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Revista Jurídica Crítica y Derecho
4(6), pp. 13-25.
despiadadas, para este tiempo Cesare Beccaria tenía muy claro el concepto de los
Derechos del Hombre es así como proponía que estas penas debían tener un sentido
especial y uno general, de tal manera que se daba a entender aquellos que
cometieron un delito de manera clara que no pueden volver a romper ese contrato
social que permite vivir en armonía.
Es imperativo el pensamiento de Cesare Becaria para su época, puesto que, lo
que daba a entender que una persona que haya cometido un delito de menor
categoría no podía tener el mismo castigo que una persona que ha cometido
asesinato, esto permitió que la proporcionalidad de las penas que son cumplidas
dentro de los centros de privación de libertad sea establecidas de acorde a la
gravedad de los delitos, y siempre y cuando se encuentren dentro del catálogo penal,
y de esta manera logara que el delincuente pueda crear conciencia de sus actos y no
volverlos a cometer .
Sin embargo, en la actualidad podemos ver que en los centros de reclusión se
encuentran en un solo grupo personas con delitos menores y delitos considerados
más graves, conviviendo en condiciones precarias, además estos centros de
reclusión no siempre cumplen con ese objetivo, pues, los diferentes Estados de
América Latina y el Caribe no poseen centros de reclusión con la capacidad para el
número de reclusos que poseen dificultando así la adecuada rehabilitación y
reinserción a la sociedad.
Una de las principales causas de la delincuencia, es los problemas psicosociales
que una persona llega a adquirir durante toda su vida, desde su niñez hasta su
adultez, es así que es imprescindible que la rehabilitación de las personas privadas
de la libertad se enfoque en la psicología, ya que, el tratar la salud mental de las
personas ha sido un tabú en muchas partes del mundo, obligando a varias
generaciones a negarse a la ayuda que los profesionales de la psicología pueden
proporcionar para que una persona pueda encontrar el origen de sus miedos, de sus
represiones o de la manera en cómo enfrentan las diferentes circunstancias de la vida
cotidiana, de tal manera, que pensar en acudir donde psicólogo resultaba ser un tanto
difícil, lo que dio origen a que tanto la psicología como la psiquiatría sean vistas como
profesiones para tratar a personas con cierto grado de “locura”, sin imaginarse que
son dos disciplinas que han causado un impacto positivo en lo que a salud mental
respecta, y más aún cuando se convierten en los mecanismos más efectivos y
eficaces para encontrar el origen de las actuaciones delincuenciales.
Es así como, la psicología nace con el fin de estudiar los procesos mentales de
las personas de manera individual, colectiva y su comportamiento dentro de la
sociedad, y lo que ha tenido que vivir la persona en cuanto a su dolor, frustraciones y
la resiliencia que posee al enfrentar estos cambios. A lo largo de la historia se han
desarrollado varias escuelas que han sido de vital importancia, la primera escuela, la
del psicoanálisis, fue fundada por Sigmund Freud que es considerado como el padre
de la psicología, la segunda escuela, de la psicología individual, fue fundada por
Alfred Adler para finalmente Víctor Frankl fundar la tercera escuela de la psicoterapia
donde la logoterapia cumple con un papel importante dentro el desarrollo de esta.
Como explica Frankl (1993), citado por Rozo (1998):
El término logoterapia proviene de la palabra «logos» (sentido, significado,
propósito) por eso habla de la voluntad de sentido, en vez del principio del
placer del psicoanálisis y en contraste con la voluntad de poder adleriana. La
logoterapia, por lo tanto, permite hacer frente a la neurosis noógena, es decir,
aquella neurosis que no nace de los conflictos entre impulsos e instintos, sino
más bien, de los conflictos morales, espirituales o existenciales (p. 351).