Conferencia dictada por el Profesor Doctor Gregorio Marañon en el ciclo organizado por la Embajada del Ecuador en Madrid, España, Febrero de 1953
Resumen
El que quiera tener una impresión de América fresca, oreada, virginal que lea a uno de los viajeros naturalistas y no eruditos; por ejemplo, a Humboldt. Ein Beitrag xur Physiognomik der Notuf es el subtítulo de uno de sus libros, aquel en que precisamente describe a Quito y su región. Y en ese subtitulo esta expresada toda la pedagogía de una época, a la que tendremos que volver, me atrevería a decir que por prescripción facultativa para descansar del confuso y pedante cientificismo de hoy. Estudiar, como Humboldt, la fisonomía de la Naturaleza y describirla con la minucia y el amor y con la naturalidad con que se describía el rostro y el cuerpo de la mujer amada, equivale a penetrar hasta las entrañas de esa Naturaleza: equivale a poseerla, que es la forma integral de conocerla. Los estudios fisionómicos fueron uno de los grandes y representativos caracteres del siglo XVIII. El empeño de Humboldt de ver en la fisonomía de un País la totalidad de su ser revela una concepción patética de la forma como trasunto del alma. Y fue necesaria la pedantería que, como lastre inevitable de su progreso, nos trajo el siglo siguiente, el XIX, para que la fisionomía de las cosas se considerara como una trivialidad, confundiéndola con lo superficial. Error gravísimo, porque la fisonomía es, como pensaban Humbolt y sus contemporáneos, la proyección de lo más recóndito que tiene la vida efímera de los seres vivos y la Vida perdurable de lo geográfico.