La monocromía es una pintura compuesta con un único color o en blanco y negro, su resultado es poder apreciar y educar, en última instancia, un espacio de reflexión durante este tiempo turbulento de pandemia (COVID-19), tiempo de gran dolor, ira y confusión. Es un acto radical para crear belleza y para investigar en condiciones diferentes, dándonos cuenta de que esa “normalidad” que vivíamos era anormal. Tenemos que luchar contra el impulso de contribuir al dolor, es una lucha diaria para hacerlo, está en nuestro corazón superar estos eventos que afectan a las personas, nuestros trabajos, nuestras vidas. Esperamos al salir de esta fase crítica nos ayude a reunirnos, a sanar, a encontrar la belleza en nuestros momentos fugaces a pesar del dolor y el trauma, y al final, el quehacer investigativo en el Ecuador y en el mundo, contemple al ser humano como el fin último por el cual hacer y generar paz en medio de esta cruel locura. Acercarnos al proceso investigativo es adquirir un intenso compromiso con la creación de herramientas que permitan explorar nuestro potencial con la idea de proponer soluciones prácticas, no especulativas, ni utópicas, que inviten a la sociedad a contemplar con una visión holística, un mundo distinto pero fantástico, donde los elementos (tierra, agua, aire, fuego) de nuestra Madre Tierra (Pachamama, GAIA, etc.) ayuden a romper los paradigmas y que el hombre salga de esa cueva que no le deja observar las imágenes creadas por su obscuridad. Subvertimos, por tanto, la concepción “normal” del siglo XX matizada por la injusticia, la opresión, el abandono, el quemeimportismo, la angustia, la desesperación, la irracionalidad, el individualismo, la vanidad, para ver la luz de la solidaridad, la disciplina, la resiliencia, la amistad, el respeto, la justicia, la tolerancia, el trabajo en equipo, en definitiva, el amor a nuestro entorno del cual somos parte.
DOI: https://doi.org/10.29166/revfig.v1i1
Publicado: 2020-06-30