REVISTA ECONOA
pISSN 1390-6380
eISSN 2697-3332
revistaeconomia@uce.edu.ec
DOI: 10.29166/economa.v77i126.8140
CC BY-NC 4.0 —Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional
© 2025 Universidad Central del Ecuador
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS REVISTA ECONOMÍA
UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR , noviembre 2025, pp. 
Superexplotación del trabajo y subimperialismo:
la historicidad de las categorías de la dependencia
Pedro Duarte | Universidade Federal de Goiás (Brasil)
: El objetivo del artículo es retomar dos categorías formuladas por Ruy Marini - la superexplotación
de la fuerza de trabajo y el subimperialismo - y su articulación en la comprensión de las especicidades del de-
sarrollo capitalista en los países dependientes de América Latina, a partir del papel particular que desempeñan
en la división internacional del trabajo. Además, se destacarán algunos elementos sobre la importancia del as-
pecto político en la obra de Marini, y cómo las categorías mencionadas son centrales en su interpretación de los
problemas políticos, económicos y sociales, que sólo podrían resolverse mediante la superación del modo de
producción capitalista.
 : Teoría Marxista de la Dependencia; capitalismo dependiente; capitalismo periférico; supe-
rexplotación de la fuerza de trabajo; subimperialismo.
   //    //    //
Super-exploitation of the labor force and sub-imperialism:
the historicity of dependency categories
: The aim of this paper is to revisit two categories formulated by Ruy Marini—the overexploitation of
the workforce and sub-imperialism—and their articulation in understanding the specicities of capitalist devel-
opment in the dependent countries of Latin America, based on the particular role they play in the international
division of labor. In addition, some elements will be highlighted regarding the importance of the political aspect
in Marini's work, and how the aforementioned categories are central to his interpretation of political, economic,
and social problems, which could only be resolved by overcoming the capitalist mode of production.
 : Marxist Theory of Dependency; dependent capitalism; peripheral capitalism; super-exploitation of
the labor force; sub-imperialism.
  B14, O54, P16.
Superexplotación del trabajo y subimperialismo: la historicidad de las categorías de la dependencia
REVISTA ECONOMÍA , noviembre 2025 | pISSN  | eISSN 2697-333214
INTRODUCCIÓN
Ruy Marini fue un intelectual brasileño que formó parte de uno de los grupos teóricos
y políticos más importantes de la década de 1960, que se dedicó a formular una nueva
interpretación de las especicidades del desarrollo capitalista en América Latina. Más
allá del campo teórico, estos intelectuales tenían una preocupación central con la
práctica política como instrumento esencial para la superación de los problemas del
desarrollo social. Así, la dedicación de este grupo de intelectuales a intentar proponer
una interpretación del capitalismo latinoamericano tuvo como objetivo construir
bases teóricas para la práctica política de la izquierda, que permitieran comprender
los procesos económicos, sociales y políticos que dieron lugar a la conformación de
una estructura económica basada en la consolidación de relaciones de dependencia.
Las tesis desarrolladas por este grupo dieron lugar a la creación de la Teoría Marxista
de la Dependencia ().
La  se basó en un diagnóstico similar al formulado por la teoría estructura-
lista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe () para explicar
los obstáculos al desarrollo en América Latina. Sin embargo, basándose en la teoría
marxista del valor, los autores vinculados a la  veían el subdesarrollo como una
forma propia y especíca de capitalismo, resultado de la expansión del capitalismo
a nivel internacional y, por tanto, resultado de la extensión del imperialismo y del
papel desempeñado por los países latinoamericanos en la división internacional del
trabajo. El objeto cientíco de esta nueva formulación era comprender el proceso de
formación socioeconómica de América Latina a partir de su integración subordinada
en la economía capitalista mundial, a partir de la cual existía una relación desigual
de control hegemónico de los mercados y de los factores de producción por parte de
los países centrales, que resultaba en una permanente transferencia de valor en el
sentido periferia-centro. Según Marini (1968), la incursión imperialista en las eco-
nomías latinoamericanas deformó el desarrollo histórico de los países de la región,
imposibilitando que el modo de producción capitalista se desarrollara en la línea
observada en los países centrales.
Para profundizar en la contribución de Ruy Marini al debate teórico y político en
América Latina, este texto abordará las dos categorías centrales formuladas por el
autor: la superexplotación de la fuerza de trabajo y el subimperialismo. Al presentar estas
categorías, se pretende destacar no sólo su importancia respectiva para comprender
los efectos del despliegue del modo de producción capitalista en América Latina, sino
también cómo su articulación teórica se revela como un elemento fundamental para
proponer el debate político presente en la tesis del autor.
Para presentar la formulación teórica de estas categorías, sus respectivas articu-
laciones y cómo se elaboran para sustentar la práctica política propuesta por el autor,
este artículo se divide en dos secciones, además de esta introducción. En la primera
sección se discuten las bases teóricas en análisis, con un detalle del contenido de
las categorías superexplotación de la fuerza de trabajo y subimperialismo. En la tercera
sección proponemos una conclusión, a partir de la forma en que estas categorías se
articulan con la lucha de clases y la práctica política en América Latina.
Pedro Duarte
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. BASE TEÓRICOHISTÓRICA DE LAS CATEGORÍAS
El primer aspecto a considerar en el debate sobre la  es la comprensión de Marini
acerca de la consolidación del sistema de producción capitalista en las regiones
periféricas. Si bien el diagnóstico de la  es similar al formulado por la ,
las percepciones de los efectos de la industrialización en la región son diferentes.
Considerado como un proceso que permitiría resolver los problemas estructurales de
la región mediante la transición de la industria ligera a la industria básica, el proceso
de sustitución de importaciones acabó exacerbando algunas de las contradicciones ya
presentes en la región, en lugar de acabar con la dependencia externa. Así pues, los
propios factores históricos demostraron que la industrialización no sería el camino
viable para superar la condición dependiente. A la luz de estos hechos deben anali-
zarse las categorías elaboradas por Marini.
. SUPEREXPLOTACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO
Marini (2000) argumenta que las relaciones comerciales de los países latinoamerica-
nos con los países capitalistas centrales, basadas en el deterioro de los términos de
intercambio, se convirtieron en una espiral permanente de endeudamiento, donde los
décits de la balanza de pagos eran sucesivamente cubiertos con nuevos préstamos
externos. Esta estructura instauró el proceso de transferencia de valor, determinante
en el curso del desarrollo de la región, al imponer mecanismos en los que la plusvalía
generada en los países periféricos se transfería y se acumulaba en los países centrales.
Como resultado de estos procesos, se estableció la dependencia, “(...) una relación
de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las
relaciones de producción de las naciones subordinadas son modicadas o recreadas
para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia” (Marini, 1985, p. 18)3.
De esta manera, la incorporación de América Latina al comercio internacional
se convirtió en un elemento central del desarrollo industrial de los países centrales.
La especialización que debieron experimentar los países centrales en sus procesos de
industrialización no sólo implicó el bloqueo de la producción agrícola para canalizar
recursos hacia la industria, sino también a la búsqueda de fuentes de bienes primarios.
Esta dinámica, al fomentar la profundización de la división internacional del trabajo,
consolidó la especialización de los países centrales como productores mundiales de
manufacturas, al contribuir a que el eje de la acumulación en la economía industrial se
desplazara de la producción de plusvalía absoluta a la de plusvalía relativa (Marini, 1991).
El autor quería demostrar que, para desplazar el eje de acumulación de la plus-
valía absoluta a la plusvalía relativa en los países industrializados, sería necesario
cambiar la relación entre el tiempo de trabajo necesario y el tiempo de trabajo exce-
dente y, para ello, reducir el valor de la fuerza de trabajo. Como el valor de la fuerza
de trabajo está determinado básicamente por los llamados “bienes salarios”, cuya
composición está constituida fundamentalmente por mercancías primarias, las posi-
bilidades de modicar el valor de la fuerza de trabajo estarían estrechamente ligadas
a la oferta mundial de estas mercancías, que son producidas por las economías capi-
talistas periféricas. Así, el aumento de la oferta de estas mercancías y la reducción de
sus precios en el comercio internacional condujeron a una disminución del valor de
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la fuerza de trabajo en los países industrializados, lo que permitió que el aumento de
su productividad se convirtiera en cuotas cada vez más elevadas de plusvalía deter-
minando así la forma en que las exportaciones latinoamericanas contribuyeron a
cambiar el eje de acumulación en los países centrales. Sin embargo, no ocurría lo
mismo con el valor de los bienes manufacturados, cuyo valor era menos elástico y,
por tanto, menos susceptible de reducción.
Al establecer el intercambio entre mercancías cuyos valores tienen dinámicas
opuestas, el comercio centro-periferia se fue caracterizando por un intercambio des-
igual. Así, el resultado del intercambio desigual sería la transferencia de valor entre
las diferentes esferas productivas y/o países, de modo que los valores generados en
las esferas dependientes fueran transferidos y acumulados en las esferas que poseían
las tecnologías y los monopolios, creando la necesidad de reponer este capital para
mantener el proceso interno de reproducción.
El punto clave es que la compensación de esta transferencia para cada economía
periférica no podía darse a través del aumento de la productividad, porque las nacio-
nes periféricas eran incapaces de desarrollar una base técnica que les permitiera
aumentar la plusvalía a través del aumento de la productividad o porque el aumento
de la productividad por sí solo no garantizaría el aumento de la cuota de plusvalía,
para lo cual era esencial la reducción del valor de la fuerza de trabajo. Por lo tanto,
los países periféricos sólo podrían aumentar la plusvalía y compensar los valores
transferidos al centro aumentando el grado de explotación de la mano de obra.
Marini describió tres mecanismos principales, que actúan de forma aislada o com-
binada, a través de los cuales las naciones periféricas podrían aumentar la extracción de
plusvalía. El primero sería el aumento de la intensidad del trabajo, por el que los trabaja-
dores producen una mayor cantidad de mercancías en la misma jornada laboral que en
condiciones anteriores. El segundo sería la prolongación de la jornada laboral, de modo
que se añada tiempo de trabajo excedente al necesario. El tercero es la apropiación de
parte del fondo de consumo del trabajador, reduciendo el fondo necesario para garan-
tizar su subsistencia, en favor de la ampliación del fondo de acumulación de capital.
Estos mecanismos alejan a los trabajadores de las condiciones mínimas nece-
sarias para garantizar su reproducción. En el primer y segundo caso, porque se les
impone un ritmo de trabajo superior al normal, lo que hace que gasten más energía e
intensica el proceso de desgaste y agotamiento. En el tercer caso, porque se les priva
del mínimo necesario para asegurar su subsistencia y reproducción. En la medida
en que estos mecanismos se basan en el uso intensivo y extensivo de la fuerza de
trabajo, sustentan un modo de producción estructurado en la mayor explotación de
los trabajadores, lo que provoca que se pague la fuerza de trabajo por debajo de su
valor. A esto Marini lo denomina superexplotación de la fuerza de trabajo.
La superexplotación de la fuerza de trabajo sería, por tanto, una categoría espe-
cíca de la reproducción del capital en las economías dependientes en el marco de
las relaciones de intercambio en el comercio internacional. No se trata simplemente
de ampliar los instrumentos que permiten aumentar la cantidad de mercancías pro-
ducidas, sino de intensicar los mecanismos que, al cambiar la relación entre tiempo
de trabajo necesario y tiempo de trabajo excedente, permiten una mayor extrac-
ción de plusvalía en un contexto de transferencia de valor entre países periféricos y
centrales. Lo importante es señalar que, si bien el aumento de la fuerza productiva
del trabajo es una forma de explotación propia del modo de producción capitalista
Pedro Duarte
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y los mecanismos basados en una mayor explotación del trabajador se establecen
como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, la compensación del valor
transferido al centro solo puede producirse a través de los mecanismos señalados
por Marini, dado el bajo grado de desarrollo tecnológico de los países periféricos.
Pero la estructura de la división internacional del trabajo no es la única que explica
la consolidación de la superexplotación de la fuerza de trabajo como categoría especíca
del capitalismo en las economías periféricas. Al caracterizarse también por un exce-
dente estructural de mano de obra, para Marini la aparición de la superexplotación de
la fuerza de trabajo se vería reforzada por la extensión del ejército industrial de reserva.
Operando mediante un aumento desproporcionado de la fuerza de trabajo logrado, ya a
través de la importación de mano de obra, ya de la aplicación de una tecnología ahorrativa
de mano de obra, esas economías han llevado a cabo su proceso de acumulación fundamen-
talmente con base en la producción de plusvalía absoluta. Para ello concurre, en parte, la
falta de regulación de las condiciones de trabajo, y por tanto la extensión irrazonable de la
jornada productiva (…); pero, también, la ruptura de la relación entre la remuneración del
trabajo y su valor real, o sea, entre lo que se considera como tiempo de trabajo necesario y
las necesidades de subsistencia planteadas efectivamente por el obrero. (Marini, 1974, p. 115)
Aunque la consolidación de la condición dependiente sea un aspecto de la estructura
económica, política y social de las naciones latinoamericanas, el proceso de indus-
trialización de la región no se vio obstaculizado. Para comprender la transición del
eje de acumulación de los países latinoamericanos hacia la industria, hay que prestar
atención no tanto al desarrollo de la industria en sí, sino a las bases sobre las que se
consolidó, ya que estos elementos son centrales para entender la forma en que la
región se articula con la expansión del capital internacional.
La industria se instala en los países periféricos para satisfacer la demanda exis-
tente de bienes de lujo que antes provenían de las importaciones. Esta industria se
desarrolla sin un mercado interior suciente que la sustente, impulsada por las crisis
de los mercados internacionales, y tiene una estructura frágil y poca capacidad de
expansión. Frente a estos obstáculos, la industria periférica se construyó sobre unas
bases que requerían una estructura de distribución de la renta desigual, con mecanis-
mos ecaces para reducir los salarios de los trabajadores en favor de la revalorización
del capital. Desde el punto de vista de la producción, aprovechó el excedente de
fuerza de trabajo creado por el sector exportador para ejercer una presión perma-
nente a la baja de los salarios. Desde el punto de vista de la realización, atendía a una
demanda compuesta por clases de altos ingresos, a las que ofrecía productos sobre
los que tenía el monopolio de producción. La combinación de producción monopo-
lística y bajos costes salariales y de producción dio lugar a una distribución desigual
de la renta, que garantizó elevados benecios y la supervivencia de la industria.
Además, creó un nuevo eje de acumulación que, al igual que el anterior, se basaba
en el aumento de la superexplotación de la fuerza de trabajo.
De esta forma, la condición dependiente y la superexplotación de la fuerza de
trabajo se convierten en características estructurales de estas economías, que tienden
a perpetuarse independientemente del eje de acumulación. Según Marini (2000), si,
en un primer momento, la superexplotación era causada por la separación entre
producción y circulación debido a las imposiciones del comercio internacional, a
partir del momento en que estos países se industrializan, se convierte en el efecto
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de la separación entre la esfera superior, donde circulan los bienes de consumo
suntuarios, y la esfera inferior de circulación, la de los bienes salarios, dentro de
cada economía. Así, el propio proceso de industrialización en la periferia no genera
factores que modiquen las condiciones salariales de los trabajadores.
Por otra parte, aunque la industrialización periférica se produzca a expensas de
la absorción de tecnologías obsoletas, se produce un cierto grado de aumento de la
productividad del trabajo, lo que crea las condiciones para aumentar la producción de
plusvalía relativa. Estas tecnologías ahorradoras de trabajo acaban creando una masa
de desempleados o trabajadores dedicados a formas no productivas de trabajo. Así,
el avance de la acumulación de capital se basa en una reducción relativa del nivel de
empleo, mientras que el aumento del ejército de reserva actúa comprimiendo los sala-
rios y aumentando el número de trabajadores sometidos a una situación en la que se
reducen sus niveles salariales (Marini, 2012). Es importante señalar que la expansión
de la plusvalía relativa no suprime la que resulta en una mayor plusvalía absoluta, sino
que la intensica, pasando a una etapa en la que ambas actúan conjuntamente para
aumentar la explotación de la fuerza de trabajo y la valorización del capital.
Según Marini (2000), lo que ocurre con la industrialización de los países peri-
féricos es una nueva jerarquización de la economía capitalista mundial basada en
la redenición de la división internacional del trabajo. En esta nueva división, las
fases más avanzadas de la producción industrial, con el monopolio de las tecnologías
correspondientes, se reservan a los centros imperialistas, mientras que las fases
inferiores de la producción industrial se reservan a los países dependientes. Como
resultado, estos países pueden incorporar no solo los productos de las industrias
pesadas de los países centrales, sino también las tecnologías que ya estaban obso-
letas antes de que se completara el período de reposición del capital jo invertido
anteriormente. También sirven de mercado para el capital altamente concentrado
de las corporaciones imperialistas.
Si, por un lado, el proceso de industrialización en los países dependientes ha
contribuido a superar posibles obstáculos a la acumulación de capital en los países
centrales, por otro, la absorción del progreso técnico en condiciones de superexplota-
ción de la fuerza de trabajo diculta el ciclo del capital en las economías dependientes.
Al limitar la capacidad de consumo de la clase obrera, la economía dependiente res-
tringe inevitablemente el mercado interno y, por tanto, el consumo de una parte de la
producción. Por eso, estos límites, al reejarse en la capacidad de generar plusvalía,
impondrán a los países periféricos la necesidad de ampliar su mercado en el exterior.
Fue a partir de la reorganización del modelo de economía de exportación cuando se
inició el fenómeno del subimperialismo en las economías dependientes.
. EL SUBIMPERIALISMO
A pesar de los límites impuestos por un capitalismo consolidado por la superexplota-
ción de la fuerza de trabajo, no hubo obstáculos para el proceso de industrialización
de las economías dependientes, que se estableció sobre la base de los intereses del
capital imperialista altamente concentrado en los países centrales. En este sentido,
se puede decir que la industrialización de los países dependientes se estableció como
un aspecto de una nueva etapa en el avance del imperialismo a nivel internacional,
Pedro Duarte
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que reconguró la jerarquía en la división internacional del trabajo, estructuralmente
dependiente de la dinámica de los países centrales y basada en una lógica convergente
con la marginalización de las condiciones laborales y las restricciones al mercado
interno. Estos son los elementos a partir de los cuales se formula la categoría “subim-
perialismo”2. Entender la categoría, sin embargo, exige analizar algunos aspectos
estratégicos de la política exterior brasileña a partir de la década de 1950, ya que es
en la experiencia histórica del país en la que se basa el autor para la formulación de
la categoría. Cabe destacar que, aunque se utilice el caso brasileño para delinearla,
Marini señala que no se trata de un fenómeno particular del país (Marini, 2012, p. 131).
Con la creación del parque industrial, el aumento de las exportaciones pasó a
considerarse un mecanismo esencial para la continuidad del proceso de desarrollo
mediante el modelo de sustitución de exportaciones. Este modelo atribuyó al comer-
cio exterior el papel de promover mayores ingresos procedentes de las exportaciones
mediante una política de promoción de los productos manufacturados brasileños en
el exterior, exibilizando el tipo de cambio y aumentando la inclusión de productos
de mayor contenido tecnológico en la lista de exportaciones brasileñas. Este modelo
se convirtió en el eje fundamental de la articulación del comercio exterior desde dos
perspectivas: la técnica, basada en reformas en las esferas monetaria y cambiaria, y
en la legislación del mercado de capitales y tributaria; y la diplomática, basada en la
recuperación de una política de comercio exterior universalista, especialmente con el
acercamiento a los países periféricos. La política en cuestión se volvió crucial debido
a la acumulación de décits comerciales y los retrasos resultantes de la promoción de
instrumentos de total libertad en el mercado cambiario y en las operaciones comer-
ciales y nancieras con el exterior, que predominaron durante la primera mitad de
la década de 1950 (Silva, 2003).
Además, la expansión de la industria en Brasil está directamente relacionada con
la expansión de las inversiones de capital estadounidense en la región. Según Marini
(2012), la expansión de las inversiones de los Estados Unidos de América (..)
hacia los países de América Latina se debió a tres razones principales: la necesidad de
aumentar la rentabilidad del capital en todo el mundo aprovechando las condiciones
especícas de ciertas regiones; el crecimiento de la industria de bienes de capital, que
creó la necesidad de formar nuevos mercados para ella; y la existencia de un sector
industrial en otros países.
Sin embargo, esta nueva estrategia exigía un nuevo marco para las relaciones
políticas de Brasil con otras regiones. Y fue a través de las distintas políticas exteriores
adoptadas por Brasil, especialmente las rmadas con .., que sentaron las bases
históricas del subimperialismo (Mota Filho, 2017).
Hemos denido, en otra oportunidad, al subimperialismo como la forma que asume la
economía dependiente al llegar a la etapa de los monopolios y el capital nanciero. El su-
bimperialismo implica dos componentes básicos: por un lado, una composición orgánica
media en la escala mundial de los aparatos productivos nacionales y, por otro lado, el ejer-
cicio de una política expansionista relativamente autónoma, que no sólo se acompaña de
una mayor integración al sistema productivo imperialista, sino que se mantiene en el marco
de la hegemonía ejercida por el imperialismo a escala internacional. (Marini, 1977, p. 18)
El fenómeno descrito por Marini se basa en la relación entre la formación del capital
monopolista en los países centrales y el proceso de constitución del capitalismo en la
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periferia. Desde el establecimiento de las relaciones entre las diferentes regiones en
el contexto del comercio internacional y, de forma más evidente, cuando se aceleró
el proceso de concentración y centralización del capital, el capital extranjero asumió
en América Latina el papel de apropiador de la plusvalía creada en el interior de cada
economía nacional mediante préstamos públicos y privados, nanciaciones, inversio-
nes en acciones e inversiones directas, lo que reforzó la dependencia de las economías
latinoamericanas de los recursos generados en el sector exportador, principal motor
de las economías domésticas. Esta estructura de relaciones se reproduce cuando tiene
lugar el proceso de industrialización de los países periféricos, que se consolida con la
integración imperialista de la economía mundial. Desde el punto de vista interno, el
proceso de industrialización por sustitución de importaciones representó una relativa
superación de las restricciones impuestas por el sector externo, lo que resultó en la
diversicación productiva y el impulso del sector productivo de bienes de consumo
no duraderos, pero también en el ajuste de las economías latinoamericanas más avan-
zadas en la nueva lógica de la economía internacional. La organización del sector
productor de manufacturas en América Latina, que se beneció de las restricciones
del sector exportador y de la canalización del excedente productivo de este sector hacia
inversiones en la industria a través del sistema bancario, supuso un pacto mutuo entre
la burguesía agrario-mercantil y la burguesía industrial ascendente, cuya relación se
plasmó en el establecimiento de un Estado de compromiso.
El hecho es que las necesidades impuestas por el avance del capitalismo en los
países centrales hicieron que, a lo largo del proceso de industrialización en América
Latina, se reconguraran las relaciones de dependencia. En esta nueva arquitectura
de la división internacional del trabajo, las etapas inferiores del proceso productivo
se transeren a los países periféricos, mientras que las etapas más avanzadas y el
correspondiente control de la tecnología y de la innovación quedan reservados a los
centros imperialistas, lo que refuerza la dependencia económica y tecnológica de los
países latinoamericanos con cada avance de su industria.
Pero este no sería el único efecto posible de la nueva división internacional del
trabajo. Si consideramos, en particular, las relaciones económicas establecidas en la
región latinoamericana, podrían establecerse niveles o jerarquías entre estas nacio-
nes en función de las ramas de producción que se hayan desarrollado. Algunos países
podrían tener el monopolio de la producción de bienes industriales, mientras que
otros quedarían relegados al papel de mercados consumidores de estos productos.
De esta forma, las mismas estructuras de producción y comercio internacional se
internalizan en las relaciones económicas intrarregionales, por lo que en la propia
periferia del sistema operan las relaciones de dependencia, subordinación y explota-
ción existentes en la relación centro-periferia. Así, la rearmación del imperialismo
no solo se traduce en la nueva integración de América Latina, sino también en la
reproducción interna de sus elementos en los procesos de integración regional. Según
Marini, estos nuevos arreglos darán lugar a la formación de centros subimperialistas
asociados a la metrópoli, destinados a explotar a los pueblos vecinos.
Así, dentro de las economías periféricas, se formaron estos centros medianos
de acumulación como resultado del proceso de diversicación y concentración de la
industria manufacturera a escala mundial, que fue posible gracias a la articulación
de algunas naciones con el movimiento más general de expansión imperialista. La
articulación económica y política de los países periféricos con los países centrales,
Pedro Duarte
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basada en la proximidad entre el capital extranjero y la burguesía nacional y la inter-
nacionalización de la industria manufacturera una vez establecida en estos países,
permitió el surgimiento de centros de producción más dinámicos en América Latina,
exactamente los que Marini denomina centros medios de acumulación.
Sin embargo, la tendencia es que estos sectores productivos caigan en un doble
proceso: por un lado, reproduciendo los mismos patrones observados en las activi-
dades primario exportadoras, con el predominio de una elevada superexplotación de
la fuerza de trabajo y la extensión del ejército industrial de reserva, ya que se basan
en tecnologías más productivas y, por tanto, en una mayor composición orgánica del
capital, lo que promueve la marginalización y reduce la capacidad de consumo de la
clase trabajadora. Por otro lado, la producción industrial se concentra en bienes de
consumo suntuarios, destinados exclusivamente a las clases más ricas. En consecuen-
cia, esta industria se desarrolló en un marco restrictivo para la producción, tanto por
estar dirigida a las clases altas como por las restricciones impuestas al crecimiento
del mercado de consumo. Por estas razones, la apertura al mercado externo para la
exportación de manufacturas se presenta como una solución al problema de la rea-
lización de la producción mediante estrategias de dominación del mercado (Amaral,
2012). En este sentido, se trataría de una especie de imperialismo dependiente4.
No obstante, la implantación del capital extranjero en las economías latinoa-
mericanas se encuentra plagada de contradicciones, dado que los procesos de
cooperación e integración del capital imperialista en las economías nacionales
conllevan a una intensicación del conicto de clases, ya sea entre los grupos indus-
triales y los terratenientes exportadores, entre la industria y la agricultura para el
mercado interno, o entre los grandes terratenientes y el campesinado, así como de
los intereses del capital extranjero y nacional. En consecuencia, la integración entre
el capital imperialista y los centros medios de acumulación se maniesta a través
de una “cooperación antagónica” (Souza, 2017), lo que implica un pacto entre las
burguesías nacionales e internacionales que permite un cierto grado de autono-
mía para los centros periféricos, al tiempo que refuerza los elementos de la lógica
dependiente. Esta integración se transforma así en una asociación desigual y con-
tradictoria, y, por lo tanto, conduce a la negación de dicha integración.
En el caso de Brasil, estos elementos surtieron efecto tras el golpe militar de 1964,
cuando se estableció una política exterior basada en la interdependencia continental
que consolidó el vínculo con la lógica imperialista estadounidense. La nueva política
no implicó una aceptación pasiva de las decisiones de .., sino una colabora-
ción activa en su expansión imperialista, asumiendo una posición clave en ella. Sin
embargo, al tratarse de un país con un fuerte crecimiento demográco, la aplicación
de la industrialización con tecnología ahorradora de mano de obra no solo crearía
dicultades para absorber la masa de trabajadores, sino también para ampliar el
mercado interno hasta alcanzar un nivel capaz de absorber el aumento de la produc-
tividad. Por lo tanto, Brasil no tuvo más remedio que intentar expandirse hacia el
mercado exterior, lo que garantizaría una reserva de mercado para su producción. La
expansión imperialista de Brasil en América Latina, que según Marini corresponde
al subimperialismo, sería la solución que, por un lado, consolidaría la nueva fase
de expansión industrial de Brasil y, por otro, se ajustaría al proceso de expansión
imperialista de .. sobre América Latina.
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. CONCLUSIONES: EL DEBATE POLÍTICO EN LA OBRA DE MARINI
Aunque la interpretación del desarrollo capitalista en la periferia era el centro de su
versión de la , las preocupaciones de Marini iban más allá de la comprensión
de la conformación económica y social resultante de la situación de dependencia; su
objetivo era comprender las contradicciones del sistema capitalista en la periferia, su
impacto en la estructura social y las posibilidades de superarlas. En concreto, quería
saber cómo operaban las leyes de tendencia de la dependencia - la transferencia de
valor como resultado del intercambio desigual, la superexplotación de la fuerza de
trabajo y la ruptura del ciclo del capital - en la estructura de las relaciones económi-
cas, sociales y políticas de los países latinoamericanos.
Entendiendo que los obstáculos al desarrollo económico y social derivados de la
situación de dependencia sólo podrían superarse mediante la superación del propio
sistema capitalista, el trabajo de Marini se centró en los acuerdos y movimientos polí-
ticos que desaaban el orden vigente, especialmente los formados tras el golpe militar
de 1964 en Brasil, ya que la organización de estos movimientos podría conducir a la
crítica del sistema capitalista y de la organización social sobre una nueva base. En
otras palabras, las tesis y categorías elaboradas por el autor sólo tienen fundamento si
se entienden en el marco del capitalismo periférico, del proyecto económico interno y
externo, y de los movimientos políticos cuyo objetivo era oponerse al arreglo político
establecido a partir de los años sesenta.
Según Marini, el capitalismo latinoamericano, además de reproducir las leyes
generales que rigen el modo de producción capitalista, las acentuaría hasta sus
límites, estableciendo la superexplotación de la fuerza de trabajo como aspecto
estructural y la concentración de la riqueza y el empobrecimiento absoluto de la
gran mayoría de la población como sus implicaciones inmediatas. Estas serían las
razones que exigirían la formulación y aplicación de una política revolucionaria de
lucha por el socialismo, que surgiría a partir de los efectos de la propia forma de inte-
gración imperialista de la región, ya que ella crearía tendencias para el surgimiento
del movimiento revolucionario latinoamericano.
El capitalismo en la periferia asumiría entonces una dinámica en la que se ejerce
con vigor el sentido dialéctico de las relaciones sociales, con la exacerbación de las
leyes generales del capitalismo y sus manifestaciones en leyes y desarrollos históricos
especícos - las leyes del capitalismo dependiente-, observados en los niveles de des-
igualdad de los países dependientes, en la concentración de poblaciones en favelas en
diversas partes del mundo y también en el control monopólico de ciertas tecnologías
por parte de las economías capitalistas (Luce, 2018). La exacerbación de estos fenó-
menos y su comprensión como elementos estructurales de las economías periféricas
haría imprescindible la organización del movimiento revolucionario latinoamericano,
que se basaría en dos aspectos principales: el establecimiento de una relación más
efectiva entre las clases explotadas y sus vanguardias políticas, y el establecimiento
de relaciones entre estas clases en el marco del contexto internacional (Marini, 1974).
De ahí se desprende las conexiones entre las leyes de tendencia del capitalismo
dependiente (la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, el divorcio entre las fases
del ciclo del capital, la monopolización de la industria, la integración de los siste-
mas de producción y el subimperialismo), su importancia para la comprensión de
la realidad latinoamericana (la comprensión de la estructura económica, político
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y social derivado de la condición periférica y dependiente) y las posibles vías para
superar los obstáculos al desarrollo socioeconómico (el movimiento revolucionario
latinoamericano). Estos son los elementos que convierten la , como parte de la
tradición marxista, en una teoría militante centrada no solo en la interpretación del
capitalismo periférico, sino también en la organización política de la clase obrera y
sus acciones para transformar la sociedad.
Al analizar el caso brasileño, Marini señala que el compromiso político rmado
en 1937 entre el gobierno y las diferentes clases sociales duró hasta mediados de la
década de 1950. La ruptura de este compromiso comenzó cuando la crisis del sector
externo se extendió al conjunto del sistema, lo que implicó dicultades tanto para
generar las divisas necesarias para avanzar en el proceso de industrialización como
para abastecer a las ciudades. Para la clase trabajadora, la paulatina modernización
tecnológica, frente a la expansión de la mano de obra liberada por la agricultura,
creaba dicultades cada vez mayores para la absorción de trabajadores, lo que
generaba presiones por mejores salarios y condiciones laborales. Así fue como el
compromiso político entre las clases comenzó a resquebrajarse, abriendo espacio
para que se intentara revisarlo, como ocurrió en el segundo gobierno de Getúlio
Vargas (1951-1954), así como en los gobiernos de Jânio Quadros (enero a agosto de
1961) y João Goulart (1961-1964). Sin embargo, no fue hasta la consolidación de la
arremetida imperialista contra Brasil, provocada por el golpe de 1964, que se reanudó
ese compromiso, basado en la noción de interdependencia continental.
La dictadura militar dio lugar a nuevos aspectos para entender la dependencia y
el subimperialismo. A la estrategia de las multinacionales a nivel mundial y a su aso-
ciación con los .. para establecer a Brasil como centro mediano de acumulación,
se unió una profunda política de devaluación del salario mínimo y una política econó-
mica recesiva, que tuvo como consecuencia directa la quiebra de pequeñas y medianas
empresas y el aumento del desempleo. La proyección de la industria brasileña sobre
las economías de otros países dependientes, junto con una amplia capacidad ociosa
y una demanda severamente comprimida, y los mecanismos de superexplotación de
la fuerza de trabajo, se presentaron como una alternativa económica para resolver
los problemas relativos a la continuidad del proceso de desarrollo (Mota Filho, 2017).
En este sentido, Marini (2012) señala que el subimperialismo brasileño no fue
solo un fenómeno económico, sino en gran medida el resultado de la lucha de cla-
ses en el país y del proyecto político denido por el equipo tecnocrático-militar que
asumió el poder en 1964. No solo fue una reacción a los movimientos de masas en
ascenso en América Latina y a la nueva dinámica de integración imperialista, sino
también para intentar asegurar campos de inversión en el exterior mediante ope-
raciones con empresas estatales, créditos intergubernamentales y garantías para
operaciones privadas en países latinoamericanos.
En América Latina, la doctrina de la contrainsurgencia marcó la pauta de la política
internacional estadounidense en la región y de sus respectivos proyectos de fortaleci-
miento nacional. Ello se debió a dos factores: por un lado, el apoyo estadounidense a la
sustitución de regímenes democráticos liberales por dictaduras militares en la mayo-
ría de los países de la región y, por otro, la formulación del proyecto de poder de los
militares destinado a transformar los intereses de la burguesía en intereses nacionales
(Marini, 1985). Por estas razones, el subimperialismo no solo proviene de la perspectiva
de las relaciones económicas, sino también de la perspectiva de las relaciones políticas.
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En este sentido, se trata de una acción estatal encaminada a la implementación del
proyecto de la burguesía brasileña, un proyecto de clase con intereses demarcados y
especícos, en consonancia con el movimiento del capital internacional y, en conse-
cuencia, opuesto a los intereses de la clase trabajadora brasileña (Marini, 1971).
Así, el proyecto subimperialista tuvo que implementarse en el marco del conicto
de clases, ya que representaba concretamente la profundización del capitalismo
dependiente, sus leyes de tendencia y su impacto en las condiciones de la clase tra-
bajadora y la autonomía de las relaciones económicas, políticas y sociales. Por esta
razón, este nuevo arreglo estuvo acompañado de una serie de conictos sociales,
en los cuales los diversos partidos políticos de izquierda y los movimientos sociales
desempeñaron un papel importante. Sin embargo, como no se trataba de un país
enfrentado a tropas imperialistas de ocupación que pudiera justicar un frente popu-
lar con sectores de la burguesía, y como la superexplotación de la fuerza de trabajo
era un mecanismo que el gran capital utilizaba para reproducir el capital y garantizar
sus intereses, Marini no veía razones para creer que se pudiera construir una oposi-
ción efectiva al régimen militar mediante una revolución democrático-burguesa. En
la misma línea, también criticó los enfoques y las tesis practicadas por distintas orga-
nizaciones que propugnaban la lucha armada en resistencia a la dictadura. Para el
sociólogo, las disputas políticas internas no indicaban que la lucha revolucionaria se
dirigiera hacia una guerra popular prolongada o hacia la lucha armada (Luce, 2018).
Ante la incapacidad de la política nacionalista y reformista para impedir el avance
del imperialismo nacional, surgió la izquierda revolucionaria como una forma de dar
un nuevo rumbo a la lucha política de la clase obrera, que se materializó a lo largo de
la década de 1960 a través de las Ligas Campesinas y de la Política Operária (Polop).
Marini otorga especial relevancia al papel desempeñado por la Polop, uno de los
grupos de izquierda surgidos en la década de 1960. Según el autor,
la Polop analizó mejor que cualquier otra organización los principales aspectos de la con-
cepción que sustentaba la práctica política de las diferentes fuerzas y sentó las bases de una
tradición teórica que ha marcado profundamente a la actual izquierda revolucionaria en
Brasil, incluidas sus desviaciones. Los elementos centrales a considerar eran básicamente
los siguientes: a) la cuestión del carácter de la revolución brasileña; b) la determinación de
las clases revolucionarias y sus aliados; c) la forma que adoptaría el proceso revolucionario
en las condiciones concretas del país.4 (Marini, 2012, p. 218)
Al centrar su crítica en la concepción reformista del desarrollo, la Polop no solo com-
prendió que las condiciones de atraso político subordinarían al proletariado a la clase
política burguesa - factor que aumentaba la necesidad de formación de cuadros políti-
cos -, sino que también defendió por primera vez el carácter socialista de la revolución
brasileña. La experiencia de la Polop proporcionó a Marini la reexión necesaria para
comenzar a defender la constitución de un partido revolucionario, que él consideraba
fundamental para la formación política, para elevar el nivel de conciencia política de
las masas y para construir una forma alternativa de poder para enfrentar al capital.
La vanguardia representada por el Polop se organizó a partir de 1968 con otros
grupos de izquierda, lo que representó el nacimiento de un movimiento de masas cua-
litativamente diferente, organizado fuera de la perspectiva reformista y próximo a la
interpretación de la necesidad de llevar a cabo el proceso revolucionario. A partir del
Polop surgieron tres grupos que adquirieron relevancia en la formación política de la
Pedro Duarte
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izquierda: (i) el Partido Operário Comunista (), que reivindicó la línea de la antigua
organización; (ii) la Vanguarda Popular Revolucionária (), una de las organizaciones
político-militares más inuyentes a partir de entonces; y (iii) el Comando de Liberatação
Nacional (). De la desintegración del PCB surgieron también la Ação Libertadora
Nacional () y el Partido Comunista Brasileiro Revolucionário (), que siguieron
una línea revolucionaria de trabajo de masas. A ellos se sumaron los disidentes comu-
nistas, que agruparon a nivel estatal a las bases juveniles del antiguo partido.
A pesar de las diferencias más marcadas entre estos distintos grupos, lo fun-
damental en el análisis de Marini es comprender la importancia que tuvieron en la
formación de la izquierda en Brasil y el importante papel que desempeñaron en la
oposición a los movimientos políticos y económicos que se habían producido desde
la década de 1960, con la conguración de una arquitectura institucional entre la
burguesía local y el capital imperialista para la transformación de Brasil en un cen-
tro de irradiación del capital a nivel internacional, basado en la defensa inmanente
de los intereses extranjeros. Estos grupos desempeñaron un papel fundamental en
la lucha de clases, defendiendo los intereses de la clase obrera y alineándose con la
clase burguesa. De esta forma, orientaron el debate teórico y político hacia lo que,
según Marini, era fundamental en el proceso de transformación de la economía y la
sociedad periféricas: la necesidad de la contestación y la superación sistémica como
única forma de resolver los problemas estructurales de cualquier sociedad capitalista,
más especícamente, de la sociedad capitalista periférica y dependiente, factor que
se convirtió en un gran desafío para la izquierda revolucionaria en la conducción de
la lucha política en América Latina. A este desafío contribuyeron desde el punto de
vista de la formulación teórica basada en el análisis de las condiciones concretas y
apoyada en el método histórico-dialéctico las categorías de superexplotación de la
fuerza de trabajo y subimperialismo.
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1
Artículo elaborado en TRAMA, Centro de Estudios e Investigaciones sobre Trabajo, América Latina y Marxismos, como
proyecto de investigación de la Universidad Federal de Goiás nanciado por el Consejo Nacional de Desarrollo Cientíco y
Tecnológico (CNPq - Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientíco e Tecnológico) en Brasil, al que el autor agradece su apoyo.
2
Aunque no sea el objetivo central de este texto, es importante destacar que la Teoría de la Dependencia ha sido objeto de
controversias en el campo de la teoría económica y social, especialmente en lo que se reere a la interpretación propuesta
por los autores en su versión marxista. Entre ellas se encuentran las propuestas por Cardoso y Faletto (2004), y la lectura
crítica de Fontes (2010).
3
En un sentido complementario, Bambirra (1978) dijo que “[dependencia] no es meramente un fenómeno de relaciones
internacionales, de intercambio comercial desfavorable a los países poco desarrollados; sino que son relaciones internas, que
conguran una estructura económico-social cuyo carácter y dinámica están condicionados por la subyugación, explotación
y dominación imperialista. Las consecuencias de orden político que emergen de este análisis son muy claras: las burguesías
dependientes no tienen condiciones de enfrentarse al imperialismo y de promover un desarrollo autónomo. (p. 41)”.
4 Traducción del autor.