
Hugo Pereira
REVISTA ECONOMÍA , mayo 2025 | pISSN | eISSN 2697-3332 37
de estrés, puede conducir a los maestros a incrementar su seguridad laboral
mediante empleos adicionales que se traducen en aumentos de horas de trabajo y
mayores esfuerzos, lo que de mantenerse en el tiempo puede desembocar en un
estado de estrés crónico (Marrau, 2004). Los docentes que combinan la docencia
con otro trabajo remunerado disponen de menor tiempo para planicar adecua-
damente el proceso de enseñanza, una realidad de uno de cada tres profesores
del nivel primario en América Latina, que afecta la posibilidad de intercambiar
estrategias con otros docentes y dar una buena atención a sus estudiantes , lo
que no es compatible con los procesos de mejoramiento de la calidad educativa
(Murillo y Román, 2013).
La precarización del trabajo docente se hace visible en la intensicación de la
jornada laboral, las múltiples funciones y responsabilidades, el doble o triple empleo
dentro del mercado educativo, las dicultades para actualización de la formación y
otras realidades como la subocupación en el mercado informal (Gutiérrez, 2010).
Interinazgo, nombramientos entrecortados, atraso en el pago de salarios, poca esta-
bilidad en un puesto de trabajo y otros, son problemas que muestran el deterioro
de las condiciones de trabajo y, por ende, la realidad de inseguridad laboral que
enfrentan los trabajadores docentes (Morales, 2011). La sobrecarga física y psíquica
como consecuencia de largas horas de trabajo, presiones y tensiones contribuyen al
deterioro emocional del docente, el que puede ser grave y congurarse el Síndrome
de Burnout, un estado de agotamiento, baja realización, es decir una autoevaluación
negativa que lleva a la desmoralización e insatisfacción con los resultados labora-
les (Marrau, 2004). La excesiva cantidad de trabajo y el limitado tiempo disponible
para realizar las tareas implican el aumento del ritmo laboral y somete al docente
a trabajar constantemente bajo presión, lo que tiene un impacto signicativo en su
desempeño profesional y su bienestar, pudiendo generar patologías como trastor-
nos cardiovasculares, gastrointestinales y otros que ponen en riesgo su salud (Terán
y Botero, 2014). La intensicación del trabajo docente se constituye en una de las
formas más tangibles de degradación de los educadores (Apple, 1995 citado por
Sánchez y del Sagrario, 2012). El trabajo precario, caracterizado entre otros aspectos
por la baja remuneración, jornadas laborales largas, esfuerzo mental o físico exce-
sivos, no ofrece las condiciones propicias para el desarrollo de las personas (Salas,
2013, citado por Garzón y Pineda, 2022).
La intensicación del trabajo y el control del tiempo de realización de las tareas
en el puesto laboral, procedimientos de producción diseñados por el taylorismo,
profundizados por el fordismo y combinados con la “exibilidad” del toyotismo,
son rasgos de explotación de la fuerza de trabajo que se maniestan actualmente en
las nuevas formas de empleo como la uberización, que sostiene, a decir de Juraski
Camillo y Moura (2021), la falsa narrativa del empleo con horario exible, la que se
contrapone con la necesidad de disponer de largas horas de la jornada para obtener
un ingreso que mínimamente pueda garantizar la cobertura de los gastos familiares.
De Freitas Ribeiro (2015) arma que las personas se encuentran en un mundo donde
la velocidad es un valor que condiciona la relación entre la humanidad y el trabajo,
pero también con la familia y los demás integrantes del círculo de relacionamiento
más cercano, generando así, según la autora, una sociedad enferma llena de síndro-
mes de pánico, estrés, hiperactividad, depresión, etc., de la que el ámbito laboral
docente no es una excepción.