estaba en el centro hegemónico de la eco-
nomía, con lo cual se da una importante
migración india de la Sierra a la Costa. En
lo que respecta a la salud de las personas,
esto provocó que la población migrante
fuera atacada por enfermedades tropica-
les y respiratorias, como el paludismo, a
lo que se contrapone que la población cos-
teña habría generado con anterioridad al-
guna forma de resistencia, mas no la
serrana.
La población india de la Sierra no se
recuperó tan rápidamente, como sí ocu-
rrió en el siglo XVII (Alchon, 1996; Po-
wers, 1994). Para Alchon, las diversas
epidemias y desastres dificultaron que se
incrementara la población, lo que tam-
bién se relaciona con la depresión econó-
mica. Esta afirmación puede ser debatida
ya que la disminución de la población se-
rrana, así mismo, pudo deberse a la mi-
gración hacia la Costa (Aráuz, 1999).
Visto lo ocurrido en la Sierra y la
Costa, en lo que sí concuerdo con la his-
toriografía de la medicina colonial en la
Audiencia es que las personas recurrie-
ron, producto de la credibilidad y el
menor costo económico de sus prácticas
curativas, a diferentes practicantes de la
salud (Alchon, 1996; Estrella, 1980; Ha-
merly, 1973; Tapia, 2018)
4
. Empero, no
considero adecuado juzgar y generalizar a
las otras prácticas médicas como inco-
rrectas, debido a que falta estudiar, por
ejemplo, si la labor de la curandería puede
haber sido relevante y, muchas veces, efi-
caz para tratar las enfermedades de las
personas en ciudades y pueblos. Princi-
palmente en estos últimos lugares, donde
aún falta por averiguar si los médicos li-
cenciados no llegaban curar. Asimismo,
es probable que la proliferación de enfer-
medades no se debiera únicamente a de-
sastres naturales y epidemias, sino que se
debe tener en cuenta las condiciones so-
ciales y económicas que posibilitaron
dicha proliferación.
Para terminar esta sección, me pa-
rece problemático el uso de categorías y
dicotomías que tienden a generar fronte-
ras rígidas en el conocimiento médico,
algo que la reciente historiografía de la
medicina ha cuestionado (Crawford,
2016; Few, 2015; Go´mez, 2017; Ramírez,
2018; Schiebinger, 2017). En primer
lugar, tanto Estrella (1980, 2004) como
Alchon (1996) construyen interpretacio-
nes en donde la medicina nativa o abori-
gen se distancia de la medicina científica.
La medicina aborigen se replegaría a las
haciendas y pueblos aledaños y en ella
solamente influiría la religión católica.
Mientras que la medicina científica se
sustentaría en explicaciones racionales.
A esto se sumaría la medicina popular
que destacaba por su cercanía con la me-
dicina religiosa y científica, resaltando la
experiencia de los sangradores y barbe-
ros. Esto es discutible debido a que
Crawford y el mismo Estrella han de-
mostrado que las fronteras de la medi-
cina entre, por ejemplo, curanderos e
ilustrados fue difusa dado que aprehen-
dían mutuamente. Además, como se re-
gistra en fuentes de la época
5
, los
curanderos no se replegaban a los pue-
blos, pues migraban y aprehendían nue-
vos conocimientos.
Textos y contextos Nº 21
78 • Noviembre 2020 - Abril 2021
ALAN ERICK RODRÍGUEZ VALDIVIA
4 La historiografía de la medicina ha dejado en evidencia la confluencia de prácticas en el siglo XVIII y comienzos del XIX, en donde se
acumularon varias formas de conocimiento y tratamientos de enfermedades (Armus, 2002; Gänger, 2016; Warren, 2009, 2013).
5 Tanto en las acusaciones contra falsos médicos como hacia brujos, es frecuente leer que a muchos de ellos se les acusaba de forasteros
que se movían por ciudades y pueblos. Sin embargo, las acusaciones de los protomédicos son más exactas sobre la presencia de curan-
deros en Quito y Guayaquil. ANE, Fondo Corte Suprema, Serie Civiles y Serie Criminales.