Esta obra magna de la literatura andina parte de la honda he-
rida que persiste en nosotros como remanentes de lo que una vez fue
el Tahuantinsuyo. Desde el primer capítulo, El Fermento de la Pena,
se alerta al lector acerca de la profundidad histórica de la herida que
permanece viva en la conciencia de quienes reconocemos el legado
de nuestros antepasados y somos capaces de ahondar en las fisuras y
abismos que presupone el conocer en detalle la historia de los Túpac
Amaru.
En esta novela de corte histórico, que constituye un viaje a tra-
vés del tiempo (1572 a 1827) se despliega la vena poética de Omar
Aramayo, reconocido poeta peruano, oriundo del Puno, departamento
fronterizo con Bolivia, quien formó parte del grupo de los Orkopata
(movimiento literario que defendía las voces orales de los indígenas
quechuas y aymaras de los alrededores del lago Titicaca) y cuyo repre-
sentante más renombrado es Arturo Peralta, también conocido como Gamaliel Churata.
Los Túpac Amaru parte de una visión andina, cuya música, imágenes y visión mítica permean la
obra entera, como ocurre en Los ríos profundos, de José María Arguedas. Como hombre de letras consoli-
dado y buen puneño, Omar toma el toro de la escritura por las astas y eleva las imágenes poéticas sensibles,
en una suerte de danza, tal como sucede en la fiesta ritual del Yawarmayu, donde un toro, montado por
un cóndor, representa las fuerzas de la tierra, que se confrontan con las de la esfera celeste, representadas
por el ave príncipe de los Andes. Esta confrontación nos provee de dos fuerzas antagónicas que, sin em-
bargo, danzan en la evolución de la trama. Es un contrapunto necesario y armonioso el que está en la raíz
de la novela y la sostiene magistralmente con el aliento de un mago, conocedor profundo de la historia y
de la fuerza que las culturas orales quechua y aymara dan a la palabra.
En Los Túpac Amaru, Aramayo consolida una voz profundamente andina, reveladora de los rasgos
identitarios olvidados o vergonzantes para las castas altas en ese proceso que implicó la feudalidad y la
colonialidad de nuestros pueblos. En tal sentido, la obra parte de la muerte del primer Túpac Amaru, Inca
de Vilcabamba (1572) y termina en la muerte del segundo Túpac Amaru (1827), siempre remarcando la
mente colonial y la cepa misma de la violencia y de los prejuicios de clase, casta y desprecio racial. De otra
parte, la obra expone la problemática de la dinastía indígena de los Amaru, cuya persecución quizás puede
rastrearse en la etapa en que José Gabriel Túpac Amaru, líder que peleó por la propiedad de la tierra y a
favor de las voces diversas que constituían el crisol de la nación peruana.
Textos y contextos Nº 20
Mayo 2020 - Octubre 2020 • 147
Periodismo digital y paz: ensayo sobre La Silla Vacía, Colombia
https://doi.org/10.29166/tyc.v1i20.2253
Los Túpac Amaru 1572-1827
Lima: Sinco Editores • 736 páginas
Omar Aramayo • 2019