y humanos. Carvajal pide replantear los
conceptos de hospitalidad y de intimidad
como parámetros y también accesos a una
poética de la existencia que nos permita
esquivar las miserias presentes en la exis-
tencia cotidiana. Por ello, habla de las exi-
gencias o del llamado que el arte y la
literatura plantea hacia nosotros como in-
terlocutores responsables de velar por el
sentido de lo más sagrado o, por lo
menos, por la sobrevivencia física. Cito:
el arte y la literatura se realiza una
apertura hacia la hospitalidad, que en nin-
gún caso es piadosa, sino exigente. Exige
nada menos que la fortaleza y la libertad
del artista y del receptor, en su pleno des-
pliegue en el momento de la creación y de
interpretación. Las grandes obras abren lí-
neas de fuga en que el ser humano, en su
más concentrada intimidad, descubre las
infinitas formas de existencia en la multi-
plicidad de mundos que crea la conviven-
cia humana, multiplicidad de lo que puede
participar cada individuo gracias a su li-
bertad. Esta apertura hacia la hospitali-
dad, y la libertad es lo que tienden a cerrar
los procesos de masificación de la cultura,
la espectacularidad y desvanecimiento de
la singularidad de la obra, su creación y su
recepción. Es decir, aquello que cierra la
hospitalidad y la libertad, la apelación exi-
gente de la obra, impide que se produzca
el acontecimiento artístico, poético. De lo
que se trata es de mantener la posibilidad
del acontecimiento poético, a contraco-
rriente de los efectos de masificación y di-
solución de la fortaleza ( Carvajal, 2006,
p.288-289).
Convendría, siguiendo el propósito
de este ensayo, mantener en mente los
conceptos intimidad y hospitalidad para
medir a los medios de comunicación en su
ejercicio usual de narrarnos la realidad a
conveniencia y siguiendo el diseño tra-
zado por intereses que escapan a nuestro
análisis.
Uno de los puntos más frágiles de la
divergencia es la tendencia a creer en si-
mulacros o a caer en el solipsismo. Ambos,
simulacro y solipsismo, se presentan como
dos conceptos que permiten entender
mejor la psicología de masas que acom-
paña el presente escenario de la pandemia.
Cito, respecto del concepto de simulacro,
la siguiente definición de Vásquez:
el concepto de simulacro –la noción
principal del pensador francés Jean Baudri-
llard (1929-2007) –como categoría que
puede proporcionar una herramienta adi-
cional para analizar y comprender la esté-
tica y el arte en la época que nuestro autor
determina como simulación total. No fue
Baudrillard quien “inventó” este concepto.
En la tradición francesa el simulacro entró
en el uso gracias a los textos de G. Bataille y
P. Klossowski; también G. Deleuze empren-
dió el análisis del antiguo “simulacrum”
(Vásquez Sanchez, 2008, p. 198).
Continuando por esta vía, la mito-
manía sería otra vertiente del autoengaño
o capacidad de aceptar los simulacros
como reales. Y en este terreno el ciuda-
dano común se siente a salvo si le siguen
entregando un falso sentido de seguridad
y comodidad que lo devuelva a las cir-
cunstancias pre pandemia, en donde, por
lo menos, era libre de escoger cuándo
salía de casa, conversaba con la vecina o
emprendía algún proyecto colectivo.
Simular que todo está normal o que
pronto volveremos a la normalidad no es
un camino viable para la mayor parte de
países latinoamericanos. Como tampoco
parece serlo seguir contándonos la fábula
o el cuento de hadas de la nación posible.
Tampoco el solipsismo es una solución, y
el personaje Emma Zunz de Borges se
quedaría corto, probablemente, si tuviera
que fraguar un final para la historia de
horror, en los campos de concentración
Textos y contextos Nº 22
Mayo 2021 - Octubre 2021 • 41
La divergencia entre medios de comunicación y poesía: Ecuador…