Quintero, Sergio | Malji, Carina | Arancibia, Leticia
Revista Ciencias Sociales p-ISSN 0252-8681 | e-ISSN 2960-8163 | año 2024 | núm. 46 |
El Movimiento de Reconceptualización en América Latina: Argentina, Chile y Colombia[1]
The Reconceptualization Movement in Latin America: Argentina, Chile and Colombia
Recibido: 14/09/ 2024 Aprobado: 27/12/2024
Sergio Quintero
Universidad de Caldas
https://orcid.org/0000-0001-9232-7083
Carina Moljo
Universidade Federal de Juiz de Fora
https://orcid.org/0000-0002-0248-5617
Leticia Arancibia
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
https://orcid.org/0000-0003-3010-6765
DOI: https://doi.org/10.29166/csociales.v1i46.7208
Resumen:
A partir de los resultados de la investigación en red titulada “El movimiento de la Reconceptualización del Trabajo Social en América Latina: determinantes históricos, interlocuciones internacionales y memoria (1960-1980)”; que busca analizar los procesos de constitución de las vertientes críticas de Trabajo Social en América Latina, entre las décadas de 1960 a 1980 en el contexto del capitalismo monopolista, se presentan puntos de articulación entre las experiencias de Argentina, Chile y Colombia en el denominado Movimiento de Reconceptualización. En primer lugar presentaremos el contexto internacional en el cual surge el Movimiento de Reconceptualización y sus principales influencias teórico-políticas. En segundo lugar revisaremos las particularidades de cada país, para finalmente presentar la síntesis colectiva del trabajo de análisis realizado.
Palabras claves: Trabajo Social, Movimiento de Reconceptualización, América Latina
Abstract
Based on the results of the network research entitled “The Reconceptualization Movement of Social Work in Latin America: Historical Determinants, International Interlocutions and Memory (1960-1980)”; whose objective is to analyze the processes of constitution of the critical strands of Social Work in Latin America, between the 1960s and 1980s in the context of monopoly capitalism, the points of articulation between the experiences of Argentina, Chile and Colombia in the so-called Reconceptualization Movement are presented. First, we will present the international context in which the Reconceptualization Movement emerged and its main theoretical-political influences. Secondly, we will review the particularities of each country, to finally present the collective synthesis of the analysis work carried out.
Keywords: Social Work, Reconceptualization Movement, Latin America
1. Introducción
El trabajo que aquí presentamos, es fruto de una investigación en red, desarrollada por investigadoras e investigadores de diversas universidades de Brasil, Argentina, Chile y Colombia, así como de Europa, en particular Portugal, España y Reino Unido[2].
La investigación colectiva tiene como marco de análisis que el Trabajo Social en la historia debe ser comprendido en el marco de las relaciones sociales (Iamamoto y Carvalho, 1998), como una especialización del Trabajo Colectivo el cual adquiere particularidades según las características de las formaciones socio-histórico concretas en las que se inscribe. Esto significa que, para poder comprender el Trabajo Social es necesario situarlo en el marco del capitalismo contemporáneo y analizar las determinaciones históricas y cómo el Trabajo Social, en tanto profesión, responde a estas condicionantes coyunturales y estructurales.
Por lo tanto, para comprender el Movimiento de Reconceptualización en América Latina y sus interlocuciones internacionales, requerimos comprender el momento histórico en que nace este Movimiento, donde se desarrolla y cómo concluye. De acuerdo a las particularidades nacionales de cada país, el proceso histórico del periodo analizado (1960-1980) significó el desarrollo de la perspectiva crítica[3] y la incorporación de contenidos críticos en los planes de estudio[4], algunos concretados como fue el caso brasileño; pero también interrumpidos por las restauraciones conservadoras instaladas a través de la violencia, tal como ocurrió con las dictaduras en Uruguay, Chile y Argentina, o en la modernización conservadora experimentada en Colombia con el bipartidismo del Frente Nacional.
En la primera parte del texto se describe el contexto del capitalismo dependiente en América Latina y se señalan algunas particularidades de los países. A continuación se trabaja sobre los presupuestos teóricos y políticos del Movimiento de Reconceptualización, para finalmente presentar las sistematizaciones, reflexiones y síntesis hasta aquí realizadas, señalando los avances y proyecciones de la investigación que estamos desarrollando en el período 2022 y 2025.
2. El Contexto Latinoamericano y la Crisis del Capital
Durante el período estudiado, es posible afirmar, la hegemonía que lograban en la región latinoamericana las ideas desarrollistas de la CEPAL, (Comisión Económica para América Latina) así como las visiones más ortodoxas provenientes de los Estados Unidos de Norteamérica durante la posguerra y hasta inicios de la década 1960, al mismo tiempo serán sometidas a críticas por parte de sectores y movimientos más radicales durante la década de 1960 y 1970.
Durante este período, con una inspiración teórico-política que cuestiona el desarrollo del capitalismo en la región, las ciencias sociales y el pensamiento social contribuyen para descifrar las formas particulares de producción y reproducción capitalista, estableciendo claros vínculos entre el pensamiento crítico y diversas formas organizativas que protagonizan las luchas sociales y de clases. Las interpretaciones de la realidad latinoamericana ya no serán orientadas de manera exclusiva a la búsqueda de adaptaciones o subordinación de los países de la región hacia el capitalismo central; contrario a ellos, se fortalecen los planteamientos que reivindican la autonomía de los pueblos y la emancipación. En medio de la diversidad creciente de la época, es posible distinguir interpretaciones sobre la relación de América Latina con Norteamérica y Europa. De manera ilustrativa, es posible mencionar que algunos autores comprendían tales relaciones a partir del binomio desarrollo-subdesarrollo, enunciado por la CEPAL (1963) y por autores como Cardoso y Faletto (1970); en tanto que otros lo leerán como formaciones sociales pre-capitalistas (Cueva, 1977), también están quienes se referirán al capitalismo periférico o dependiente y asociado (Ianni, 1965, y Osorio, 2012).
Se observa que en los escenarios políticos, así como en los de orden académico, se desarrolla un debate con el fin de develar las relaciones peculiares de la región, buscando aportar en procesos de transformación que rompieran con la subordinación y la explotación.
Las reflexiones teórico-políticas dan cuenta de un proceso de auge del capital que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1960, en un contexto de Guerra Fría que dividía las concepciones de la economía y la sociedad entre los dos bloques geopolíticos, aquellos adheridos al marco capitalista y los que conformaban el bloque soviético. Aquí el denominado “atajo histórico” (González, 2013) donde los países soviéticos experimentan un proceso acelerado de industrialización que resultará una amenaza para EE.UU. y los países de Occidente y llevarán a cabo estrategias para enfrentar esa realidad que se oponía, estableciendo una clara disputa por la hegemonía global, donde el capital monopolista alcanza sus mayores grados de desarrollo. Durante este periodo, y debido a las políticas implementadas, la industrialización y la idea de “desarrollo” es acogida tanto en los países centrales, como en los periféricos[5].
Si para el caso europeo y norteamericano se habla de los “años gloriosos” o “las tres décadas doradas”, en el caso latinoamericano se hará referencia al “desarrollismo”. No obstante, las diferentes denominaciones, ambas realidades se encuentran ante la exigencia que se impone en la dinámica del capital, en la que la relación de estabilización y crecimiento del capital solo se logra a través de la intensificación de la producción de plusvalía, la transferencia de valor, que Ruy Mauro Marini denominará superexplotación desde la teoría marxista de la dependencia (Marini, 2008).
Los límites de los “años gloriosos” (para el capitalismo central) y del “desarrollismo” (para América Latina) se harán evidentes desde inicios de la década de 1970 tanto en términos políticos como económicos. Las propias contradicciones y límites del capital impiden que se mantengan los índices de crecimiento económico, generando crisis de superacumulación y/o subconsumo. La relativa estabilidad económica de las dos décadas anteriores contrasta con la incapacidad de garantizar los derechos más básicos a la mayoría de la población trabajadora.
Por su parte, y como consecuencia de la precarización de la vida, así como el fortalecimiento de organizaciones sociales del campo y la ciudad, se expanden luchas sociales progresistas y revolucionarias que rompen con la hegemonía del capital.
A continuación se presentan algunos datos que muestran no sólo las condiciones desiguales de la sociedad latinoamericana y caribeña comparada con el capitalismo central, sino que además muestran cómo la precarización se agudiza con la crisis de capital. Para ilustrar la gravedad y magnitud de la pobreza en la región, observemos uno de los indicadores básicos de desarrollo como es la probabilidad de muerte de un niño menor de dos años, la que entre 1968 y 1970 era de 112 por 1.000 nacidos vivos. Como referencia de la ubicación y clasificación de los países como desarrollados y subdesarrollados, en América Latina el país con el peor índice era Bolivia, con 202 por 1.000 en 1971/72. En el otro extremo, Uruguay mostraba el mejor índice de la región en 1979, registrándose 33 por 1.000 y Argentina un índice de 66 niños fallecidos por mil niños en el periodo 1966-1967. Aun así, estas cifras son altas en comparación con las de los países desarrollados, donde países, como EE.UU. tenían una probabilidad de mortalidad infantil de 21 por 1.000 en el mismo año, mientras que Suecia tenía una probabilidad de 11 por 1.000 en 1971.
En el extremo a la baja, Chile tenía una probabilidad de 92 niños fallecidos por 1.000 niños nacidos entre 1966 y 1967, al mismo tiempo en Brasil, la probabilidad de morir antes de los dos años era de 133 por 1.000 en 1970 (Behm Rosas, 2017), mientras que en Colombia, la probabilidad de muerte de los niños antes de los dos años, era de 88 en el período 1968-1969 (Behm y Correa, 1977, p. 17).
En este contexto de miseria, una de las formas de expresar la competencia entre las potencias mundiales por la geopolítica se expresó a través de la “ayuda” brindada a los países “subdesarrollados”.
Tal y como fue planteado anteriormente, en términos estructurales, las contradicciones propias del capital ponen en tensión la reproducción ampliada de valor y la dominación ideológica, lo que conlleva a la crisis de inicios de 1970. Durante esta crisis no sólo se presentan límites al crecimiento exponencial del valor (especialmente por los impactos de la alteración en la composición orgánica del capital y su posterior caída tendencia de la tasa de lucro), sino por las múltiples expresiones políticas anticapitalista y antiimperialistas protagonizadas por movimientos y organizaciones de campesinos/as, obreros/as, pobladores/as, mujeres, estudiantes, jóvenes, así como corrientes de pensamiento en el seno de organizaciones religiosas. La crítica radical al modo de producción y reproducción capitalista se presentará en escenarios económicos y políticos, en busca de consolidar iniciativas revolucionarias con horizontes de emancipación humana.
Esta dinámica social y política se enfrenta a un ascenso del proyecto del capital que adquiere su mayor expresión en América Latina bajo los planteamientos del desarrollismo, y su posterior decadencia, provocada por las contradicciones políticas y económicas inherentes al capital. Sin duda este contexto fue determinante para el surgimiento del Movimiento de Reconceptualización en América Latina, que tal como examinaremos, también tiene en sus orígenes una gran influencia del desarrollismo tanto en el refuerzo de estas ideas como desde su confrontación posterior, donde se realizará la crítica teórica y política a tales planteamientos.
2.1.Influencias teórico-políticas sobre el Movimiento de Reconceptualización
Quisiéramos concentrarnos históricamente en el Movimiento de Reconceptualización de América Latina, que se da en el período entre 1965 a 1975, teniendo el Seminario Regional Latinoamericano de Servicio Social en Porto Alegre (1965) como marco inaugural[6]. En el marco de estos Seminarios se destaca la diversidad del Trabajo Social en la región latinoamericana, sea en su constitución histórica, desde la génesis de la profesión en la década de 1930, e inclusive, en el Movimiento de Reconceptualización de América Latina, donde en cada país se expresaron diferentes características del Movimiento, considerando las particularidades de las formaciones socio-económicas nacionales, al mismo tiempo que se puede observar que la base de su “radicalidad teórico - política” está directamente relacionada por el grado de las luchas sociales que se desarrollaron en los escenarios nacionales.
En ese contexto los movimientos sociales fueron avanzando en sus luchas, pero luego se dio la reacción más cruel de las dictaduras en América Latina. De este modo, en una expresión contradictoria propia del capitalismo, se vivencia la Revolución Cubana de 1959, movilizaciones estudiantiles, campesinas, indígenas, de mujeres, así como los movimientos de Guerra de Guerrillas (Hobsbawm 1997), el gobierno de Allende en Chile en 1971, pero también se presentan respuestas del gran capital a través de la instalación de dictaduras cívico-militares-empresariales en el Cono Sur[7].
En el caso de América Latina se presentan procesos dictatoriales[8] tales como el de Colombia entre 1953 y 1957; Paraguay en 1954; en 1964 la instalación de la dictadura brasileña, en 1966 una nueva dictadura en Argentina, luego un pequeño período democrático, y en 1976 la dictadura más cruel hasta ese momento[9]; en el caso de Chile luego de la esperanza de Allende (1970-1973), se instala la dictadura Pinochetista el 11 de septiembre de 1973, mientras que en Uruguay se impone una dictadura en marzo del mismo año.
Para finales de la década de 1960 y principios de 1970 la crisis será un elemento común en América Latina poniendo límites al modelo de sustitución de importaciones, y creando todas las condiciones necesarias para la instalación del capitalismo monopolista. Pero a la par los procesos organizativos de luchas y resistencias ante el sistema, parte desde quienes vivían en las poblaciones callampa, tomas de terreno en Chile, u ocupaciones en Colombia, en las villas miseria en Argentina; así como desde quienes habitaban en los campos de Chile y Colombia, como parte de las resistencias que se extendían por toda América Latina.
Las experiencia de formación de las Ligas Agrarias en todo el continente, los movimientos guerrilleros, las resistencias urbanas, el movimiento obrero con avances en una articulación clasista, los movimientos estudiantiles, el desarrollo de la crítica a un modelo “cientificista de universidad” y hacia los patrones culturales, se extendía en los países de la región, cuyo grado de radicalidad irá asociado directamente al grado de radicalización de las luchas sociales en cada país. En este período los “nuevos movimientos sociales” se distinguirán en los movimientos juveniles que tomarán un importante protagonismo en el movimiento de reconceptualización.
En el caso del Trabajo Social en América Latina, se presenta un cuestionamiento a los “modelos de intervención” hegemónicos que se sostenían sobre la base del conocido trípode de caso, grupo y comunidad con fundamentación teórico metodológica en la teoría funcionalista y sus derivados. Según Netto (1996), en ese momento se genera una erosión del Trabajo Social tradicional, que en el caso de Brasil precisó renovarse ante las demandas crecientes del mercado de trabajo que exigían un nuevo perfil profesional[10].
Es importante destacar que este movimiento no fue homogéneo, tal como plantea Palma:
Lo que caracteriza a la reconceptualización no es la homogeneidad interna del conjunto, no existe una común declaración de principios en que todos los participantes se reconozcan y que norme sus actuaciones sino, más bien, una unidad laxa cuyo denominador común es la adhesión a ciertos parámetros de interpretación de la realidad de América Latina y del Trabajo Social que les permite reconocer desafíos y tareas que los oponen francamente a la práctica corriente que, hasta entonces, ha delineado el perfil del Servicio Social en el continente. Es esta posición la que ha permitido que, a pesar de una base de unidad muy laxa, los múltiples grupos locales se hayan reconocido e influenciado unos a otros (Palma, 1977, p.25)
Con esto, el cuestionamiento que se desarrolla hacia el Trabajo Social tradicional y conservador es una de las bases principales en el surgimiento del Movimiento de Reconceptualización de América Latina, que tuvo algunos postulados comunes como: la necesidad de construir un Trabajo Social verdaderamente latinoamericano, que buscase conocer e intervenir de acuerdo a las necesidades del “pueblo”, recuperando los saberes y conocimientos de América Latina. Entre las diferentes corrientes teóricas se encuentran los diversos marxismos[11], la teología de la liberación, la teoría de la dependencia, la educación popular con el proceso de concientización de Paulo Freire y la trama de las diversas posturas y perspectivas políticas partidarias y político sociales que sucedían en cada país. Según Alayón y Molina (2004)
Los principales aportes provinieron de la teoría de la dominación y la dependencia, del marxismo, de las propuestas “concientizadoras” del pedagogo brasileño Paulo Freire y también de la teología de la liberación. Nuestra profesión, en efecto, recibió en ese período un shock conceptual y político de enorme oxigenación, pero - a la vez - de no tan fácil absorción de sus diversos y complejos componentes. Esas contribuciones alteraron notable y favorablemente el campo profesional y generaron, por cierto, un salto cualitativo en los inicios de la teorización al interior del Trabajo Social. Convengamos, no obstante, para ser respetuosos de la historia, que en muchos casos se verificaba una comprensión simplista y de mucho reduccionismo acerca de las variadas nociones y teorías que “desembarcaban” en el ámbito de la profesión. Las adscripciones ideológicas y políticas de los y las colegas que adherían a la emergencia de la Reconceptualización eran bien disímiles: católicos, ateos, evangelistas; peronistas, frondizistas, comunistas, socialistas, demócrata cristianos. Coincidíamos sí en un fuerte y creciente sentimiento antinorteamericano, que nos generaba rechazo casi frontal a todo lo que proviniera de Estados Unidos (Alayón; Molina, 2004, p. 32).
La riqueza de este momento histórico es descrita en la entrevista otorgada por la profesora argentina Susana Cazzaniga (2020) a la Revista Libertas. Ella da cuenta de la gran participación estudiantil, incluyendo las reformas curriculares, en las cuales se incorpora las tendencias teóricas antes mencionadas, además de la Escuela de Frankfurt, en especial los escritos de Adorno y Marcusse, Franz Fanon, así como los debates sobre el “tercer mundo”.
El intelectual chileno Diego Palma (1977) proporciona algunas claves de interpretación para pensar este proceso: emerge a partir del desencantamiento de la función ejercida por el Trabajo Social tradicional, buscando la construcción de una alternativa de transformación social. Según Palma la Reconceptualización se desarrolla, inicialmente en los países donde se reconocía explícitamente la dinámica de lucha de clases, y en los que se contaba con grupos organizados, concentrados en la universidad y apoyados por los sectores progresistas de la iglesia católica que se orientaban en la teología de la liberación.
Para el caso de Argentina, en un contexto de ebullición social, es necesario señalar la influencia del peronismo, sobre todo del peronismo de izquierda sobre el movimiento de Reconceptualización así como de la izquierda comunista y trotskista. A ello se suman las influencias de la teología de la liberación, los sacerdotes para el tercer mundo, así como las influencias freirianas entre otros.
Como afirmaron Moljo, Silva en Zampani (2023 p. 16)
Conforme ya destacó Moljo en 2005, en ese periodo las organizaciones político-militares, armadas, se originan en Argentina desde diversas y heterogéneas tendencias, inicialmente influenciadas por la resistencia peronista, llegando a otros grupos inspirados en la experiencia cubana y en las acciones guerrilleras comandadas por Che Guevara en Bolivia. Estas organizaciones en Argentina tenían como justificativa la intensa represión desencadenada durante el gobierno de Onganía y la convicción de que no era posible construir una sociedad justa dentro de las fronteras de la sociedad burguesa. En ese complejo contexto son forjadas las acciones de grupos armados que ingresan en la lucha en el escenario político post 1969. Diversas protestas populares se intensificaron en Argentina, entre ellas el Cordobazo, el Mendozazo, el Correntinazo, el Rosariazo, movimientos que unieron, por primera vez, los movimientos estudiantil y obrero.
Observamos en el caso argentino una radicalización clara de la juventud con críticas al positivismo, pero también a las posturas desarrollistas, que culminaron en una crítica teórica y política. Ejemplo de esto fue la creación de 1959-1969 del Instituto de Servicio Social, a partir de una Recomendación de las Naciones Unidas, proponiendo un nuevo curriculum para el Trabajo Social en el país, teniendo como base las ideas del desarrollismo. Resulta interesante observar cómo en el seno de este mismo instituto las ideas desarrollistas “se radicalizaron”, proponiendo una nueva forma de pensar al Trabajo Social.
Bajo esta orientación y en el mismo instituto surge el Grupo ECRO, el cual será considerado como pionero dentro de la Reconceptualización de la Argentina[12]. La influencia del grupo ECRO puede verse en toda América Latina, mediante publicaciones de libros y, sobre todo de la Revista “Hoy en el Trabajo Social” que fue publicada entre 1964 y 1976. Durante este período de intensos debates al interior de la universidad, directamente relacionada con lo que acontece fuera de las instituciones educativas, la universidad fue interpelada, cuestionando cuál era su función social, cuestionando los contenidos estudiados, proponiendo una amplia revisión bibliográfica. De hecho, es en este período donde se producen importantes modificaciones en los planes de estudio, colocando a América Latina y los pueblos que viven en este lado del mundo en el centro de los debates, colocando la dimensión política de la profesión, cuestionando la falsa neutralidad que tanto anhelaban los postulados positivistas.
Como se expresó anteriormente, en el caso de Argentina, es necesario mencionar la violencia de la última dictadura militar (1976-1983), que dejó un saldo de 30.000 desparecidos políticos, con la instauración del terrorismo de Estado, del miedo y generando un retroceso brutal de lo que se venía construyendo en el campo del progresismo. En el caso de Trabajo Social, según indica Castronovo (1999, p. 8), de las 45 escuelas de Trabajo Social que existían en Argentina en 1976, 14 fueron cerradas o suspendieron su funcionamiento, este escenario se fue instituyendo desde 1975 donde las universidades ya sufrían intervenciones del Estado.
En el caso chileno, el movimiento se va a dar en pleno proceso de cambio que fue experimentando y asumiendo el Estado nacional, como respuesta a las demandas y presión de sectores populares y grupos medios por cambios sustantivos en lo social, económico y cultural, como fue el caso del gobierno de Eduardo Frei de la Democracia Cristiana (1964-1970). Frei llevó a cabo un programa de corte desarrollista que se alineaba con la Alianza para el Progreso (Doc. Básicos, 1962), intentando responder a “los problemas del desarrollo”. Puso énfasis en las capas medias, desarrolló políticas de promoción popular, una reforma educacional y una reforma agraria acotada, pero que logró ir más allá de la denominada “reforma de macetero” del gobierno de derecha de Alessandri que le había precedido y que también se alineaba con el marco hegemónico de Estados Unidos. La Democracia Cristiana (DC) se presentaba como alternativa al impulso revolucionario en el continente, en un intento global por enfrentar la disputa por la hegemonía entre Occidente capitalista y el Este socialista. Pese al fuerte apoyo popular inicial al gobierno DC que le hizo contar con una base parlamentaria en el congreso, no logró cristalizar las demandas del movimiento obrero y reprimió movimientos de trabajadores, como la matanza de Puerto Montt. Mientras que en el ámbito universitario se experimentó una politización, donde muchos jóvenes que militaban en la democracia cristiana, junto a grupos de izquierda fueron acrecentando su crítica ante la falta de democratización en esos espacios y la falta de respuesta ante los problemas acuciantes de la sociedad chilena. En ese contexto, los testimonios de Diego Palma (2016) y de Teresa López (2017) dan cuenta de las movilizaciones que se llevaron adelante en pos de la reforma universitaria donde los estudiantes desarrollaban la crítica ante el desfase entre la realidad social de un Chile donde campeaba la miseria y en la que el tipo de formación y estructura anacrónica y poco democrática de las universidades permanecían ciegas ante las demandas ascendentes en la población.
Luego de este gobierno, se discutirá el cambio en el rol del Estado que transita hacia un marco progresista con el proyecto de cambio radical del gobierno de la Unidad Popular (UP), coalición de centro-izquierda encabezada por Salvador Allende Gossens, que planteó la transición hacia el socialismo. El ascenso al poder de la UP irá aparejado al proceso de emergencia y fortalecimiento de un gran movimiento social que fue sumando organizaciones populares que agrupaban principalmente a trabajadores, concentrados en la Central Única de Trabajadores -CUT; estudiantes, los que ya habían encabezado el movimiento de reforma universitaria en 1967 y 1968 (Allard, 2017) y campesinos involucrados en el proceso de reforma agraria que luego de ser impulsada por Frei se amplió y profundizó en el gobierno de Allende.
Las medidas que marcaron de manera significativa el gobierno de la Unidad Popular, bajo la consigna de un “socialismo a la chilena”, con particularidades locales, planteaba la profundización democrática con la ampliación de la participación popular y una transición hacia un mayor control estatal de la economía. Algunas de las medidas fueron la nacionalización del cobre, que concitó el apoyo transversal, tanto del bloque conservador representado por los partidos de derecha, que ya previo a la elección de Allende buscó impedir su ascenso al poder, en connivencia con el Departamento de Estado Norteamericano, tal como lo revelan los documentos secretos de la ITT (International Telephone and Telegraph Corporation) (1972). También la democracia cristiana concurrió con su apoyo en la nacionalización del cobre, pero luego terminaría alineándose con la derecha apoyando el golpe de Estado en 1973.
Otra de las medidas en materia económica fue la expropiación de las fábricas por parte del Estado, dando lugar al denominado “sector social de la economía", donde los trabajadores fueron asumiendo un mayor poder en la gestión y control de las fábricas. En este proceso, en la medida que aumentó la politización de los actores de clase, presionando por el aumento de la producción y el número de industrias que pasarían a manos del Estado, se dio lugar a tomas de fábricas a través de la poderosa organización obrera (Gaudichaud, 2016) Central Única de Trabajadores. La disputa entre el bloque conservador contra la Unidad Popular se mantuvo durante todo el gobierno con la ayuda de Estados Unidos que finalmente concluyó en el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, trayendo con ello miles de personas muertas, desaparecidas, apresadas y torturadas que se concentró en trabajadores, estudiantes, pobladores y campesinos (Chile. Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación / Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, 1991)
En Chile se desarrollará una fecunda discusión a partir de la presencia de una diversidad de autores latino-americanos concentrados en la CEPAL y otros centros de estudio, en universidades o ministerios, que irán recibiendo intelectuales que migran, ya sea huyendo de dictaduras como la brasileña, o que llegaban atraídos por la intensa dinámica política, interesados en los procesos de cambio a nivel de la región que se experimentaban en el país y en Latinoamérica.
En este escenario se desarrolla el movimiento de reconceptualización donde el Trabajo Social desde el cuestionamiento de su formación teórica y práctica se planteará la búsqueda de referentes conceptuales y una praxis que contribuya a la transformación y no sea más la mera reproducción de un orden con tanta injusticia social.
Así es como se desarrolla lo que Netto plantea como “una interlocución crítica con las ciencias sociales” (NETTO, 2007), en la que se ponen en cuestión los referentes clásicos y se recurre a nuevos referentes teóricos y epistemológicos. Un ejemplo de estos procesos no solo de recepción y circulación sino de producción de conocimientos lo vemos en el libro ¿Qué es el Trabajo Social?, que constituye el Proyecto de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Valparaíso (Pizarro, 1972). En dicho proyecto la discusión relativa a la corriente desarrollista y la teoría de la dependencia está presente desde las lecturas de Prebisch, Cardoso y Faletto, mientras que se intenta hacer una síntesis crítica en las lecturas de Gunder Frank, Theotonio Dos Santos y Ruy Mauro Marini. También se incluye el desarrollo de la crítica al capitalismo desde el lugar de América Latina considerando los planteamientos de Zemelman y Hinkelammert. Y se amplía hacia una perspectiva que integra la crítica al capitalismo y al colonialismo, incorporando dentro del esquema de la formación la lectura de la colonialidad del poder de Anibal Quijano; mientras que se incorpora transversalmente el lugar de la Educación popular de Paulo Freire.
Merece atención la sincronía relativa del proceso de las escuelas que fueron sumándose al Movimiento de Reconceptualización.. Un elemento que es interesante de analizar son los Seminarios y Congresos que se desarrollaron durante la Reconceptualización, los que partirán en un contexto permeado por las corrientes desarrollistas. No obstante, en la configuración política de los países, se irá transitando dentro de un paradigma modernizador, con un énfasis técnico metodológico (Arancibia, 2017), hacia lecturas problematizadoras que significaron la diversificación teórica y epistemológica, en las que se posicionará la crítica y donde el pensamiento marxista cobrará una mayor presencia, tal como se observa en el caso de la Escuela de la Universidad Católica de Valparaíso.
De este modo, los contenidos y las discusiones que se darán en Seminarios y Congresos de Trabajo social en América Latina irán desarrollando cuestionamientos mayores respecto de las lecturas y las políticas que intentan procesar o cooptar el cambio. La crítica se irá profundizando vinculado a los procesos de cambio y lucha política, tal como lo vemos en los seminarios de Concepción 1969, Cochabamba, 1970 y Chillán, 1973, donde se incluyeron las discusiones desde el marxismo y años después en el Congreso de la Virada en Brasil en 1979[13].
El contexto colombiano se va a enmarcar en una relación contradictoria en la que por un lado avanza el Bloque Hegemónico con el proceso de modernización conservadora protagonizado por el Frente Nacional; y por otro, las diversas expresiones contra-hegemónicas, donde se critica el proyecto desarrollista, y la “doctrina imperialista” general de los Estados Unidos de Norteamérica.
En clara concordancia con la estrategia de la Alianza para el Progreso, el gobierno del Frente Nacional[14] (1958-1974) implementa medidas reformistas en materia económica, política y social, sin perder el control capitalista, que es compartido con representantes del capitalismo central. Para entonces se mantienen medidas de sustitución de importaciones, Ley de Reforma Agraria (Ley 135 de 1961), se crea la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, se amplía la infraestructura de servicios públicos y vivienda en ciudades capitales, y se crea el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), las cuales materializan el proceso de modernización capitalista, que plantea como mayor objetivo contener las políticas y organizaciones sociales de orientación revolucionaria. El proceso de intervención del Estado para la modernización llega a tal punto que Salomón Kalmanovitz (1997) sustenta su argumento sobre la idea de un capitalismo de Estado.
La búsqueda del desarrollo fue la preocupación que encausó los mayores esfuerzos de los administradores del Estado, y para ello se alinearon, de manera voluntaria o no, a las políticas económicas internacionales. Aunque se puedan reconocer algunas tensiones entre las “fuerzas nacionales” y las entidades multilaterales del capital monopolista (como sucedió en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo), la relación de dependencia impidió una real autonomía, y arrojó en última instancia la articulación subordinada entre el capitán nacional y el transnacional. (Quintero, 2021a: 221-222)
Las medidas desarrollistas podrían ser interpretadas como una expresión de consenso del “moderno príncipe”, según los planteamientos de Nicolás Maquiavelo; no obstante, las medidas de coerción, no sólo se mantienen activas, sino que inclusive se intensifican para enfrentar a diversos sectores contra-hegemónicos que durante el mismo periodo adquieren fuerza. Es decir, en la ya conocida metáfora del Estado operando como un centauro, éste alcanza a desarrollar plenamente su fase bestial, utilizada para garantizar la hegemonía a través de la fuerza y las armas, mientras que al mismo tiempo, de acuerdo a las circunstancias, actúa de manera racional, dando una forma humana al comportamiento estatal. En todo caso, vale la pena señalar que la metamorfosis del Estado en este tránsito histórico, siempre estará condicionada por la correlación de fuerzas de las clases sociales.
Algunas de las expresiones más significativas de contestación a las medidas de Frente Nacional que representó el bloque hegemónico durante 16 años, fueron: El Frente Unido del Pueblo, como un proceso de organización social-comunitaria en las principales ciudades del país con propuestas de transformación en el campo y la ciudad; este proyecto estuvo liderado por el padre Camilo Torres Restrepo antes de tomar el camino de la insurgencia armada en el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
A pesar del origen modernizante de la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos), en su interior se fortalecieron corrientes críticas que desplegaron mayor capacidad de toma de tierras y actuación política, con el fin de presionar una reforma agraria que enfrentara el latifundio y las herencias culturales oligárquicas. Las dos corrientes más representativas de la ANUC fueron las de Armenia (más cercana a las medidas modernizantes del Estado) y la de Sincelejo (con un pensamiento y acción más radical que aspira a la redistribución de la tierra enfrentando los intereses del latifundio).
El movimiento indígena empieza un nuevo ciclo organizativo y reivindicativo que parte de las regiones y alcanza impactos nacionales; este sentido se podría destacar el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y la recuperación del legado de las luchas de Manuel Quintin Lame en el centro y suroccidente del país. Estas luchas que adquieren un alcance nacional posteriormente darán el soporte necesario para el funcionamiento de la Organización Nacional Indígena de Colombia - ONIC.
En el campo educativo a inicios de la década de 1970 se presenta el mayor auge de la protesta estudiantil; al interior de esta se fortaleció la lucha universitaria en la que se reivindica la libertad de cátedra, la autonomía universitaria, la expulsión del clero y los gremios económicos de los Consejos Superiores, y el desarrollo de un conocimiento contrario a la “dominación imperialista”. En este proceso el movimiento estudiantil no sólo se opone a políticas tradicionales y conservadoras al interior de las Universidades (consiguiendo desarrollar algunas experiencias institucionales alternativas como cambiar los Consejos Superiores por Consejos Universitarios), sino que logra articularse de manera activa con luchas sociales de los diversos sectores que participan en las luchas socio-políticas, incluidos los movimientos armados.
Además de las expresiones contestatarias de orden legal, también adquirieron gran relevancia movimientos insurgentes armados que, orientados por la estrategia de guerra de guerrillas aspiraban a derrocar el Frente Nacional para instaurar gobiernos revolucionarios. Entre los procesos guerrilleros más destacados, se pueden mencionar las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y más adelante el M-19.
Todo este contexto, además estuvo marcado por las expresiones críticas al interior de la iglesia católica, la que experimentaba el proceso del cristianismo o teología de la liberación, que encuentra en Colombia un contexto propicio de incidencia en las diversas expresiones sociales y políticas. En Colombia el cristianismo y la teología de la liberación tendrá incidencia en el movimiento estudiantil, operario, cívico, campesino y guerrillero.
Al sostener la premisa de que el Trabajo Social responde a las condiciones objetivas en las que se inscribe, es comprensible que las relaciones contradictorias de ascenso del desarrollismo y de la modernización, que posteriormente encuentran un límite en las contradicciones y crisis del capital (políticas y económicas), tienen impacto directo en la profesión, como proceso histórico e inciden en su proceso de consolidación.
Llama la atención de que será durante los gobiernos modernizantes del Frente Nacional cuando se consolida y masifica la formación profesional en Colombia. En efecto entre el año 1961 y 1969 serán creados y/o trasladados programas de Trabajo Social desde instituciones de educación intermedia, privada y/o católicas hacia universidades reguladas por el Estado colombiano. Entre estas se encuentran las escuelas de la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad Industrial de Santander, la Universidad de Caldas, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de la Salle, Universidad de Antioquia y la Universidad Externado.
Inicialmente, el funcionamiento de estas unidades académicas respondió a las políticas modernizantes y desarrollistas enmarcadas en la estrategia de la Alianza para el Progreso y el Plan Atcon (Quintero 2021a); sin embargo, los procesos de crítica y transformación vivenciados en el plano socio-político nacional, tuvo impacto directo en los debates universitarios, de los cuales el Trabajo Social ahora hace parte.
A partir de las tensiones socio-políticas, distintas tesis y reflexiones se instalan en el Trabajo Social poniendo en cuestión la idea del desarrollo, sobre todo, aquel moldeado por el capitalismo central hacia los países dependientes de Latinoamérica. Adquiere así una forma más clara el movimiento de la Reconceptualización en Colombia a través de la cual se rechazan los “métodos tradicionales”, el sustento funcionalista, la influencia católica e imperialista, para proponer un nuevo acervo teórico-metodológico plural y diverso en el que se inscriben diversas corrientes de pensamiento crítico. (Quintero 2021b)
Al igual que en otros países, son las relaciones contradictorias de la lucha de clase las que van ejerciendo presión sobre las diversas instituciones políticas, económicas y educativas, que para la década de 1970 intentan provocar ruptura con el desarrollismo y la modernización conservadora. El Trabajo Social estará inmerso en tales contradicciones, dando forma particular al movimiento de Reconceptualización.
3. Conclusiones:
El Movimiento de Reconceptualización que ocurrió durante las décadas 1960-1970, en América Latina, entendido como un proceso contradictorio que buscó transformar los fundamentos profesionales, sólo fue posible gracias a las tensiones y contradicciones que se presentan en la correlación de fuerzas de las clases sociales, y los escenarios diversos (aunque relacionados) del capitalismo central y periférico. La disputa en esta correlación de fuerzas dio lugar a una fecunda reflexión de la crisis en la que una diversidad de movimientos populares, movimientos sociales y partidos políticos tomaron parte.
Si durante un tiempo las medidas modernizantes lograron generar estabilidad y ampliación del capital; en medio de las contradicciones propias de la sociedad capitalista se generó una tensión en búsqueda de ruptura, con la finalidad de construir procesos emancipatorios. En el escenario profesional latinoamericano el enfrentamiento de las clases sociales logra tener impactos al interior de las universidades, instituciones en las que ya se encontraba el Trabajo Social.
Bajo esta lógica, se puede observar cómo en los países analizados son incorporados lineamientos de la política desarrollista impulsada por la Alianza para el Progreso, un programa de ayuda económica y social para la región latinoamericana, propuesta por John F. Kennedy en 1961, aceptado por todos los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la Conferencia de Punta del Este (1961), con excepción de Cuba. Esta conferencia, con claros trazos modernizantes y conservadores pretende “buscaba evitar que el resto de América Latina siguiera el ejemplo de la revolución cubana” (Memoria chilena, s/f) a través de la promesa de un aporte económico desde los Estados Unidos para mejorar las condiciones sanitarias, ampliar el acceso a la educación y la vivienda, controlar la inflación e incrementar la productividad agrícola mediante la reforma agraria. El contenido modernizante y conservador de la Conferencia de Punta del Este queda claro cuando expresa que:
La libertad política debe acompañar al progreso material. Nuestra Alianza para el Progreso es una alianza de gobiernos libres -- y debe esforzarse por eliminar la tiranía de un hemisferio en que no tiene derecho a estar. Por lo tanto, expresamos nuestra especial amistad hacia los pueblos de Cuba y de la República Dominicana -- y la esperanza de que ellos pronto se reintegrarán a la sociedad de los hombres libres, uniéndose a nosotros en nuestro esfuerzo común. (p.7).
Dicha política será cuestionada unos años más adelante, debido a la maduración del debate político y la incursión de perspectivas críticas en el Trabajo Social.
Los impactos de la Reconceptualización serán diferenciados en cada país, aunque en todos ellos dejó marcas significativas, que han sido retomadas en el presente en la reflexión del proyecto profesional ético-político.
La Reconceptualización en su discontinuidad pero en su irrupción en el pensamiento crítico inauguró procesos de gran relevancia para el Trabajo Social, entre los que se destacan la diversidad teórico-metodológica, la interlocución crítica con las ciencias sociales, el desarrollo de la investigación, y con ella la producción y circulación de conocimientos, el compromiso ético-político con valores emancipatorios y la capacidad organizativa para la defensa de la profesión y de los derechos de la ciudadanía. En cuanto a la articulación latinoamericana, no se puede pasar por alto la importancia estratégica que tuvo la creación de la ALAETS (Asociación de Escuela de Trabajo Social) en 1965 y del CELATS (Centro Latinoamericano en Trabajo Social) en 1975. Ellas fueron fundamentales para la organización político académica en América Latina, contribuyendo para el fortalecimiento de la formación profesional de calidad, de la capacitación continuada, así como para la creación de líneas de investigación que fortalecieron la madurez teórico- metodológica de la profesión.
La investigación en red de la cual participamos, es heredera de la tradición crítica al interior de la profesión, que considera la discusión y construcción colectiva de conocimiento, desarrollando reflexiones desde el reconocimiento de la centralidad de la historia, con la finalidad de disputar una hegemonía crítica al interior del debate profesional. En este sentido se presentan nuevos desafíos, como los de, por un lado, mantener la red de investigadores, en un contexto de desfinanciamiento de la educación pública y de los centros de investigación, tal como hoy se observa agudizado en el caso argentino, frente a lo que tenemos como desafío mantener vivos los flujos de debate y encuentro que venimos construyendo. Por otro lado, se trata de seguir avanzando en la construcción colectiva de la historia reciente del Trabajo Social, recuperando la investigación y los debates en la perspectiva crítica, que tienen como presupuesto el legado Karl Marx y la tradición marxista. Enfrentar el negacionismo, el conservadurismo regresivo, el “presentismo” mediante el conocimiento riguroso de la historia.
La investigación en red se encuentra en una nueva fase[15], ampliando el tiempo histórico que analizamos, que va desde la década de 1960 hasta los días actuales, y contemplando a más países que forman parte de la investigación. Entre ellos destacamos la incorporación de representantes del Trabajo Social crítico británico que contribuirá a la profundización de esta “investigación en red” discutiendo con el trabajo social anglosajón, de Uruguay y recientemente con investigadores de Angola.
Desde los acumulados teóricos e metodológicos producidos desde la investigación colaborativa se destacan dos ejes para continuación de la investigación en red:
El primero, trabaja sobre la aproximación de la profesión con las luchas sociales en la organización de las clases trabajadoras y sus expresiones en los fundamentos del Trabajo Social. El segundo eje de investigación aborda la cuestión social como piso histórico para pensar las transformaciones societarias y el Trabajo Social. Sin duda, estos dos ejes están articulados y presuponen la relación orgánica entre historia, teoría y método, no solamente para el conocimiento crítico de la historia de su pasado y presente, sino para la construcción del futuro.
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[1] NOTA ACLARATORIA: Este texto es una versión revisada y ampliada de una ponencia presentada en el Encuentro Nacional de Investigadores en Servicio Social (ENPESS) realizado en Brasil durante 2022.
[2] “La investigación “en red” es más que un agregado sistémico de investigadores/as en torno de una temática común y geográficamente delimitada. Son investigadores/as reunidos en un proyecto de investigación central que comparte su objeto de estudios, delimitación temporal, orientación teórico-metodológica y de procedimientos en la recolección de datos de investigación. Ese proyecto central se desdobla en subproyectos temáticos que abarcan dimensiones de las temáticas en sus particularidades internacionales, nacionales e/o regionales” (Santos e Iamamoto 2022:2) (traducción libre)
[3] La visión crítica o perspectiva crítica aquí asumida se refiere a aquellas perspectivas teórico y políticas que realizan una crítica al modo capitalista de producción y reproducción, por tanto; entre las diferentes perspectivas críticas, se prioriza la crítica marxiana y marxista, diferente de aquellas perspectivas que realizan una crítica a las consecuencias del capitalismo.
[4] Es posible citar como ejemplo la incorporación dentro de los planes de estudios en autores como Marx, Gramsci, Mariátegui entre otros, pero también el debate sobre lo nacional y lo popular, análisis de coyuntura y realidad latinoamericana.
[5] A pesar de que se logran evidenciar procesos de desarrollo capitalista tanto en el centro como en la periferia, no se pueden perder de vista las desigualdades entre uno y otro.
[6] También destacamos el Seminario realizado em Chile em 1969 “Hacia una Reconceptualización del Servicio Social Latinoamericano”, seminario en el cual se difundieron ampliamente las ideas reconceptualizadoras.
[7] También tenemos dictaduras en España, Italia y Portugal entre otras.
[8] De hecho las dictaduras militares fueron sincronizadas en América Latina. Se organizaron mediante lo que fue conocido como el Plan Cóndor, un plan sistemático y coordinado por las cupulas militares de América Latina (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador), que coordinaba acciones represivas y de aniquilamiento, organizado por Estados Unidos y llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980.
[9] Del punto de vista económico la dictadura argentina tuvo consecuencias desastrosas, instalando el neoliberalismo, produjo desocupación, inflación y desindustrialización. Del punto de vista de los Derechos Humanos fue un genocidio. La dictadura argentina desapareció 30.000 personas (entre ellos niños y bebés recién nacidos).
[10] Para el caso de Brasil, Netto demuestra la existencia de 3 direcciones asumidas en el Proceso de Renovación del Trabajo Social durante la dictadura civil-militar (1964-1985): la modernización conservadora (con base teórica en la teoría social positivista y sus derivados), la reactualización del conservadurismo (con base teórica en la fenomenología) y la intención de ruptura (con base teórica en el marxismo), está última claramente articulada al Movimiento de Reconceptualización de América Latina.
[11] Netto (2021) entiende que fue una aproximación sesgada, un marxismo sin Marx, en la cual se recorría más a los divulgadores que a los propios escritos de Marx. Entretanto es importante admitir, que el acceso a las fuentes clásicas no era fácil en ese contexto, no solamente por la censura impuesta por las dictaduras como por el acceso a los libros. También no podemos desconocer que existía una suerte de “instrumentalización” de la teoría social de Marx para la urgencia de la práctica política. Nos parece que todavía existen caminos para recorrer en este análisis, sobretodo, si analizamos los cambios curriculares que acontecieron en estos años, en los cuales por primera vez la teoría social de Marx era incorporada, o por las lecturas paralelas realizadas en los grupos (clandestinos y no clandestinos) que existían fuera de la universidad. Un análisis introductorio al respecto puede ser consultado en Quintero 2018
[12] Al respecto ver Alayón 2005
[13] Se trata del III Congreso Brasilero de Asistentes Sociales realizado en San Pablo en el año de 1979, en el cual se produce un cambio en la dirección del congreso propuesto por las alas progresistas del Trabajo Social en este país, que contó con la activa participación del CELATS en el proceso de organización. Recomendamos la lectura de Netto (2009) y Iamamoto (2020)
[14] El Frente Nacional será un acuerdo de elites entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, a través del cual se dividen el poder ejecutivo evitando la participación de otros partidos o fuerzas sociales alternativas.
[15] La primera fase de la investigación fue coordinada por las profesoras Marilda Villela Iamamoto (UERJ) y Claudia Monica dos Santos (UFJF) intitulada: “O Movimento de Reconceituação do Serviço Social na América Latina: determinantes históricos, interlocuções internacionais e memória (1960-1980)”. La segunda fase que tiene como nombre: “O serviço social na história: Questão social e movimentos sociais - América Latina e Europa (1960-2020)” y cuenta con una coordinación colegiada formada por investigadores de Brasil y Colombia: Alexandra A. L. T. S. Eiras (UFJF) , Carina B. Moljo, (UFJF) Maria Helena Elpídio (UFES), Maria Rosângela Batistoni, (UNIFESP) Maurílio Castro de Matos (UERJ), Thaísa Teixeira Closs (UFRGS), de Brasil e de Colombia Sergio A. Q. Londoño (Ucaldas),