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Revista Jurídica Crítica y Derecho
4(7), pp. 58-70.
3.5 específicamente señala que se debe fortalecer la prevención y el tratamiento del
abuso en el consumo nocivo de alcohol (Naciones Unidas, 2020). De acuerdo con la
Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2019, p. 2),“el alcohol sigue siendo la
única sustancia psicoactiva y generadora de dependencia con un impacto mundial
significativo en la salud poblacional que no está controlada a nivel internacional por
marcos normativos jurídicamente vinculantes”.
Tanto el abuso en el consumo de alcohol como el alcoholismo son multicausales,
pueden ocurrir por cuestiones genéticas, psíquicas porque el ambiente lo predispone
o genera, sociales por la necesidad de integrarse a un grupo, culturales como un
instrumento de convivencia, entre otras. De acuerdo a la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), hoy Instituto Nacional de los Pueblos
Indígenas (INPI), los patrones de consumo se pueden dividir en: 1. Consumo ritual, a
manera de ejemplo, “en Puebla, el pueblo totonaco, en un ritual comparte una copita
de bebida alcohólica; las mujeres participan en el traguito, que después puede
convertirse en una borrachera” (CDI, 2008, p. 39); 2. Control político y subordinación,
en época electoral o durante las asambleas comunitarias, autorización para la venta
y distribución, entre otros; 3. Uso terapéutico en la medicina tradicional, como el
yolixpa que es una infusión de yerbas que sana el cuerpo y el alma, usada en la Sierra
norte de Puebla; 4. Consumo patológico, cuando es considerado como una
enfermedad y se denomina alcoholismo, el cual se debe a diversas causas, como
genéticas, psíquicas, sociales, culturales, neuroadaptativas y espirituales; y 5.
Expresión cultural y organización social, en celebraciones, fiestas familiares, entre
otros patrones sociales.
Ahora bien, la CDI (2008, p. 46) distingue diferentes consecuencias
dependiendo de cada etapa del alcoholismo: “euforia, ganas de seguir conviviendo;
cambio de conducta, violencia, falta de sueño, etcétera; pérdida de la realidad y
muerte”. Algunas investigaciones dan cuenta que el abuso en el consumo del alcohol
es uno de los principales problemas de los pueblos indígenas en México (Berruecos,
1996, 2001, 2005, 2013; FISAC, 2001). Según la OPS (2019, p. 1), “el alcohol
acentúa las desigualdades entre los países y dentro de ellos”. Aunado a lo anterior,
existe la incomprensión de la sociedad ante esta situación, estigmatizando social y
culturalmente a los indígenas y “el consumo excesivo de alcohol con la pobreza, la
marginación y la etnicidad” (CDI, 2008, p. 20).
Almaguer et al (2005) afirman que tanto la cultura como la pérdida de identidad
cultural propician el abuso en el consumo de alcohol, pero también su presencia en
lugares públicos y de fácil acceso, como bares, tiendas e incluso en el hogar, y su
asociación a eventos de transición cultural, como celebraciones y rituales. Estos
mecanismos culturales los agrupan en tres funciones: las socioculturales como los
rituales, el papel de la transculturación y desculturación, que desencadena la pérdida
de identidad, costumbres y valores, y el proceso de neoculturación, con la
incorporación de elementos de la cultura dominante, como la necesidad de consumir.
Asimismo,
El impacto del colonialismo ha dejado una cicatriz visible en las comunidades
indígenas. La dura realidad de sus vidas cotidianas, que son el resultado
directo de influencias coloniales, se complica aún más por los múltiples
factores socioculturales interconectados que determinan la salud. La falta de
acceso a tierra, la vivienda inadecuada y las condiciones de hacinamiento
tienen una repercusión profunda sobre los pueblos indígenas que puede
causar mayor estrés emocional, traumas y falta de espacio personal, todo lo