propuesto, sin dejar de lado el relaciona-
miento que forma parte de la visualidad
producida sobre los muros. En conse-
cuencia, para este estudio se utilizan 6 fo-
tografías en las que se pueden observar
varios aspectos de esa producción visual.
Las imágenes están organizadas en dos
grupos: uno corresponde a la enunciación
explícita (figuras 1, 2 y 3), y otro al desa-
rrollo expresivo del grafiti articulado al
hip hop (figuras 4, 5 y 6). Considerando
al grafiti como un signo cultural, la idea
es abordarlo desde el análisis estructural,
ya que “permite identificar los signos y
códigos dentro del texto que, debajo de lo
natural, ocultan lo social” (Alonso & Fer-
nández, 2006, p. 15). El estudio ubica la
dimensión cultural en el análisis, más allá
de la lectura de signos a través del len-
guaje. Por tanto, la reflexión inserta la di-
mensión cultural al análisis visual, antes
que la mera interpretación de signos pre-
sentes en el lenguaje, ya que “la imagen
gráfica es recipiente del marco cultural en
el cual funciona, y es en su uso y en la
forma en que espera ser recibida donde se
evidencian el diálogo, las intenciones y
expectativas entre las distintas partes”
(Ambrosini, 2015, p. 48). En ese sentido,
se considera al grafiti a partir de su esta-
tus de representación cultural, abordada
desde el análisis visual.
En principio, la consigna enuncia-
tiva fundada en la memoria política del
país, recurre al mensaje directo. Utiliza
todos los recursos visuales a la mano,
para potenciar lo que se requiere decir.
Durante las protestas los muros se convir-
tieron en soportes para canalizar las de-
mandas de manera explícita. Las
reivindicaciones verbalizadas se traslada-
ron a las grafías inscritas en las paredes.
Con palabras (figuras 1 y 3) o imágenes
(figura 2) el mensaje era manifiesto. No
había espacio para la reinterpretación de
lo que exigían los participantes de la pro-
testa. Eran inscripciones reconocibles,
siempre y cuando se disponga de la capa-
cidad lectora para decodificar texto o ima-
gen. El uso de las palabras era abierto, sin
ambigüedades ni mediaciones retóricas,
Fuera FMI o Fuera Moreno, dejaban claro
lo que se quería decir. Una rata en silla de
ruedas puede tener cierto nivel retórico
para detonar un proceso primario de aso-
ciación entre la figura del presidente de
ecuatoriano (silla de ruedas) y el despre-
cio provocado en la población (rata). El
texto visualizado en la manifestación fue
el resultado de las inquietudes de un sec-
tor, que decidió transferir al soporte vi-
sual sus exigencias. Fue imperativo
plasmar el signo en las paredes para dejar
marcadas las huellas de los hechos. El
muro deviene en canal y reproduce, en
sitio, los discursos que circulan en la pro-
testa. Este tipo de producciones pintadas
en los lugares donde se desarrollaban las
manifestaciones, se configuraron en ele-
mentos visuales complementarios al esce-
nario de la protesta. Este tipo de grafiti
convertido en un recordatorio de las exi-
gencias y acompañando visualmente de
manera presencial sincrónica a la memo-
ria de un acontecimiento en desarrollo.
De realización rápida, el grafiti enuncia-
tivo canalizó, sin mediaciones tempora-
les, los anhelos de participación
(presencia) del realizador individual o co-
lectivo. Los sujetos que los realizaron per-
manecían omnipresentes física y
temporalmente mientras persistiera la
inscripción y la memoria de la protesta.
En ese sentido, era el contexto lo que le
daba significado a la inscripción visual.
Pintadas sobre paredes, puertas,
mallas, telas y otras superficies, estas
enunciaciones públicas exponían visual-
Textos y contextos Nº 22
30 • Mayo 2021 - Octubre 2021
VINICIO RUPERTO BENALCÁZAR JÁCOME