Textos y contextos Nº 21
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La imposibilidad de corregir la memoria: Insensatez de …
Moridor y otros poemas
México: Cinosargo/Mantra Ediciones • 101 páginas
Willy Gómez Migliaro • 2019
La poética del peruano Willy Gómez Migliaro, premio Lira de Oro
en Cuenca, presupone un compromiso con las letras y no la inmediatez
del acto de exorcismo. En Moridor y otros poemas, como en sus otras obras,
nos ofrece un lenguaje de capas superpuestas que desafían al lector que
busca un ingreso fácil al mundo de la poesía.
La escritura de Migliaro muestra la posesión de los espíritus ances-
trales que hablan de un tiempo cósmico que sostiene el ir y venir de las
palabras. En ese río cósmico, donde se encuentran pasado y presente, lo
cerrado y lo abierto, el goce y el dolor, como contrapuntos que dan cuerpo
al tinkuy de lo distinto, Gómez Migliaro apuesta por la complejidad de los
lenguajes que, como demonios de luz, lo habitan.
En una visión mesurada y circunscrita a las convenciones de la crí-
tica literaria, la mexicana Tania Favela Bustillo comenta acerca de los dis-
tintos estratos del lenguaje de la escritura del poeta peruano, ubicándolo
dentro de la tradición literaria peruana junto a figuras tutelares como César Vallejo, José María Arguedas y otros
escritores de la década de los 60, como Rodolfo Hinostroza y Antonio Cisneros.
Más allá de la descripción de la contraportada, llaman la atención tres poemas en los que el aura del
poeta condensa su silueta del ayer, del hoy y del siempre. Me refiero a los textos Cerrojo de Oro, Posesión y Vida
de Pájaro. En estos tres textos es posible sentir en profundidad la fragilidad y fortaleza que convergen en el mo-
mento poético que el escritor se augura a sí mismo.
En Cerrojo de Oro, por ejemplo, se acentúan la búsqueda por un sentido que es, no obstante, imposible
de aprehender. El mundo de las formas y las convenciones devuelven al poeta su lugar de “santo en el desierto”,
es decir, en un mundo cuyas formas brillan y, a la vez, nos sirven, nos atrapan y vuelven prisioneros. Se entra y
se sale “por entre barrotes de celdas con el diario de las mañanas”, el “hoy es un signo contradictorio” y “el ma-
ñana un suceso por donde se deslizará tu mirada. Así pues, el juego temporal entre el hoy, el mañana y el
pasado se disputan los planos de la atención para volverse el borde de la realidad posible.
De ello somos responsables todos, pues Gómez Migliaro nos dice: “Todos somos responsables de cui-
dar / un prado cuando se vaticina y se lee el diario”. Es el complejo instante desde el cual nos divorciamos del
lenguaje sagrado de la existencia lo que define la complejidad del acto de lectura, más allá de la superficie
del periódico.
En el poema La Posesión, el autor parecería, quizás sin darse cuenta y apostando a las verdades que ha-
blan desde la profundidad de las imágenes que nos poseen, sin que sepamos exactamente donde nace esta
fuerza misteriosa, vaticinar la proyección de su cuerpo físico hacia las alturas del pueblo de Paucartambo, en
DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i21.2702
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HORACIO CASTELLANOS MOYA
Cuzco, lugar donde habría de habitar. La voz vaticinante se posa en las alturas y mira la elevación en un paraje
que se abre a la existencia: “Cerca de las cimas/entre las nubes de un pueblo sin nombre/se ofrece un panorama
completo de existencia.
En Vida de un pájaro se halla un tinkuy entre lo abierto y lo cerrado, que es una constante en este libro.
La mirada se detiene, de forma parecida al retorno que presupone la mirada que se posa en la naturaleza para
buscar respuestas. Hay un contrapunto entre el dolor y las formas en que se hace evidente la vida y su carácter
sagrado en las formas que contiene la naturaleza. El pájaro es un símbolo de la persistencia del espíritu, de la
luz que permanece viva a la sombra de la primavera, que resiste al barro al igual que al adorno cristalizado en
forma de “florero”. Allí la vida muestra el adn de su resistencia, en el canto del pájaro que resiste al estigma de
su propia pequeñez y, sin embargo, ejerce el rol sagrado de su canto:
Quien sangra, renace, pareciera decirnos/
el pájaro que canta desde el jardín y se alza/
como cristo crucificado.
El pájaro con sus alas medio/
deshechas brilla ante el florero.
Finalmente, la lectura de Moridor y otros poemas nos devuelve, tras el viaje iniciático, a confiar en el
poder salvador de las imágenes, a una fé denodada que rebasa la piel de aquello que encierra el alma de los
seres en convenciones y rigideces, a la esperanza de elevar nuestras perspectivas de vida por encima de los len-
guajes muertos y salvar lo que es salvable en el viaje de nuestras existencias.
Hay jaulas abiertas, y el pájaro aparece/
como nuestro intento de salvar las cosas
Leer y escribir poesía, avisorar la vida en poemas, presupondrá siempre un acto único de heroísmo grave
y luminoso como grave y luminosa es la posibilidad de que se eleve, tal como lo hace el pájaro, el género hu-
mano en busca de nido.
Sophía Yánez
Correo: sophiasnewplace@hotmail.com