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Francisco Alves da Silva
Trayectorias de igualdad de género: entre fundamentos democráticos y desafíos a la dignidad humana
Además, los descubrimientos arqueológicos proporcionan evidencia de que incluso
en civilizaciones como Egipto hubo faraones, lo que desafió la suposición de roles de
género rígidos (Sene et al., 2018). Del mismo modo, en la antigua Grecia, la presencia
de juezas revela la participación activa de las mujeres en roles de liderazgo e
influencia (Santos, 2018). Por lo tanto, este análisis resalta la importancia de
comprender la evolución histórica de las relaciones de género, destacando la
complejidad de las dinámicas sociales y el papel crucial de las mujeres en la
construcción y transformación de la historia, a pesar de la adversidad.
De hecho, a lo largo del tiempo, las mujeres se han visto privadas de la
oportunidad de registrar su propia trayectoria y su contribución, por sutil que sea, a la
escena pública (Bastos y Eiterer, 2018). La narrativa histórica, predominantemente
moldeada por una visión masculina, descuidó conscientemente numerosos aspectos
relacionados con la participación femenina (Hypolito, 2020). Esta narrativa tendía a
centrarse en las perspectivas masculinas, centrándose en los acontecimientos
significativos y los momentos cruciales a través de la lente de los hombres, que a
menudo se centraban en los hechos y episodios relevantes de mayor impacto.
La asociación inicial entre hombres y mujeres en los albores de la humanidad
se ha convertido en una dinámica marcada por la desigualdad y la opresión,
impulsada por el auge del patriarcado. Durante la Edad Media, un período significativo
de la historia de la humanidad, las mujeres, especialmente las campesinas, se
enfrentaron a una acción sistemática destinada a erradicar el conocimiento
acumulado durante generaciones. Este esfuerzo se materializó en una amplia
campaña legal llevada a cabo predominantemente por la Iglesia Católica, así como
por la Iglesia Protestante, el aparato estatal y las clases dominantes. Esta arremetida
se basó en la persecución de carácter religioso, político y sexual. Se estima que
durante este período, hasta nueve millones de personas fueron objeto de
enjuiciamientos, juicios y ejecuciones. De manera alarmante, más del 80% de estas
víctimas fueron mujeres, incluidos jóvenes y niños (Araújo, 2022).
Las disparidades de género se han acentuado con el avance del capitalismo,
especialmente cuando a las mujeres se les ha confiado deliberadamente el trabajo
doméstico, asumiendo responsabilidades en la gestión del hogar, el cuidado de los
niños, el cuidado de ancianos y enfermos, así como la satisfacción de las necesidades
de sus maridos, a menudo denominadas "reinas del hogar" (Santos, 2023). Este
trabajo doméstico fue categorizado como improductivo y erróneamente considerado
gratuito.
Impacto del capitalismo en las relaciones de género
En el contexto capitalista, la sumisión social de las mujeres sirvió inicialmente al
propósito de reducir los costos laborales. Dado que las actividades domésticas se
llevan a cabo sin remuneración por parte de las mujeres de la familia, los salarios de
los hombres pueden mantenerse en niveles más bajos. La crítica lanzada por Simone
de Beauvoir en su obra "El segundo sexo" expone la exclusión de las mujeres del
espacio público como consecuencia de la naturalización de su papel en la
reproducción (Morant, 2019).
Posteriormente, las mujeres fueron incorporadas al mercado laboral como mano
de obra de menor costo (Santos, 2020). Sin embargo, esta integración de las mujeres
en el mercado laboral ha dado lugar a una sobrecarga de responsabilidades.
Continuaron cargando con la carga de las tareas domésticas, lo que resultó en un
conflicto de identidad para quienes buscaban equilibrar los roles como profesionales
ejemplares, madres, esposas y administradoras del hogar (Império et al., 2019). Esta