Aristóteles afirmaba que la esperanza es el sueño del hombre despierto, como una visión utópica de algo en un futuro cercano, pero, sobre todo, de tu capacidad y determinación para alcanzar tus propios sueños e ilusiones. En tiempos de pandemia, guerra, hambre, desencanto, dolor y desesperanza es refrescante tener una voz que nos ofrezca la oportunidad de pensarse a partir de la esperanza, vivenciando la esencia de su significación o revestirse de otras formas para permanecer latente en el devenir humano. Se hace urgente entonces sentir, pensar, hablar, vivir, proyectar y defender la esperanza, ya que de no hacerlo el ser humano estaría cediendo terreno a la derrota y al derrumbamiento, es una de las pruebas de la libertad, cerrarnos a la esperanza, en una especie de suicido, y podemos inhibirla, que es lo que más frecuentemente sucede, reafirmar la esperanza sería entonces reafirmar la vida.
DOI: https://doi.org/10.29166/revfig.v14i2
Publicado: 2022-07-15