través de medios y con objetivos variados,
que pueden estar orientados a fomentar
el sentimiento nacionalista o a “reforzar
el prestigio de un estado y sus símbolos
bajo todas sus formas: bandera, himno
nacional, condecoraciones, líderes (…)”
(Driencourt, 1964, p. 326). Asimismo, la
propaganda cumple hoy un papel de
constructor de identidad con la finalidad
de lograr la cohesión interna, proyectada
en imaginarios sociales colectivos. De
hecho, resulta difícil pensar en otra forma
de construcción identitaria que no sea a
través de la comunicación en general, y de
la comunicación política en particular.
Así, podemos entender la propa-
ganda política de la actualidad como un
instrumento de los diferentes regímenes
políticos para consolidarse. “La propa-
ganda se convierte para él (el Estado) en
una necesidad absoluta, que condiciona
su supervivencia” (Driencourt, 1964, p.
328). Entonces, la propaganda política
no sólo participa de la democracia, sino
que es imprescindible para su manteni-
miento.
Jacques Driencourt (1964), afirma
que “la propaganda es una técnica para
obtener adhesión” (p. 44) y además cree
que “puede ser intencionada o incons-
ciente” (p. 49). De esta manera, el autor
se separa de las teorías de otros, como Pi-
neda, que creen que en política, al hacer
propaganda, nada es fortuito, sino que
cada acción responde a intereses. Sin em-
bargo, el autor es consciente de la necesi-
dad de las organizaciones hegemónicas de
perpetuar y consolidar su poder, por lo
que afirma que, para cualquier sociedad,
frente a la propaganda, “es inútil suble-
varse y sería infantil negar su existencia.”
(Driencourt, 1964, p. 51)
Como parte de la democracia, la
propaganda resulta especialmente visible
en los periodos electorales. En este caso,
la intención es persuadir a los receptores
para que actúen de acuerdo con los inte-
reses del emisor, es decir, que los voten
favorablemente. Como afirma Ana Belén
Campillo (2013), la propaganda electoral
cumple funciones de “información y
adoctrinamiento”, ya que expone sus
principios ideológicos y sus propuestas de
trabajo, al mismo tiempo que manipula
para convencer al electorado.
La propaganda electoral, además,
juega siempre a contrarreloj. Normal-
mente, las campañas para períodos de
elecciones son limitadas, por lo que la ra-
pidez para convencer y manipular juegan
un papel fundamental. Así, observamos
que ésta debe ser lo suficientemente só-
lida como para posicionarse en un
tiempo corto, pero también debe tener la
capacidad de adaptarse a la coyuntura;
es decir, conforme se obtengan resulta-
dos de sondeos, fortalecer el mensaje o
cambiarlo, según las necesidades. (Cam-
pillo, 2013)
Asimismo, la propaganda electoral,
habitualmente, se construye alrededor de
la contra propaganda. Mario Herreros
(1989) explica que los candidatos, aparte
de reforzar sus propuestas y su imagen,
deben oponerse a las de sus adversarios y
ser críticos frente a ellos. Esto, además de
dar mayor relevancia a su discurso, cons-
truye una imagen de líder clásico, dis-
puesto a luchar. No obstante, esto no
implica necesariamente utilizar una téc-
nica de confrontación, sino hacer sobre-
salir las ideas propias sobre las ajenas
(Capdevila Gómez, 2014). En época elec-
toral, es indispensable que el líder que va
a ser protagonista en la propaganda
cuente con simpatía que le faciliten la
convicción y la manipulación. Esto, ade-
más de fortalecer su imagen de liderazgo,
Textos y contextos Nº 19
112 • Noviembre 2019 - Abril 2020
MARÍA ELENA PÉREZ