74 REVISTA ECONOMÍA , noviembre 2023 | pISSN | eISSN 2697-3332
Agricultura familiar, base de la comercialización agroecológica
de redes de apoyo económico, social y cultural. Vale resaltar que la base de los espa-
cios locales señalados es la agricultura familiar y sus redes de apoyo e intercambio.
Appendini y Nuijten (2008, p. 257), por su parte, al estudiar las instituciones loca-
les llaman la atención sobre los arreglos que los grupos establecen para su subsisten-
cia cotidiana y como ellos pueden calicarse como «prácticas organizativas», que no
necesariamente establecen organizaciones, pero que movilizan redes de información
para proporcionar datos cruciales, apoyo nanciero y ayuda práctica. Estas prácticas
podrían con el tiempo devenir en formas de ordenación y regularización o, como las
autoras señalan, podrán institucionalizarse.
Las formas institucionales no formales de acuerdo a lo sugerido, entonces, tendrían
mayor relevancia en los ámbitos locales, que son los territorios donde mayor can-
tidad de investigación agroecológica se realiza, pero además son el camino para el
ujo de información que es la base para la reducción de los costos de transacción y
para el mantenimiento de las actividades agropecuarias. Vale la pena resaltar que
estas instituciones no formales están basadas en la agricultura familiar.
El análisis de redes, desde la sociología de las organizaciones presenta un paso
adelante a lo señalado, «intenta dar cuenta de las relaciones que unen entre sí actores
y unidades (hogares, empresas, naciones) con una perspectiva interna y del entorno
que les rodea» (Urteaga, 2012, p. 166). Especial interés merece en este análisis las
relaciones que se establecen entre los actores que se caracterizan por intercambios
no económicos.
Estas relaciones pueden generar capital social entendido como «un conjunto
de recursos disponibles para los individuos derivados de su participación en redes
sociales». La denición estructural de capital social se deriva fundamentalmente de
los trabajos de Bourdieu (1986), Coleman (1988, 1990) y Lin (2001), citado por Gar-
cía-Valdecasas, (2011, p. 139). En este marco de referencia se genera reciprocidad
y conanza entre los miembros de la red y se puede difundir información y nuevas
ideas a través de la innovación (García-Valdecasas, 2011, p. 141).
Durston (2002, pp. 104, 105) extiende el concepto de capital social a la comu-
nidad sugiriendo que el capital social puede ser comunitario, como una forma de
institucionalidad social, con un arraigo local, donde los participantes plantean el
bien común como objetivo, estas relaciones existentes pueden ser observables, es
la institucionalidad informal.
No obstante, la reciprocidad es la base de la generación y mantenimiento del
capital social comunitario, con base en la agricultura familiar, que se expresa en la
entrega y recepción de dones y regalos; estos fenómenos son hechos sociales totales
en el sentido que involucran no solo a la economía, sino a la religión, el derecho, la
estética, entre otros. Las transacciones involucran tres momentos el dar, recibir y
devolver. El intercambio, por tanto, al no ser puramente económico comporta una
serie de características que denen una circulación no solo de objetos inertes, sino
de cortesías, festines y espíritus del objeto entregado. Además, en el intercambio
intervienen grupos, colectividades y no individuos. Lo que se intercambia no son
mercancías, sino dones, que es un indicativo también de la jerarquía de quien da
(Mauss, 1971).
En el marco señalado, la agricultura familiar tiene este capital social que compo-
ne la racionalidad campesina, práctica que mencionó Paz (2017) y es lo que permitió