Textos y contextos Nº 22
90 • Mayo 2021 - Octubre 2021
ROMMEL OMAR AQUIETA NÚÑEZ
mente el de Lenin Moreno. Estos eventos, explican los autores, coinciden con los ciclos de caída de precios
de los productos primarios de exportación, de allí la apuesta del bloque popular para encarar procesos de
lucha a nivel nacional.
El despliegue organizativo de la CONAIE es colocado como instancia decisiva en el desenvolvimiento
de la rebelión. La CONAIE generó adherencia entre la población y su reivindicación no se quedó en el límite
corporativista o etnicista, sino que supo representar el “bienestar de las mayorías”. Situación que solo fue po-
sible por la renovación de cuadros dirigenciales emergidos al calor de la lucha contra el neoliberalismo y neo-
desarrollismo de los últimos años, mismos que han hecho posible el crecimiento de una postura anticapitalista
en el seno de la CONAIE.
Se resalta también la movilización espontanea en Quito, misma que habría logrado impulso al ser res-
paldada por la llegada de las organizaciones indígenas. Se señala, en este sentido, la importancia de las ac-
ciones de lucha y solidaridad desplegadas en y desde los barrios y zonas urbano-marginales, así como los
vínculos logrados con los sectores de ingresos medios. Además, se rescata la nutrida participación de las mu-
jeres, tanto en el cuidado como al frente de la movilización; y de la juventud, primera fila de la lucha callejera
e interpeladora de la trama autoritaria del “poder-realmente-existente”.
El decreto 883 fue la punta del iceberg que permitió acelerar las luchas que venían desarrollándose
por todo el país desde 2019, y la negociación de la eliminación del decreto fue un claro mensaje de repudio
a la política neoliberal y fondomonetarista. Esta se realizó con barricadas encendidas y de manera pública,
venciendo el cerco mediático y el discurso hegemónico del terrorismo, vandalismo, y de “las pérdidas” que
implicaba para el país la paralización de actividades.
El renovado movimiento indígena que condujo colectivamente la lucha de octubre, junto al proleta-
riado y el subproletariado quiteño, desplazó a la línea reformista visible e institucional que se ha enquistado
en Pachakutik; tal es así, que Yaku Pérez, Salvador Quishpe y Lourdes Tibán, entre otros, fueron personajes
anodinos que no tuvieron una participación sustancial, debido a que en marcadas ocasiones, Pachakutik,
brazo electoral de la CONAIE, se ha distanciado política e ideológicamente de la estructura orgánica del mo-
vimiento. Aquello es ahora más evidente tras las últimas elecciones presidenciales, al intentar capitalizar la
lucha de octubre únicamente para obtener réditos electorales. La declaración del propio Pérez delata su visión
reformista al plantear “la tercera vía” frente a la tendencia de clase que enarbolan los hijos e hijas del primer
levantamiento.
Ineludiblemente, octubre está plasmado en la retina de la sociedad ecuatoriana y latinoamericana,
ha sido y es experiencia concreta y potencia simbólica, y permitirá renovar las fuerzas para la reorganización
de las tareas que el influjo de la lucha, finalmente, impone. Ahora que el continente enfrenta de manera po-
larizada y firme al sistema civilizatorio que merma la vida de las mayorías explotadas, es prioritario la cons-
trucción del proyecto emancipatorio a través de la unidad de la izquierda internacionalista, anticapitalista y
antiimperialista, fortalecer y acrecentar el tejido social en el campo popular, sin derivas, ni placebos reformistas
inyectados por la socialdemocracia disfrazada de ecologismo o feminismo.
El “poder-realmente-existente” solo se lo confrontará con una tendencia de clase, anticapitalista, sin
alianzas y pactos con la derecha o la izquierda institucional que, en gran medida, son exactamente lo mismo.
Jacqueline Artieda
Correo: jdartieda@uce.edu.ec