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El vínculo existente entre música y adquisición de
idiomas se entenderá únicamente al partir del hecho
de que cada ser humano aprende en medida de sus
capacidades de inteligencia, y cada individuo cuenta
con la llamada inteligencia musical, estrechamente
relacionada con la inteligencia lingüística. Por ello,
las personas con alto nivel de inteligencia musical son
principalmente intérpretes, compositores, cantantes,
fabricantes de instrumentos musicales, críticos de
música y acionados con una profunda percepción
de la música (Du, 2017. p. 60).
La neuroasimilación del sonido lingüístico se logra
a través de canales metafóricos analógicos por el medio
ideal que es la música. La repetición fonética musical
se utiliza para reconstruir la arquitectura de un idioma
extranjero de manera precisa y el, maximizando así
su grabación en la memoria implícita por las áreas
prefrontales de la corteza. Neurológicamente hablando,
Goswami (2015) también arma que al menos en las
primeras etapas de la vida, las prácticas tradicionales
como las canciones infantiles son necesarias para per-
cibir las estructuras silábicas y métricas del lenguaje.
La misma autora manifestó, además, que las prácticas
pedagógicas basadas en juegos lingüísticos o en com-
binación con movimientos motores con lenguaje como
la música, mejorarían las habilidades lingüísticas.
El lenguaje humano y la música tienen una relación
íntima que interactúa y colabora entre sí de manera
positiva. Son de importancia trascendente para el
aprendizaje humano en todas sus formas porque se
estimulan mutuamente y aumentan su asimilación
mutua. La afectividad y el aprendizaje emocional son
fenómenos cientícos de importancia signicativa e
inevitable en la actualidad de todas las ciencias psico-
sociales. Por lo tanto, las nuevas técnicas educativas
deben ser más dinámicas y efectivas, centrándose en
cambio en los recuerdos afectivos del subconsciente
tomando prestadas nuevas formas de recepción sen-
sorial. Así, la música se concibe como una estrategia
pedagógica altamente efectiva para aprender un idioma
acelerando su memorización y el lenguaje, la esencia
de la comunicación interpersonal, se dene como un
código que permite la expresión del pensamiento.
La neuróloga Clara James demostró cómo se de-
sarrolla el cerebro humano al aprender música a una
edad temprana y a una edad adulta. En su tesis doctoral
Mentes musicales, se observa diferencias notables en
las respuestas conductuales y electro-encefalográcas.
Además, se evidencia las fuentes de actividades cere-
brales especícas en músicos en las áreas temporal
medial derecha, frontal insular y parietal. La capacidad
de asimilar una melodía rodeada por su ritmo a alta
velocidad de forma inmediata y poder adquirir una
gran cantidad de información y darle un signicado
adecuado particular a través de la música, está vincu-
lada a la naturaleza homeostática del cerebro humano
(James, 2008).
Los sistemas gramaticales que representan una
formalización de las habilidades psicológicas deben
encontrar su equivalente en el funcionamiento interno
del cerebro por componentes del lenguaje fonéti-
co. Esto es, fonemas: el sonido cuya secuencia forma
morfemas, morfemas: la unidad mínima cuya combi-
nación es el signicado que crea la palabra, sintaxis o
gramática: la disposición de palabras y oraciones con
reglas precisas, prosodia: palabras y oraciones que
probablemente modiquen los signicados literales
y, nalmente, el discurso: que se reere a la narración
y formas de oración.
Cantar a lo largo de la historia humana reeja el
modo poético y losóco correspondiente a una lógi-
ca lingüística y rítmica. Ahora bien, la cultura vocal
al servicio de la expresión lingüística conduce a la
investigación sobre las relaciones entre la música y el
lenguaje. «La música afecta directamente a nuestro
cerebro, el cual controla la emoción, la motivación y
el deseo personal. Por lo tanto, usar música en la clase
de enseñanza de idiomas favorece una atmósfera activa
en el aula y promueve el interés de los estudiantes, sus
ganas de estudiar, y el desarrollo de la cooperación de
los dos hemisferios de nuestro cerebro, así que puede
lograr un buen resultado en el aprendizaje» (Du, 2017).
Lerdahl y Jackendo (1983, p. 249) señalan que la
percepción humana de la música y la del idioma son
paralelas, esto es, se refuerzan mutuamente. «Hasta
ahora, los estudios lingüísticos y antropológicos de
la psicología y la neurociencia cognitiva prueban el
hecho de que la música y el lenguaje están estrecha-
mente relacionados en términos de origen, estructura
interior y mecanismo cognitivo» (Du, 2017).
«La música es un medio de comunicación. Cruza
todas las barreras: idioma, cultura, sistemas de creen-
cias, edad, género y nacionalidad. Es una parte innata
del ser de una persona. Dependiendo del gusto, calma
y relaja, inspira y motiva. Utilizado con cuidado en la
situación de aprendizaje, puede cambiar el ritmo del
proceso de aprendizaje» (Israel, 2013). Así mismo, los
elementos musicales de la canción, el estado de ánimo
que crea, cómo se siente, las cualidades vocales del
cantante, el arreglo, son todos temas potenciales de
conversación o escritura, y solo se suman a la apreci-
ación (Lems, 2002).
Considerando las aseveraciones de Arslan (2015,
p. 2261), «Es en la etapa de sentir el sonido durante
la instrucción de lectura, los maestros denen las
características de las canciones bajo el tema ¿De qué
trata la canción? y seleccionan las canciones en con-
secuencia». Según Fonseca (2000, p. 150): «El canto