Vargas, Yépez

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

 

«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

 

«There is also time to dance»: art, identity, and politics.

Interview with Nina Pacari

 

Recibido: 21/11/2023 Aprobado: 16/12/2023

 

 

Edwar Vargas Araujo

Universidad Central del Ecuador (Ecuador)

https://orcid.org/0009000661495344

 

Belén Yépez Mosquera

Universidad Central del Ecuador (Ecuador)

https://orcid.org/0000000328772443

https://doi.org/10.29166/csociales.v1i45.6107

Resumen

El nombre de Nina Pacari referencia a la figura política, a la líderes indígena, a esa mujer luchadora que ha ocupado grandes cargos públicos. Fue la primera mujer indígena en ser canciller de la República, ha sido asambleísta, jueza constitucional, académica, entre muchas otras cosas. Sin embargo, en esta entrevista se explora un lado más cotidiano, de sus experiencias de juventud, sus inicios en las organizaciones sociales, su vinculación con el arte, la cultura y la identidad indígena, que le han llevado a constituirse en la lideresa que es el día de hoy.

Palabras clave Nina Pacari, entrevista, identidad, arte, política.

 

Abstract

The name of Nina Pacari refers to the political figure, The indigenous leader, the public woman who has held high public offices, was the first indigenous woman to be Chancellor of the Republic, has been a congresswoman, constitutional judge, academic, among many other things. However, in this interview, a more everyday side is explored, of her youth experiences, her beginnings in social organizations, her connection with art, culture, and indigenous identity, which lead her to become the leader she is today.

Keywords Nina Pacari, interview, identity, art, politics.

 

Los contenidos pueden usarse libremente, sin fines comerciales y siempre y cuando se cite la fuente. Si se hacen cabios de cualquier tipo, debe guardarse el espíritu de libre acceso al contenido.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

Nina Pacari es una líder histórica del movimiento indígena ecuatoriano, ha sido la primera mujer de toda la región en ser ministra de Relaciones Exteriores, además ha sido asambleísta constituyente y diputada nacional; también ha sido jueza constitucional y gran parte de su vida ha estado vinculada a las organizaciones sociales e indígenas como activista por los derechos colectivos y la plurinacionalidad. Sin duda, su trayectoria es amplia y su vinculación con los procesos organizativos de carácter provincial y nacional están llenos de particularidades. En esta entrevista, que duró más de dos horas, se intenta conocer a la lideresa desde un ángulo más humano, cercano y cotidiano. Nos hemos centrado en sus experiencias de juventud, en sus inicios en las organizaciones sociales que están atravesadas por su vida familiar, sin dejar de lado su visión de presente y su proyección a futuro. Han quedado muchos temas pendientes, pero también el compromiso por seguir conversando y reconstruyendo, desde la vivencia personal, la historia del movimiento indígena, así como la del país.

Edwar: Para iniciar, nos gustaría que nos cuente ¿cómo es que usted se vinculó al proceso organizativo?

Nina: De modo inconsciente, desde que aprendí a leer y escribir porque mi padre había querido que su primer hijo sea varón, pero así sea mujer incorporó igual; por lo tanto, mi padre cuando tenía las reuniones del Centro Cívico, me acuerdo, de la ciudad de Cotacachi o de la parroquia de El Ejido o en Quiroga, eran las tres, me iba llevando con un cuaderno en la mano, para que apunte.

Yo tenía siete años, ocho digamos, si uno tardíamente ingresa al jardín, después a la escuela, el tema es que en cuanto aprendí a leer y escribir mi padre me llevaba como su secretaria a las reuniones y terminaban siendo políticas, porque hablaban de Eloy Alfaro, Córdoba Zabala y bueno de políticos de ese entonces. Después se aproximaban los tiempos de elecciones, no, y mi padre lo que me decía: «Anota, lo que puedas entender, anota». Entonces yo entendía una frase y anotaba, pero en otras, mi padre me dictaba, decía: «Esto anota», entonces yo anotaba. Cuando llegaba a la casa me decía «¿qué no más está anotado?» Y en función de eso mi padre contaba, dentro de la casa, lo que han discutido en la reunión, de cómo alguno está medio perdido, alguno está medio alterado y como que mi padre no se encontraba en ese espacio por más que pueda ser Centro Cívico Ciudadano.

E: ¿Es como una asamblea cantonal el Centro Cívico?

N: No, eran los centros formados, más que por partidos políticos, era formados por los ciudadanos para participaren el quehacer político. No era de un determinado partido político. Me acuerdo de que mi padre había sido alfarista, entonces Eloy Alfaro siempre estaba hasta en la sopa. Aunque decía que directamente a los indígenas no nos había apoyado, pero que en términos generales desde su papá le admiraban al general Eloy Alfaro. Entonces con 7 años solo sabía de los nombres y hasta ahí llegaba, digo, de modo inconsciente.

Ya de modo consciente era desde los 14 años, 15 años, porque sentíamos los jóvenes de la ciudad, los que estuvimos en la ciudad, que éramos los primeros, o que nuestros padres eran los primeros o nuestros abuelos eran los primeros en llegar a la ciudad, porque mis padres son de la comuna: de Quinchuquí mi padre, de Peguche mi madre, de la parroquia Miguel Egas Cabezas de Otavalo. Somos pueblo Otavalo, pero se trasladaron desde la época de mis abuelos a vivir a la ciudad. Yo, prácticamente nací en la ciudad, entonces éramos el lunar porque había una familia más o a lo mucho unas dos o tres familias, y no había más.

Y se sentía la exclusión en la ciudad, nunca tuve conciencia de haber sido agredida, pero era distinto, por ejemplo, uno de pequeño se da cuenta de que a los cumpleaños en las ca-

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

sas de las compañeras casi no nos invitaban o mejor dicho, no nos invitaban. Solo una compañera que me acuerdo hasta hoy el nombre, Consuelo Galindo, su padre era profesor y nos invitó. Y como nosotros en la casa aprendíamos haciendo, de acuerdo con nuestra edad ayudábamos en el trabajo, poníamos los flecos, los adornos en los filos de los ponchos o de los chales, por ese trabajo mi padre nos pagaba el mismo precio que lo que le pagaba a la obrera que iba llevando para poner los flecos. Entonces, yo con mi hermano teníamos un fondito, un ahorro, y con ese fondo compramos un anillo de oro para darle a la compañera. Porque mi padre decía: «el mejor regalo tenemos que dar cuando nos abran las puertas». Y claro era el anillo de oro en ese entonces, yo tendría ahí unos diez años, once y mi hermano ocho. Era el único cumpleaños que hasta esas fechas había llegado. Era para nosotros también un lujo, un estatus, una apertura, aunque a lo mejor no toditos, pero sr ya comenzaba desde una familia.

Y comenzábamos, por otro lado, ya a sufrir la exclusión desde la propia organización. Mi padre es fundador de la FICI,1 mi padre es luchador por la recuperación de las tierras de la hacienda Quinchuquí. Pero como ya vivíamos en la ciudad, mi padre decía: «yo vivo en la ciudad no voy a coger ahí, que cojan los que necesiten en el campo» y no cogió ningún pedazo de terreno.

También es fundador de la escuela en esa parroquia, de ese punto no sabía, sino hasta que las autoridades de Quinchuquí me hicieron un homenaje cuando fui canciller y entre las referencias era que yo era hija de Taita Carawaska, que era de su comuna, y que Taita Carawaska, además de luchar en la hacienda, de luchar en una cooperativa de ahorro y crédito, de la que luego se salió, además de luchar por la estructuración de la FICI, mi padre habría sido también el fundador de la escuela.

Bueno, como eran tiempos de dictadura, nosotros, con mi madre, nos quedábamos temblando cuando salía por la noche a pie a las reuniones en la comuna de Quinchuquí. No sabíamos si regresaba vivo o no, así decía mi madre, porque estábamos en dictadura. En ese entonces no entendía, pero ya nosotros como jóvenes, queríamos continuar con ese trayecto de nuestros padres, pero en la organización provincial no nos abrían, sobre todo una compañera que la estimo muchísimo y ahora igual es parte, Blanquita Chancoso. Ella es de una de las comunas de Cotacachi, su padre era albañil y vive igual en la ciudad.

E: O sea, por ese entonces le conoce a la compañera Blanca.

N: A la compañera Blanquita Chancoso la conozco, así de idea de visión y de todo, desde cuando yo tenía diez años, por lo tanto, llevo 53 años conociéndole a Blanquita y los últimos años trabajando juntas.

Ella era una de las personas que no nos permitían ingresar a los jóvenes. Y los jóvenes con catorce años, con quince años lo que hacíamos era volver a la comunidad de nuestros padres y por la vía de los parientes entrábamos a las reuniones de la organización.

E: ¿O sea que, pese a que ustedes vivieron en la ciudad, sus padres, su familia mantuvieron lazos comunitarios y a cierta edad decidieron regresar a las comunidades a las que pertenecían sus padres?

N: Sí, inicialmente los acompañábamos por acompañar, luego ya queríamos entrar como jóvenes, con más Autonomía. Ahí ya no nos permitieron, lo que teníamos que hacer era acudir al ayllu, no al ayllu llacta, sino al ayllu primero y como familias, ahí si Decían —«vengan»— y finalmente entrábamos. En una de esas, recuerdo, cuando Blanquita me atacó, bueno sentía que toditos a mí me atacaban porque era la única que había empezado, ese año, a estudiar derecho. Entonces

 

1 La Chijalta FICI es la Federación de los Pueblos Kickwa de la Sierra Norte del Ecuador, filial de la ECUARUNARI-CONAIE. Está integrada por los pueblos karanki, natabuela, kayambi y otavalo.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

atacó contra los abogados. Entonces, cuando atacaba, todos me Decían: «contéstale, contéstale». Y yo decía: «no, yo voy a contestar con los tiempos, con los hechos y la palabra». Eso es lo que mi padre me ha enseñado, a que no hay que andar peleado, para ser, para hacer y hasta para parecer.

Mi padre también decía que para luchar contra el racismo de ese tiempo había que tener, y por eso mi padre llegó a ser un empresario, tenía recursos. Mi abuelo en cambio decía: «no solo hay que tener, hay que ser, yo no estoy para emprender en las grandes fábricas. No, yo quiero para vivir, para ser».

Entonces yo recogí de los dos, de mi padre y mi abuelo, sabiendo que era necesario el tener, no acumular, pero que era necesario también ser. Es decir, vivir con dignidad, y para desenvolvernos en donde estábamos, en la ciudad. Pero lo que nos enseñaba mi padre es que la casa era como comuna, era nuestro territorio. Decía «es como nuestro ayllu llacta de Quinchuquí o de Peguche, este es nuestro ayllu llacta, la casa».

Entonces yo crecí con la noción de territorio a la casa que teníamos en Cotacachi, tanto es así que mi madre tenía un huertito pequeño, ahí cultivaba y tenía también sus gallinas. Hasta se atrevió, mi padre, a tener colmenas de abejas, pero como esas afectan en la ciudad y había una prohibición en la norma urbana, terminó pues desprendiéndose de las colmenas.

Yo crecí con eso, siendo excluidos en cierta forma, de la ciudad, del mundo que no es nuestro; pero también del proceso de los nuestros, como jóvenes, queríamos participaren las organizaciones. Además, como teníamos un poquito de recursos, también éramos catalogados como los jóvenes burgueses.

La compañera Blanquita decía que habíamos dejado de seri indígenas porque, por ejemplo, yo tenía un reloj que mi padre me había regalado a los catorce, quince años. Mi padre era muy aficionado al oro, valoraba muchísimo eso. Cuando fui abanderada me regaló un anillo de oro que conservo hasta hoy. Así era mi padre, cuando yo trabajaba en las vacaciones y no había disfrutado me regalaba unos aretes de oro largotes, por ejemplo.

Como vivíamos esta exclusión, los jóvenes decidimos organizarnos, es ahí cuando creamos el «Taller Cultural Kausana Cuncki». Yo tendría ya unos diecisiete años cuando formalizamos el taller, pero mientras tanto íbamos ingresando a las comunidades, con charlas sobre los problemas que teníamos, sobre las discusiones que había de por medio. Había un grupo de teatro que se llamaba «Obraje», también éramos parte de ese grupo. Ahí yo era declamadora, me sabía los poemas de Nicolás Guillén, bueno de los poetas de esos tiempos, también conocía a los autores ecuatorianos.

Por otro lado, también aprendí a tocar la guitarra y como el colegio que estudié era de música, pues también aprendí a teclear un poquito el piano, aunque no era tanto de piano. Con la guitarra fui autodidacta, con los libros de música que salen con notas, aprendí a tocar más ritmos. Con decirles que en el año 1987, cuando hubo un encuentro por la soberanía de nuestros pueblos, en Cuba, ahí estuvo Manuel Díaz que era dirigente de la FICI, Ariruma Kowii y yo, fuimos invitados para ese encuentro, terminábamos no solo dando las conferencias, sino haciendo una gira por las provincias con guitarra y charango, yo la guitarra y cantando, éramos cuatro o cinco que hacíamos vibrar al salón entero. Ahora las manos ya no dan, a veces una rasgadita así pequeña no más.

Todo eso servía para cuando íbamos a la comunidad, para discutir sobre quienes éramos. Entonces, desde los quince años, más o menos, es que asumí con conciencia crítica, ya llevo más de 40 años de lucha.

E: El tema del arte y del grupo musical le sirvió como la puerta para entrar a las comunidades ya que no tenían una buena percepción desde sus propios compañeros por estar en la ciudad.

 

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

N: Yo creo que había una cuestión entre lo urbano y lo rural. Eso se replica cuando se construye la CONAIE, es más rural y todavía el mundo urbano indígena como tal, no acaba de llegar, por más que esté el discurso plurinacional.

E: ¿Y a qué se debe eso?

N: Se mantiene de manera fuerte diría, pero con apertura, porque ya la realidad no es la misma, en la que solo pocas familias están en la ciudad, sino que ya hay más y se está repensando una cuestión de cómo en la ciudad nos reconstituimos como ayllu llacta, como en el caso de Otavalo.

Cuando vine a trabajar en Chimborazo, en la década de los ochenta, en el día ejercía la profesión y luego me trasladaba a las comunidades para conversar con las autoridades, ahí estaba vinculada a la lucha por la tierra. Yo iba con material en una canasta, borradores, marcador, papelotes, hojas en blanco y una guitarra que la tengo hasta hoy.

Entonces, en la reunión después de analizar los temas fuertes, con la guitarra terminaba con mis compañeros y sus coplas. Hacíamos un diálogo a través de la música, el compañero contaba su problema y se hacía un compromiso entre todos.

Hace poco estuve en un curso de administración de justicia acá en Columbe y uno de los mayores se levantó y dijo: «A mamá Nina la hemos visto acá, ha estado en Chimborazo cuando no había profesionales propios de nuestro pueblo, a lo mucho había uno que otro profesor, ahora tenemos abogados. 6hora ha vuelto para seguir dándonos las enseñanzas, desde esos tiempos sigue haciendo lo que está haciendo».

No es que no me dedicaba a la profesión, pero los domingos era a las comunidades. Luego fui incorporada como miembro de la Casa de la Cultura núcleo de Chimborazo y mientras vivía el presidente Alfonso Chávez, se creó el taller de extensión cultural para las comunidades indígenas, TLCCI. Entonces ahí entraba a las comunidades no solo como la profesional, sino vinculada como una entidad, hasta ahora soy miembro de la Casa de la Cultura de Chimborazo.

E: De lo que usted nos cuenta, su participación inicia en Imbabura con el tema cultural, luego estudia derecho y se traslada a Chimborazo, pero ¿cómo fue ese proceso?, ¿por qué decidió quedarse ahí?

N: En el mundo kickwa se dice que no hay solo casualidades. Mi padre quería que yo sea profesora, porque era muy valorado ser profesor. Por eso me fui a matricular en el colegio Alfredo Pérez Guerrero, de San Pablo del Lago. Pero en el año que yo entro deja de ser instituto para profesores. Había que estudiar dos años más de Instituto Superior para ser profesor. Entonces termino siguiendo ciencias sociales, cuando estudiaba era muy buena alumna, desde la escuela, entonces los profesores me Decían que estudie, cada uno desde su materia, diferentes cosas, unos que estudie historia, otros, literatura o sociología. Solo hubo un rector, Sergio Pazmiño, que era de Riobamba, y claro, venir a otra provincia, sr se sufre, yo diría este rector sr tuvo dificultades; el Único que, siendo profesor de historia, me dijo que tenía que estudiar derecho.

Yo también era parte del Consejo Estudiantil, me movía con que hay que hacer charlas de medicina, charlas de sociología, buscaba como invitar a la gente, era muy entradora. Por todo eso dijo: «Usted tiene que seguir derecho, tiene un sentido social profundo, lo que le recomiendo es que no estudie para ser historiadora».

Yo le comenté esto al tutor, al licenciado Edgar Espinoza, él era de Pedro Moncayo. Le digo: «Licenciado, me dicen que debo estudiar esto. Y él me dice: «Pero para estudiar eso, hay que tener apellido». Entonces yo con

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

la ingenuidad del caso respondo: «Claro que tengo apellido y tengo dos: Vega Conejo».

Cuando llegué a la Universidad, creo que, en el año 84, asistí a unas conferencias de Armand y Michèle Mattelart, franceses que llegaron para ser asesores de Salvador Allende, hablaban de comunicación, de los comics y de cómo los discursos podían manipular, analizaban cuál era el rol de la psicología en la comunicación. Con esa conferencia me quedé en una pieza, ahí me di cuenta de que lo que me había dicho el profesor era un racismo inconsciente, porque yo no tenía el apellido de abolengo, como les Decían en esos tiempos, y por lo tanto la medicina, el derecho, solo podían estudiar aquellos prominentes hombres y mujeres, por lo tanto, yo una indígena no podía estudiar eso. Ahí cobro conciencia de lo que me había dicho el profesor en el colegio.

Eso fue la antesala para decirle cómo me

vinculo, porque también decía de las casualidades. Ya cuando empiezo a estudiar derecho, el primer año me pagó la carrera mi padre, pero yo misma iba sintiendo que necesitaba la Autonomía. Como ayudábamos antes en la casa, yo tenía unos ahorros, pero ya estando en Quito ya era distinto. Entonces una compañera dice: «Yo le conozco al doctor Marco Proaño Maya, fue mi profesor en el colegio y quiero pedirle trabajo ¿por qué no me acompañas?» Y le acompañamos tres compañeras. El doctor Proaño nos dice: «¿Ustedes no piensan trabajar? Y mi respuesta fue: «Claro, si usted nos da trabajo, muchas gracias doctor».

Entonces ahí dijo que estaba necesitando

una secretaria y pidió que me tomen una prueba. En el colegio Luis Ulpiano de la Torre te enseñaban opciones prácticas, había mecanografía, taquigrafía, costura y música, entonces se pasaba por los cuatro. Ahí yo aprendí, era buenísima, entonces cuando me toman la prueba cogí todas las notas del dictado y me dice que escriba a máquina, una que otra palabra no estaba, entonces yo comienzo a poner la palabra que faltaba. Cuando terminó, doña Berta, la que me tomó la prueba, me dice: «Señorita Vega, si el doctor no le acepta, él se lo pierde».

El tema es que, comparado con el dictado, yo completaba con sinónimos que no necesariamente eran la palabra que me había dictado, pero se cumplía con lo que se necesitaba, entonces así fui contratada. No le contrataron a mi compañera, la contratada fui yo.

Como en esa época estaba concluyendo el período de los dos primeros años de inaugurada la democracia, se creó una comisión de codificación, le ofreció ese trabajo a mi compañera. Se formó un equipo entre 20 alumnos de distintas Universidades, entre ellos las dos compañeras que fuimos con el doctor. así es como le conozco a otro exalumno del doctor Proaño Maya, el doctor Francisco Falconí, cuyo padre vivía aquí en Riobamba, ya falleció hace unos años, era un abogado prominente. Él me dijo: «Usted no es para burócrata, usted no es para estar ahí sentada, usted con la dinámica que tiene debe hacer otras cosas». Entonces coordinábamos revistas, una que se llamaba Testimonio, los dos hacíamos la revista.

Bueno, ya por el año 85 me decía: «No se quede con nombramiento en el Parlamento, usted tiene que ir donde la gente pobre porque hay una gran labor, no de secretaria». Y ahí es cuando vengo a aterrizar en Riobamba, con título de licenciada, a la oficina del padre del doctor Falconí. Como era muy buen abogado, ahí llegaban indígenas y no indígenas, de sectores populares, banqueros, etc., así me iban conociendo, fue toda una experiencia, porque era bien exigente, pero solo una vez me hizo repetir un escrito.

Entonces, así es como llego a Chimborazo, en esa época había conflictos de tierras, y ya me iban conociendo, yo era abogada de lo social y el Movimiento Indígena de Chimborazo también estaba en su proceso de consolidarse,

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

 pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

con el acompañamiento del compañero Leónidas Proaño.

Me trasladé a Chimborazo y, de acuerdo con la profesión, miré cómo vincularme. Había una gran diferencia con Imbabura, en Riobamba sentí el racismo porque aquí no había ni siquiera licenciados en derecho indígenas. Era admiración de unos y ataques de otros. Unos que no me conocían Decían: «Calla, calla hijita». Cuando de pronto la propia autoridad tenía que decir: «está hablando con la doctora».

Bueno, la cosa es que me hago conocer por el nivel profesional. Después ya me puse de modo autónomo la oficina también, ya cuando me gradué de abogada. Y así es como me vinculo, por los casos me conocían en las comunidades. En esos tiempos había un proceso de lucha de tierras, le conocí ahí a este señor Collaguazo.2 Ellos también estaban ahí en el proceso de consolidación de la «Coordinadora Popular», y había también en el tema ambiental «Camino Verde», pero desde una visión conservacionista. Entonces ahí es como me vinculo con todo eso, con los procesos de lucha de tierras frente a las haciendas, porque no había abogado que quisiera enfrentarse al terrateniente. Yo como no era de aquí y era indígena, asumía los casos. Así me vinculo por acá al proceso organizativo.

Desde el MICH (Movimiento Indígena de Chimborazo), es que, en la Asamblea, me llevan de candidata al Congreso de la CONAIE en Puyo. Y entonces salgo elegida «Dirigente de tierras y territorios», por unanimidad.

Hasta ahora no se ha dado un proceso como el mío, que, siendo urbana, llegue a ser dirigente de la CONAIE, porque lo normal es que primero sea dirigente de la comuna, luego de la organización de segundo grado, luego de la provincia y ahí se vaya a la CONAIE. En cierta forma soy como la excepción. Por otro lado, yo tampoco he hecho como otros compañeros, ellos hacen una asociación pequeña, y por esa vía de la asociación son parte de la organización y como son parte de la organización presentan candidaturas. Yo no.

A mí me han solicitado que asuma, yo he aceptado, han sido decisiones colectivas y yo he aceptado. Entonces se conjuga: decisión individual y colectiva, pero es de otra naturaleza.

Ahí se explica el porqué del vivir hasta hoy aquí. Estoy agradecida con todo el proceso, sigo acá, sigo desde aquí, cuando estaba con más tiempo trabajaba en Quito, pero siempre vuelvo acá.

Belén: Chimborazo ha sido su casa.

N: Chimborazo ha sido mi casa y sigue siendo hasta hoy. Justo este fin de semana han venido mis sobrinas y el fin de semana nos vamos a Cotacachi. Así es nuestra vida.

B: Yo le quería preguntar, durante su período de Universidad, cuando era estudiante, ¿sigue realizando trabajo con las comunidades de su provincia?

N: Sí, desde la Universidad mantengo mi relación con el «Taller Cultural Kausana Cunchi». Antes de llegar a la Universidad hicimos el primer acto académico político, invitamos a todos los políticos de ese entonces, los que salían en la prensa, como eran Francisco Huerta Montalvo, Jamil Mahuad, el escritor Simón Espinosa. Los llevamos a Otavalo a unas conferencias sobre temas de discriminación, de racismo, de la nueva política, de la democracia. Nosotros seríamos unos jóvenes de diecinueve, dieciocho años a lo mucho, que por primera vez ocupamos el salón municipal, porque era vetado para pueblos indígenas. Pero como éramos jóvenes estudiantes, nos permitieron.

Nosotros como teníamos la vinculación con la comunidad lo que hacíamos era convocar, decíamos que había que madrugar para coger los asientos porque no nos van a dejar no más estar. Ahí se oran muchas cosas de racismo, por ejemplo, se oía: «Uy, aquí hay puro indio,

 

2 Se refiere a Rodrigo Collaguazo, político indígena inicialmente relacionado con la CONAIE. Ha sido representante del Seguro Social Campesino y posteriormente asambleísta por el movimiento Alianza País (hoy Revolución Ciudadana).

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

 pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

no hay gente». Pero en la conferencia que dio el maestro Simón Espinosa fue con todo el tino. Dijo: «Veo yo muchachas indígenas hermosas, blancas, más blanquitas que algunas que son mestizas». Y con eso entró al tema de la identidad, que era uno de los temas que habíamos solicitado que se aborde.

De hecho, yo mantenía mi vinculación hasta cuando me radico de modo definitivo en Chimborazo. Sí, llegué en el 84 a esa provincia, yo creo que entre el 86-87, uno de esos dos años, yo puse mi renuncia como miembro del taller cultural y salí. Porque era otra provincia, estaba en otra cuestión por acá, eran tiempos en donde se invitaba para hacer encuentros culturales, yo estaba muy involucrada en el tema organizativo.

En esa época recién la CONAIE estaba iniciando su discusión, incluso se pensaba cuál era su bandera, quedando que sería la horizontal del arcoíris, la Wiphala. Y entonces dijimos acá, en Chimborazo, vamos a hacer un evento y para eso vamos a hacer unas banderas pequeñas para empezar a salir con eso y nos pusimos en los sombreros. Entonces con un sorbete y papelitos de colores puestos con grapas se hace la bandera, se pone en el sombrero y así íbamos. También hicimos algo con música y por otro lado habíamos pedido a Oswaldo Guayasamín que hiciera algo por Daquilema y nos ayudó con eso. Era metida en la cuestión cultural.

Entonces el hecho es que salen, y todos se empiezan a preguntar: «¿a qué se deben las banderas?, ¿por qué están esos colores?», y la idea era ir posicionando el arcoíris, el tema de las nacionalidades indígenas, que era lo que estaba en debate fuerte en ese tiempo. Entonces así también se da mi vinculación acá en Chimborazo con los procesos organizativos.

E: ¿Cómo le fue en la Universidad porque usted mujer siendo indígena es todo un reto no? ¿Cómo le fue en la Universidad Central, en Jurisprudencia?

N: Bueno, mi padre como era comerciante llevaba los productos, pero también cuando iba a otro país traía los productos de allá. Por lo tanto, por ejemplo, el cuero que era de Colombia llevado a Cotacachi frente a lo que había en Cotacachi, por modelos, por colores, era novedoso. Entonces yo era una jovencita que andaba siempre a la moda, que había unas sandalias bonitas, me ponía. Y claro, alguna otra gente me decía que por todo eso era burguesa, pero yo no les hacía caso. Había compañeras que estudiaban en la Universidad Central porque el horario les permitía; en derecho, al menos primer año, se podía trabajar y me acuerdo que tenía compañeras de familias importantes, por ejemplo, Verónica Plaza, era sobrina del expresidente Plaza Lasso, Mauricio Palacios Zambrano, que era sobrino del que llegó a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia, había un compañero, Patricio Velarde, que el papá era creo que general y tenía una Cooperativa en la que trabajaba en las horas libres de estudios. Entonces yo me llevaba con todas las compañeras.

Había cobertura, y creo que también porque me gustaba debatir y cuando enseñaba sobre derecho romano, derecho germano, yo decía: «¿Y de los incas?», ya pasó me Decían: «Eso ya no existe». Y yo les decía que no es así, había una discusión con el doctor Claudio Mena Villamar, para decir qué es lo que pasa en las comunidades, eso que yo vera en la comunidad, que ahí está, que cuando vamos a la comunidad hay mínimas reglas que son propia de los pueblos, se las tiene en cada uno de los hogares, entonces de hecho estaba filita en el tema.

También había conflictos políticos. Los del MPD3 nos querían cooptar, así que creamos nosotros una tercera vía, el «Movimiento Alternativa». Participamos en elecciones

 

 

3 Se refiere al Movimiento Popular Democrático, actualmente denominado Unidad Popular, es una organización política de izquierda revolucionaria, influenciado por el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador y ha sido el frente electoral de múltiples organizaciones sociales.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

y ganamos, pero nos dieron palazo limpio, quemaron las urnas y se posicionaron los del MPD como representantes.

Ya después de muchos años, cuando llegué a la Corte Constitucional, me encontré con el doctor Bruñis, él era dirigente estudiantil cuando yo entré a primer curso. Y yo le conocí con las mangas arremangándose para mandar, él era uno de los que nos querían golpear, eran terribles, había que tenerles miedo. Entonces cuando coincidimos en la Corte, yo le digo pues como le conocí, y le cuento lo que pasó y me dice: «Ah, esos eran otros tiempos» y le digo: «pero así te conocí».

Con otro compañero, estaba igual en otro espacio político, le digo en un conversatorio lo que había pasado en la Universidad, que ellos nos quemaron las urnas y que nos dimos a palazo limpio, él me dice: «si me acuerdo de que había una indígena con la que nos dimos, a escobazo nos dimos. ¡Ah! ¿eras tú?» Le dije que sí. De darnos de palos, a encontrarnos años después en otros espacios. En la Universidad era la única yo, no había ninguna otra compañera indígena.

Tenía compañeras con las que me llevaba, yo diría que ahí aprendí a conocer el mundo occidental, no de lejos, sino desde cerca, desde la familia, desde la amistad. Yo tengo amigos entrañables, hombres y mujeres, de lo urbano y de mi tierra. En el proceso estudiantil, mantenía vinculación en un principio con Imbabura luego con Chimborazo. Lo que si ya dejé de Imbabura fue el taller, no recuerdo si fue el 85 u 87, pero ya fue con renuncia por que era imposible, porque ya estaba por no volver.

B: ¿Su familia no se molestó porque no quisiera volver?

N: No. No ha dicho nada, porque tampoco abandonaba del todo, iba de visita el fin de semana, a los quince días y también ellos vienen para acá. Cuando una está con talleres por ahí, pues igual me voy por lo menos una noche a estar con ellos o a invitarles y pasamos juntos, es decir, la vinculación ha sido permanente a nivel de la familia. Lo que sr, ya no he estado en ningún acto cultural allá, y aquí es poco, prefiero la ruta que estamos trabajando.

E: Cuando usted se fue a Chimborazo debe haber encontrado una realidad totalmente distinta, unas condiciones materiales diferentes, una discriminación mayor, debe haber sido…

N: Un golpe. Porque comparado con lo que éramos los otavalos o los urbanos, era otra la situación. Ni siquiera comparado con la lucha de la tierra que se tenía por allá, pero era muy fuerte el racismo, la exclusión. Una cosa hacía con mis compañeros cuando estábamos en la lucha por la tierra, yo capacitaba con la ley en la mano, y recuerdo que en uno de los diálogos que tuvimos después del levantamiento del noventa, con el doctor Luna Gaibor, que era director ejecutivo del IERAC,4 el compañero que había estado en los cursos, le dio lecciones, decía: «El artículo 100 del IERAC dice esto». Hasta ahora me acuerdo, entonces estaban asombrados por el indígena comunero que sabe y se defiende. Pero eso fue porque hemos compartido la información que tenemos los que somos profesionales, para afianzar nuestra lucha, conociendo en este caso lo que es el instrumento jurídico.

Era muy fuerte la situación el Chimborazo, de pronto los compañeros verlos como daban la mano poniendo el poncho para que no se sienta la mano callosa. Siendo duro tuve muy claro que había que seguir trabajando desde estos territorios, pero vi una gran fortaleza. ¡Madre mía!, el carácter organizativo estructural en las comunas era tremendo y extraordinario.

Desde que hemos comenzado a trabajar nuevamente en la provincia vemos debilidad organizativa, a ratos también los profesionales están con las distorsiones que nos dan en las Universidades, a ratos terminamos nosotros

 

4 Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

menospreciando lo propio y esas debilidades se empiezan a ver, se empiezan a notar. Por lo tanto, yo sr creo que la violencia epistémica está en las Universidades.

Yo creo que sr podría decirles que la estructura organizativa es de tal fortaleza, comparando con Imbabura, Chimborazo es otra cosa. Cuando fue el levantamiento del noventa se mostró eso. Pero diría que cuando llegué vi lo que era la pobreza, la exclusión, el racismo, desde los pueblos había una estructuración un control, una potencialidad muy fuerte, pero que hay que irlas trabajando para fortalecerlas.

El racismo no se ha acabado todavía, hay un ejemplo muy reciente, hace unos dos años diría yo, acá en Riobamba monseñor Julio Padilla, por ejemplo, cuando él le daba la mano a un indígena y él no le daba tapándose, debajo del altar se lavaba las manos, es decir, esa cuestión colonial está en la propia iglesia, claro no eran los tiempos de la iglesia del monseñor Leónidas Proaño.

Uno de los testimonios de monseñor Leónidas Proaño era en ese sentido. Hubo un congreso de CIESPAL5 y vino una delegación Internacional y yo también vine desde Quito para hacerle una entrevista a monseñor Leónidas Proaño, una de las preguntas fue ¿cuál es la conquista más grande que ha tenido aquí en este territorio, sobre todo con los indígenas? y lo que monseñor contestó fue: «El mayor logro fue que hablen mirando a los ojos, sin tener miedo de levantarlos frente al patrón». Mire lo que es.

Yo creo que había una serie de estas cuestiones y nuestro trabajo es dar herramientas, no solo ver como abogada, porque había mucho engaño por parte de los abogados, por ejemplo, cuando querían arreglar los terrenos les hacían la posesión efectiva y les Decían que era escritura y les cobraban como escritura. Yo les iba diciendo esto no es así, entonces en mis cursos que daba en las comunidades, iba llevando esto, de no dejarse engañar por los abogados. Que hay que conocer la ley, al menos en estos temas que estamos luchando.

E: ¿Cómo fue la relación con la Iglesia, porque nos contaba que en Chimborazo la realidad organizativa era potente, prometedora, y ahí tenía un papel la Iglesia, la teología de la liberación, monseñor Proaño? ¿cómo fueron las relaciones entre estos dos mundos vinculados y también distintos? Y también con la iglesia evangélica.

N: A monseñor Proaño le conocí muy jovencita, porque llegamos a Riobamba como parte del Taller Cultural para hacerle una entrevista. En esos tiempos era catalogado como el obispo rojo y queríamos saber qué estaba pasando, porque éramos jóvenes, intrépidos también, entonces llegamos a Santa Cruz, yo vivo cerca del barrio de la Casa-Hogar de Monseñor Leónidas Proaño, en el barrio Santa Cruz; cuando le entrevistamos, ¿una de las preguntas fue ¿cuál es la forma para liberarse? y la respuesta fue siendo curas y monjas religiosas. Nosotros le decíamos que no iba por ahí, que no es cuestión de ser religioso, porque en esos tiempos el discurso era que la religión es el opio del pueblo.

Yo para graduarme de bachiller hice una tesis que se llama Cristianismo y marxismo una coexistencia pacífica, así era el título de mi tesis, y para hacer eso leí “Socialismo científico” de Manuel Agustín Aguirre, leí a Pío Jaramillo Alvarado y a otros, entonces íbamos con otras ideas y que nos digan que la salida era siendo curas y monjas, yo decía que no, que debe ser desde los territorios y las organizaciones, eso es lo que nos Decían nuestros padres.

Cuando éramos estudiantes, unos compañeros fueron becados para estudiar en México y regresaron también graduaditos, estoy hablando del año 82 u 83, cuando yo estudiaba en Quito. Ahí nos íbamos a la Conferencia Episcopal, a verle a monseñor, que era muy

 

5Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, es una organización creada por la UNESCO para promover el derecho a la comunicación.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

conversador con los jóvenes. Él decía: «En Riobamba pasa esto, deberían conocer ustedes como jóvenes, porque la realidad es grande, es diversa».

Como jóvenes le íbamos a ver casi seguido, las reuniones eran casi semanales. No éramos catequistas, pero eran casi semanales y nos motivaba a los jóvenes y era un diálogo que llevamos con monseñor. Hasta hoy tengo unos mimeografiados en el archivo, con la firma de monseñor Leónidas Proaño, por ejemplo.

De hecho, con monseñor Proaño tengo ese grato recuerdo de una cercanía especial. Lo que llamaba mucho la atención, pero eso ocurría solo acá en Chimborazo, es que en lugar del vino ponían la chicha, en lugar de la ostia, el pan. Aunque eso no es un gran cambio, de todos modos, son símbolos. Lo que a mí me encantaba era como monseñor no daba el discurso sobre la biblia no más, sino que se metra en el problema. Preguntaba: «¿Qué problemas hemos tenido con tal persona, tal autoridad?», es decir, se metra en lo político.

Entonces, sus sermones eran distinto al de cualquier cura, esa era la relación, la cercanía que se mantuvo con monseñor Proaño y si fue lamentable su pérdida y creo que fue un trabajo bastante fuerte acá en Chimborazo. Ahora quedan unos rezagos de la teología de la liberación, ya no es lo que era a finales de los setenta e inicios de los ochenta cuando era el eje y lo que se venía en la lucha social. Eso fue lo que motivo a decir «Cristianismo y marxismo: una coexistencia pacífica». En esos tiempos decíamos que hay una conexión en las propuestas, la lucha y que debería haber cambios. Nos quedó muy claro que una cosa era la estructura, por más que esté monseñor Leónidas Proaño. La estructura de la Iglesia sigue siendo jerárquica, a pesar de tener un papa Francisco, está ligada al poder.

Ahora con lo evangélico, yo me iba a las comunas sean católicas o sean evangélicas. Yo priorizaba los pueblos, las comunas. Algo que yo publico en el librito Todo puede ocurrir, es que me conmovía muchísimo y me preocupaba muchísimo era que cuando iba a un bautizo evangélico, la música ya era de otra manera, porque Decían que era música de «cucos» lo que teníamos en la religión católica o lo que teníamos como indígenas.

En Chimborazo, al menos en la década de los cincuenta hasta los sesenta; incluso había muertes por la confrontación entre evangélicos y católicos, yo creo que fue el levantamiento de 1990 el que nos «abre los ojos», como Decían los compañeros evangélicos, para ver más allá de la religión y ver necesidades que teníamos como pueblos y también las cuestiones históricas que teníamos de por medio.

Claro, nosotros venimos por pueblos, por las comunas, por territorio, la capacitación es por igual, desde el punto de vista del ayllu llacta, del territorio, como comunidad, pueblo o nacionalidad, porque lo otro es secundario, más bien nos hace perder el horizonte cuando nos enfrascamos en unas disputas de esta naturaleza.

B: Usted toda su trayectoria ha estado vinculada al tema identitario, ya usted nos comentaba que unos de los hechos de discriminación fue que no tuviera esos «apellidos de alta alcurnia» ¿cuándo decide cambiar su nombre y por qué?

N: En la práctica nuestros padres, nuestros abuelos no usan el nombre o apellido que están en los papeles, con el que están inscritos. Mi padre Carawaska, nosotras éramos las hijas de Taita Carawaska, la construcción con apellidos viene desde afuera, son cuestiones que forman parte de lo que decía Guillermo Bonfil Batalla de la cultura apropiada. Entonces, como jóvenes, decidimos asumir el kickwa, hablar el kickwa y a veces llegar al extremo también. De joven que llevaba los bolsos de cuero, a llevar alpargatas, pero hechas de ca-

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

buya, llegar a unos extremos y ponerme la huma watarina,6 que era más para mayores, pero me ponía, por ahí tengo unas fotografías con la huma watarina.

Entonces claro, viendo el idioma, procesando, decidimos hacer una ceremonia con las personas del Taller Cultural, ahí se hizo una caracterización de personalidades y autoponernos los nombres. así surgió Ariruma Kowii. Así surgió después Auki Kanaima Tituaña, el mío fue Nina Pacari. Entonces, después, tocó hacer el trabajo con nuestros padres, porque, por ejemplo, Ariruma se cambió con apellidos, yo sin apellidos. Entonces todo es parte de un proceso, parte desde una visión colonizadora y para nosotros era ver cómo vamos descolonizando. Entonces, desde los 17 o 18 años vamos con ese cambio. Cuando llego a trabajar en el Congreso con el doctor Marco Proaño Maya yo ya utilizaba los dos nombres. Él me decía que para qué me cambio al otro nombre y el en el MICH y llega usted a un Congreso y doctor nunca dejó de llamarme María Estela, que era mi nombre anterior. Entonces fue algo que decidimos de modo consciente.

Cuando llegamos a Quito, supimos que uno de nosotros había hecho el cambio por registro, con juicio y todo el trámite era Ampam Karakras. ¡Ah! entonces él fue primero, nosotros también, el segundo fue el mío, el tercero fue de Ariruma, entonces fue una cuestión nuestra colectiva. Unos que no continuaron, pero al menos la mayoría de los que éramos en el grupo lo cambiamos en el Registro Civil o en un juicio muy corto que se podía poner cuando se negaban en el Registro Civil.

Mi cambio de nombre no alcanzó para el título de licenciatura, porque yo quería que el título de licenciatura saliera con mi otro nombre, pero no fue posible. El de licenciatura tengo con el nombre anterior, pero el de doctorado tengo con el nombre actual de Nina Pacari.

Fue todo un proceso, por ejemplo, cuando de pronto el diario El Universo, comenzó con unas notitas en las que decía la legisladora Vega, tocaba decirles las razones por las que no se debía poner el apellido, que se debe respetar Nina Pacari, que es «luz del amanecer» o «fuego del amanecer».

Esas fueron las cuestiones que estuvieron de por medio, eran parte de la lucha y ya de ahí hubo un proceso en el que ya las familias nuestras iban combinando, ya se iban poniendo un nombre kickwa y uno en castellano. Las hijas de Auki, por ejemplo, toditas llevan nombres kickwa, hay una serie de nombres. Pero también uno se encuentra con otros nombres en los talleres: Jefferson, Neymar, pero también todavía me encuentro con otros nombres como Wayra.

E: Usted nos estaba contando que fue electa como parte del Consejo de Gobierno en la Amazonía. Cuéntenos esa parte, que es la vinculación con organizaciones regionales y nacionales.

N: Yo les decía que no son solo casualidades. Voy a irme con el tema de los sueños, hay que saber interpretar los sueños, eso nuestros padres nos enseñan desde pequeños, no sé si las generaciones actuales lo realicen, pero yo estaba en cuarto o quinto grado, veo una casa que estaba destruida y de ahí sale un hombre, así fuerte, como si llevara una antorcha, sale corriendo de la casa y yo corro atrás, le sigo y le sigo. Eso soñé cuando estaba en quinto grado, cuando vengo acá en el año 84, uno de mis primeros casos fue ir al IERAC a entregar un oficio, cogí taxi y cuando me estaciono, encuentro un monumento y digo a este yo le he visto, solo falta el cinturón de colores. Y digo: «¡Aaaah! creo que aquí debo quedarme», era el sueño, y esa fue una de las cuestiones que también hicieron para que me quede en Riobamba.

 

5 Es una prenda de vestir típica del pueblo Otavalo, la usan las mujeres. Es una pieza de lana negra con franjas blancas que se coloca en la

cabeza.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

Entonces, ya vinculándolo con lo nacional, los conflictos de tierras, las tomas de las haciendas, se comienza una visibilidad, no solo en Chimborazo, se vera la necesidad de hacer algo nacional. Desde hace tiempo se quería que el compañero Luis Macas sea presidente de la CONAIE y la provincia decidió promover esa designación, entonces fue primero a su pueblo y dijeron que no, que no va de candidato, entonces no fue. Ahí los compañeros dijeron si no va él queremos plantear que sea la compañera Nina, la decisión fue que me llevaban de candidata para la presidencia de la CONAIE y realizaron visitas a las distintas organizaciones provinciales y tenía aceptación.

Cuando preparamos las delegaciones hubo otra resolución: qué pasa si no soy aceptada para la presidencia de la CONAIE o si de pronto el compañero Luis Macas termina aceptando. Porque a veces las organizaciones presionan, ahí resolvieron si es que eso pasa, Chimborazo retira la candidatura y vamos por el plan B, ir a la «dirigencia de Tierras y Territorios», Decían que no había que candidatizarme a otra cosa, sino que debía estar vinculada a las habilidades que tenía, en lo que podía rendir, es decir, había todo un procesamiento de en qué se puede aportar, y así es como fuimos al Congreso.

La noche de la víspera supimos que sí iban a poner de candidato al compañero Luis, pero como todo se puede mover, se dijo en la asamblea que nuestra estrategia iba a ser primerito pedir la palabra para que se lance mi nombre, si es que se lanza el nombre del compañero Luis Macas, nosotros retiramos la candidatura, porque nosotros no estamos yendo para romper, sino que frente a la ausencia íbamos a poner candidato, pero si es que aceptan lo de Luis Macas, se modifica y vamos por la otra opción. Entonces así, en asamblea, se decidió y con eso fuimos.

Cuando se presentó la candidatura hubo un silencio absoluto. Pero después plantearon el nombre de Luis Macas y sr aceptó el compañero, entonces primero me levanté yo y señalé lo que la provincia había decidido, así yo pedía que retiren mi candidatura. Ahí intervino el MICH y la retiró formalmente.

Como el Congreso había sido después del levantamiento del noventa y lo más fuerte fue lo del Chimborazo, había que tener alguna dirigencia. Entonces viene la elección para la vicepresidencia, se vio la necesidad de coordinar con la Amazonía, entonces estaba para la vicepresidencia Rafael Pandam. Nosotros, para la dirigencia de Tierras y Territorios no habíamos hablado con ninguna organización, nadie sabía para qué candidatura íbamos, entonces lanzan el nombre del compañero José María Cabascango para la dirigencia de Organización, y nosotros nada presentamos, dirigente para Educación, nosotros nada. Y nos mandan emisarios, a decir que Chimborazo no puede estar por fuera de la dirigencia nacional. Pero cuando fue para dirigencia de Tierras y Territorios se levantó Chimborazo y planteó mi nombre, ahí nadie más presentó más candidatos, fui la Única candidata, por unanimidad fue la decisión. También fue la primera vez que una mujer gana una dirigencia que no sea de «la mujer».

Así fue la designación. Cuando iba a utilizar el micrófono, reventaron rayos, cayó un aguacero que no se podía ni escuchar. Ya cuando vino una tranquilidad di el discurso y acepté y por unanimidad fui elegida. Por lo tanto, digo lo mío no es casualidad, es único.

Edwar: ¿Tampoco hubo cuestionamientos por ser usted de Imbabura y ser candidatizada por Chimborazo?

N: No hubo cuestionamiento, porque como vivo aquí y es el proceso que ha vivido el pueblo, yo no venía imponiéndome, es decir, quiérase o no siendo de otro pueblo, era un proceso. Ahora, lo que después ya se da, por ejemplo, a partir del 2000, sobre todo, es que acá ya hay un pronunciamiento de decir

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | pp. 179-193

 

nosotros mismos vamos a ser puruwás los que vayamos. Entonces yo tampoco soy de las que persiste, si me llaman voy, si no, pues no. Yo voy respetando el régimen de autoridad en el territorio, si de la comuna con su Autonomía solicita, ahí estamos, no solo como Nina Pacari, estamos como instituto.7

Ahora, lo que sr pasó una vez, no sé si fue en el año 88 o 89, se daba el primer congreso formal de Pachakutik y había propuestas de que yo sea la coordinadora del partido, pero la línea de los movimientos sociales no indígenas llevaba como candidato a Miguel Lluco, entonces comenzaron el ataque interno, porque ahí estaban Virgilio Hernández y todos estos que se fueron con Correa. Entonces, comenzaron el ataque contra mi trabajo. El congreso se dio en Chimborazo y Pachakutik Chimborazo hace un ataque brutal hacia mí, y se levanta Pachakutik Imbabura a defenderme, haciendo relucir que yo he hecho más por esa provincia, pidiendo coherencia. Y ahí comenzó una disputa, unos diciendo: «La compañera Nina es nuestra». Imbabura también diciendo: «No, la compañera Nina es nuestra».

Claro, yo era de los dos lados por lo que he contado, de Imbabura porque soy de allá, porque he continuado con el trabajo allá y estaba vinculada, y de acá porque aquí vivo y trabajo. La cosa es que terminamos sin plantear la candidatura para la coordinación y por cierto salió elegido Miguel Lluco, como primer coordinador formal digamos, porque antes ya había sido Luis Macas, él hizo la parte inicial de constituir, de orientar, de llevar lo más grueso. Esa ha sido la única vez que he visto una situación así, de ataque y que el uno me defendía y el otro también diciendo es nuestra.

B: Ya para terminar, quería saber ¿cuáles cree que han sido los principales triunfos que ha tenido su trayectoria dentro del movimiento?

N: Bueno, yo creo que debatir fuertemente.

También creo en el asunto de la plurinacionlidad. Lo que decía mi padre, no soy campesino, hablo kickwa y por ahí va la cuestión, sea de sector urbano o rural, la tesis de lo plurinacional abarca esa visión desde el territorio, retomando la continuidad histórica. Entonces, aportar en ese debate.

Yo recuerdo desde el año 82 que se daban las reuniones, los congresos, como jóvenes, después de clases o después del trabajo, estábamos y al inicio nos negaban el uso de la palabra. Por ejemplo, Blanquita Chancoso era opuesta a que los jóvenes podamos hablar, yo creo que era más un ataque contra mí. El compañero José María Cabascango solía decir que tenemos una lucha histórica, riéndose un poco.

Entonces lo que nosotros hicimos como jóvenes fue visitar a la CONFENIAE, a los dirigentes de la Amazonía, para ver qué está pasando y medio buscar una especie de aliados que nos deje entrar al espacio de la CONAIE. Nos encontramos ahí con Ampan, después le conocimos a Cristóbal Tapia y cuando le contamos estas penurias, nos dijo: «No, ustedes tienen que hablar, los jóvenes tienen que hablar, necesitamos muchas voces para hablar. Lo que tienen que hacer es saber hablar bien, saber lo que van a decir». Cuando había la reunión de la CONAIE le buscábamos a Ampan y entrabamos a las reuniones.

También creo que el aporte es entender la cosa desde la lógica occidental y la de los pueblos, porque no es una cuestión que solo yo me invente, sino cómo se procesa lo del pensamiento de los pueblos, y lo que a veces se suele decir, cómo le coloco de modo más digerible, de aportar.

Y lo otro creo que es la muestra de la coherencia. Porque no hemos dejado de ser indígenas por tener un reloj, cuando como profesionales hemos podido manejar desde otros ángulos, acompañar los procesos, estar en los procesos, ser parte de los procesos, y que no sea desde una mirada de subordinación, sino

 

7  Se refiere al Instituto para las Ciencias Indígenas «Pacari“, creado por Nina Pacari y que tiene como fin el estudio científico de las ciencias

indígenas y la capacitación a los pueblos y nacionalidades en todas las áreas del derecho.

 


«También hay tiempo para bailar»: arte, identidad y política. Entrevista a Nina Pacari

pISSN02528681 | eISSN29608163 | año 2023 | núm. 45 | 179-193

 

del respeto mutuo. Yo creo que, si he tratado de no fallar, de respetar lo del régimen de autoridad, de ser coherente, pero también mantener la Autonomía e ir por otras rutas, otros espacios. Yo no entro a disputar, a ver si uno es candidata o si una es autoridad, más bien acepto si me han pedido, me han solicitado.

Ahora estoy más ligada al ámbito académico, donde también hace falta, sobre todo con lo de las Universidades. Vamos a ver si de a poco se va también incidiendo. Yo creo que es por ahí, esas dos cuestiones centrales que señalaría, que nosotros no solo seamos receptores de teorías que nos dan.

Yo creo que hay muchos aportes que hace el movimiento indígena, en tema de plurinacionalidad, construcciones, los manejos respecto de lo que es el desarrollo. Yo creo que está de por medio analizar las cosas con otra lógica, que no se permita la vinculación a los intereses de poder. El no tener miedo a debatir, a procesar, a presentar alternativas, pero con datos, y que sean reales, que puedan ser viables. Y sobre eso tiene mucho para aportar el movimiento indígena, para hacer democracias o de manejos administrativos, por ejemplo, desde gobiernos locales. Pero para el cambio de lo plurinacional como que nos está faltando un empujoncito, entonces yo digo el de poder aportar en el debate.

E: Para cerrar ¿qué hacer ahora?, ¿cómo se

fortalece las organizaciones?

N: Eso es un tema largursimo, yo lo que voy a decir es solo lo que es pertinente desde mi ángulo. Como están reconocidos los derechos colectivos de los pueblos indígenas, a mí me parece que es importante, en el Estado plurinacional, ejercerlos y exigir que se garantice el ejercicio. No es solamente retórica ni alguna medida aislada, tiene que empezarse a acompañar de recursos efectivos, reales, para los territorios y, en esa medida, mientras no se dé, para apuntar a la exigibilidad nosotros también desarrollar, reflexionar, avanzar y, en esa línea, lo que sr hago es coordinando con los territorios, con el régimen de autoridad, es llevar adelante el aporte en la formación para el ejercicio de derechos propios, como el de la administración de justicia, sobre todo desde el principio de relacionalidad y de integralidad. También tratamos temas de identidad, procesos organizativos, de violencia de género, es decir, no se limita a una cuestión técnico jurídico, sino que se ve todo este conjunto de derechos. Y en cada taller se analizan problemas particulares, pero se trata de trabajar de forma integral, se enfatiza para tratar de contribuir con elementos, con intercambio de criterio, se ayuda muchísimo para que los compañeros encuentren, en sus territorios, las propias salidas, para fortalecer su proceso organizativo, sobre todo en el ejercicio de los derechos. Yo me limitaría a decir solo eso, porque es infinito el tema y esa es la arista a la que estoy dedicada.

B: Y también dedicada a la música.

N: A mí me gusta bailar, desde los tiempos de mi abuelo, en los que los dos, sentaditos en la estera poníamos los flecos a los ponchos, el abuelo ponía la radio y tocaba, por decir, La pollera colora, mi abuelo dejaba la aguja sobre el poncho y me cogía de la mano y decía: «También hay que bailar». Entonces yo bailando en el cuarto grande con mi abuelo, a ratos abría el poncho y se hacía como si fuese un cóndor. Me decía que había tiempo también para bailar en medio del trabajo, también solía decir: «La tristeza también se baila». Ese ese entonces no lo entendía, pero la música también tiene esos sentimientos fuertes. Y bueno, por eso a mí me gusta bailar.