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Janetsy Gutierrez Proenza
La cuarta revolución industrial y su impacto en el sistema judicial Ecuatoriano. Retos y
oportunidades en la era digital
La transición hacia un sistema de justicia electrónica demanda la implementación de
herramientas tecnológicas que aseguren principios y garantías fundamentales para su
correcto funcionamiento. Entre estos se encuentran la autenticidad, la confidencialidad, la
integridad, la disponibilidad, la trazabilidad, la conservación y la interoperabilidad de los datos
(ciberseguridad). Además, es esencial garantizar el acceso, el procesamiento eficiente de la
información y la gestión adecuada de los servicios por parte de los servidores judiciales en el
desempeño de sus funciones. Esto permitirá que abogados y usuarios del sistema de justicia
puedan participar y actuar de manera efectiva dentro de este nuevo modelo de administración
de justicia, promoviendo así un servicio más ágil, transparente y accesible para todos.
En el proceso de incorporación de la justicia electrónica en Ecuador, varios
profesionales del derecho han manifestado inquietudes respecto a los desafíos que esta
transformación implica. Entre las principales preocupaciones se destacan las interrupciones
en la conexión a internet durante las audiencias virtuales, lo que puede generar retrasos o
incluso la suspensión de actos procesales cruciales, como los interrogatorios.
Asimismo, se señala que no todos los usuarios del sistema judicial, especialmente en
zonas rurales, cuentan con dispositivos tecnológicos adecuados ni con las habilidades
digitales necesarias para participar activamente en audiencias remotas, lo que puede afectar
el principio de igualdad de acceso a la justicia.
Otro aspecto relevante es la pérdida de la inmediación y el contacto directo entre el
juez, los abogados y las partes procesales, lo que dificulta la valoración de la prueba testifical,
por ejemplo, al no poder observar de manera presencial el lenguaje corporal del declarante.
También se presentan retos en la consulta o exhibición de documentos durante el
juicio, donde la falta de plataformas integradas puede entorpecer el desarrollo fluido de las
audiencias. A esto se suma el riesgo de que testigos o peritos sean asistidos indebidamente
mientras rinden su declaración en entornos virtuales. No obstante, es importante entender
que el propósito fundamental de la digitalización en la justicia ecuatoriana debe ser fortalecer
la eficiencia y la transparencia en el servicio judicial, facilitando el ejercicio de los derechos
de los usuarios y el acceso a información jurídica consolidada en repositorios digitales
accesibles y seguros para todos los actores del sistema.
En consecuencia, la modernización del sistema judicial debe orientarse a lograr una
mejora continua en la calidad del servicio y a fortalecer la transparencia en la administración
de justicia. Esto implica simplificar la gestión de los procesos judiciales mediante el uso de
tecnologías digitales, garantizando en todo momento el respeto a los derechos
fundamentales, incluidos la protección de los datos personales y la privacidad familiar,
conforme a lo establecido en la Constitución de la República del Ecuador (artículos 66
numeral 19 y 20, sobre el derecho a la protección de datos personales y a la intimidad).
Es indispensable que la incorporación de medios electrónicos no genere barreras ni
discriminación hacia quienes prefieran o necesiten interactuar con el sistema de justicia por
vías tradicionales, respetando el principio de igualdad y no discriminación reconocida en el
artículo 66 numeral 3 de la misma Constitución.
La transformación operativa de la Función Judicial exige un enfoque cuidadoso,
adoptando medidas que aseguren el respeto al debido proceso y al principio de igualdad
procesal. Por ello, es prioritario que la utilización de herramientas tecnológicas garantice la
participación plena y equitativa de todas las partes involucradas. Un ejemplo concreto es la
realización de audiencias virtuales, donde es imprescindible proporcionar acceso a los
recursos tecnológicos y ofrecer capacitación tanto a operadores de justicia como a
ciudadanos que carecen de experiencia en el uso de plataformas digitales.
De esta forma, se promueve un acceso efectivo a la justicia y se evita que las
tecnologías se conviertan en un obstáculo para el ejercicio de derechos. Si no se implementan
políticas activas que faciliten y regulen adecuadamente el uso de las tecnologías de la
información y comunicación en el ámbito judicial, la digitalización podría afectar
negativamente la garantía de los derechos fundamentales y la calidad de los servicios
judiciales. Por ello, resulta clave adoptar un enfoque equilibrado que combine la innovación
tecnológica con la protección efectiva de los derechos de las personas.