acuerdo con Estela Morales (2018) la pos-
verdad es el resultado de un modo plani-
ficado y deliberado de actuar para
beneficiarse de los efectos de la misma. La
posverdad procura fijarse mentalmente y
actuar en contextos y espacios acotados;
opera en realidades específicas en las que
el discurso se delimita, perfecciona y es-
cenifica junto con las emociones (p. 25).
El alcance que ha adquirido la pos-
verdad se debe, sobre todo, a las actuales
condiciones de producción y circulación
de la información a través de internet y de
manera particular de las redes sociales o,
como lo señala Clavero (2018):
quienes antes eran categorizados
como audiencia, hoy son nodos de genera-
ción y distribución de contenidos e informa-
ción relevante para sus contactos. Para
comprender la posverdad, resulta perti-
nente plantearse las condiciones actuales de
producción de las noticias, que ya no están
en manos solo de profesionales, sino tam-
bién de cualquier persona, incluso de una
machine (p.178).
De tal manera que la forma tradicio-
nal de consumo de información y noticias
ha sido desplazada por las redes sociales
que han pasado a ser hegemónicas. Para
enero de 2019, según datos del Global Di-
gital, elaborado por We Are Social y Hoot-
suiteen, en Ecuador el uso de internet
alcanzó un 79%, es decir, 13.4 millones de
usuarios, de los cuales 12 millones nave-
garon en alguna red social, y el dispositivo
preferido fue el teléfono celular, con un
total de 11 millones de usuarios.
En este punto es importante señalar
que existen muchos filtros en internet que
impiden que puntos de vista en conflicto
con los nuestros sean de nuestro conoci-
miento. De esa manera nos aíslan en
nuestra propia burbuja de información.
Eli Pariser (2017) los denomina filtros
burbuja, que obstaculizan el acceso a la
información que puede contradecir o am-
pliar nuestra visión del mundo, de tal
suerte que la exposición a un limitado
contenido informativo hace que la gente
crea que sus ideas coinciden con la visión
dominante.
De hecho, Google rastrea entre más
de 57 variables (por ejemplo, marca del or-
denador desde el que se accede, ubicación,
software utilizado, etc.) para determinar los
resultados de búsqueda que serán más re-
levantes para cada persona. Con todos estos
datos, personaliza el contenido que muestra
a cada usuario. A los filtros burbuja se unen
las cámaras de resonancia (echo chambers),
en las que la información, las ideas o creen-
cias son amplificadas por transmisión y re-
petición en un sistema cerrado donde las
visiones diferentes o alternativas se descar-
tan o se representan de forma minoritaria.
Así, los ciudadanos terminan consumiendo
noticias ajustadas a su modo de pensar
(Fernández 2017. p. 68).
Pero este contenido personalizado
y su respectiva viralización es el resultado
de algoritmos, que deciden el orden de las
noticias y determinan las tendencias, sin
necesariamente establecer que la infor-
mación sea verdadera o falsa.
De ahí que, a decir de Ramoneda,
citada por Morales (2018) “los modos y la
capacidad de propagación de los mensa-
jes (entre el monopolio de unos pocos y la
jungla de las redes sociales) convierten en
completamente ineficaces los viejos pro-
tocolos de la razón crítica y de la evalua-
ción de la verdad de los mensajes, siendo
el periodismo la primera víctima de ello”
(p. 16 y 17).
La emocionalidad va a prevalecer,
así como la información que congenia con
ciertas posturas ideológicas. En Facebook
importa más el usuario que comparte la
noticias que la fuente de la misma, según
Textos y contextos Nº 20
Mayo 2020 - Octubre 2020 • 67
Noticias falsas y la construcción de relatos agnológicos…