El humanismo ilustrado y la medicina preventiva del siglo XVIII: ética social o justicia sanitaria

Abstract

interés muy especial sobre los problemas que aquejan al hombre en su vivir cotidiano, pero en ninguna época como en la nuestra la temática del mismo hombre como problema ha palpitado tan intensamente en cualquier manifestación de la intelección humana.
Existen numerosos testimonios antiguos de la preocupación ética asistencial en el ejercicio de la medicina y enla protección social organizada de la medicina, razón por la cual podemos afirmar que el asunto de la ética (Justicia Sanitaria) as tan antigua como la propia medicina.
La medicina preventiva iniciada en épocas anteriores, tuvo que atravesar por varias etapas a lo largo de varios siglos, siguiendo la misma marcha lenta de la evolución de la humanidad. Su organización se identifica en tres períodos importantes: 1) el período sacerdotal, 2) el período médico social o del empirismo hipocrático y 3) el período científico. Todo se inició con Moisés, el gran legislador del pueblo hebreo, quién comprendió la necesidad de poner en práctica ciertos preceptos de higiene social, con el fin de preservar la colectividad humana bajo su mando, previniendo al pueblo de las enfermedades contagiosas. En el siglo de Pericles, Hipócrates emancipa definitivamente la medicina del yugo de las creencias y supersticiones populares, negando el origen divino de las enfermedades, así como su intervención en la curación. La medicina griega se proyecta indómita hasta la Edad Media, donde las devastadoras epidemias invocaron nuevamente el recurso de la protección divina contra las calamidades. En el. período científico iniciado con Hallé en 1802, los conceptos modernos de higiene sacan el mejor partido posible en beneficio de la salud pública, haciendo comprender a los Gobiernos la necesidad de proteger la salud de sus habitantes. Este avance humanitario, proclama los derechos del hombre entre los cuales figuran en primera línea el derecho a la vida y el derecho a la salud. Estas incipientes medidas de prudencia y prevención, bastaron para limitar la extensión de las epidemias, así como para disminuir su intensidad.