Textos y contextos Nº 20
Mayo 2020 - Octubre 2020 153
Periodismo digital y paz: ensayo sobre La Silla Vacía, Colombia
Un árbol en medio del mar
Buenos Aires: Baldíos en la lengua • 66 páginas
Pablo Duca • 2019
DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i20.2159
Un árbol en medio del mar, imagen imposible, quién dice, im-
presionista de la fortaleza, de la vida que resiste a la intemperie, es
el nombre del poemario de Pablo Duca. Así como los árboles mueren
de pie, frente a la tormenta que será el desamor, el yo lírico perma-
nece erguido espejándose en este naranjo, limonero -quizás aromá-
tico- decorado con las flores de la nostalgia. Cada página extiende
un dulce aroma “ahora no los olfatees, desplegalos como si fuesen
cartas”.
El movimiento consiste en trasladar hacia los poemas esa conver-
sación íntima del amante que narra su vida. Entonces, leemos las desa-
venencias de los antepasados, los recuerdos de la niñez, su relación con
la familia, una particular visión de la naturaleza totalizadora. “Se desarma,
claro. / Todo finalmente se desarma”. Y a pesar de concluir finalmente en
la ausencia, en una vuelta lúcida hacia lo terrenal, el tema de los versos
no es tanto el desamor, sino la ternura que el cariño va construyendo a dos voces: aquella que cuenta, aquella
que escucha; hasta levantar este frondoso árbol. El amor parece embeberlo todo, reflejarse en cada detalle
del mundo que actúa como espejo de este sentimiento “Por eso, cuando te veo reír a carcajadas / y parece
que vas a explotar / de una belleza casi ahogada, / siento que te debo tanto, tanto (…)”
Son siete los momentos o partes que dividen los poemas, los tonos, las vueltas del afecto. Estas
siete partes están vertebradas a partir de una escena: un hombre frente a un dibujo en una mesa con dos
copas de vino.Tomo el dibujo desde las dos esquinas superiores / y dejo escapar mis ganas de verte/ caen
como una témpera líquida/ que dibuja un rostro/ en el medio de la hoja. El yo lírico irá dialogando con
este dibujo, lo toma entre sus manos, lo arruga, incluso, lo mete dentro de una licuadora en un intento
por extender el límite de las posibilidades de la representación. Así también, por momentos beberá de
una copa de vino en solitario, por momentos la amante estará a su lado, por momentos recordará sus
manos señalando la cantidad de vino deseada. La lectura, entonces, se configura como trayecto, como re-
corrido de un canto que consigue con dulzura atravesar la tristeza por un amor que ya no es, por un pasado
que se lo lleva el tiempo.
“Si creés en los milagros, / te caerá una lágrima / y la flor responderá / con un suspiro breve: /el azar
no es amor, /el amor es azahar”.
En conclusión, la sensibilidad de la vida cotidiana cobra espesor en los poemas de Duca que se leen
como cartas a recitar en la intimidad del afecto. Recomiendo una lectura a consciencia de los versos que en-
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SANDRA SÁNCHEZ LÓPEZ • SILVIA GÓMEZ MONTERO
trelazándose nos narran una historia de desamor, con una mirada dulce ante los reveses de nada menos que
la vida misma. Cada pequeño gesto, entonces, se enaltece en la palabra.
Andrea Marone
Correo: andreacarlamarone@gmail.com