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Eliezer Uzziel Velázquez Castro / Yessika Mabel Cepeda Arellano
Desarrollo Sostenible. Crítica y refuerzo a la luz del ODS-16
neoliberal, como bien lo señala Humberto Márquez (2010), presenta uno y mil rostros,
que en conjunto profundizan las desigualdades sociales y ponen en peligro la
existencia de gran parte de los seres humanos, incluso anuncian el riesgo de guerras
cuyo potencial militar acumulado por las grandes potencias presagian muertes
masivas y el riesgo latente de exterminio de las condiciones de vida. Por lo mismo se
habla de una crisis del modelo civilizatorio. Entonces, no se puede hablar solamente
de una crisis financiera o económica, sino de las varias crisis, o bien, de una
convergencia de crisis o de una crisis multidimensional, cuyo despliegue resulta
extenuante, porque trae a colación severos episodios de crisis entrelazados en
distintos renglones de la vida social: laboral, alimentaria, energética, ecológica,
política, teórica, financiera, económica, migratoria, etcétera.
En suma, siguiendo a Puello y Gunturiz (2013), la crisis actual reviste un triple
carácter que son:
a) Estructural: económica, política, cultural y social.
b) Global: afecta al sistema global, aunque diferenciadamente.
c) De largo plazo: en términos retrospectivos como prospectivos.
En este sentido, la profundización paulatina de varias de sus contradicciones
desata, principalmente, una serie de tácticas y estrategias, las cuales han sido
"ensayadas" en la forma de supuestas reorientaciones políticas y nuevas políticas o
publicitadas como "novedosas" reconfiguraciones socioeconómicas. Ejemplo de ello,
y reconociendo el hecho de que vivimos en un planeta finito (de manera que sus
recursos son limitados y debemos abogar por un uso eficiente de ellos), la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) implementó la iniciativa de construir una
alternativa mundial que contrarreste la “crisis actual” (entiéndase por “crisis actual” los
desastrosos efectos del neoliberalismo, pese a que Naciones Unidas reproduzca otra
justificación). A esto deben su aparición los denominados “Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM)” y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), o también
denominada “Agenda 2030”.
Por lo que respecta a los primeros, los ODM, surgidos de la Declaración del
Milenio, fueron aprobados y acordados por todos los gobiernos en el año 2000, y con
un límite temporal al 2015, los cuales representaron los compromisos contraídos por
los Estados Miembros de las Naciones Unidas para reducir la pobreza extrema y sus
diversas manifestaciones: el hambre, las enfermedades, la desigualdad entre los
géneros, la falta de educación y de acceso a infraestructuras básicas, así como la
degradación del medio ambiente. Estos objetivos son los siguientes: 1) Erradicar la
pobreza extrema y el hambre; 2) Lograr la enseñanza primaria universal; 3) Promover
la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer; 4) Reducir la mortalidad
de los niños; 5) Mejorar la salud materna; 6) Combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras
enfermedades; 7) Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; y 9) Fomentar una
alianza mundial para el desarrollo.
Respecto de la Agenda 2030, bajo el lema “Transformar nuestro mundo”, la ONU
concluyó en septiembre de 2015 los trabajos de redacción de los 17 Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que la integran, los cuales deben cumplirse
para el año 2030. Esto, en favor de las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y
la formación de alianzas para el desarrollo, además de erradicar la pobreza y
fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia (PNUD México, 2019, s/p).
El desarrollo sostenible es un término utilizado por primera vez en el informe
Brundtland en 1987, conocido también como “Nuestro futuro común”, en el que se
define el desarrollo sostenible como aquel que permite: Satisfacer las necesidades de
las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones