también significa violada e infringida. La
voz poética presenta el cuerpo de mujeres
trabajando como peonas, en los cañavera-
les, en el servicio doméstico, junto a sus
patronas, envueltas en condiciones de ex-
trema violencia, pues “para ella no hay
protección, aunque se halle embarazada”
(Chiriboga, 1999, p. 31).
Pero la subjetividad de la esclava al-
canza otros matices en el poema. La
mujer negra es deseada por el patrón y, en
el mismo sentido, es repudiada por su
ama quien “una querella le achaca por lo
de la cama”. Apetecida y odiada es revic-
timizada una y otra vez: “La patrona la
maltrata y alguna ocasión la ata, para ella
no hay protección” (Chiriboga, 1999, p.
32). La esclava es violentada a causa de su
color, que la sitúa en el último eslabón del
orden social, y por su sexo: cuando joven,
“la belleza de la negra es gama”; y de
adulta, es “maravilla su sazón”. Por eso,
“no tiene quien la reemplace, aunque se
halle embarazada”, dice la voz poética que
resalta, en el fondo de la escena de violen-
cia, la belleza de la mujer negra y su arte
culinario. Belleza, embarazo, cocina, son
conceptos asociados a la feminidad que se
particularizan en la violencia hacia las
mujeres negras.
En este punto, es preciso incorpo-
rar, como perspectiva de análisis, el femi-
nismo decolonial y la interseccionalidad,
que centran su atención en el carácter es-
pecífico de la violencia de género, de raza
y de clase, que no puede “subsumirse en
las características universalizantes de la
lucha contra la violencia hacia las muje-
res” (Crenshaw Kimberlé en Benthouami,
2016, p. 98). Como peona, la mujer traba-
jaba en los cañaverales en la misma con-
dición de deshumanización de los
esclavos, pero, además, como sirvienta de
las familias blancas era “normalmente”
violada por el dueño de la hacienda. Aun-
que él la obliga y le ordena, ella carga con
la “culpa” y paga por ella. Por eso,
“cuando atiende a su ama, se agrava su
mala estrella”, expresa la voz lírica. Se
trata, por lo tanto, de analizar “el carácter
acumulativo de violencias” donde el gé-
nero, la raza y la clase se presentan como
categorías “históricamente imbricadas”,
es decir que son cogeneradas (Bent-
houami, 2016, p. 99).
Hay, además del anterior y para dar
inicio a la segunda parte, dos poemas se-
guidos que presentan, en primer lugar, la
figura de la esclava Jonatás y, posterior-
mente, la de su ama Manuela Sáenz. Jo-
natás es presentada como la heroína de la
“Gran Colombia unida”. En su condición
de esclava es portadora del ideario de li-
bertad al hacer “que su gran Manuela en-
tienda, que el negro esclavo con rienda,
tenía trato humillante, brutal delito fla-
grante, por el dueño de la hacienda (Chi-
riboga, 1999, p. 52). La representación de
la esclava, como portadora del ideario de
la independencia latinoamericana y de la
liberación de los esclavos, cumple el pro-
pósito de insertar la acción de la mujer
negra como agente de la historia pues “ac-
tuar, en su sentido más general, significa
tomar una iniciativa, comenzar”, “poner
algo en movimiento”, como asegura
Arendt (2003, p. 201).
Tal es el gesto de Chiriboga, escri-
tora negra que, al develar una realidad que
ha estado siempre presente, aunque invi-
sibilizada, pugna por reescribir la historia
de la independencia latinoamericana,
desde la subjetividad de los otros, las mi-
norías representadas en la imagen de Jo-
natás, quien “salvó a Bolívar la vida, pues
estaba convencida, que al negro libertaría”
(Chiriboga, 1999, p. 53). Sabemos que la
libertad fue la esperanza que vislumbró la
Textos y contextos Nº 20
114 • Mayo 2020 - Octubre 2020
SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA