Galán pISSN02528681 |

 eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

 

Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

An anthropologic oncoming at counterculture in Mexico trough the

psychedelic experience and beatnik literature

 

Recibido: 20/07/2023 Aprobado: 21/11/2023

 

 

Felipe Galán López

Universidad Veracruzana (México)

https://orcid.org/0000000197152593

https://doi.org/10.29166/csociales.v1i45.5075

 

 

 

Resumen

En este artículo se presenta un análisis desde la antropología sobre la experiencia psicodélica, a la que defino a través de la influencia de la literatura beatnik como elemento cultural central, para poder tener un concepto de contracultura que permita la discusión, para analizar su continuidad y para entenderla mejor. A partir de un recuento de las obras de tres escritores que han trabajado el tema de la contracultura (Theodore Roszak, Enrique Marroquín y José Agustín) y de la revisión de conceptos de cultura. Este trabajo parte de la idea de que la juventud contestataria, se rebeló a la concepción mercantil y tecnocrática de la cultura en la década de 1960, una forma de hacerlo fue a través de uso de drogas y de literatura, por lo que la influencia de la poesía y los textos de Jack Herouac y Allen Ginsberg, dieron un fundamento cultural a la contracultura mexicana que Enrique Marroquín definió como xipiteca.

Palabras clave: Contracultura, antropología, literatura beatnik, psicodelia, xipitecas.

 

Abstract

This article presents an anthropological analysis on the psychedelic experience which I define through the influence of beatnik literature as a central cultural element, to be able to obtain a concept of counterculture that allows for its discussion, to analyze its continuity and to gain a better understanding of it. Stating from a recount of works made by three waiters that had tackled the subject of counterculture (Theodore Roszak, Enrique Marroquin y José  Agustin) and from The revision of cultural concepts, This work arises from The idea that The insurgent youth, rebelled against The mercantile conception and The technocracy of The culture through the 1960s, their way of pursuing it being through literature, hence the influence of texts and poetry by Jack Herouac and Allen Ginsberg, provided a cultural basis to Mexican counterculture, defined by Enrique Marroquin as xipiteca.

Keywords: Counterculture, anthropology, beatnik literature, psychedelia, xipitecas.

 

Los contenidos pueden usarse libremente, sin fines comerciales y siempre y cuando se cite la fuente. Si se hacen cabios de cualquier tipo, debe guardarse el espíritu de libre acceso al contenido.

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

Introducción

 

El uso de drogas psicodélicas y la escritura de literatura, por parte de jóvenes que se rebelaron al sistema político mexicano durante las décadas de 1960 y 1970 fue parte de la contracultura, así lo narró en 1996 el escritor José Agustín en su obra La contracultura en México:

México es un país abundante en plantas de poder, también llamadas plantas mágicas, sagradas, alucinógenas, enteógenas, siquedélicas o psicodélicas, sicoactivas, sicotrópicas y sicotomiméticas […] México se hallaba en el circuito beatnik, así es que resultó normal que muchos macizos se desplazaran al sur de la frontera (Agustín, 1996, p. 4373).

 

Este artículo presenta una revisión, una postura crítica y una interpretación histórica, sobre el concepto de contracultura relacionada a la experiencia psicodélica, revisando tres libros clásicos de literatura contracultural: El nacimiento de una contracultura (1970) de Theodore Roszak; La contracultura como protesta (1975) de Enrique Marroquín y La Contracultura en México (1996) de José Agustín, ya que en estas tres  obras se destaca el uso de la experiencia psicodélica y su importancia para entender a las generaciones contestatarias en las décadas de 1960 y 1970.

El artículo está dividido en cuatro partes. La primera expone un acercamiento teórico al concepto antropológico de contracultura. El fundamento para este trabajo parte de un análisis sobre la relación cultura-contracultura, se presenta el concepto de Geertz (2005) para tener una interpretación de las prácticas culturales, a Kupper (2001) para contar con un concepto de cultura amplio y contrastante; sobre relaciones de poder el concepto de Rosaldo (2000) y el de cultura política de Tamayo (2015). Para situar a la contracultura en expresiones desiguales se presenta a Todorov (2008). El análisis se complementa en la segunda parte con las nociones elaboradas por Fadanelli (2002), Zebadúa (2002), Arce Cortés (2008), Martínez Rentería (2002) y Gaytán (2004), para entender contra qué fase de la cultura la juventud de 1960 se rebeló, hay un análisis sobre la fase mercantilista que desarrolló Gilberto Giménez (2005).

La tercera parte de este artículo presenta la noción de experiencia psicodélica en relación con la literatura, como elemento cultural de la contracultura, explica cómo se concibió a la contracultura xipiteca. La cuarta parte presenta la influencia que tuvieron dos escritores considerados como los «gurús» de la contracultura: Allen Ginsberg y Jack Herouac, y para ilustrar la importancia de los escritores mexicanos se muestran unos fragmentos poéticos de José Vicente 6naya, quien se encargó en México de traducir a los beatniks y escribió una extensa obra literaria contracultural. Al final, hay reflexiones personales que abren la discusión, para dar continuidad a investigaciones sobre la contracultura.

 

Hacia una antropología de la contracultura

 

La contracultura requiere de la mirada de la antropología, pues es la ciencia que se ha encargado de estudiar y definir a la cultura, porque cuenta con una larga discusión que ha derivado en complejas concepciones. En este artículo se propone una concepción interpretativa de la cultura ligada a significaciones en la literatura, para entender a la contracultura, por lo que se realiza un análisis crítico de las tres obras clásicas de la literatura contracultural.

La contracultura estudiada por la antropología, como concepto, tiene que ver con un proceso dialéctico, donde hay una relación jerárquica desigual. Por un lado, existe una cultura hegemónica tecnocrática, representada por un Estado autoritario y por sus instituciones, por el otro, una contracultura juvenil que se rebeló al sistema, a la que los Estados como México intentaron controlar por incómoda, molesta, con el objetivo de tenerla subordinada.

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

A pesar del fuerte rechazo que vivieron las juventudes contraculturales, lograron expresar por medio de manifestaciones contestatarias, su rechazo a una cultura mercantilista a través del arte literario y la música. Entre las expresiones contraculturales que se fortalecieron en las décadas de 1960 y 1970, estuvieron géneros musicales como el rock, el punk, el jazz, además las experiencias visionarias a través  del uso de plantas sagradas que provocaron literatura, y la búsqueda de modelos alternativos de vida comunal marcadas por la pintura, los murales entre otras expresiones de arte en resistencia, todas estas propuestas artísticas nacieron para protestar contra el sistema establecido, en esto coinciden tanto Roszak, Marroquín, así como José Agustín en sus respectivas  obras.

Las expresiones contraculturales estuvieron

en peligro de ser absorbidas por las empresas culturales, manejadas por los Estados totalitarios, por ideologías empresariales de competitividad y por estructuras familiares de control, íntimamente relacionadas con el capitalismo mercantil, sin embargo, muchas lograron sobrevivir y trascender.

Para Theodore Roszak la contracultura nació como respuesta a un modelo de vida impuesto por una sociedad tecnócrata. En el primer capítulo de su libro, explica con detalle el proceso histórico en que los jóvenes universitarios en Estados Unidos provocaron una fuerte reacción contra los modelos totalitarios.

Si convenimos con Ortega y Gasset en que la ajustada transición de generaciones es un importante elemento de cambio histórico, habremos de reconocer también que los jóvenes pueden hacer poco más que remodelar la cultura recibida de manera marginal o menor. Pueden provocar alteraciones que supondrán un cambio superficial, emprendido por simple antojo o capricho. Pero nuevo en la transición generacional en que nos encontramos es la escala a que se produce y la profundidad del antagonismo que revela. Hasta el punto de que no parece una exageración el llamar «contracultura» a lo que está emergiendo del mundo de los jóvenes. Entendemos por tal una cultura tan radicalmente desafiliada o desafecta a los principios y valores fundamentales de nuestra sociedad, que a muchos no les parece siquiera una cultura, sino que va adquiriendo la alarmante apariencia de una invasión bárbara (Roszak, 1970, p. 57).

El antropólogo Enrique Marroquín retomó de Roszak el concepto de contracultura y las reflexiones de Stuar Hall para tratar de entender a los jóvenes contestatarios en México; los describió como Xipitecas (jipis aztecas). «[…] Un islote de significados desviacionistas en el mar de su propia sociedad» (Marroquín, 1975, p. 105). Construyó una tabla de enfrentamiento de valores convencionales occidentales con valores culturales hippies. En el cuadro definió a los xipitecas como personas en búsqueda de la pobreza, desfavorecidos, simples, que consumían hongos, mariguana y buscaron identificarse con las comunidades indias, con la niñez, con el placer, con la relajación, con el amor, con lo espontáneo, con la intuición y que fueron vistos como «protesta y disidencia de los valores culturales de la sociedad de consumo» (Marroquín, 1975, p. 107). En el siguiente fragmento queda clara su idea sobre la importancia de los xipitecas, como una generación en busca de modelos de vida alternativos:

Llegan los primeros xipitecas a comer del hongo y encontrarse consigo mismos y con Dios. Se forjan en lo recio de la sierra, pasando frío y hambre. Los lugareños en un principio, les reciben con curiosidad amable, les permiten hospedarse, en sus jacales, guían sus viajes, toleran sus locuras, les venden información y comida (Marroquín, 1975, p. 36).

 

La juventud contracultural, a través de quienes establecieron modos de vida alternativos, lo que rechazaron fue una cultura institucional; pero a la vez ese opuesto dialéctico tuvo que ver con un rechazo a la fase de mercantilización

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

de la cultura, su mejor expresión inicial fue la comuna hippie, pues el modo de vida comunitaria, inspirado en el trance y la contemplación, fue lo que dio vida a la contracultura visionaria, para ella la experiencia psicodélica fue central y para el caso mexicano, se le conoce como cultura xipiteca. El escritor José Agustín recuerda que, a la generación de jóvenes contraculturales, les gustaba la literatura llamada «de la onda» o «psicodélica”; sin embargo, esa juventud fue duramente castigada y perseguida, principalmente fueron acusados de consumir drogas en exceso: «Los chavos de la onda siguieron siendo perseguidos, golpeados y encarcelados, porque nunca hubo un movimiento articulado que permitiera la cohesión de tanto joven y la defensa de sus derechos” (Agustín, 1996, p. 84). La contracultura la describió este autor de la siguiente manera en su obra: «La contracultura abarca toda una serie de movimientos y expresiones culturales, usualmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional» (Agustín, 1996, p. 129).

Un teórico que nos permite argumentar que la contracultura requiere de una concepción compleja sobre la cultura es Renato Rosaldo, en su obra Cultura y verdad, reflexiona sobre las relaciones de poder en las que lo cultural está inmerso:

Los conflictos actuales por la democracia […] involucran a la antropología y a los estudios culturales interdisciplinarios. Si la gente toma la iniciativa, puede llegar al centro de la lucha actual por la libertad institucional […] la cultura y el poder se han entrelazado en un mundo y en un ambiente institucional donde diversos grupos interactúan y buscan plena libertad y justicia social en condiciones de desigualdad (Rosaldo, 2000, p. 18).

Adam Kupper, expone en la introducción a su obra Cultura, la versión de los antropólogos, una guerra sobre el uso del concepto de cultura, lo que urge a la antropología a seguir discutiendo el concepto:

Hoy, todo el mundo está en la cultura. Para los antropólogos, hubo un tiempo en que la cultura fue un término técnico, propio del arte de la disciplina. Ahora los nativos les contestan hablando de cultura. La cultura, el vocablo mismo o algún equivalente local, está en los labios de todo el mundo, ha señalado Marshall Sahlins (Kupper, 2001, p. 20).

Partiendo de lo anterior, es comprensible que no exista una sola definición de contracultura, pues ni siquiera existe consenso sobre el concepto de cultura en la antropología. Desde la concepción del siglo XIX de cultura propuesta por Tylor hasta la de final de siglo XX de la escuela de Geertz, hasta la explosión de definiciones de cultura a inicios del nuevo milenio, en los tiempos de la diversidad cultural, el multiculturalismo y la interculturalidad, las definiciones de cultura siguen multiplicándose y adaptándose a tiempos y contextos determinados.

Tamayo propone analizar espacios y repertorios de protesta a partir del uso del concepto de cultura política, desde esta perspectiva el elemento antropológico cobra fuerza y permite entender e interpretar los signos y símbolos que la contracultura produce, en este caso a partir de la experiencia psicodélica y la literatura. afirma lo siguiente:

La cultura del movimiento […] es aquella cultura interna cultivada autoconscientemente, que es distinta a la gran cultura en que está inserta. En efecto, un primer requisito de la cultura de los movimientos es que los participantes deben compartir creencias, normas, formas de trabajo en conjunto, formas de tomar decisiones, estilos emocionales, hasta prácticas sexuales, musicales, literarias, estilos de vestir, etc., que son distintivas de aquellas impuestas y aceptadas de la cultura dominante. (Tamayo, 2016, p. 50)

Esta perspectiva antropológica sobre la cultura política permite saber que la distinción de prácticas y expresiones culturales en una co-

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

lectividad (en este caso conformada como juventud xipiteca en la experiencia psicodélica), tuvo que ver con expresiones políticas en las que se vieron envueltos los jóvenes contraculturales, mucho de lo que dejaron como legado estuvo en el arte.

Para Todorov, existe un rechazo a formas culturales que occidente catalogó como malas y que satanizó, que son manifestaciones de barbarie y que tuvieron que ver con expresiones de identidad en la que la base es la cultura que conforma una contracultura. «En nuestros días, en los países occidentales la identidad colectiva ha dejado de tener buena prensa. Es sospechosa de ser una especie de conspiración contra la libertad individual» (Todorov, 2008, p. 83).

 

La crítica al concepto de contracultura y la continuidad a través de la experiencia psicodélica

Para entender tanto el uso de drogas psicodélicas por jóvenes contestatarios y al concepto de contracultura en el tiempo, es necesario exponer otras nociones. Las acciones de protesta realizadas por jóvenes, para rebelarse contra los modelos de vida impuestos por el capitalismo y la tecnocracia en diferentes momentos, tuvieron que ver en gran parte con experiencias que se definen en este trabajo como psicodélicas y que estuvieron arropadas por la literatura.

Hubo una maquinaria tecnocrática, afirmó José Agustín, que rompió con la concepción de la contracultura y que la ha vuelto frágil. El capitalismo mercantil ha intentado manipular las expresiones de protesta a través del manejo de las políticas culturales, por ejemplo, Pablo Gaytán propone entender a la contracultura en un proceso que la fue diluyendo a partir de la creación de empresas que absorbieron a los jóvenes: «la galaxia de McDonald de la (contra) cultura“ (Gaytán, 2004, p. 93), en ella las expresiones alternativas contra la tecnocracia y contra el capitalismo fueron devoradas, y la contracultura disminuyó con el paso de los años.

Sin embargo, otros teóricos han propuesto que la contracultura se ha transformado en sus propias contradicciones, por ejemplo:

Es un concepto creado para afianzar social y antropológicamente la irrupción de los jóvenes en la historia contemporánea, a través de su crítica social, a veces contundente radical, otras idealistas y ontológica […] La contracultura supone cultura. Es su referencia inmediata, aunque al mismo tiempo su contradicción. La contracultura vive porque es la parte contradictoria de todo el sistema de valores que, a la vez, constituye en esencia lo que se ha edificado socialmente al interior del bagaje de lo convencional, que es lo que mueve a una sociedad. (Zebadúa, 2002, p. 31)

Sobre cómo evolucionó el concepto, hay que tomar en cuenta la adaptación frente a las instituciones, esta idea es pertinente para entender a la contracultura en un vaivén de movimientos: «Se conoce también al conjunto de movimientos contra la institución y las estructuras de pensamiento dominante que se sucedieron durante los años 60 en Estados Unidos […]» (Fadanelli, 2002, p. 19). Este autor considera que prefiere hablar de culturas subterráneas, más que de contracultura, porque sus expresiones culturales han permanecido anónimas y se han ido transformando, siempre en dinámicas donde un pensamiento jerárquico y desigual provoca que la contracultura persista en espacios anónimos y subterráneos, la literatura psicodélica es uno de ellos, propuso Guillermo Fadanelli.

A pesar de que los sistemas políticos y tecnocráticos a través de los gobiernos autoritarios, diseñan estrategias para controlar manifestaciones contraculturales, estas siguen existiendo y adaptándose.

La contracultura puede entenderse como aquello que se opone a toda forma de convención social o de conservadurismo, a todo lo establecido que permanece inmutable o incam-

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

biable. La contracultura puede ser cualquier manifestación social, cultural o incluso económica, que cuestione estructuras de poder verticales. (Díaz Millán, 2002, p. 24).

Arce analiza los conceptos de subcultura y de fine a la contracultura de la siguiente manera:

El término counterculture, de acuerdo con Bennett, es un término que ayuda a entender la desilusión de los jóvenes de esa época acerca del control de la cultura parental y de la falta de deseo de no querer formar parte de la máquina de la sociedad. Por su lado, Clark indica que el término no sólo debe entenderse como el ir en contra de la cultura parental, tanto ideológica como culturalmente, sino también como una manera suave de atacar a las instituciones que representan el sistema dominante y reproductor como son la familia, la escuela, los medios y el matrimonio (Arce Cortés, 2008, p. 263).

Tomando en cuenta este acercamiento a través de la antropología, podemos entender que la contracultura ha sobrevivido en sus expresiones de rechazo a los dogmas institucionales y a la mercantilización de la cultura a lo largo del tiempo, pero que hubo un momento de máxima expresión contracultural que se dio en las décadas de 1960 y 1970. Sobre los espacios creados como un ejemplo de rasgo cultural lo fueron las comunas hippies. «Decían ser vegetarianos y tenían pelo largo. Vestían ropa holgada y caminaban descalzos. Era un grupo de jóvenes, practicaban el “amor libre” y consumían marihuana. Estaban convencidos de un mundo sin guerras» (Chávez Zamora, 2020, p. 2).

Por medio del arte y de las experiencias personales fue que la contracultura sobrevivió, a pesar de ser absorbida por las empresas culturales y por las políticas culturales en países como México y Estados Unidos, el rebelarse al sistema permitió su continuidad. Las juventudes inconformes que son las que el sociólogo Theodore Roszak estudió para definir el concepto, permiten destacar a las prácticas psicodélicas como esenciales.

Es importante mencionar los tres procesos por los que ha pasado la definición de cultura-patrimonio y que pone en discusión Gilberto Giménez, esto permite comprender hacia qué fase se rebelaron las juventudes contraculturales en la década de 1960 y 1970, y por qué se les debe seguir llamando contraculturales, pues fue contra la mercantilización tecnocrática que se dio un rechazo a la cultura. Las fases de la cultura se dividieron en tres:

1.      Fase de codificación de la cultura

2.      Fase de institucionalización de la cultura

3.      Fase de mercantilización de la cultura (Giménez, 2005, 17)

La fase de mercantilización que refiere es la que implica la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del valor de cambio y del capitalismo, en esta, «[…] el mercado y los estados nacionales, absorben las políticas culturales” (Giménez, 2005, p. 18) y esta fase es la que las juventudes de las décadas de 1960 y 1970 rechazaron, y a la que se rebelaron con fuerza y tuvieron efecto contestatario en expresiones artísticas durante la década de 1970.

 

La experiencia psicodélica y la cultura xipiteca: el fundamento antropológico

La búsqueda de formas de vida alternativas al orden establecido por las instituciones por parte de las juventudes contraculturales, de rechazo hacia modelos impuestos por la sociedad tecnocrática , generaron literatura, por lo que resulta necesario un análisis desde la ciencia antropológica, para una interpretación que permita  sentar las bases teóricas para entender a la generación joven de la década de 1960, que fue duramente discriminada por el uso de plantas sagradas que fueron catalogadas como drogas.

Para las juventudes contraculturales mexicanas que se manifestaron contra las representaciones de poder y que Enrique Marroquín definió como contracultura xipiteca, la experiencia psicodélica fue central y se hizo acom-

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

pañar de varios elementos culturales, como fueron los viajes, la música, la literatura y el uso de plantas psicotrópicas. Pero estas prácticas sufrieron duros castigos y discriminación por parte de la ciencia moderna, por los autoritarismos de Estado, por las instituciones educativas, jurídicas, por la policía y por la conformación de la familia tradicional.

La experiencia psicodélica es primordial para la búsqueda de prácticas culturales de vida distintas a las impuestas por el modo de producción capitalista y su vida de consumo. Pero esta práctica cultural no tuvo cabida en una visión mercantil institucionalizada de la cultura. Quienes la llevaron a cabo fueron duramente discriminados, excluidos y hasta castigados por el sistema capitalista, que impuso modelos de vida basados en una idea de cultura heredada por una visión eurocéntrica, burguesa de la alta cultura y socialmente aceptada.

En el capítulo IV de La revolución psicodélica, Enrique Marroquín explicó cómo se expandió por Estados Unidos a través del movimiento hippie, una inconforme juventud que se refugió en el consumo de drogas, a tal grado que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo declaró un problema social (Marroquín, 1975). Buena parte de esa juventud llegó a México y se refugió en pueblos y localidades indígenas, porque supieron que ahí había hongos alucinógenos y otras plantas que fueron llamadas «enteógenos», pero que en su momento fueron catalogadas como drogas. Para los hippies y para los xipitecas, la producción de obras artísticas y literarias, fueron significativas, este elemento cultural resulta primordial para comprender sus expresiones.

A los hippies mexicanos, Marroquín los llamó xipitecas y los describió así:

Desde nuestros antepasados aztecas, desaparecieron las largas cabelleras negras, brillosas, lacias y gruesas de la raza de bronce. Hoy las volvemos a ver entre mestizos, con un yaski al cuello traído de la sierra […] Los hippies mexicanos pusieron en crisis los valores de la propia cultura occidental. Deseando descubrir su individualidad estereotipada por tabúes y convencionalismos sociales, tratan de ver la vida con los ojos de los niños y los primitivos. En una búsqueda descolonizadora van a redescubrir el modo de vivir de los negros y de los indios Americanos. De modo semejante nuestros xipitecas exploran el México perdido: bellos lugares olvidados, costumbres indígenas, la esotería de Quetzalcóatl […] Se rompe el etnocentrismo occidental y se busca la integración de la nueva cultura cósmica de la que hablaba Vasconcelos. (Marroquín, 1975, p. 28)

Las juventudes contraculturales inventaron una serie de prácticas culturales que fueron parte de lo que se denomina como experiencia psicodélica, consistió en el uso de plantas de poder, hongos, el consumo de mariguana, hachís, LSD, la búsqueda de la visión, el viaje, la creación de literatura que rompía con los modelos establecidos, practicar y escuchar rock y jazz, buscar la no dependencia hacia un modelo capitalista, contemplar la vida a partir de la producción de arte, la comunalidad, el rechazo a comer carne, buscar prácticas indígenas ancestrales, explorar en la medicina tradicional, en las filosofías orientales, practicar la paz y rechazar la guerra. Estos fueron elementos que generaron espacios de protesta, como afirma Tamayo y fueron comunalmente compartidos.

La contracultura se rebeló a la concepción principalmente mercantilista de la cultura que describe Giménez, al capitalismo, al nacionalsocialismo, a la guerra y a los extremos del socialismo soviético; esas prácticas culturales fueron elementos prohibidos en su momento. Enrique Marroquín, sobre el uso de plantas, hongos y mariguana, afirmó que las juventudes contraculturales debían conseguirlos de manera ilegal, en muchas ocasiones debían viajar a los pueblos y comunidades indígenas de México para buscarlos y tener su experiencia visionaria y psicodélica de la mano de los sabios chamanes que vivían en las montañas de la sierra mazateca en Oaxaca, en las selvas chiapanecas o

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

en los desiertos de Sonora, Durango, Nayarit o San Luis Potosí. Escribió lo siguiente:

La maravillosa década de los sesenta fue el momento en que la juventud se soltó la greña. El movimiento hippie y las revueltas estudiantiles fueron los fenómenos que más la caracterizaron. En ambos casos se expresa la irrupción de la juventud en la vida pública. Que exige ser tomada en cuenta como factor de cambio […] El aumento del consumo de la droga entre la juventud puede ser efecto de las transformaciones socioculturales para las que el joven no estaba preparado. Pero igualmente la droga puede ser considerada como un factor de cambio, en el contexto de determinado marco cultural. Al menos la subcultura hippie, contestataria de los valores occidentales hasta el punto de considerarse como contracultura, puede ser estudiada como una vivencia profética de la nueva cultura en gestación (Marroquín, 1975, p. 12).

José Agustín, afirmo que en 1965 inició una revolución psicodélica juvenil en Estados Unidos, que pronto se extendió a otras partes del mundo, incluyendo México, a esta, el periodista Michael Fallon denominó como hippie, «eran adictos al LSD, la mariguana y al rocanrol, creían en la paz y en el amor y tendían a vivir comunalmente, compartiendo gastos. Cada quien hacía lo que quería» (Agustín, 1996, p. 66).

Al definir a la contracultura, José Agustín insistió en que la insatisfacción hacia los modelos de vida dominantes, el rechazo hacia la cultura institucional por parte de la generación joven de 1960 fue determinante para entender el concepto. «En la contracultura el rechazo a la cultura institucional no se da a través de la militancia política, ni de doctrinas ideológicas, sino que muchas veces de una manera inconsciente, se muestra una profunda insatisfacción. Hay algo que no permite una satisfacción plena […] es lo que expresa la canción “Satisfaction” de los Rolling Stones” (Agustín, 1996, p. 129).

La contracultura construyó espacios alter nativos, sensibles, mentales y artísticos, considera José Agustín, quien tuvo una fuerte experiencia psicodélica, que dejó plasmada en su literatura contracultural, hubo muchos otros escritores mexicanos que vale la pena destacar: Carlos Martínez Rentería, Parménides García Saldaña y Guillermo Fadanelli.

Martínez Rentería (2002), menciona los performances alternativos en teatros experimentales que se crearon en las grandes urbes como la ciudad de México durante las décadas de 1960 y 1970 y donde se consumía mariguana, hachís y hongos. Yehya (2002) destaca los espacios de rock underground que se crearon y donde también había consumo de plantas de poder. Un espacio contracultural que fue creado en México fue el tianguis del Chopo, que fue consecuencia del festival de Avándaro en 1971 y que representó un escándalo para la clase política, para los sectores conservadores del país, para la estructura familiar y para las instituciones políticas en las décadas de 1970 y 1980. Este famoso tianguis tuvo sus inicios en octubre de 1980 en las afueras del museo del Chopo y se constituyó como la «capital de la contracultura en México” (Agustín, 1996, p. 105).

 

La literatura de la onda y la psicodelia contracultural que pasaron por México

La literatura de la onda, usualmente conocida como literatura beatnik, el jazz y el rock fueron expresiones culturales determinantes para entender a la contracultura de la segunda mitad del siglo XX y que generaron un movimiento alternativo de hipismo y en el caso de México xipiteca. De los muchos escritores de la onda, hay dos quienes influyeron con fuerza por su cercanía con sus experiencias psicodélicas: Allen Ginsbergy, Jack Herouac. Un escritor mexicano que fue esencial para la contracultura mexicana fue José Vicente 6naya, quien tradujo al español a los beatniks, y quien también contribuyó con su poesía.

La poesía beatnik llegó a México también, porque sus principales exponentes, Jack

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

Herouac y Allen Ginsberg, recorrieron el país y escribieron poesía psicodélica sobre sus viajes, sobre su gente y en especial sobre sus pueblos indios. Ellos fueron duramente discriminados en su momento, incluso visitaron pueblos indígenas y vivieron en colonias muy peculiares de la ciudad de México, como lo fue la colonia Roma, desde donde escribieron. Pero no fueron los Únicos, también estuvieron Neal Cassady, William Burroughs, Gregory Corso (Bialostozky, 2019), también Lawrence Ferlinghetti (Hiernaux, 2007).

Carlos Martínez Rentería (2021), quien durante más de 30 años editó la revista contracultural Regeneración, afirmó en una entrevista poco antes de morir en 2021, que los beatniks fueron determinantes para la contracultura en México. Un escritor que ampliamente ha reflexionado acerca de la literatura beat y en especial sobre Jack Herouac, fue Jorge García Robles (2000).

La influencia beatnik llegó a México con mucha fuerza, pero fue censurada, principalmente jóvenes poetas se reunían en las universidades de la ciudad de México, donde recitaban en inglés los poemas de Allen Ginsberg. Las expresiones literarias eran duramente castigadas por las autoridades universitarias que las discriminaron frente a la «buena literatura», que representaban los clásicos universales, que se enseñaban en las escuelas mexicanas y que fueron parte de los programas de estudio de las instituciones del sistema educativo nacional. Bialostozky (2019) elabora una lista de los lugares donde vivieron los poetas beats, de las cantinas y cafés que visitaron y en los que escribieron.

Los grupos de poder, la burguesía empresarial y la familia mexicana nunca entendieron a la contracultura xipiteca y la discriminaron por el uso excesivo de drogas, aunque unas décadas después, muchos de quienes rechazaron los modelos establecidos formaron parte de sus instituciones. Sin embargo, hubo una generación subterránea, como afirmó Guillermo Fadanelli, que siguió practicando en la clandestinidad experiencias psicodélicas y que adoptaron la literatura de los beatniks, proveniente de los Estados Unidos.

La literatura de la onda se difundió en cafés, bares, parques y espacios universitarios como, por ejemplo, las llamadas «islas» ubicadas en el centro de la Ciudad Universitaria en la UNAM, donde jóvenes que se sentían marginados por el sistema hegemónico y por los totalitarismos capitalistas y socialistas y sus contradicciones, los fueron adoptando. En el presente, ese lugar sigue siendo usado por jóvenes para fumar mariguana, aunque es duramente vigilado por las autoridades universitarias.

En México se generó el circuito beatnik o «de la onda», principalmente porque «[…] en el país había hongos, peyote, semilla de la virgen y mariguana barata» (Agustín, 1996, p. 73). Además, porque desde la década de 1950 a partir de la publicación de la obra de Gordon Wasson y de los viajes constantes de escritores, poetas, artistas y jipis hacia las montañas de Oaxaca y hacia sus pueblos indios, México fue el centro mundial de la contracultura, según José Agustín.

José Vicente Anaya, en su traducción de 1997 del poema «Aullido» de Allen Ginsberg (1935-1997), escribió que el escritor fue expulsado de varios países por antisocial, «profeta de varias generaciones cuyo lema ha sido la libertad sin apellidos», y escribió que, en 1981, el gobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas, se salió ofendido de un auditorio, por algo indebido recitado por Ginsberg (García Robles, 2002, p. 149).

Ginsberg considerado como el gurú de la contracultura, por la fuerza de su poesía fue, sin duda, el poeta del hipismo y un referente de la cultura xipiteca. Fue defensor de los derechos de las minorías religiosas, sexuales, luchador social, opositor a la guerra de Vietnam y homosexual (Hiernaux-Nicolas, 2007).

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

Buena parte de la obra de Ginsberg fue recitada en espacios clandestinos en la ciudad de México, donde tuvo un gran eco y donde su insatisfacción hacia un sistema represor le permitió ser incómodo, molesto. Con Howl Allen Ginsberg viajó por las entrañas de un alarido de inconformidad hacia un estilo de vida asfixiante y donde mostró sus expresiones visionarias y de éxtasis, rescatando de una manera impresionante un humanismo religioso a través de sus letras que recitaba en estados alterados de conciencia. Buena parte de sus viajes los hizo por México y ahí interactuó con muchos jóvenes contraculturales, que se vieron identificados con su exótica forma de vida y con su literatura contracultural.

Las protestas de grupos juveniles contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, provocó que en México las y los jóvenes inconformes con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), vieran en la poesía de Ginsberg una opción para romper con los modelos rígidos que fueron impuestos, en especial durante el movimiento estudiantil del año 1968. También la contracultura xipiteca permaneció en la clandestinidad durante los períodos políticos más represores y durante la guerra sucia en la década de 1970-1980.

A finales de 1960, en el momento en que las comunas hippies se pusieron de moda y llegaron a México, la literatura beatnik tuvo un papel central, afirma Roszak (1970), y en especial Howl de Allen Ginsberg fue recitado y cantado bajo los efectos de la marihuana, el LSD y los ácidos. Los versos de este poeta acompañaron las rutas de la contemplación que los hippies y xipitecas trazaron, entre la colonia Roma de la ciudad de México con Huautla de Jiménez Oaxaca, pasando por Tehuacán-Puebla y Teotitlán en el camino a Oaxaca, para posteriormente viajar hasta la playa nudista de Zipolite en la costa del Pacífico mexicano, donde muchos de ellos se establecieron y se quedaron y donde todavía a algunos de ellos viven.

El otro «gurú “de la contracultura fue Jack Herouac (1922-1969) que escribió sobre el placer de viajar y de sus excesos. En el camino, escrito en 1957, fue la Biblia de la generación beat, afirma José Agustín y fue un referente de los grupos contestatarios en la búsqueda de modos de vida alternativos.

Aunque este poeta murió joven, dejó una importante obra; de los libros que los escritores xipitecas tradujeron al español, fueron México inocente y otros relatos de viaje, Los subterráneos, Los vagabundos del dharma, La vanidad de los Duluoz y un clásico: México city blues.

Herouac escribió sobre México, provocó que una buena parte de los jóvenes contraculturales estadounidenses y europeos, supieran que, en la experiencia de viaje por comunidades indígenas y colonias populares de la Ciudad de México, la posibilidad de encontrar espacios místicos y de liberarse era posible. Viajar en un auto desvalijado con cerveza, marihuana, opio y los excesos por las carreteras mexicanas, representó un escaparate ante los autoritarismos y totalitarismos en Estados Unidos.

Escribió Jack Herouac también sobre los pueblos indígenas, experimentó el éxtasis de la religiosidad oriental que compartía con los demás miembros de la generación beatnik, combinó su pasión por el viaje de costa a costa por la ruta 66 de los Estados Unidos, con los largos caminos de las carreteras mexicanas. Buscó la soledad y la encontró en un departamento de la colonia Roma y en las cantinas del Distrito Federal, donde practicó la meditación y por las montañas de las sierras oaxaqueñas hasta donde viajó en la década de 1950.

En el momento de la explosión de la contracultura, la obra de Herouac, ya muerto para ese entonces, adquirió una importancia mayor. La lectura que las juventudes estudiantiles hicieron de En el camino, provocaron que

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

el movimiento hippie fuera transgresor de los valores familiares.

Para ilustrar lo anterior, se presentan algunos de los fragmentos más famosos de Herouac sobre México:

Dean llevó el coche a la estación más próxima y lo puso a punto. Era un Ford del año 37 […] Iremos tosiendo y saltando hacia México, tardaremos días y días. Miré el mapa […] no podía imaginarme un viaje así. Era el más fabuloso de todos, ya no era dirección Este-Oeste, sino hacia el mágico sur. (Herouac, p. 1989, p. 315)

Heme aquí sobre la tierra oscura, antes de que todos vayamos al cielo, visiones de América. Tanto viajar de aventón, tanto viajar en tren, tanto regresar a América, cruzando las fronteras de México y Canadá. (Herouac, 1999, p.15)

La tierra es india, yo me zambullí en ella, hice gruesos cigarros de marihuana, sentado en el suelo de tierra de unas cabañas de madera, cerca de Mazatlán y del centro mundial del opio, que consumimos en los principales lugares donde nos reuníamos […] Hablábamos de la Revolución. (Herouac, 1989, p. 35)

Sobre Allen Ginsberg, en su más famoso poema Howl, dedicó algunos fragmentos a México, por ejemplo:

Yo vi las mejores mentes de mi generación destruidas por locura, sufriendo fríos hambre histéricas desnudas, dragándose en calles negras por la aurora buscando un furioso arreglo […] quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando detrás sólo la sombra de pantalones de algodón barato y lava y ceniza […] quienes se retiraron a México para cultivar un nuevo hábito o a las rocallosas a enternecer a Buda. (Ginsberg, 1997a, p. 1735)

Hacia el oeste las montañas madre derivan al Pacífico, cañones verdes, laderas más vastas que la Ciudad de México. Sin carreteras bajo flores de nube que llevaban diminutos capullos de sombra sobre picos vegetales, rojos lechos de río serpentean a través de paraísos sin electricidad, huichol o Tarahumara, soledades hectareadas irregulares, caminos hasta las rocosas mesetas (Ginsberg, 1997b, p. 124).

Aunque hubo muchos poetas en México que leyeron y tradujeron a los beatniks, fue José Vicente Anaya uno de los más cercanos y pionero en la literatura de este género, de su amplia obra, recupero un pequeño fragmento que ilustra su gusto por la literatura psicodélica sobre sus viajes por México, en estado de trance, en su poema Hikuri, publicado en 1988 escribió lo siguiente:

¡Ábreme rocío del mar! ¡Ábreme para ver tu casa, porque en la mía, que no tengo, el hielo está creciendo. Viento, música, y las ramas del pirul se meten: danza. Selva Yaxchilán. Verde espectro verde que oscurece la tierra y va desvaneciendo hasta clarear al cielo. En el trópico. Zumbas, mosquito, y marcas la lentitud del tiempo seco. Llegar muerto después de tanta vida: arder en polvo. (Anaya, 1988, p. 141)

 

Conclusiones

La antropología es la ciencia que más ha discutido el concepto de cultura, por lo que es la disciplina que debe dar una respuesta concreta a la constante pregunta sobre la pertinencia del uso del concepto de contracultura, ya que desde hace muchos años existe una fuerte crítica por parte de varios teóricos y poetas, hacia la pertinencia de su uso y relevancia. Su relación con la literatura es central, como podemos ver en este artículo.

La contracultura, a través de una serie de expresiones generadas en determinados momentos y en contextos muy peculiares, ha producido diversas manifestaciones que tienen que ver con un concepto semiótico, una de esas formas y es la que presenté en este artículo, es la influencia de la experiencia psicodélica y de la literatura beatnik como elementos culturales centrales.

Resulta elemental acercarse a la antropología como ciencia, para buscar a través de prácticas realizadas por los poetas y escritores sobre las expresiones culturales que, a pesar de

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

 pISSN02528681 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

las políticas de castigo y del manejo a través de estructuras de poder sobre la cultura, conformaron una contracultura en movimiento. Una de ellas y que ha logrado sobrevivir es la experiencia psicodélica en la literatura, a diferencia de otras, se han extendido a lo largo de las décadas y siguen siendo duramente discriminadas, por lo que podemos denominarlas como contraculturales en esencia.

Las expresiones, que además fueron practicadas de forma clandestina en cafés, bares, en pasillos universitarios, en comunas, en viajes y que llegaron hasta localidades creadas por los hippies y xipitecas, provocaron que se fueran creando espacios culturales de protesta, como Huautla de Jiménez, Zipolite-Oaxaca o las islas en la UNAM, o cafés y bares de la colonia Roma en la Ciudad de México, pues fueron en esos lugares donde las juventudes estuvieron en la búsqueda de la experiencia visionaria y donde muchos de ellos se quedaron a vivir y pusieron sus restaurantes vegetarianos, sus hostales y donde actualmente algunos de ellos sobreviven.

Durante las décadas de 1960 y 1970, el buscar formas de vida alternativas fue descalificado por la sociedad en general, por las instituciones políticas, que establecieron y dictaron las pautas de comportamiento, por las instituciones educativas que endurecieron sus políticas, sus programas de estudio y que trataron de impedir que los jóvenes se organizaran para buscar en colectivo, formas de vida alternativas y, sobre todo, por las familias de clase media y alta que promovían la disciplina como reacción, para revertir las rebeldías que se salieron de control.

La generación adulta en 1960 y 1970, experimentó que sus hijas e hijos se rebelaron a las instituciones y crearon comunas xipitecas, aunque gran parte de ellos, al final del camino, fueron absorbidos por la fase mercantilista, por las instituciones y las empresas culturales, pero fue una generación que vivió su utopía, y fue contracultural, aunque para algunos analistas como Pablo Gaytán duró muy poco tiempo.

A través de la lectura sobre los beatniks, los xipitecas crearon movimientos contraculturales, de los cuales rechazaron la versión mercantilista, la «alta cultura», los modos de vida impuestos por los estados nacionales, rígidos y huyeron hacia los pueblos indios, buscando la paz y rechazando la guerra y huyeron también de los terribles gobiernos de los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. Se alejaron de las Universidades que los rechazaban y de sus familias que los satanizaron, también de las estructuras coercitivas de las instituciones culturales y políticas de un país que despreció a sus jóvenes a finales de la década de 1960 y durante toda la década de 1970.

Frente a esto, las autoridades políticas y en el caso de algunas Universidades, impulsaron acciones en las que castigaron a quienes intentaban encontrarse en la visión y propusieron el endurecimiento de acciones disciplinares y utilizaron la prensa para exponerlos como desviados, enfermos mentales, locos, mariguanos y drogadictos, esa idea prevalece todavía cincuenta años después, y es por eso que requerimos de una versión científica desde la ciencia antropológica, para valorar los aportes artísticos de la generación mexicana que vivió la contracultura y de la que se sigue sabiendo muy poco, porque fue profundamente discriminada. Durante los años de máxima expresión de prácticas contraculturales, es decir, las décadas de 1960 y 1970, el consumo de hongos y otras drogas, provocó fuertes tensiones entre las generaciones jóvenes con sus padres, con sus maestros y con quienes en su momento manejaban las políticas públicas.

Los modelos de vida dominantes y las estructuras de poder, impusieron a una juventud deportista, ordenada, militarizada, letrada y moralmente buena, principalmente durante el otoño de 1968, cuando fueron los juegos olím-

 


Un acercamiento antropológico a la contracultura en México a través de la experiencia psicodélica y la literatura beatnik

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 17-30

 

picos en la Ciudad de México. Mientras miles de jóvenes salieron a la calle para rechazar a las olimpiadas en el otoño de 1968, y a crear el movimiento estudiantil más fuerte y potente que ha tenido México, la prensa, el gobierno, la familia tradicional, crearon un icono mercantilista de una juventud ordenada y deportista, pero eso paradójicamente provocó que las prácticas contraculturales se multiplicaran y que se crearan muchos espacios de protesta que fueron agredidos por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz el 2 de octubre de ese año icónico.

La contracultura mexicana se refugió en la Universidad, principalmente en la UNAM y trazó sus rutas hacia las montañas oaxaqueñas, las selvas chiapanecas y los desiertos del Norte de México, aunque con el paso de los años, la generación contracultural pasó a formar parte de la burocracia política, sentó las bases de una contracultura que ha permanecido y que sigue siendo mal vista, a pesar de que en el presente se habla del respeto a la diversidad cultural.

Hacia las décadas de 1980 y 1990, gran variedad de expresiones contraculturales siguió practicándose, en su mayoría en la clandestinidad y desarticuladas. Así surgieron muchos espacios de protesta, en las grandes ciudades sobrevivieron en bares, cafés alternativos, barrios y colonias populares, en el arte callejero y en espacios creados para el placer, el ocio y las manifestaciones artísticas, en el rock, el jazz, el punk y en la literatura.

En conclusión, el concepto antropológico de contracultura tiene que ver con ubicar el proceso cultural mercantil, contra el que grupos juveniles se rebelaron y protestaron, pero sobre todo se trata de describir a las expresiones artísticas y a los espacios de protesta en que tuvieron forma. Esto permite que se puedan tener elementos concretos para interpretar las expresiones contraculturales a lo largo de la historia, a los momentos en los que las juventudes contraculturales se rebelaron a modelos tecnocráticos impuestos por sistemas políticos rígidos.

Finalmente, este trabajo pretende que se siga discutiendo el concepto de contracultura, bajo un marco teórico derivado de una antropología crítica, ya que, como ciencia de la cultura, tiene entre muchos retos, discutir sobre el uso, pertinencia, continuidad y seguimiento de prácticas, acciones colectivas, movilizaciones y expresiones propias de la contracultura a más de cinco décadas de su florecimiento y de su melancólico tiempo de rebelión y esperanza…

 

Referencias

Agustín, J. (1996). La contracultura en México, la historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas, Grijalbo.

Anaya, J V (1988). Hikurr y otros poemas. Secretaría de Educación Pública.

Arce Cortés, T. (2008). Subcultura, contracultura, tribus urbanas y culturas juveniles: ¿homogenización o diferenciación? Revista Argentina de Sociología, 6 (11), 257271. https://acortar.link/t5F1bK

Bialostozky, H. (2019). La generación beat en México, Gatopardo. https://goo.su/H5X37 Chaves Zamora, R. (2020). ¡No más hippies! Identidad juvenil, memoria y pánico en la Guerra Fría: el mayo de 1968 en Costa Rica. Anuario de Estudios Centroamericanos, 46. https:// doi.org/10.15517/AECA.V46I0.42207

Díaz Millán E. (2002). Los quebrantos de la contracultura mexicana, en Martínez Rentería

Culturacontra Cultura, (pp. 2328). Plaza & Janes. Fadanelli G. (2002). Cultura subterránea, en Martínez Rentería Culturacontra Cultura, (pp.  1923). Plaza & Janes.

García Robles, J. (2000). El disfraz de la inocencia (la historia de Jack Herouac en México). Ediciones del Milenio.

Gaytán, P. (2004). Apartheid social en la ciudad de la esperanza cero, capitalismo y cinismo (contra) cultural. Colección Autonomía Metropolitana.

Geertz, C. (2005). La interpretación de las culturas. Gedisa.

Giménez, G. (2005). La cultura como identidad y la identidad como cultura. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. https://goo.su/goTQ8N

Ginsberg, A. (1997a). Aullido y otros poemas. Ediciones del Milenio. Ginsberg, A. (1997b). La carda de América. Visor libros.

Hiernaux Nicolas, D. (2007). México, el espacio mágico y efímero de los beats. (En el 50 aniversario de la publicación «Ontheroad» de Jack Herouac).Tiempo Archipiélago,(100),pp. 3241. https://goo.su/YGoeL

Herouac, J. (1999). México Inocente y otros relatos de viaje. Ediciones del Milenio.

Herouac, J. (1989). En el Camino. Anagrama.

Kupper, 6. (2001). Cultura, la versión de los antropólogos. Paidós.

Marroquín, E. (1975). La contracultura como protesta. Cuadernos de Joaquín Mortiz. Martínez Rentería, C. (2002). Culturacontra Cultura, Plaza & Janes.

Martínez Rentería, C. (2021). Contracultura. https://acortar.link/2Si2H6

Rosaldo, R. (2000). Cultura y verdad. Agenor Marti.

Roszak T. (1970). El nacimiento de una contracultura. Reflexiones sobre la sociedad tecnocrática y su oposición juvenil. Kairos.

Tamayo, S. (2016). Espacios y repertorios de la protesta. Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana.

Todorov, T. (2008). El miedo a los bárbaros. Galaxia Gutenberg.

Yehya,N.(2002).    Nuevos bríos en el rock nacional, en Martínez Rentería(ed.) Culturacontra-Cultura (pp. 131135). Plaza & Janes.

Zebadúa, J. (2002). Rock y contracultura, Instituto Veracruzano de la Cultura Gobierno de Estado de Veracruz.