Textos y contextos Nº 20
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Periodismo digital y paz: ensayo sobre La Silla Vacía, Colombia
Luz Argentina Chiriboga, la escritora
afro de la literatura ecuatoriana:
el Palenque, lugar para la resistencia
Luz Argentina Chiriboga, the afro ecuadorian writer:
the Palenque, the resistance place
Sandra Elizabeth Carbajal García
Cursa estudios de doctorado en Literatura y Estudios Críticos en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina); Magíster en Literatura
Hispanoamericana y Ecuatoriana; Magíster en Educación Superior; Licenciada en Ciencias de la Educación. Tiene experiencia docente
en Educación Superior, en asignaturas como: Didáctica del Español, Semántica y Léxico, Sociolingüística, Gramática del Español, entre
otras. Ha trabajado en el desarrollo de proyectos educativos y en la producción de textos académicos y literarios.
Correo: secarbajal@uce.edu.ec
Resumen
Argentina Chiriboga es la escritora afro de la literatura ecuatoriana, cuya obra ocupa un lugar destacable, con impacto internacional.
En la primera parte, con énfasis en los estudios poscoloniales, se introduce la figura de la autora y su “acción” escritural para, poste-
riormente, hacer un recorrido interpretativo por Palenque, obra poética compuesta por un conjunto de décimas que rememoran la
historia y tradición de los pueblos afroamericanos. Finalmente, se analiza la figura de la mujer negra como sujeto político, su acción
y resistencia.
Palabras clave: literatura afro, Argentina Chiriboga, género, raza, estudios decoloniales.
Abstract
Argentina Chiriboga is the afro ecuadorian writer, whose work occupies a prominent place, with international impact. In the first part,
with emphasis on postcolonial studies, the author's figure and her scriptural “action” are introduced to make an interpretations of
Palenque, a poetic work that recall the history and tradition of the African-American peoples. Finally, we analyze the figure of the
black woman as a political subject, her action and her resistance.
Keywords: afro literature, Argentina Chiriboga, gender, race, decolonial studies.
Recibido: 25-02-2020 • Aprobado: 30-03-2020
DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i20.2174
1 Este artículo es resultado del proyecto de investigación semilla titulado “Patriarcado en la literatura ecuatoriana: historia de vida de
Luz Argentina Chiriboga”, Universidad Central del Ecuador, Dirección de Investigación. El estudio crítico que se presenta está comple-
mentado por datos obtenidos de las entrevistas efectuadas a la autora.
La acción escritural de la autora
en el contexto social
Argentina Chiriboga (Esmeraldas,
1940), escritora afroecuatoriana, inicia su
actividad escritural, de manera oficial, a
partir de la última década del siglo XX,
cuando, en 1991, publica su primera no-
vela, Bajo la piel de los tambores. Argen-
tina, que siempre se sintió cautivada por
el mundo de las letras, había producido,
antes de los 90, unas cuantas obras poé-
ticas y narrativas, de calidad artística
2
,
que jamás salieron a la luz pública debido,
principalmente, a las dificultades familia-
res y sociales que atravesaban las mujeres
que procuraban incursionar en el ámbito
público. Eso explica que Argentina tu-
viera que esperar tanto tiempo, a la edad
de 50 años, para emprender, de manera
notoria, su propio proyecto escritural,
pues durante casi tres décadas se había
dedicado, principalmente, al cuidado del
hogar y a apoyar la carrera de su esposo,
el célebre escritor Nelson Estupiñán
Bass
3
, nominado al Nobel de Literatura,
con quien estuvo casada desde sus 22
años.
Con este antecedente se explica que
Argentina Chiriboga, una vez que inició
su carrera literaria, nunca más dejó de es-
cribir. Su actividad continúa hasta hoy
pues, actualmente, se encuentra prepa-
rando la publicación de dos novelas que
incrementarán su ya nutrida obra litera-
ria. Chiriboga, que se reconoce como
mujer negra, es la representante afro de
la literatura ecuatoriana porque ha con-
sagrado su vida a las letras y ha hecho de
la palabra su experiencia vital. La litera-
tura le ha permitido comprender los con-
flictos sociales y la ha autorizado a
expresar la magia y la belleza del universo
heredado de su raíz africana. Su produc-
ción, que es multifacética en cuanto a los
motivos, trama, personajes y otros ele-
mentos, aporta entornos narrativos para
la problematización de categorías como el
género, la raza, la clase, las identidades,
el cuerpo, y más, desde un enfoque femi-
nista y poscolonial.
Los estudios poscoloniales, como
“movimiento teórico indisociable de las
luchas contra las discriminaciones”, que
muestran, siguiendo a Bentouhami (2016,
p. 13), “que las idealidades son siempre
producciones ligadas a las condiciones de
existencia de los individuos”, en este caso
de los sujetos con asignación de género y
de raza, y que permiten reflexionar en la
producción del sentido, desde una “pro-
pia posición de enunciación”, constituyen
el marco teórico para la comprensión del
fenómeno de las minorías en el caso ecua-
toriano. Todo esto en un momento clave
de la historia del pensamiento regional y
local, que tiene que ver con la emergencia
de enfoques teóricos orientados a la resig-
nificación cultural e histórica, cuando los
derechos de las minorías y problemas
como el racismo, la multiculturalidad, el
género, entre otros, son incorporados al
debate político.
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SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA
2 Sobre la actividad escritural que Argentina desarrollaba en su entorno familiar, es decir, a la sombra de la luz pública, la autora comenta
que cuando le leyó su primer cuento creado a su esposo, sin confesarle que era de su autoría, él le comentó: “Ese cuento me parece que
es de Edgar Allan Poe”. La palabra legitimadora del escritor la animó a continuar escribiendo.
3 En Este largo camino (1994), memoria escrita por Nelson Estupiñán, el escritor afirma que Argentina “Ha sido, y es, colaboradora efi-
ciente y entusiasta de mi quehacer literario, a tal punto que puedo declarar: He llegado hasta aquí porque avancé apoyado en sus brazos
y estimulado por sus voces” (p. 224-225).
Los 90, en la historia ecuatoriana,
nos remiten a un tiempo de aguda crisis
política y de desestabilización guberna-
mental, que constituye el contexto para el
resurgimiento de varios colectivos socia-
les, donde se inscriben las luchas empren-
didas por los pueblos afroecuatorianos
que, por esos años, empiezan a conseguir
reconocimiento político. En ese pano-
rama, la emergencia de la palabra de Ar-
gentina en la literatura ecuatoriana marca
un comienzo: voz femenina que, desde los
márgenes, enuncia una realidad, la de la
mujer afroecuatoriana y la de su raza.
Dice Hannah Arendt que lo desco-
nocido envuelve la idea de novedad y de
comienzo, puesto que se responde al
mundo “comenzando algo nuevo por
nuestra propia iniciativa” (2003, p. 207).
Tal es la acción que emprende Chiriboga
cuando decide romper por fin el silencio
y narrar, desde su propia “experiencia”,
las condiciones de vida de la mujer y de
su pueblo afro. La autora, como agente
del discurso, irrumpe con su voz en los
círculos literarios y hace de la palabra su
espacio de acción, porque “actuar, en su
sentido más general, significa tomar una
iniciativa, (…), poner algo en movi-
miento” (Arendt, 2003, p. 207). Argen-
tina ha entendido muy bien que su
movimiento, su acción, radica en la pala-
bra, “porque ninguna otra realización hu-
mana requiere el discurso en la misma
medida que la acción” (Arendt, 2003, p.
208). Por eso, la producción de Argentina
Chiriboga, que es profusa en sus textos y
enfoques, y renovadora en la configura-
ción de los elementos narrativos, ostenta
un lugar meritorio en la literatura ecuato-
riana, con impacto a nivel internacional.
Sus obras publicadas, que suman un
aproximado de treinta, comprenden ocho
novelas, ocho libros de poesía, tres obras
de cuentos, nueve ensayos, un drama y
dos libros sobre temas literarios
4
.
Argentina representa la voz de la
mujer afro porque su lugar de enuncia-
ción es el de “quien” ha vivido (el yo,
como sujeto del discurso), en carne pro-
pia, variadas formas de dominación como
son el género, la raza, la clase, tal como la
autora testimonia en varias entrevistas
que le han realizado en el país y en el ex-
terior. Alejandra Oberti, que inscribe sus
investigaciones en los relatos del pasado
reciente, comprendido en el lapso de la
segunda mitad del siglo XX, hace énfasis
en la marca de lo testimonial como pasaje
para la comprensión de la violencia polí-
tica (2009, p.6). La crítica describe los 90
como el tiempo de los “otros relatos”,
pues en ese contexto surgen otras voces,
“más politizadas y diversas” (2009, p. 2).
En la producción de Argentina Chiriboga,
que porta dicha marca de lo testimonial,
se percibe la propia experiencia de la au-
tora como mujer negra sumida en condi-
ciones de violencia y de odio racial.
Desafiar el problema de la domina-
ción y la violencia constituye, en el marco
político del feminismo, la acción que em-
prende la autora para contribuir a la im-
plementación de una cultura de igualdad
en Ecuador y en el mundo. Por eso, su
obra literaria transciende las fronteras
nacionales: novelas como Bajo la piel de
los tambores (1991), Jonatás y Manuela
(1994), En la noche del viernes (1997),
entre otras, han sido traducidas a otros
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Luz Argentina Chiriboga, la escritora afro de la literatura…
4 Hay datos publicados en reportajes periodísticos que señalan como cuarenta obras publicadas, sin embargo, son treinta las que he
podido rastrear hasta el momento.
idiomas y son estudiadas en la academia
norteamericana, europea y africana. En
las entrevistas realizadas a la autora, ella
insiste en “el sentimiento soterrado de
odio” que existe hacia los negros y en la
necesidad de aceptar las diferencias como
medio para alcanzar una sana convivencia
en la sociedad.
Mi obra es una toma de consciencia
histórica y social de negritud, vibra con
mitos, leyendas, canciones, danzas, y enlaza
con ternura el pasado con el presente. En el
Ecuador no se ha superado del todo aquel
sentimiento soterrado de odio contra las
personas que están fuera del conglomerado
blanco, porque las encuentran diferentes y
débiles. Para justificar su sentimiento lo dis-
frazan atribuyéndoles defectos: crueldad,
ociosidad, resentimiento, atraso, traición,
etc. Los programas de educación impartidos
en los jardines de infantes, escuelas y cole-
gios no enseñan los valores de la cultura
afroecuatoriana, y lo que no se conoce no se
ama (López y Da Cunha, 2000, p. 274).
¿Cómo hacer conciencia social a
partir de la violencia acumulada que ha
sufrido la mujer afroecuatoriana? En la
obra de Argentina, la voz femenina pro-
clama los valores de la América mestiza y
denuncia las condiciones de vida en que
viven los pueblos afro, específicamente
las mujeres. Sus novelas recuperan he-
chos históricos como los procesos de in-
dependencia, en Jonatás y Manuela; la
revolución liberal alfarista, en La nariz del
diablo; la época de los Gran Cacao, en En
la noche del viernes; la influencia de la
revolución cubana, en Bajo la piel de los
tambores, entre otros hechos importan-
tes de la historia latinoamericana y ecua-
toriana. Son sucesos narrados desde el
lugar de enunciación de la mujer afroe-
cuatoriana, desarraigada de su África
natal y condenada a subsistir en el sis-
tema de violencia y de deshumanización
que significó la era de la esclavitud.
La esclava está maltratada,
trabaja en la plantación,
para ella no hay protección
aunque se halle embarazada
(Chiriboga, 1999, p. 31)
Se trata de dirigir otra mirada a la
historia ecuatoriana para, al rememorar
el pasado de la esclavitud, cuestionar la
historia oficial, interpelar el proyecto de
construcción de la nación ecuatoriana y
testificar la experiencia del afroecuato-
riano como sujeto excluido del orden po-
lítico y social. Tal es el sentido que alcanza
la acción que emprende la autora para rei-
vindicar los derechos humanos de su raza,
y específicamente los de la mujer.
Palenque: lugar de rebeldía y de libertad
Palenque (1999) es una obra poé-
tica de la escritora ecuatoriana Luz Ar-
gentina Chiriboga, compuesta por un
conjunto de décimas (treinta y uno) que
rememoran la historia, tradición y las
condiciones acumulativas de violencia
que han vivido los pueblos afroamerica-
nos. La décima es un tipo de composición
poética que, conforme a su evolución his-
tórica, presenta diversas estructuras
según el tiempo, el lugar y el grupo social
donde se introduce. Como parte de la tra-
dición afro, la décima exalta los atributos
y la cultura del pueblo, así como el pro-
ceso de racialización
5
, la historia de la
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SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA
4 Hay datos publicados en reportajes periodísticos que señalan como cuarenta obras publicadas, sin embargo, son treinta las que he
podido rastrear hasta el momento.
opresión y el anhelo de incorporación de
su gente, lo que se manifiesta en la com-
posición poética de Chiriboga.
“El papá de mi papá anda dentro de
mis venas”, dice la voz poética femenina
al rememorar “La herencia” del pueblo
afro, tal como se advierte en el poema que
da inicio a la primera parte y que “afirma
la creencia de una nueva esclavitud” que
se expande “en toda su latitud” (Chiri-
boga, 1999, p. 14). La memoria es el pai-
saje por donde transita la voz poética para
revivir el tiempo de la infancia y de la ado-
lescencia. El conjunto de rasgos cultura-
les, y también fisonómicos, son
trasmitidos por los abuelos quienes “ex-
hortan a la juventud” y la “aconsejan con
tino”. La figura del abuelo está siempre
presente: él es el amparo, el abrazo y la
oración “para que viva sin penas”; así de-
clara la voz poética: “Él a mí me vio nacer,
y me tuvo en su regazo, me dio más de un
abrazo, feliz porque fui mujer” (Chiri-
boga, 1999, p. 14).
De origen europeo, la décima fue
introducida a la vida de los pueblos ne-
gros como producto del proceso de acul-
turación impuesto a sus comunidades
durante el período de la esclavitud. Ana
María Kleymeyer sostiene que “mientras
los esclavos empezaron a adoptar el len-
guaje impuesto y los estilos de vida de sus
amos españoles, también empezaron a
desarrollar un conjunto de rasgos y cos-
tumbres propios
6
(2000, p. 86). En la dé-
cima cultivada por los pueblos afro se
conjuga, por lo tanto, la experiencia del
desarraigo y la herencia endémica de la
negritud, con sus saberes y sentidos pro-
pios. En las décimas escritas por Chiri-
boga se fusionan ritos, saberes y cotidia-
nidades propias de la memoria colectiva,
porque dice David Andrade que la décima
es “esa forma de hacer poesía desde lo
más íntimo de la cultura popular afroa-
mericana” (Chiriboga, 1999, p. 5).
El título de la obra poética alude a
la libertad y a la rebeldía de los esclavos
que “escapaban de sus lugares de trabajo
y formaban una comunidad de esclavos
cimarrones llamados palenques” (Kley-
meyer, 2000, p. 89). Argentina Chiriboga
considera el palenque como el lugar de la
libertad a donde “el cimarrón, el negro, ya
cansado de su esclavitud, huía” (Watson,
2004, p. 34). La décima titulada “Palen-
que”, con la que concluye la primera
parte, exalta la resistencia y el ideario de
libertad del esclavo, así como la fraterni-
dad que caracterizó a estos “cuarteles”
donde el negro (y la mujer negra, aclara
Argentina en la entrevista efectuada por
Watson) deserta de la cultura impuesta
por el amo (“abandonó el rosario”, dice la
voz poética) y lucha por afianzarse en sus
propias tradiciones traídas desde su
África natal. En esos “territorios sobera-
nos” se forjó una hermandad, idea de una
identidad africana, que aunó el anhelo de
libertad de hombres y mujeres de “una y
otra altitud”, ya que los esclavos prove-
nían de diferentes pueblos y hablaban di-
versas lenguas.
Sabemos que estas comunidades se
encontraban organizadas y armadas
como medio de defensa y de combate
frente a la constante amenaza de perder
su libertad, y conocemos también que
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6 Ana María Kleymeyer sostiene que durante la etapa de la esclavitud se sentaron las bases para la incorporación de la décima a la cultura
de los pueblos afro, “aunque no hay pruebas materiales de que la décima fuera adquirida por los negros en estas condiciones” (p.86).
estos “territorios soberanos”, como los
llama la poeta, se constituyeron en el es-
pacio de libertad que les permitió recupe-
rar prácticas culturales que, bajo la
potestad del amo, habían tenido que re-
primir durante mucho tiempo. Si bien,
durante la época colonial, existieron otros
mecanismos de liberación de los esclavos
(a través de la compra de su libertad o por
la manumisión que les otorgaban sus
amos, principalmente), el palenque re-
presentaba la forma más extendida y or-
ganizada que tenían, los antiguos
esclavos, para preservar no solamente sus
vidas sino también su cultura. He ahí, el
sentido de “palenque” en la obra poética
de Chiriboga, cuya acción escritural posi-
bilita una mirada al pasado, pero desde
otra perspectiva.
En la obra se advierte, además de la
voz femenina emisora que subyace en los
poemas, diversas representaciones de
mujeres inmersas en su propia realidad,
como la esclava que trabaja en la planta-
ción “aunque se halle embarazada”, o
como “la reina de la casa” que para todo
busca la solución. Mujeres como Jonatás,
Manuela Sáenz, Sor Inés de la Cruz, la
madre, y otras figuras femeninas, son
también protagonistas de esa historia que
se vislumbra: ellas son sujetos autóno-
mos que, inmersas en sus propias condi-
ciones históricas, develan una acción
cuya transcendencia es importante reme-
morar. Dice Hannah Arendt que “reeva-
luamos la realidad a través del
pensamiento y el recuerdo” (2016, p. 41).
Por eso Palenque, que pone de manifiesto
(expone públicamente) las condiciones
de vida de la población negra, nos per-
mite volver la mirada al pasado, para ree-
valuar nuestra historia, para comprender
esa “gran rebelión” del pueblo y de sus
mujeres, pues “el palenque es la esencia,
de toda la africanía, que luchó con valen-
tía, por su justa independencia” (Chiri-
boga, 1999, 48).
Tal es el sentido que alcanza esta
obra poética de Argentina Chiriboga, que
se inscribe en su proyecto estético-polí-
tico de conmemoración de la tradición de
los pueblos afro. En el sentido de “conme-
morar” está presente la acción, por parte
de la autora, de valorar los hechos, ritos,
costumbres y vida de su pueblo, elemen-
tos simbólicos que se concretizan en su
poemario, porque “un acontecimiento no
se vuelve eterno directamente al ser re-
cordado, pero este recuerdo lo prepara
para su potencial inmortalidad, que podrá
ser alcanzada a través de la objetivación
artística (Arendt, 2016, p. 42). Françoise
Collin, por su parte, enfatiza en el poder
que alcanza la experiencia de la mujer
cuando es socializada: “Al exteriorizar su
experiencia, inscribiéndola en objetos
simbólicos –y para empezar en su dis-
curso–, mediatiza su aportación, la obje-
tiva y la deja en herencia para ser
interpretada” (Collin, 2006, p. 111). Así,
se plantea el vínculo entre memoria y ex-
periencia, entre palabra y poder, entre
discurso y acción.
Lo que es digno de rememorar, el
tambor, la travesía, la marimba y la ca-
rimba, el canto a América, es decir, todo
lo concerniente a la negritud, es el
mundo simbólico que se materializa y se
reevalúa en esta poesía, porque afirma
Arendt que “esta reevaluación permite
detener y objetivar lo intangible, es decir,
los acontecimientos y las gestas, las pa-
labras y las historias” (Arendt, 2016, p.
42). Ese es el sentido de rememorar la
décima como parte de la identidad y de
la tradición del pueblo esmeraldeño, que
se inscribe como agente de nuestra his-
toria ecuatoriana.
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SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA
La décima fue tan nuestra
que fraguó la identidad
de la esmeraldeñidad
y fue por eso Maestra.
Ella sigue siendo nuestra
décimas están naciendo,
la juventud va aprendiendo.
Yo pido mucha atención
y ruego la comprensión
a lo que estoy exponiendo
(Chiriboga, 1999, p. 9)
Palenque inicia con una composi-
ción, a manera de presentación, titulada
La Décima. La poeta presenta la tipología
poética de esta estructura literaria adju-
dicada a la gente afro-esmeraldeña y vin-
culada a la rima, al canto y a la alegría del
pueblo. Los versos recorren el recuerdo
de la infancia cuando la voz poética,
siendo una niña, mientras iba creciendo y
hasta que llegó a la “juventud amiga”,
tomó contacto con este tipo de expresión
literaria. Después brota la nostalgia por la
decadencia de esta tradición que “hoy so-
lloza en el desierto”, para finalizar con el
llamado a la juventud para que la recu-
pere como parte esencial de la identidad
del pueblo afroamericano, porque, dice la
voz poética, “ella sigue siendo nuestra”.
Después de esta presentación, la
obra está estructurada en tres partes. La
primera está dedicada a la herencia afri-
cana: la negritud, el tambor, la trata, la
travesía, la carimba, el palenque, entre
otros poemas. La segunda parte rinde tri-
buto a personajes célebres de la historia y
de la cultura afroamericana, como Jona-
tás, la esclava que luchó junto a Bolívar y
a Manuela Sáenz durante los movimien-
tos independentistas, como Nelson Man-
dela, el “buen hermano, entre hermanos
de verdad”, Sor Inés de la Cruz, “pionera
del feminismo”. La tercera parte presenta
motivos de sentido universal como Amé-
rica, el optimismo, la autoestima y la so-
lidaridad, entre otros. En toda la obra, re-
salta el énfasis feminista que atraviesa
toda la obra literaria de Chiriboga.
La mujer negra como sujeto político
Dice Hannah Arendt que “la acción,
hasta donde se compromete en establecer
y preservar los cuerpos políticos, crea la
condición para el recuerdo, esto es, para
la historia” (2003, p. 22). Me propongo,
en esta parte, abordar la representación
de la mujer negra como sujeto de agencia
política que, en paralelismo con la acción
escritural de Chiriboga, posibilite com-
prender la relación entre sexo y raza,
entre dominación e intimidad del cuerpo
femenino, entre el poder político del pa-
triarcado y la subordinación de la mujer.
Hourya Bentouhami – Molino se refiere a
la intimidad como “objeto de una captura,
en el sentido de una atención y de una vi-
gilancia por parte de las políticas colonia-
les, cuyos efectos continúan teniendo en
la actualidad un rol en la producción en
las relaciones sociales de sexo y de raza”
(2016, p. 85).
La décima titulada “La esclava” pre-
senta la imagen de la mujer negra en con-
dición de capturada, esclavizada a la
voluntad del amo: “Desde pequeña vio-
lada, por el dueño de la hacienda, la sos-
tuvo con la rienda, como bestia sojuzgada”
(Chiriboga, 1999, p. 32). En la relación se-
xual y racial entre amo y esclava, en la
imagen de la mujer negra como trabaja-
dora de la plantación, como cuerpo captu-
rado para la comercialización (“de
muchacha fui robada para luego ser com-
prada” dice la voz poética) se perfila el de-
signio de la mujer negra consignada como
cuerpo de explotación sexual y laboral,
como intimidad para ser “violentada”, que
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Luz Argentina Chiriboga, la escritora afro de la literatura…
también significa violada e infringida. La
voz poética presenta el cuerpo de mujeres
trabajando como peonas, en los cañavera-
les, en el servicio doméstico, junto a sus
patronas, envueltas en condiciones de ex-
trema violencia, pues “para ella no hay
protección, aunque se halle embarazada”
(Chiriboga, 1999, p. 31).
Pero la subjetividad de la esclava al-
canza otros matices en el poema. La
mujer negra es deseada por el patrón y, en
el mismo sentido, es repudiada por su
ama quien “una querella le achaca por lo
de la cama”. Apetecida y odiada es revic-
timizada una y otra vez: “La patrona la
maltrata y alguna ocasión la ata, para ella
no hay protección” (Chiriboga, 1999, p.
32). La esclava es violentada a causa de su
color, que la sitúa en el último eslabón del
orden social, y por su sexo: cuando joven,
“la belleza de la negra es gama”; y de
adulta, es “maravilla su sazón”. Por eso,
“no tiene quien la reemplace, aunque se
halle embarazada”, dice la voz poética que
resalta, en el fondo de la escena de violen-
cia, la belleza de la mujer negra y su arte
culinario. Belleza, embarazo, cocina, son
conceptos asociados a la feminidad que se
particularizan en la violencia hacia las
mujeres negras.
En este punto, es preciso incorpo-
rar, como perspectiva de análisis, el femi-
nismo decolonial y la interseccionalidad,
que centran su atención en el carácter es-
pecífico de la violencia de género, de raza
y de clase, que no puede “subsumirse en
las características universalizantes de la
lucha contra la violencia hacia las muje-
res” (Crenshaw Kimberlé en Benthouami,
2016, p. 98). Como peona, la mujer traba-
jaba en los cañaverales en la misma con-
dición de deshumanización de los
esclavos, pero, además, como sirvienta de
las familias blancas era “normalmente”
violada por el dueño de la hacienda. Aun-
que él la obliga y le ordena, ella carga con
la “culpa” y paga por ella. Por eso,
“cuando atiende a su ama, se agrava su
mala estrella”, expresa la voz lírica. Se
trata, por lo tanto, de analizar “el carácter
acumulativo de violencias” donde el gé-
nero, la raza y la clase se presentan como
categorías “históricamente imbricadas”,
es decir que son cogeneradas (Bent-
houami, 2016, p. 99).
Hay, además del anterior y para dar
inicio a la segunda parte, dos poemas se-
guidos que presentan, en primer lugar, la
figura de la esclava Jonatás y, posterior-
mente, la de su ama Manuela Sáenz. Jo-
natás es presentada como la heroína de la
“Gran Colombia unida”. En su condición
de esclava es portadora del ideario de li-
bertad al hacer “que su gran Manuela en-
tienda, que el negro esclavo con rienda,
tenía trato humillante, brutal delito fla-
grante, por el dueño de la hacienda (Chi-
riboga, 1999, p. 52). La representación de
la esclava, como portadora del ideario de
la independencia latinoamericana y de la
liberación de los esclavos, cumple el pro-
pósito de insertar la acción de la mujer
negra como agente de la historia pues “ac-
tuar, en su sentido más general, significa
tomar una iniciativa, comenzar”, “poner
algo en movimiento”, como asegura
Arendt (2003, p. 201).
Tal es el gesto de Chiriboga, escri-
tora negra que, al develar una realidad que
ha estado siempre presente, aunque invi-
sibilizada, pugna por reescribir la historia
de la independencia latinoamericana,
desde la subjetividad de los otros, las mi-
norías representadas en la imagen de Jo-
natás, quien “salvó a Bolívar la vida, pues
estaba convencida, que al negro libertaría”
(Chiriboga, 1999, p. 53). Sabemos que la
libertad fue la esperanza que vislumbró la
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SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA
lucha de muchos esclavos que, por volun-
tad propia, se unieron al ejército de Simón
Bolívar, libertad que, sin embargo, no los
alcanzó en el marco de la independencia
latinoamericana. La manumisión vendría
después, pero esa contienda, de hombres
y de mujeres negras que participaron en
las gestas libertarias, despejaba el camino
hacia su libertad. La realidad que vive Jo-
natás, la esclava, es develada para que Ma-
nuelita, su dueña, entre a la contienda.
Jonatás es revelación y Manuelita le-
yenda; ambas mujeres son idealistas de la
independencia.
Jonatás pronto la tornó
mujer de inmensa valía
que demostró valentía
y hasta cárcel soportó.
Esta esclava le quitó
a Manuelita la venda
para entrar en la contienda
llamada Liberación.
Ella fue revelación
y se volvió una leyenda
(Chiriboga, 1991, p. 52).
En el poema dedicado a Manuela
Sáenz, la voz lírica resalta su rebeldía e in-
teligencia como estratega de la “Revolu-
ción”, como es nombrada. Manuela
Revolución, “bella, sutil, rutilante”, repre-
senta la beligerancia de la mujer por cuya
sangre corre “Changó el de la africanía”,
lo que alude al origen negro de la heroína
ecuatoriana. El poema presenta a ambas
mujeres, Jonatás adelante de Manuela,
“fraguando la subversión”. Militancia fe-
menina sin la cual el ideario de la libertad
no hubiera sido alcanzado.
Hay otras figuras femeninas que re-
ciben tributo en las décimas de Chiriboga.
Sor Inés de la Cruz, con su voz diosificada
y con su mente sublimada, es pionera del
feminismo: “Disminuiste el machismo, al
luchar con valentía, y lograr un nuevo
día”. Su figura es exaltada “por ser ella
abanderada” de la causa feminista. La fi-
gura de la madre, que es recordada como
“ángel de la caridad”, protectora de los po-
bres y “fuente de bondad”, es también la
guerrera “que luchó con valentía” y que
“se levantó como un roble” para “servir a
la humanidad” (Chiriboga, 1999, p. 68).
En el poema “Soy la reina de la casa” surge
la imagen de la mujer cotidiana, la que or-
dena y dirige la casa, la que barre, encera,
lava y cose; la que es sirvienta del marido
y de los hijos, la que es violentada por un
hombre jodido que “por el más leve des-
cuido, pierde la respiración, y salta en
ebullición” (Chiriboga, 1999, p. 79). Pero
ella, que busca siempre solución, al final
del poema pugna por la liberación.
Barro, encero, lavo, coso,
salgo a comprar en la esquina,
encuentro allí a mi vecina
habla del quehacer tedioso.
Me invita a un día glorioso
No, debo hacer pan de casa
para mi suegra Tomasa.
Reitera la invitación,
la acepto, es liberación
en lucha a la pampa rasa
(Chiriboga, 1999, p. 80).
Otros personajes como Nelson
Mandela, el “Gran Africano” que dijo
“¡Basta al racismo!, que produce el
egoísmo, entre hermanos de verdad (Chi-
riboga, 1999, p. 58), o como Don Quijote,
que “con su enloquecimiento” “sueña en
curar el dolor de toda la humanidad”
(Chiriboga, 1999, p. 61), también inspiran
la poesía se Chiriboga. En la parte final
del poemario, las décimas se despliegan
hacia la fusión de los lazos y de la integra-
ción americana pues “Olvidar la diferen-
cia, pedimos con insistencia, a la hermana
blanquitud” (Chiriboga, 1999, 116), dice la
voz poética.
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Mayo 2020 - Octubre 2020 115
Luz Argentina Chiriboga, la escritora afro de la literatura…
Blanquitud y Negritud
desterremos el color
sembremos también amor
y ejemplo en la juventud.
Terminemos la inquietud
de injurias y de balazos,
intercambiemos abrazos
en pro de la humanidad.
Confiemos en la hermandad
para fundir buenos brazos
(Chiriboga, 1991, p. 117).
En conclusión, la palabra de Ar-
gentina Chiriboga, profusa y renova-
dora, tanto en los múltiples enfoques
como en la configuración de los elemen-
tos narrativos, que emerge en el con-
texto ecuatoriano de 1990, tiempo de
aguda crisis política y de resurgimiento
de los movimientos de los derechos hu-
manos, donde se inscriben las luchas
emprendidas por los pueblos negros,
marca un comienzo (idea de movi-
miento) que tiene que ver con la irrup-
ción de la voz femenina afro en la
literatura ecuatoriana. Voz autónoma
que, desde la propia “experiencia”, de-
nuncia el carácter acumulativo de vio-
lencias que envuelven la vida de las
mujeres afro y de su pueblo.
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SANDRA ELIZABETH CARBAJAL GARCÍA
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