it means
to have hope”.
(“Acepta la llegada del desastre y
empieza a replantear qué significa tener
aún esperanza ) puede ser cierta, pero
este “epitafio” de la especie humana pide
ser revisado, sobre todo, en lo referente a
lo que significa el tener o no tener ya es-
peranza.
Así como no es saludable el seguir
reproduciendo al pie de la letra posturas
teóricas hegemónicas, consolidando for-
mas de pensamiento ajenas a nuestra re-
alidad, tampoco es saludable hacer eco de
una aceptación masiva y depresiva res-
pecto de que el final del planeta está pró-
ximo. Esto es poco más o menos lo que
ocurre visiblemente en la academia del
tercer mundo, colonizada por la teoría y
la tendencia a sobrecitar para refrendar la
voz propia. Quizás requerimos migrar
hacia formas en donde nuestra voz preva-
lezca, en esa suerte de “claro de bosque”
del que nos hablaba la filóloga española
María Zambrano en Claros del Bosque
(1986). Hacerlo, también significa identi-
ficar y sostener procesos que salvaguar-
den nuestra subsistencia y permanencia
en la arena del debate epistemológico. Po-
sicionarnos en nuestra propia voz, antes
de continuar siendo pensados por los pro-
cesos que acaecen misteriosamente, sin
que nadie sepa exactamente cómo es algo,
invariablemente, necesario.
Pensar, entonces. en el vínculo indi-
soluble entre el tener esperanza y la forma
en que devenimos humanos, migrando de
nuestra propia desesperanza parece seña-
lar algún norte en la brújula de la concien-
cia. Solo que las decisiones y movimientos
requieren que migremos de lo aleatorio y
de lo desorganizado, hacia una dirección
específica: aquella que medite acerca de la
forma usual en que construimos nuestras
propias subjetividades, tarea nada fácil,
por cierto, en una sociedad misoneísta y
conservadora. Respecto de esto, Allan
Watts y Baba Hari Dass, dos de los inte-
lectuales norteamericanos más sonados
de la década de los sesentas, señalaban
que debemos estar alerta frente a nuestros
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SOPHÍA YÁNEZ
propios procesos mentales. Son nuestras
reacciones frente al peligro de ser quienes
somos, en nuestro “hridayam”
5
, el mayor
peligro al que estamos expuestos. En ese
sentido, es posible estar de acuerdo en que
una acción climática favorable para el pla-
neta (o dicho de otro modo una acción es-
tratégica que apunta a devolverle a la vida
su lugar para soñar) es migrar de la dis-
conformidad y el desencanto que quieren
anidar en el corazón humano, hacia accio-
nes que consoliden una organización en
medio del caos. La mejor defensa, ante un
mundo en desorden, resulta migrar inte-
riormente, para producir soluciones, en
una sociedad que amenaza con fagocitar
cualquier intento de mantener una subje-
tividad viva y sensible. Citando nueva-
mente a Franzen:
any movement toward a more just
and civil society can now be considered a
meaningful climate action. Securing fair
elections is a climate action. Combatting ex-
treme wealth inequality is a climate action.
Shutting down the hate machines on social
media is a climate action. (…) To survive ri-
sing temperatures, every system, whether of
the natural world or of the human world,
will need to be as strong and healthy as we
can make it.
---
Cualquier movimiento hacia una so-
ciedad civil más justa puede ahora conside-
rarse una acción climática relevante.
Asegurar elecciones limpias es una acción
climática. Combatir la inequidad de bienes
es una acción climática. Apagar las máqui-
nas del odio en los medios sociales es una
acción climática. (…) Para sobrevivir las
temperaturas en ascenso, cada sistema –
sea del orden de la naturaleza o proveniente
de la humanidad – necesitará volverse todo
lo sano y fuerte que pueda ser.
(traducción mía)
El artículo del columnista del New
Yorker que ha recibido fuertes críticas de
parte de sus detractores, cierra poniendo
en un lugar central la migración hacia un
estado de conciencia superior: la necesi-
dad que tiene el ser humano de arraigar
en el corazón. Franzen habla de la rele-
vancia de alimentar nuestras existencias
con altruismo
6
, paciencia y dedicación a
actividades que nos retornen a ser sensi-
bles con la tierra y la naturaleza, como
por ejemplo, el sembrar, retornando a la
parcela propia, a resolver los predica-
mentos del diario existir, poniendo aten-
ción a las entrañas de la tierra. Esto
significa, en lo tangible, hermanarse con
la Pachamama, pero también significa,
en lo metafísico, un retorno a las condi-
ciones en que germina la palabra, ese
lugar en donde acaece, mal que nos pese,
nuestra propia subjetividad y capacidad
de soñar.
Devenir y migración
En el libro Mil mesetas, los autores
Gilles Deleuze y Félix Guattari, hablan de
la idea del “devenir”. Dicen que el deve-
nir es el proceso mediante el cual damos
y dejamos evidencia, en nuestra pro-
funda capacidad de adaptación, de que
estamos vivos. Estamos siempre devi-
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5 Se traduce por “el corazón”.
6 “Kindness to neighbors and respect for the land—nurturing healthy soil, wisely managing water, caring for pollinators—will be essential
in a crisis and in whatever society survives it.” Franzen. Op. cit.
niendo, si es que estamos realmente
conscientes de nuestros procesos estéti-
cos, sociales, políticos, de la forma en que
nos compartimos. Sin embargo, Deleuze-
Guattari trazan un matiz importante res-
pecto de la comprensión del concepto del
devenir, porque subrayan que la natura-
leza de ésta es algo único e irrepetible de
cada ser vivo, porque este proceso no se
apoya en la imitación, ni en el segui-
miento ciego de algo o alguien, ni en es-
tatuir relaciones formales (conven-
ciones) que resultan vacías
7
. En cambio,
sostienen estos autores que el devenir es
un proceso integral, más bien orientado
hacia la existencia vital que señalaba
Gramsci del intelectual orgánico, el que
no sobrecita ni se excita con la justifica-
ción de sus ideas basándose en un ca-
mino de tordos negros, cardos y espinos
teóricos que vuelven espesa e inerte la
masa del conocimiento. No. Deleuze y
Guattari describen el devenir como suje-
tos, ontológica y espiritualmente rele-
vantes a través de esta definición:
Devenir es, a partir de las formas
que se tiene del sujeto que se es, de los ór-
ganos que se posee o de las funciones que
se desempeña, extraer partículas, entre las
que se instauran relaciones de movimiento
y de reposo, de velocidad y de lentitud, las
más próximas a lo que se está deviniendo y
gracias a las cuales, se deviene. p.275
Bien podríamos decir, entonces,
que devenimos seres humanos mientras
más agudos y sensibles son nuestros pro-
cesos de migración interior respecto de
las limitaciones – conceptuales, estéticas,
políticas, epistémicas –que nos compo-
nen. Pero también, por otra parte, la his-
toria o el registro de cómo migramos den-
tro de nuestro ser a condiciones
superiores mentales, emocionales, espiri-
tuales, es el mismo registro sensible de
cómo vamos permeando el proceso del
deseo
8
, puesto que el deseo es una fuerza
motora que impulsa a los seres intuitiva-
mente hacia un proceso de selección na-
tural de qué es y qué no es lo que resulta
apremiante de llevar consigo en su pro-
ceso de devenir humanos.
lo esencial no es ser o no ser; lo
esencial es el proceso que permite pensar
que algo llegue a ser, por obra y gracia de
las condiciones que promueven la transfor-
mación o el metabolismo del devenir. No-
ser no es la nada; y ser no es lo que
permanece idéntico a sí mismo. “Nunca
somos los mismos” (…) ni en el cuerpo ni en
el pensamiento. Por eso la poesía, en su sen-
tido más amplio, se despliega en medio del
vértigo del logos y el flujo incontenible del
devenir. (Ramos. op. cit. p18)
A algunos, no obstante, la idea de
migrar de las “zonas de confort” o “zonas
de comodidad” desde donde se constru-
yen en las relaciones y en los roles que
ejecutan, por las funciones condicionadas
a las que nos compele la sociedad y la cul-
tura de la que formamos parte, por las
exigencias de la académica o del pertene-
cer a un grupo de intelectuales más o
menos letrados, resultan en inseguridad
conceptual y emocional y a veces, incluso,
en anquilosamiento.
Quizás sería mejor estar alerta y
sacudirse de las limitaciones del “deber
ser” para abrazar quien uno realmente es.
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7 “devenir no es imitar a algo o al alguien, no es identificarse con él, tampoco es proporcionar relaciones formales” p.275
8 “el devenir es el proceso del deseo” p.275
Porque la peor humillación que se puede
sufrir, no viene de la desaprobación de
nuestros semejantes si no del hecho de no
podernos asumir como únicos y como
seres que tienen el derecho a divergir, a
proponer otros caminos, a vislumbrarnos
como una criatura puesta en el jardín de
la existencia que siente la libertad y el de-
recho a la completitud. Debemos migrar
y devenir hacia ese amor propio de com-
prendernos como un milagro único e irre-
petible, más allá de lo que digan los
demás. En ese sentido, Deleuze-Guattari,
en la obra a la que me estoy refiriendo,
sostienen:
No todo el mundo puede devenir
como todo el mundo, convertir ese “todo el
mundo” en un devenir. Se necesita mucha
ascesis, sobriedad involución creadora: una
elegancia inglesa, un tejido inglés, confun-
dirse con las paredes, eliminar lo que re-
salta demasiado, lo demasiado vistoso.
(Deleuze/ Guattari. Op. cit. p.281)
Los seres humanos devenimos
quienes somos a lo largo de la existencia.
Estamos siempre en profunda alquimia
del ser porque eso es lo que pide de noso-
tros, casa adentro, la existencia. Una de
las herramientas que acompaña esta mi-
gración interior es, invariablemente, la
metáfora como un instrumento funda-
mental para comprender los procesos del
sentir. Sepámoslo o no, nuestro devenir
humanos está traspasado por una poética
de la existencia.
La metáfora como instrumento fundamental
para comprender la migración interna y los
procesos del corazón
La metáfora es un instrumento
fundamental para pensar cómo migramos
interiormente
9.
En los aprendizajes y ten-
siones que presupone el viaje personal po-
demos medir nuestros desplazamientos a
través del vehículo del sentido que consti-
tuye la metáfora. Respecto de ello podemos
citar las exploraciones de María Zambrano
y de James Hillman en las obras Hacia un
Saber del Alma y El Pensamiento del Co-
razón, respectivamente. Ambos autores
convergen en lo que ellos llaman “la metá-
fora del corazón”. Así, Zambrano, habla de
la vida de las metáforas y visita asidua-
mente los elementos que componen dicha
“metáfora del corazón”. Su propósito es re-
saltar la majestad que éstas ocupan, como
herramienta que traza visión y luz inteligi-
ble en los procesos interiores del ser hu-
mano. En añadidura, la autora española le
otorga la función de definir algo que re-
quiere ser “traducido” y que no puede ser
expresado de otro modo. Algo así como un
excedente al lenguaje utilitario-práctico. La
autora se refiere a la función de…
definir una realidad inabarcable por
la razón, pero propicia a ser captada de otro
modo... la supervivencia de algo anterior al
pensamiento, huella en un tiempo sagrado
(Zambrano, p.60)
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9 Conviene pensar en la etimología de la palabra “metáfora” que es una palabra proveniente del griego μεταφορα (metaphora). Metaphora
proviene de metapherein formada de meta (fuera o más allá) y depherein (trasladar, ver disforia, fósforo Verónica y teleférico). La me-
táfora consiste en trasladar el sentido de una palabra o frase a otra. Es, por tanto, un instrumento primordial para comprender los pro-
cesos de metamorphosis interior.
Esa “huella de un tiempo sagrado”,
que es también “luz que ilumina para salir
de imposibles dificultades, luz suave que
da consuelo” vive en la metáfora. Lo hace
porque el corazón humano restituye su
sangre metafísica en las profundas cavi-
dades por donde dicha sangre metafísica
circula, porque el corazón sostiene, inva-
riable y valientemente, heridas prove-
nientes de la experiencia y de los avatares
de la existencia. Esto queda claro, cuando
dice:
el corazón tiene heridas, lentas, a
veces de imposible curación; diríase que las
heridas en él no se cierran jamás porque tie-
nen un cierto carácter activo, son heridas
vivas, como heridas, de las que mana cons-
tantemente una gota de sangre que impide
su cicatrización, (Zambrano op. cit. p.64)
Pero el ser humano no puede que-
darse fijamente y por siempre en el lugar
del dolor. La vida exige continuamente
cambios en nuestra forma de representar-
nos la vida, por más que nos pensemos in-
mutablemente “casados” con ideologías y
dogmas, hay un punto en donde éstos se
quiebran y tienen que ser reemplazados
por la capacidad de vislumbrar la comple-
titud o de ir tras ésta en pos de una más
profunda verdad. El Espíritu que nos ha-
bita será entonces el motor que impulse a
migrar de un “viejo yo” a uno nuevo. Por
esto también, la metáfora puede ser pen-
sada en términos de un vehículo del sen-
tido que propulsa un cambio, que
posibilita la migración de un estado inte-
rior a otro, en donde, si tenemos suerte,
habrá una elevación de la conciencia. Por
ello, quizás, en la obra La Metáfora Viva,
el autor francés Paul Ricoeur, habla de la
metáfora como una fuente de cambio, de
movimiento o de desplazamiento. (Ri-
coeur, p. 26)
Ricoeur alerta que el uso de la me-
táfora ya implica una “migración” res-
pecto del lenguaje común. Dice que es
una “desviación” de ese lenguaje, que crea
un “lenguaje extraño” por sustitución o
préstamo
10
( Ricoeur, op. cit. p. 28) En ese
“desplazamiento del sentido” que se pro-
duce al alejarnos del lenguaje utilitario y
práctico de todos los días, subsiste el sen-
timiento puro de un animal que no se do-
blega, que se resiste a ser domesticado
por los eventos externos, un animal sen-
sible que se desflora a sí mismo y es capaz
de ponerse en riesgo para averiguar qué
tienen que decir los silencios que le ro-
dean o qué hay más allá del uso casual o
vacío que comúnmente tienen las pala-
bras. Este es el constante aprendizaje y
tensión que nos vuelve atentos a qué sig-
nifica o no realmente comunicar y en ello
se nos va el ser. Porque en ese otro nivel
del sentido, la metáfora posibilita una mi-
gración del ser hacia otra esfera del sen-
tido, una menos usual, pero más
comprometedora y exigente para quien la
escucha o la lee.
Ricoeur dice: “la metáfora es […]
doblemente extraña: porque hace pre-
sente una palabra tomada de otro campo,
y porque sustituye a una palabra posible,
pero ausente”. O, dicho de otro modo, “la
metáfora nos recuerda que somos anima-
les simbólicos y sensibles, cuya completi-
tud depende de un grado de traslación del
sentido hacia algo que está ausente de
nuestra existencia y en pos de lo cual nos
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10 Para mayor detalle, Ricoeur habla del concepto del “allotrios” que relaciona tres ideas diferentes, pero predominantes en la función de
la metáfora, a saberse: la desviación del sentido común, el préstamo de un campo de origen, la sustitución respecto de una palabra or-
dinaria ausente. Ver obra citada de Ricoeur, p.32
movemos, para completarnos” (Ricoeur,
op. cit. p.31)
Citando a MB Hester en The Mea-
ning of Poetic Metaphor, Ricoeur asigna
a la poesía el lugar de lo que se dedica a
“figurar, a colorear su lenguaje, a ponerlo
en imágenes, en cuadros, a hacer de él
una pintura animada y elocuente” ( Ri-
coeur, op. cit. p. 88) La metáfora es por
eminencia proteica, próxima a la magia
de lo que muda de forma
12
. Uno puede re-
conocer esa cualidad proteica del lenguaje
y de la imaginación, por ejemplo, en obras
como Macunaima, aquella obra magna
de la literatura brasileña, que data de
1928, cuyo autor es Mario de Andrade. En
esta obra propia del modernismo brasi-
leño, el lector disfruta de un universo
plástico, que muda a cada instante, lúdi-
camente, reforzando la magia inextingui-
ble de un universo creador y procreador
de imágenes. En ese sentido, se puede
decir que el lenguaje del mito se hermana
con el de la poesía, en cuanto ambos po-
tencian la imaginación y el trastroca-
miento de realidades rígidas,
suplantándolas por otras más dúctiles, y
“espiritualmente relevantes” o si se
quiere, que son procesos interiores tras-
cendentes conducidos por el arte de la pa-
labra que busca restituir un sentido
perdido o ausente en el universo de la
convención, las apariencias fijas y las ver-
dades inmutables.
Ricoeur prosigue enunciando un
asunto vital para la comprensión de qué
manera las metáforas que generamos son
vehículos para la migración ontológica y
para esos aprendizajes y tensiones que se
generan como fruto de dicha migración.
Luego, empodera el concepto de la metá-
fora, le dota de vida sosteniendo clara-
mente que “ el poder de la metáfora
consistiría en destruir una categorización
anterior para establecer nuevas fronteras
lógicas sobre las ruinas de las preceden-
tes” ( p.264) ¿Qué más instrumento po-
dríamos hallar que la metáfora para
discutir la continua migración y búsqueda
de adaptación frente a la realidad?
De otra parte y dirigiéndonos a la
metáfora del corazón, James Hillman en
su obra El pensamiento del corazón, cita
a Henry Corbin en su estudio sobre Ibn
Àrabi restituyendo el lugar del corazón
como aquel del conocimiento posible. La
capacidad de tener un corazón fuerte y sa-
ludable consiste en comprender, dice él,
lo que encierra la palabra enthymesis o
“acción de meditar, concebir, imaginar,
proyectar, desear ardientemente; dicho
de otro modo, de tener algo presente en el
thymos, que es fuerza vital, alma, cora-
zón, intención, pensamiento, deseo” (Hi-
llman, op cit. p.18) Ambos, enthymesis y
thymos, crean la cuerda tensa del apren-
dizaje humano, en su interacción.
Gastón Bachelard en Poetique de
la Reverie, sostiene que la metáfora ge-
nera un cambio en nosotros. La imagen
poética viste el alma con su propia esen-
cia, que es la de mudar constantemente,
desembocando en un cambio cualitativo
del ser
13
. El autor francés hace clara la mi-
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 33
La migración como metáfora de la existencia
12 “Metaphor is a device for seeing something in terms of something else…” Paul Henle citando a Kenneth Burke en Metaphor” en Lan-
guage, Thought and Culture, 1958 (obra citada, a su vez por Ricoeur, op. cit)
13 Podemos relacionar esto con el estado de asombro en donde se produce el cambio de conciencia. Cito: “el poeta le devuelve al lenguaje
su irrupción como imagen fulgurante que se enciende y apaga como el destello de una luciérnaga. El poeta no hace ni más, ni menos,
que devolver la palabra a su fuente primordial, dejando intacto el milagro, es decir, el asombro del mundo.(Ramos, Francisco José.
(2013) en ¿Cómo pensar la poesía? (poema, imagen y escritura) en Escritura e imagen. Vol. 9: 339-357. Universidad de Puerto Rico.
p. 11)
gración del ser de un estado de conciencia
a otro a través de la imagen poética,
cuando dice: “la imagen poética se con-
vierte en un “principio síquico”. Lo que
era “un nuevo ser del lenguaje” se con-
vierte en un “incremento de conciencia” o
mejor” en un crecimiento del ser” (Ri-
coeur, op. cit. p.286). Quizás ese incre-
mento de conciencia puede ser
comparado al estado de satori del que se
habla en el budismo zen, pero también, en
un lenguaje más próximo a los movimien-
tos sicologistas integrales, como el ex-
puesto en Las Grandes Metáforas de la
Tradición Sagrada ( transformación de
la conciencia y la naturaleza humana) de
Ralph Metzner, que habla de la capacidad
de volcar el alma a un viaje iniciático en
donde se produce una profunda modifi-
cación interior, es decir, una migración de
un nivel de conciencia a una trascenden-
talmente otra.
Para ello, como lo plantea Karl
Graff Dürckheim, sicólogo alemán, hará
falta confrontar “la sombra”
14
o impedi-
mento que obstaculiza el paso de un nivel
de conciencia a otro. Para una sociedad
que tiende a dar oído al materialismo y a
un conocimiento tangible, medible y
pragmático, la migración de un estado del
ser a otro más evolucionado, no siempre
guarda un lugar esencial, aun cuando
convendría replantearse si en este viaje de
la conciencia es sustancialmente el lugar
donde los seres humanos deberían empe-
zar a pensarse, si reconocen que la modi-
ficación de la conciencia es el primer paso
en aportar positivamente a un cambio cli-
mático, como lo sosteníamos al inicio de
este texto, aludiendo al artículo del co-
lumnista Franzen.
Todos tenemos al menos una som-
bra que impide el ascenso a estados de
conciencia superiores. Lo grave es que
la(s) desconocemos.
El ejercicio poético, un instrumento para com-
prender la migración como un proceso interior:
Conflict Resolution for Holy Beings de Joy Harjo,
un sintomático lugar de partida.
La poesía ocurre en un cuerpo ge-
néticamente dispuesto al aprendizaje, la
resolución de conflictos y tensiones y la
evolución y superación de los problemas.
La naturaleza o Dios fueron sabios en do-
tarnos con aquello. Culturalmente, no
obstante, no siempre los esquemas men-
tales desde los cuales nos representamos
a nosotros mismos y al mundo circun-
dante nos hacen propicios para potenciar
la evolución de nuestras formas de pen-
sar. Hoy en día, las sociedades y culturas
conservadoras viven la tensión de, por
una parte, tener la fortuna de erigir su
identidad sobre el pasado. Son ricas en
tradiciones, ritos, creencias y prácticas
que dan forma al conglomerado de la cul-
tura y, por tanto, de la identidad. No obs-
tante, si no hay resignificación de estas
formas, en un presente que nos desafía a
hallar otras estrategias discursivas, mi-
grar del malestar ante los desafíos del
presente mundo, se vuelve imposible.
El lugar primordial y sagrado que
ocupa la labor del poeta, comprendido
como un ser de naturaleza mágica y sha-
mánica, puede ser leído como un eslabón
crucial en la toma de conciencia y de so-
brevivencia del grupo humano al que per-
tenece. Retomando la idea de Franzen en
Textos y contextos Nº 19
34 Noviembre 2019 - Abril 2020
SOPHÍA YÁNEZ
14 Ver la obra El héroe y su sombra
el artículo citado a comienzos de este
texto, de que es necesario repensar en qué
consiste mantener la esperanza conci-
biéndose como un ser agente de un cam-
bio climático a nivel planetario, el poeta
jugaría un papel crucial en develar cómo
se va constituyendo el proceso de la so-
brevivencia espiritual. Para explicar más
esta idea que enlaza las profundidades de
la travesía del lenguaje sígnico de la poe-
sía y el de la sobrevivencia, podemos citar
el trabajo de Iuri Lotman, el afamado lin-
güista de la Escuela de Tartu, en su obra
La Semiósfera. Semiótica de la Cultura y
del Texto, en el que ya se hacía un lla-
mado a la conciencia respecto del lugar
crucial que juega el lenguaje en nuestra
existencia, si concebimos a la existencia
como metáfora de procesos internos mi-
gratorios. La actividad poética de un solo
ser humano ya es un síntoma que puede
proveer información sustancial respecto
de la evolución del ser humano y el ca-
mino escogido para su evolución o extin-
ción sobre la faz del planeta. Cuando
Lotman está hablando de la biosfera, la
noosfera y la semiósfera está ya diluci-
dando que estas tres esferas están irremi-
siblemente conectadas, como en un
cuerpo lo están los distintos órganos.
Sobre la biosfera dice:
la biosfera (…) dispuesta sobre la su-
perficie de nuestro planeta y abarcadora de
todo el conjunto de la materia viva…) trans-
forma la energía radiante del sol en energía
química y física, dirigida a su vez a la trans-
formación de la “conservadora” materia
inerte de nuestro planeta. (Lotman p. 22)
Esta biosfera está condicionada, com-
puesta y atravesada por la actividad sígnica
del ser humano que, en tanto primate sim-
bólico, tiene la capacidad de construir una
semiósfera. Según Yuri Lotman en La semi-
ósfera (1996): “resultan posibles la realiza-
ción de los procesos comunicativos y la
producción de nueva información”
La escritura poética nos pone, por
tanto, frente a un síntoma de cómo migra
de sí mismo un ser vivo. El poeta reac-
ciona frente a un mundo externo y pro-
duce una compleja serie de respuestas
que son traducidas a un lenguaje otro, ex-
traño, fuera del lenguaje utilitario y prag-
mático, estableciendo fronteras entre su
subjetividad y las amenazas que le llegan
desde fuera
15
. Tomando estos pensa-
mientos como contexto quisiera aproxi-
marme a la obra poética de Joy Harjo,
poeta laureada de los EEUU, en el pre-
sente año 2019 y comentar algunas de las
líneas que ponen en evidencia un particu-
lar estilo de migrar de un estado de con-
ciencia a otro.
En Conflict Resolution for Holy
Beings (Resolución de los Conflictos para
Seres Sagrados) Joy Harjo
16
sobrepasa el
individualismo norteamericano para
arraigar en su más profundo ser. Gana-
dora de algunos reconocimientos y pre-
mios, Harjo supera los tabúes de conocer
quien realmente es y se sume en las voces
de sus ancestros nativos. Es decir, migra
de las líneas superficiales y de las aparien-
cias con las que nos confina la moderni-
dad para construir un ser más hondo,
ligado al canto y al cosmos. Este ser busca
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 35
La migración como metáfora de la existencia
15 Los puntos de la frontera de la semiosfera pueden ser equiparados a los receptores sensoriales que traducen los irritantes externos al
lenguaje de nuestro sistema nervioso” Lotman, o. cit. p.24
16 Joy Harjo “es una internacionalmente reconocida performer y escritora de la Nación Muscogee Creek y fue nombrada Poeta Laureada
de los Estados Unidos en 2019. Es autora de 8 libros de poesía y una memoria, Valentía Insana. Entre sus muchos honores se incluye
el Premio a Poesía Jackson, una beca Guggenheim, el Premio William Carlos Williams y el Distinguido Logro en las Artes de los Indios.
constantemente la respuesta en la cone-
xión con la tierra y la naturaleza.
Aunque es en el capítulo tercero
(The Wanderer)
17
donde encontramos
con mayor fuerza el tema del desplaza-
miento interior, el libro, en su totalidad,
ya representa un viaje hacia el terreno del
conocimiento sagrado y se contrapone al
ruido del mundo externo. Así, en uno de
los poemas de apertura, Once the World
was Perfect
18
, Harjo comparte en sus ver-
sos el milagro de su canto migratorio. Se
arraiga en un pasado perfecto y armónico,
en donde los seres vivían en completitud
y perfección y va dando espacio al ingreso
de los elementos que riñen con ese espí-
ritu de armonía.
Once the world was perfect, and we were
happy in that world.
We took it for granted.
Discontent began a small rumble in the
earthly mind.
Then Doubt pushed through with its spiked
head.
And once Doubt ruptures the web,
All manner of demon thoughts
Jumped through- We destroyed the world
we had been given
For inspiration, for life…
(Harjo, op. cit. p14)
---
Una vez el mundo fue perfecto y éra-
mos felices en aquel mundo./ Luego lo to-
mamos por sentado/ El descontento
empezó un rumor pequeño en la terrena
mente./ Entonces, la Duda atravesó con su
cabeza de púa,/ y una vez que la Duda rom-
pió la red,/ toda clase de pensamientos de-
mónicos/ saltaron también-/ Nosotros des-
truimos el mundo que nos había sido dado/
para inspiración y vida nuestra.
(traducción mía)
En este fragmento queda clara la
disrupción de un universo otrora idílico.
Este mundo, descrito con la imagen de
una red perforada y la perfección inte-
rrumpida, es culpa de los “pensamientos
demónicos” provenientes de una “mente
mundana”. Adviene, entonces, la pande-
mia de maldiciones en el corazón humano
que convergen a forjar un estado de oscu-
ridad compartido y azuzado, según el
poema de Harjo, con “la envidia, el
miedo, la codicia y el odio”. El poema
prosigue describiendo los tropezones y
choques de los seres que habitaron la os-
curidad. También adviene la ignorancia
respecto de cómo continuar la conviven-
cia. El poema de Harjo, arraigado en la
sabiduría nativa de la Nación Muscogee
Creek, cierra circularmente, proveyendo
suelo al espíritu de la errancia humana.
Alguien encuentra una frazada y aprendió
a compartirla. Este acto de bondad, de-
vuelve la luz al universo.
A spark of kindness made a light.
The light made an opening in the darkness.
Everyone worked together to make a ladder.
19
Harjo reitera una verdad univer-
sal, a la que todos, como migrantes de
nuestro propio ser y como agentes del
Textos y contextos Nº 19
36 Noviembre 2019 - Abril 2020
SOPHÍA YÁNEZ
17 El término “wanderer” se traduce por “espíritu errante o andariego” y nos remite a la idea del desplazamiento del ser de una esfera del
conocimiento a otra, en un viaje interior.
18 “Una vez el mundo era perfecto” ( Traducción mía)
19 “Una chispa de bondad trajo la Luz./La luz hizo una apertura en la oscuridad/ Todos trabajaron juntos para construir una escalera”
(traducción mía)
“cambio climático” a mayor escala, re-
queriríamos volver: la presencia del
gesto del amor que provee sentido a la
oscuridad. Pero Harjo, como también lo
planteaban los mazdeístas
20
, parecería
recordarnos que el alma humana precisa
mantenerse en estado de gratitud frente
a lo adverso, pues la adversidad es la
promesa de que, migrando de ese estado
de involución, podemos arribar a una
orilla de luz, próspera no solo para uno,
individualmente, si no para el género
humano. Así, en el poema de Harjo, a
través de la escalera una persona, cruza
al “siguiente mundo” (migra) y luego se
produce una suerte de salvación, en un
tiempo mítico, hasta arribar al instante
del presente. Finalmente, el poema de
Joy Harjo termina en que una persona
del Clan del Viento logra “limpiar el ca-
mino” para las generaciones futuras…
hasta llegar a una nueva luz de la ma-
ñana, líneas que tal vez la poeta quiso
proyectar, en un túnel de tiempo, a un
futuro interlocutor de su estirpe espiri-
tual genética.
A Wind Clan person climbed out first into
the next world.
And then the other clans, the children of
those clans, their children
And their children, all the way through time –
To now, into this morning light to you
(Harjo p.15)
---
Una persona del Clan del Viento trepó pri-
mero al siguiente mundo.
Luego fueron los otros clanes, los hijos de
aquellos clanes, sus hijos
y sus hijos, todo el trayecto a través del
tiempo –
hasta el ahora, en esta luz de la mañana que
llega a ti
(traducción mía)
La persistencia de la luz es la per-
sistencia del corazón humano en la tra-
ducción que hace la poeta Harjo de los
fundamentos de vida con los que nativos
de la nación Muscogee Creek, de la cual
es parte, han construido su realidad. Una
nación que los puso, si con suerte, en re-
servas, despojándolos de sus tierras y re-
duciendo sus medios para vivir en
contacto con la naturaleza. Se podría
bien hablar de otros grupos nativos en
Estados Unidos: los Dakota, los Sioux,
los Ojibwa, ingresar a todo un capítulo
acerca de cómo las voces nativas han
sido acalladas por los procesos civilizato-
rios, a nivel mundial… Solo cabe recono-
cer, en este caso específico, la profunda
paradoja y contradicción que resulta evi-
dente y sintomática, en la articulación
del éxito que presupone la existencia
mundana, el que Harjo esté nombrada
poeta del año 2019, en los EEUU, mien-
tras sigue creciendo el “Dakota pipeline”
(oleoducto de Dakota) que atraviesa va-
rios estados de Norteamerica
21
; un sin-
sentido.
Mientras tanto, en la voz poética de
Harjo se juega el pellejo la humanidad en-
tera. Por esto, conviene prestar especial
atención al anteriormente mencionado
capítulo tercero en Conflict Resolution for
Holy Beings, The Wanderer. Justamente
en este tramo del texto, es posible percibir
cómo Harjo nos llama a migrar de nuestra
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 37
La migración como metáfora de la existencia
20 Se sabe que en el mazdeísmo / zoroastrismo, como en muchas otras religiones, la lucha entre las fuerzas del bien y del mal se acogen a
la batalla entre la luz y la oscuridad.
21 Ver https://americanindian.si.edu/nk360/plains-treaties/dapl sobre la irrupción del Tratado de Laramie y la violencia contra los pue-
blos Sioux y Dakota en EEUU.
condición de seres modernos, apesadum-
brados con la lógica de Occidente, para
retornar a un mundo donde predomina la
sabiduría de los ancestros nativos de la
tierra. El llamado es el retorno a las creen-
cias sencillas que nos vinculan a la natu-
raleza. En ese sentido, en poemas como
“Talking with the Sun”, “Going Home”
“One day there will be horses” la poeta
reitera una profunda herida que solo sana
en la esperanza de cobijarse en la sabidu-
ría cíclica de la naturaleza y la posibilidad
de “retornar a casa” para hallar las raíces
ancestrales que le permiten cantar su
nombre al viento.
Quizás, en ese sentido, el poema
“Talking with the Sun” nos sirve de ejem-
plo, para comprender el proceso de mi-
gración al que nos llama Harjo. En el
cuerpo de este poema es posible sentir las
fuerzas antagónicas que componen su
subjetividad y que la ponen al borde casi
de la imposiblidad de ser quien es. Sin
embargo, la poeta resuelve el malestar es-
piritual que le aqueja como producto de
ser una criatura sumergida en las contra-
dicciones del modo de vida occidental. Su
creencia en el Poder del Sol (signo inequí-
voco de la Nación Muscowagee Creek)
está presente:
I believe in the sun.
In the tangle of human failures of fear,
greed, and
Forgetfulness, the sun gives me clarity.
When explorers first encountered my peo-
ple, they called us
Heathens, sun worshippers.
They didn´t understand that the sun is a re-
lative, and
Illuminates our path on this earth.
(Harjo.op. cit. p.31)
---
Creo en el sol.
En el enredo de las fallas humanas del
miedo, codicia y el olvido,
El sol me provee de claridad.
Cuando los exploradores primero encontra-
ron a mi gente,
Nos llamaron paganos, veneradores del sol.
Ellos no comprendieron que el sol es un pa-
riente, y
Que ilumina nuestro sendero sobre esta
tierra.
(traducción mía)
Algo tan simple como el gesto de
saludar al sol recuerda el camino que el
corazón asume en su proceso de purifica-
ción respecto de lo mundano y subraya la
relación sagrada que el ser humano nece-
sita tener para enarbolar, en el cuerpo de
sus palabras, un cosmos que cante y sos-
tenga su existencia sobre la faz de la tie-
rra. Aquí también se juega el valor no
ponderado por Occidente en monedas, de
que exista la intimidad posible entre el
alma del ser humano y la naturaleza. Esta
intimidad, (de la que también habla Tony
Hoagland y Kay Cosgrove en The Art of
Vice, Poetic Principles and Practice y a la
que el crítico y poeta ecuatoriano Iván
Carvajal, en su obra de ensayos críticos
Trasiegos, mencionan como centrales
para la construcción de una episteme poé-
tica) es una experiencia fisiológica única
en donde, tanto el repertorio de los pro-
cesos neurolinguísticos como la respira-
ción y tono muscular de las palabras, se
vuelven síntomas de la profunda capaci-
dad que tiene el ser humano de estirar su
ADN hacia los límites más inimaginables.
El autor Ramos, en su ensayo ¿Cómo pen-
sar la poesía? (poema, imagen y escri-
tura)
22
invita a que repensemos los
alcances de la metáfora, repotenciando su
Textos y contextos Nº 19
38 Noviembre 2019 - Abril 2020
SOPHÍA YÁNEZ
22 Ver Ramos, Francisco José. Escritura e imagen. Vol. 9: 339-357. Universidad de Puerto Rico
valor a una experiencia fisiológica,
cuando dice:
La metáfora no es solamente una fi-
gura retórica. La metafora es, de una parte,
“una profunda experiencia fisiológica”,
como alguna vez dijera Cioran; y, de otra, es
un efecto de superficie, esto es: la inscrip-
ción más evidente por la que el lenguaje sale
a la luz. Y visto aun desde otra perspectiva,
la metáfora es lo que nos permite lidiar con
el sentido de los límites y el abismo de lo ili-
mitado. (Ramos p.14)
La metáfora sobre la cual Harjo
construye su poética es un fenómeno fi-
siológico que vibra con el misterio de evo-
lucionar hacia otras esferas del ser para
que el milagro de existir persista aun
cuando sea intraducible en valores de
cambio. Son lecciones de abismo que, sin
embargo, la poeta Harjo asume atrave-
sando con su lenguaje el epítome del ca-
pitalismo moderno: el mismísimo Times
Square. Y lo hace subrayando el naci-
miento de su nieta bajo un nuevo sol. Este
desplazamiento genera en ella y en quien
la sigue, el lector, la tracción de dos fuer-
zas antagónicas que, en su tensión, nos
hacen migrar de una confrontación entre
aquellas dos fuerzas antagónicas, hacia
un nuevo amanecer. La belleza de la vida
que se abre paso, entre el cemento y los
signos de las multinacionales es evidente
en este fragmento en donde se destaca el
sabio dramatismo de sus palabras:
I walked out of a hotel room just off Times
Square at dawn
To find the sun.
It was the fourth morning since the birth of
my fourth
Granddaughter.
This was the morning I was to present her
to the sun, as a/
Relative, as one of us. It was still dark, over-
cast as I walked
Through Times Square.
I stood beneath a twenty-first century totem
pole of symbols
Of multinational corporations, made of
flash and neon.
---
I carried this newborn girl within the crad-
leboard of my heart.
I held her up and presented her to the sun,
so she would be
Recognized as a relative,
So that she won´t forget this connection,
this promise,
So that we all remember, the sacredness of life
(Harjo, op. cit. p.31)
---
Salí del cuarto del hotel, cerca del Times
Square, a la madrugada,
Para hallar el sol.
Era la cuarta mañana desde el nacimiento
de mi cuarta nieta.
Esta fue la mañana en que yo debía presen-
tarla ante el sol,
Como una pariente, como uno de nosotros.
Aún estaba oscuro,
Nublado, mientras caminaba atravesando
el times Square.
Me paré bajo un poste del siglo veintiuno
con símbolos
De corporaciones multinacionales, hechas
de destellos y luces de neón.
---
Cargué esta niña recién nacida, en la cuna
de mi corazón.
La alcé y la presenté al sol,
Para que pudiera ser reconocida como una
pariente,
Para que no olvidara este vínculo, esta pro-
mesa,
Para que todos podamos recordar, el rostro
sagrado de la vida
(traducción mía)
Pero esta promesa sagrada de la
vida que se alza, dentro del Times Square,
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 39
La migración como metáfora de la existencia
al que los occidentales llaman “centro del
universo”, nos recuerda que, mientras no
haya un retorno sentido y sincero al gesto
íntimo de una escucha aguda y desver-
gonzada, que tome en cuenta la resisten-
cia y la sabiduría de los pueblos
ancestrales, no hay posibilidades de que
la civilización se salve, tal y como la cono-
cemos, pues el sacrificio de las verdades
más profundas, espiritualmente ha-
blando, nos condenan de antemano a la
orfandad y a la intemperie.
Por otra parte, en el poema más ex-
tenso del libro de Harjo, que es el que le
da título a la obra, se destaca el elemento
tierra que cobra vitalidad temática. Harjo
llama a que migremos de la ignorancia
tecnológica, del ruido de la vida moderna,
de su sinsentido a comprender que existe
un vínculo sagrado con la naturaleza. Y
más allá de eso, dice que somos el len-
guaje de la naturaleza y que el registro de
tal relación está inscrita en el alma de los
seres vivientes que nos acompañan en
nuestra aventura de vida.
Recognize whose lands these are on which
we stand.
Ask the deer, turtle, and the crane.
Make sure the spirits of these lands are res-
pected and
Treated with goodwill.
The land is being who remembers everyt-
hing.
You will have to answer to your children,
and their children,
And theirs –
(Harjo p.77)
---
Reconozcan a quiénes pertenece esta tierra
sobre la cual nos erguimos.
Pregunten al venado, a la tortuga a la gru-
lla.
Asegúrense que los espíritus de estas tierras
sean respetados
Y tratados con buena voluntad.
Esta tierra es un ser que lo recuerda todo.
Tendrán que responder por ella ante sus
hijos, y sus hijos
Y los que siguen
(traducción mía)
En el fragmento anterior es posible
hallar similitudes (y no pocas) con el sen-
tir de los pueblos nativos y ancestrales de
los Andes. Harjo trabaja la herida del
abandono y la orfandad espiritual para
restituir la importancia de desplazar el eje
del sentido de la razón a la esfera del co-
razón. En el poema “One day there will be
horses” (Un día habrá caballos), la poeta
canta a la esperanza de un día mejor en
donde exista la abundancia del Espíritu
en condiciones que permitan un “retorno
a casa”. No se refiere, empero, a un re-
greso físico a un espacio concreto y tangi-
ble, sino más bien a las coordenadas en
que el alma encuentra cobijo y solaz en
hallar la valentía suficiente para saber que
su posibilidad de evolucionar es el mismo
retorno a las raíces y valores de las que un
día renegó. Así, Harjo canta:
One day, I will have words enough
One day, I will have songs enough
One day, I will be tough enough
One day, I will have love enough
To go
(Harjo op. cit. p.51)
---
Un día tendré las palabras suficientes
Un día, tendré las canciones suficientes
Un día, seré lo suficientemente fuerte.
Un día tendré el amor suficiente
Para volver a casa
(traducción mía)
Esta idea de que solo es posible mi-
grar retornando a casa, se reitera también
en el poema “Going Home” (Volviendo a
Textos y contextos Nº 19
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SOPHÍA YÁNEZ
casa) donde la voz poética persiste en evocar
las condiciones necesarias para el retorno a
un lugar espiritualmente sano en donde la
existencia halla finalmente un cobijo y un
sentido de pertenencia. Nuevamente, es la
invitación al gesto sencillo del corazón y el
ingreso a un tiempo paciente, de espera, lo
que ayuda en el proceso de migración hacia
un estado de conciencia más alto:
Let´s just sit down here under the stars
Wrapped in my shawl, and figure out
How to get our homelands back –
Going home going home going home…
(Harjo. Op. cit. p. 53)
---
Sentémonos aquí no más bajo las estrellas
Envuelta en mi chalina y pensemos
Cómo hacer nuestras a nuestras tierras –
Volver a casa, volver a casa, volver a casa…
(traducción mía)
Toda esta reflexión hace recordar
uno de los poemas más bellos del poeta
chileno Fabio Morabito, quien en su texto
No tener casa, nos provee de una llave que
cabe a la perfección en el cerrojo de la mi-
gración, como metáfora de la existencia.
Morabito recuerda el axioma central de la
vida, que es el devenir de lo humano en hu-
mano, con la imagen de una casa proteica,
sin muros, sin bordes, en eterna transfor-
mación. Tal como la describe a esta casa, la
imagen poética ratifica su soberanía frente
a la realidad. Se convierte en la herra-
mienta fundamental para ahondar en la
conciencia, ser escritura es ser el fluir de lo
que migra, desde las capas más profundas
del mar del que nos desprendemos.
quiero una casa
que no se oiga,
que no haga esquina,
que no haga puntas,
que no haga ningún verde
previsible;
quiero una casa que regrese
a la primera piedra cada día,
que se despoje de sus muros
en la imaginación de los que duermen
y ayude a conciliar su sueño,
que sea una casa abierta
a toda profecía.
(Fabio Morabito)
Casa adentro resolvemos las para-
dojas e imposibilidades sobre las que
crece nuestro ser. Casa adentro resolve-
mos los conflictos y malinterpretaciones
fundamentales de ser quienes somos. Si
nos hemos de asumir esperanzadamente
como agentes de un cambio climático, es
hacia adentro donde debemos trabajar.
Los trabajos de vida de pensadores que
afectaron el modo de pensar de la dé-
cada de los sesenta en Estados Unidos,
como Allan Watts, Ram Dass,Timothy
Leary, Ralph Metzner, sumados a la
oleada del movimiento beatnik, aún
están llamando a que migremos de las li-
mitaciones con los que la realidad nos
oprime y aliena.
Pensarnos como seres que aportan
al cambio climático es un proceso que
empieza casa adentro. Tener esperanza en
que podamos ser agentes del cambio cli-
mático, quizás significa primero que uno
debe migrar de sí mismo para continuar
siendo quien es. Entonces, será posible
que la poética de la vida germine en pro-
cesos hondos para todos.
Textos y contextos Nº 19
Noviembre 2019 - Abril 2020 41
La migración como metáfora de la existencia
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Textos y contextos Nº 19
42 Noviembre 2019 - Abril 2020
SOPHÍA YÁNEZ